(Juan 10:27)

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

(Juan 10:28)

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

(Juan 10:29)

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

(Juan 11:25)

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

(Juan 11:26)

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

(Romanos 5:6)

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

(Romanos 5:7)

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

(Romanos 5:8)

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

(Romanos 5:9)

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

(Romanos 5:10)

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

(Romanos 5:6)

Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el momento preciso y murió por nosotros, pecadores.

(Romanos 5:7)

Ahora bien, casi nadie se ofrecería a morir por una persona honrada, aunque tal vez alguien podría estar dispuesto a dar su vida por una persona extraordinariamente buena.

(Romanos 5:8)

Pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores.

(Romanos 5:9)

Y, como se nos declaró justos a los ojos de Dios por la sangre de Cristo, con toda seguridad él nos salvará de la condenación de Dios.

(Romanos 5:10)

Pues, como nuestra amistad con Dios quedó restablecida por la muerte de su Hijo cuando todavía éramos sus enemigos, con toda seguridad seremos salvos por la vida de su Hijo.

(Romanos 5:6) VP

Pues cuando nosotros éramos incapaces de salvarnos, Cristo, a su debido tiempo, murió por los pecadores.

(Romanos 5:7)

No es fácil que alguien se deje matar en lugar de otra persona. Ni siquiera en lugar de una persona justa; aunque quizás alguien estaría dispuesto a morir por la persona que le haya hecho un gran bien.

(Romanos 5:8)

Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.

(Romanos 5:9)

Y ahora, después que Dios nos ha hecho justos mediante la muerte de Cristo, con mayor razón seremos salvados del castigo final por medio de él.

(Romanos 5:10)

Porque si Dios, cuando todavía éramos sus enemigos, nos reconcilió consigo mismo mediante la muerte de su Hijo, con mayor razón seremos salvados por su vida, ahora que ya estamos reconciliados con él.

(Romanos 5:1)

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;

(Romanos 5:1)

Por lo tanto, ya que fuimos declarados justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros.

(Romanos 8:1) NTV

Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús.

(Romanos 8:1)

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.

(Romanos 8:1)

Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.

(Romanos 4:7)

Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,

Y cuyos pecados son cubiertos.

(Romanos 4:8)

Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.

(Romanos 4:7) NTV

Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubren los pecados.

(Romanos 4:8)

Sí, qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró el pecado de su cuenta.

(Romanos 8:7)

Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;

(Romanos 8:7)

Los que se preocupan por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley.

(Romanos 8:13)

porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.

(Romanos 8:13) NTV

pues, si viven obedeciéndola, morirán. Pero, si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa,* vivirán.

(Romanos 8:13) VP

Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán.

(Tito 3:5)

nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,

(Tito 3:5) NTV

él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo.

(Tito 3:5) VP

y, sin que nosotros hubiéramos hecho nada bueno, por pura misericordia nos salvó[f] lavándonosy regenerándonos, y dándonos nueva vida por el Espíritu Santo.

(Colosenses 2:13)

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,

(Colosenses 2:14)

anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,

(Colosenses 2:14) NTV

Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz.

(Efesios 2:8)

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

(Efesios 2:9)

no por obras, para que nadie se gloríe.

(Efesios 2:8)

Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios.

(Efesios 2:9)

La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.

(1 Juan 2:1)

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

(1 Juan 3:8)

El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

(1 Juan 3:9)

Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

(1 Juan 3:8)NTV

Sin embargo, cuando alguien sigue pecando, demuestra que pertenece al diablo, el cual peca desde el principio. Pero el Hijo de Dios vino para destruir las obras del diablo.

(1 Juan 3:9)

Los que han nacido en la familia de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque la vida de Dios* está en ellos. Así que no pueden seguir pecando, porque son hijos de Dios.

(1 Juan 3:9) VP

Ninguno que sea hijo de Dios practica el pecado, porque tiene en sí mismo el germen de la vida de Dios; y no puede seguir pecando porque es hijo de Dios.

(1 Juan 5:18)

Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.

(1 Juan 5:19)

Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.

(1 Juan 5:18)

Sabemos que los hijos de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque el Hijo de Dios los mantiene protegidos, y el maligno no puede tocarlos.

(Romanos 6:22)

Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

(Romanos 6:22) NTV

Pero ahora quedaron libres del poder del pecado y se han hecho esclavos de Dios. Ahora hacen las cosas que llevan a la santidad y que dan como resultado la vida eterna.

(Romanos 6:22) VP

Pero ahora, libres de la esclavitud del pecado, han entrado al servicio de Dios. Esto sí les es provechoso, pues el resultado es la vida santa y, finalmente, la vida eterna.

(Romanos 8:32)

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

(Romanos 8:33)

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

(Romanos 8:34)

¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

(Romanos 8:32) NTV

Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás?

