a) Escrituras clave
Salmos 139:13-16
Romanos 9:20-21
Romanos 12:3
Efesios 2:10 1
Samuel 16:7

b) Introducción

La autoestima es una opinión favorable, loable, prometedora y apropiada de nosotros mismos. Podemos tener un concepto demasiado alto de nosotros (Romanos 12:3; Gálatas 6:3-4) o demasiado bajo (Efesios 2:10). Como discípulos de Jesús, somos especiales a los ojos de Dios. Dios, el creador del universo, vive en nosotros por su Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20). Somos hijos de Dios, coherederos con Jesús y compartimos con El en su gloria (Romanos 8:17). Hemos sido hechos vivos con Cristo (Efesios 2:5:) y nos ha sido dada plenitud en Cristo (Colosenses 2:10). En efecto, podemos hacerlo todo a través de El que nos fortalece (Filipenses 4:13) y hemos sido levantados con Cristo y sentados en lugares celestiales (Efesios 2:6). Necesitamos equilibrar la grandeza de quién somos en Cristo con una aceptación humilde de lo que Dios quiere que seamos y lo que El quiere que hagamos.
Dios nos hizo (Salmos 139:13-16)
Dios nos hizo y nos conoció incluso antes que naciéramos. El es lo suficiente grande como para poder con nuestros mayores problemas y sacarnos de ellos. Si somos bajos, altos, gordos, delgados, feos, guapos, inteligentes, menos inteligentes, introvertidos o extrovertidos, deberíamos aceptarnos, porque esta es la manera en que Dios nos creó y nos hizo. El sabe lo que es mejor y producirá lo mejor en nosotros si se lo permitimos. Esto significa cooperar con El. No deberíamos estar contentos con el pecado en nuestra vida, ni con los problemas de nuestra vieja concupiscencia, mas deberíamos estar contentos de cómo fuimos hechos. Nunca hubo ni nunca habrá otra persona tal como tú. Los dones que Dios te ha dado y te dará, la manera en que te hizo, e incluso las circunstancias en que te ha puesto, todo te capacitará para hacer y llevar a cabo un trabajo que nadie más podría hacer tan bien como tú. Tú eres la mejor persona para la tarea que Dios te ha llamado a hacer. Has sido hecho y estás siendo moldeado por Dios para esa misma cosa. Has sido hecho con un patrón que no se repetirá nunca (Romanos 9:20-21).
No deberíamos empuñar las armas contra la hechura de Dios. No deberíamos jamás, entonces, odiarnos ni tener ninguna amargura o resentimiento contra el Señor por habernos hecho de la manera que somos. Esto contristaría al Espíritu Santo de Dios en nosotros. Dios acepta toda la responsabilidad por nuestra creación, pero nuestro desarrollo y destino final depende de nuestra cooperación con El. ¡Es elección nuestra si dejamos que Dios lo haga o no!
Jesús cambió el nombre de Simón por Pedro o Cefas. Lo hizo porque «Pedro» significa «roca» y «Simón» significa «junco». Un junco es movido con facilidad por todo viento, pero una roca es sólida y estable. Esto habría hecho que Pedro se viera diferente, haciéndole estable donde era inestable. Jesús sabía que Pedro había de llegar a ser un fundamento estable de Su iglesia. Pedro necesitaba verse como le veía Dios. Nosotros necesitamos hacer lo mismo. Dios ve lo que nosotros podemos llegar a ser en El por medio de Su amor y poder obrando en nosotros, y a través nuestro. Necesitamos vernos como Dios nos ve y no como nosotros nos vemos. El Señor no mira la apariencia exterior sino que mira al corazón (1 Samuel 16:7).
d) Consecuencias de una mala imagen de uno mismo
Nuestra autoestima es una de las cosas más importantes que poseemos. La autoestima influye en nuestra felicidad personal o en la falta de ella. Establece las fronteras de nuestros logros y limita nuestra realización. Si nos creemos poco en Cristo lograremos poco, pero si creemos positivamente, somos más capaces de alcanzar nuestro potencial en Cristo Jesús. Tenemos una mala imagen de nosotros mismos cuando no nos podemos escapar de las actitudes e ideas negativas que tenemos de nosotros mismos, Si vivimos con éstas, entonces tres cosas tienden a suceder:
1. Nos falta confianza en nosotros mismos.
2. Somos incapaces de descubrir nuestro propósito en la vida.
3. Recibimos un sentimiento de rechazo, fracaso e inseguridad.
La mayoría de las personas intentan esconder quiénes son realmente porque sufren de estas cosas. Se ponen una máscara y esperan que la gente no descubra la persona real que hay debajo. Algunas de las cosas que tales personas hacen para encubrir los problemas subyacentes, incluyen:
· Ser unos «bocones» para cubrir la falta de confianza en sí mismos.
· Andar con el grupo de moda «in» para cubrir su inseguridad.
· Sentirse inferiores, tímidos y reservados porque creen ser un fracaso.
Muchos de nuestros problemas sociales hoy día pueden surgir de una mala imagen de uno mismo; por ejemplo, alcoholismo, drogadicción, actividad criminal, rebelión, abuso del sexo, rotura matrimonial, vandalismo, violencia, etcétera.
Podemos engañar a otros, pero no podemos escondernos de Dios. El sabe quiénes somos, por tanto, no intentemos escondernos de El. Necesitamos entregar nuestras vidas en Sus manos y morir a nosotros mismos. Luego necesitamos vivir como El nos ve.
e) Las consecuencias de una buena imagen de uno mismo
Necesitamos experimentar el amor y poder de Dios. Necesitamos saber que somos aceptados por Dios quien lo creó todo. Necesitamos entender quién somos en nosotros mismos, y quién somos en Cristo y comenzar a vernos como Dios nos ve. Esto nos capacitará para tener confianza en nosotros mismos y en Dios; sentirnos seguros, sabernos aceptados, alcanzar el éxito y realización, etcétera,
Todos somos como niños en que aprendemos a ser aquello con lo que vivimos.

