Esta labor no es para misioneros, o predicadores, o evangelistas u obreros. Es para usted y para mí. ¡Es nuestra labor, nuestra vida, nuestra misión, nuestra pasión!

La idea que el laico corriente ha adquirido es que solamente aquellos que están detrás del púlpito son los "ministros".

Pero, Cristo mora en cada creyente. Cada creyente es Su testimonio. Cada convertido es Su mensajero. Cristo desea hablar a través de cada creyente que pueda hablar o caminar. ¡Nosotros somos sus testigos! Hay millones de personas que no escucharán a un clérigo, pero sí escucharán un auténtico testimonio personal de un laico, que sea un verdadero cristiano.

Con lodos los recursos que tenemos hoy en día, no hay excusa para que todo cristiano no sea un testigo.

Piense todo lo que podría hacerse si cada creyente llegara a ser un pescador de almas efectivo. Considero que es un deber hacer todo lo que esté en mis manos para ganar almas. Debo trabajar para ganar almas.

Si entrego todo mi ser a Cristo que esta en mí, como podré ser indiferente, si es El quien trabaja en mí.

Debo recordarme constantemente a mí mismo cuánto me amó Dios y hasta dónde le llevó Su amor por mí. Si el Espíritu Santo entrega su amor a otros a través de mí, (Romanos 5:5), la misma pasión que le impulsó a El me impulsara a mí.

Print Friendly, PDF & Email
Translate »