La Palabra de Dios dice:
Recuérdales a los creyentes que… tienen que ser obedientes, siempre dispuestos a hacer lo que es bueno.
No deben calumniar a nadie y tienen que evitar pleitos. En cambio, deben ser amables y mostrar verdadera humildad en el trato con todos.
En otro tiempo nosotros también éramos necios y desobedientes. Fuimos engañados y nos convertimos en esclavos de toda clase de pasiones y placeres. Nuestra vida estaba llena de maldad y envidia, y nos odiábamos unos a otros.
Pero: Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor, él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia.
Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo.
Él derramó su Espíritu sobre nosotros en abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Por su gracia él nos declaró justos y nos dio la seguridad de que vamos a heredar la vida eterna.
Esta declaración es digna de confianza, y quiero que insistas en estas enseñanzas, para que todos los que confían en Dios se dediquen a hacer el bien. Estas enseñanzas son buenas y de beneficio para todos.
(Tito 3:1-8)