  • Si vivimos con crítica aprendemos a condenar.
  • Si vivimos con hostilidad aprendemos a luchar.
  • Si vivimos con ridículo aprendemos a ser tímidos.
  • Si vivimos con vergüenza aprendemos a sentirnos culpables.
  • Si vivimos con tolerancia aprendemos a ser pacientes.
  • Si vivimos con ánimo aprendemos a ser confiados.
  • Si vivimos con alabanza aprendemos a apreciar.
  • Si vivimos con imparcialidad aprendemos justicia.
  • Si vivimos con seguridad aprendemos a tener fe.
  • Si vivimos con aceptación aprendemos a gustarnos.
  • Si vivimos con aceptación y amistad aprendemos a encontrar amor en el mundo.

f) ¿Cuál es el camino de Dios?
La gente intenta toda clase de cosas para sentirse bien y ganar aceptación, dinero, trabajo, placer, estudios, deportes, excelencia, sexo, poder, belleza,, ropa elegante, lo oculto, etcétera. Algunas de estas cosas tienen valor, pero el valor es sólo temporal. Pueden dar algún sentimiento de satisfacción; pero al fin y al cabo son vacíos, sin sentido e incluso peligrosos.
Dios creó al hombre a su propia imagen para tener una relación con El. El hombre, sin embargo, no vivió en conformidad con lo que Dios quería, siguió su propio camino e hizo lo que le vino en gana. Esto resultó en separación de Dios. El hombre sintió vergüenza y temor porque había perdido la bendición de la presencia y el amor de Dios. El hombre pronto se dio cuenta de que había salido perdiendo. Fue creado para ser algo y hacer algo por Dios, y ahora estaba separado de El. Esto ha causado que el hombre tenga una crisis de imagen de sí mismo. El hombre ha intentado volver a ganar aquella imagen perdida, pero nunca ha comprendido plenamente cuál era el problema. Siempre parece que se queda corto, no importado que intente. Siempre parece haber un vacío o falta de propósito y realización.
Jesús el hijo de Dios, vino a la tierra porque lo sabía, vino para restaurar al hombre lo que había sido perdido y dejarnos tener una relación con Dios otra vez. Jesús entendió el problema y El mismo se convirtió en la respuesta de la humanidad (Juan 14:6). Sin embargo, nosotros nos tenemos que alejar de las cosas que no agradan a Dios (es decir el pecado) y aceptar a Jesús como nuestro Salvador y Señor, Dios entonces promete aceptamos de nuevo y permitimos experimentar Su vida, poder y amor. Incluso promete damos parte de Sí mismo, el Espíritu Santo, para capacitarnos para vivir la vida para la cual fuimos creados. Vivir en lo bueno de la respuesta de Dios llenará el vacío en nuestro interior. Necesitamos dejar que Dios tenga libre dominio en nuestra vida y desaprender muchas de las ideas que teníamos acerca de la vida antes de descubrir la verdadera respuesta. Esto tardará tiempo, pero si dejamos que Dios trabaje en nosotros, entonces seremos cambiados, para ser como El. Nos librará de la imagen distorsionada que tenemos de nosotros mismos y nos capacitará para vivir con dignidad y de modo que podamos realizar nuestro destino dado por Dios.
Porque somos hechura suya creados en Cristo Jesús, es para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
(Efesios 2:10)