(Romanos 8:33)

¿Quién se atreve a acusarnos a nosotros, a quienes Dios ha elegido para sí? Nadie, porque Dios mismo nos puso en la relación correcta con él.

(Romanos 8:34)

Entonces, ¿quién nos condenará? Nadie, porque Cristo Jesús murió por nosotros y resucitó por nosotros, y está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e intercede por nosotros.

(Hebreos 7:25)

por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

(Hebreos 9:26)

De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

(Hebreos 10:12)

pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,

(Hebreos 10:14)

porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

(Hebreos 10:10)

En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

(Hebreos 10:16)

Este es el pacto que haré con ellos

Después de aquellos días, dice el Señor:

Pondré mis leyes en sus corazones,

Y en sus mentes las escribiré,

(Hebreos 10:17)

añade:

Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

(Hebreos 10:18)

Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

(Hebreos 10:19)

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,

(Hebreos 10:20)

por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,

(Hebreos 10:21)

y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,

(Hebreos 10:22)

acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

(Hebreos 10:16)

«Éste es el nuevo pacto que haré con mi pueblo en aquel día* —dice el SEÑOR —: Pondré mis leyes en su corazón y las escribiré en su mente»*.

(Hebreos 10:17)

Después dice: «Nunca más me acordaré de sus pecados y sus transgresiones»*.

(Hebreos 10:18)

Y cuando los pecados han sido perdonados, ya no hace falta ofrecer más sacrificios.

(Hebreos 10:19)

Así que, amados hermanos, podemos entrar con valentía en el Lugar Santísimo del cielo por causa de la sangre de Jesús.

(Hebreos 10:20)

Por su muerte, Jesús abrió un nuevo camino —un camino que da vida —a través de la cortina al Lugar Santísimo.

(Hebreos 10:21)

Ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que gobierna la casa de Dios,

(Hebreos 10:22)

entremos directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza en él. Pues nuestra conciencia culpable ha sido rociada con la sangre de Cristo a fin de purificarnos, y nuestro cuerpo ha sido lavado con agua pura.

(Hebreos 10:18) VP

Así pues, cuando los pecados han sido perdonados, ya no hay necesidad de más ofrendas por el pecado.

(Hebreos 10:19)

Hermanos, ahora podemos entrar con toda libertad en el santuario gracias a la sangre de Jesús,

(Hebreos 10:20)

siguiendo el nuevo camino de vida que él nos abrió a través del velo, es decir, a través de su propio cuerpo.

(Hebreos 10:21)

Tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios.

(Hebreos 10:22)

Por eso, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con una fe completamente segura, limpios nuestros corazones de mala conciencia y lavados nuestros cuerpos con agua pura.

(Hechos 3:19)

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

(Hechos 3:19) NTV

Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados.

(Hechos 4:12)

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

(1 Pedro 2:24)

quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

(1 Pedro 2:24)NTV

Él mismo cargó nuestros pecados sobre su cuerpo en la cruz, para que nosotros podamos estar muertos al pecado y vivir para lo que es recto. Por sus heridas, son sanados.

(1 Pedro 3:18)

Porque… Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.

(1 Pedro 3:18) NTV

Cristo sufrió por nuestros pecados una sola vez y para siempre. Él nunca pecó, en cambio, murió por los pecadores para llevar VP

(1 Pedro 3:18)

Porque Cristo mismo sufrió la muerte por nuestros pecados, una vez para siempre. Él era inocente, pero sufrió por los malos, para llevarlos a ustedes a Dios.

(Juan 1:12) NTV

Pero, a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.

(Juan 1:12)

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

(1 Juan 4:9)

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.

(1 Juan 4:10)

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

(1 Juan 4:16)

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros…

(1 Juan 4:9) NTV

Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo, para que tengamos vida eterna por medio de él.

(1 Juan 4:10)

En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.

(1 Juan 4:16)

Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra confianza en su amor…

(1 Juan 5:11)

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

(1 Juan 5:12)

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

(1 Juan 5:13)

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéiadas is en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna…

(1 Juan 5:11)NTV

Y este es el testimonio que Dios ha dado: él nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo.

(1 Juan 5:12)

El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

(1 Juan 5:13)

Les he escrito estas cosas a ustedes, que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.

(1 Juan 3:2)

Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

(1 Juan 3:2)VP

Queridos hermanos, ya somos hijos de Dios. Y aunque no se ve todavía lo que seremos después, sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es.

Si usted creyó que Cristo pagó sus pecados en la cruz y se arrepintió de ellos y mediante una oración recibió a Cristo en su vida como su Salvador y Rey puede tener la plena seguridad de que es un hijo de Dios, salvo y con vida eterna y que se cumplen en usted todas las palabras de Dios anunciadas anteriormente.

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