Si usted es un verdadero cristiano, puede decir con toda seguridad:

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Hoy es tiempo de conquista espiritual, es tiempo de predicar el evangelio del Reino de Dios. 
Este es nuestro tiempo, nacimos para este momento de la historia.

(Mateo 24:14)
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
(Efesios 6:12)
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
(Apocalipsis 17:14)
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.
(Hechos 2:16)
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
(Hechos 2:17)
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
(Hechos 2:18)
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
(Hechos 2:19)
Y daré prodigios arriba en el cielo,
Y señales abajo en la tierra,
(Hechos 2:20)
Antes que venga el día del Señor,
Grande y manifiesto;
(Hechos 2:21)
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
(Mateo 9:35) Debemos hacer las obras de Jesús.
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
(Mateo 10:42) Seremos sostenidos por El. Y cuando ayudamos a los demás lo hacemos a Cristo mismo. Habrá gran recompensa para nosotros.
Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. 
(Lucas 11:20) El Reino de Dios viene en nosotros.
Más si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros.
(Lucas 11:21) Jesús venció a satanás y nos mandó a recoger los despojos del diablo.
Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee.
(Lucas 11:22)
Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, (Jesús en nosotros) le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín.
(Lucas 11:23) No podemos ser neutrales en esta guerra.
El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
(2 Corintios 10:4) Tenemos el poder de Dios en nosotros.
porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
(Josué 5:13) Jesús es el capitán de nosotros que somos su ejército y en este tiempo sucederá lo mismo y más que en la época de Josué (espiritualmente hablando).
Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?
Leer Josué capítulo 1
(Josué 5:14)
El respondió: No; más como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. (Este era Jesús). Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?
(Josué 21:43) El final fue la victoria.
De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella.
(Josué 21:44)
Y Jehová les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de todos sus enemigos pudo hacerles frente, porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos.
(Josué 21:45)
No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió. 
Jesús está con nosotros (y en nosotros) y venceremos en la batalla final por las almas de las personas, para que todos sus hijos vayan al cielo con Dios para siempre.
Somos los soldados de Dios de la batalla final. Somos los guerreros de Dios de los últimos tiempos.

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