B. NUESTRA POSICION CORRECTA ANTE DIOS
a) Escrituras clave

Romanos 6:1-23
Romanos 7:1-25
Romanos 8:1-39
Romanos 12:1-2
2 Corintios 5:17

b) Nuestro viejo yo fue crucificado con Cristo
Cuando nos convertimos en discípulos de Jesús, Dios ve a nuestro viejo yo como muerto. Dios llevó nuestro viejo yo y lo crucificó con Cristo Jesús (Romanos 6:6). Hemos muerto y ahora vivimos con Cristo. Somos nuevas criaturas, lo viejo ha pasado, lo nuevo ha llegado (2 Corintios 5:17). Nos hemos convertido en la justicia de Dios en Jesús (2 Corintios 5:21). Necesitamos considerarnos, por tanto, muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. (Romanos 6:11). Esta es la manera en que Dios quiere que nos veamos.
Muchas veces, incluso como cristianos nacidos de nuevo, nos vemos débiles e ineficaces contra nuestra concupiscencia pecaminosa. Esto es un concepto totalmente erróneo. Tenemos en nosotros el potencial de resistir el pecado y vivir una vida totalmente victoriosa en Cristo. Nuestro viejo yo, que no tenía ni el poder ni el potencial como para resistir el pecado, ha pasado y tenemos un nuevo yo, nacido del Espíritu de Dios, al cual, si se le permite reinar, nos capacitará para vencer toda tentación y por tanto todo pecado. Necesitamos vivir en lo bueno de esto (Colosenses 2:9-15; Colosenses 3:9-10).
Satanás intentará convencernos de que este no es el caso e intentará enredarnos en el pecado de nuevo e incluso puede tener éxito. El quiere que creamos que no tenemos nada de poder para dejar de pecar. Sin embargo, en Cristo sí tenemos el poder, no sólo para resistir el pecado, sino también para vencerlo. Si pecamos, todo lo que tenemos que hacer es confesarlo, darle la espalda y recibir el perdón de Dios, y entonces volveremos a nuestro lugar correcto sin pecado (1 Juan 1:9). Ya no somos esclavos del pecado. Estamos sin pecado en Cristo, a menos que permitamos que el pecado reine de nuevo en nuestra vida.
c) No dejes que el pecado te enrede
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
(Gálatas 5:1)
Cristo Jesús nos ha librado de nuestro yo pecaminoso, por tanto, no debemos dejar que ni Satanás ni el pecado nos enreden de nuevo. Esto necesita disciplina y un conocimiento de que, aunque el pecado es «pegajoso», no puede adherirse permanentemente a nuestro nuevo yo en Cristo, a menos que persistamos en él (2 Pedro 2:19-22). En la Escritura somos continuamente animados a no alimentar nuestra vida con cosas impías. No hemos de involucrarnos en los caminos del mundo (1 Juan 2:15-17). Como Jesús, necesitamos estar en el mundo pero no ser del mundo. Necesitamos vivir una vida que agrade a Dios, y esto significa servirle siempre con 100% de nuestra vida (Hebreos 10:26-39). Para hacer esto necesitamos alimentarnos de las cosas de Dios y no de la basura que ofrece el mundo (Colosenses 2:20; 2 Timoteo 2:4; Filipenses 4:8). El pecado no tiene dominio en nosotros a menos que se lo permitamos (Efesios 4:22-24).

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino que transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta
(Romanos 12:1-2)
d) Nuestro espíritu debería gobernar
Necesitamos dejar que nuestro espíritu, que fue hecho vivo por el Espíritu Santo cuando nacimos de nuevo (Juan 3:5-6); 1 Pedro 1:23), reine en nuestra vida y experiencia. Nuestro espíritu debería gobernar sobre nuestra alma (es decir la mente, las emociones y la voluntad) y sobre nuestro cuerpo. Nuestro espíritu es habitado y controlado por el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo conoce la mente de Dios (1 Corintios 2:10-16). Si Jesús es en verdad Señor de nuestra vida entonces nuestro espíritu necesita gobernar en toda nuestra vida (Gálatas 5:13-26; Romanos 8:1-17). Así es como un discípulo de Jesús debería vivir. Este es el orden de Dios para las cosas.

Sin embargo, muchos cristianos han alzado el alma, o incluso el cuerpo, en ciertas áreas de su vida, para que rijan ellos en vez del espíritu. Si pecamos en cualquier área de nuestra vida, en realidad nuestra alma gobierna en aquella área. Necesitamos confesar esto y pedir a Dios que nos perdone, recibir su limpieza, y luego hacer que Jesús sea Señor sobre esa área de nuestra vida de nuevo. Así reintegramos nuestro espíritu, el cual está bajo el control del Espíritu Santo para gobernar en esa área.

e) Conclusión
Necesitamos morir a nosotros mismos diariamente y vivir como vivió Cristo Jesús (Lucas 9:23). Necesitamos considerarnos muertos al pecado. Ya no tenemos que obedecer nuestra vieja concupiscencia que no podía quitarse el pecado de encima, porque ahora somos nuevas criaturas en Cristo. Necesitamos vivir con nuestro espíritu en control sobre nuestra vida y no permitir que nuestra alma o cuerpo se levante y asuma el control. Esto significa que necesitamos alimentar y animar nuestro espíritu y evitar todo aquello que pudiera ayudar a nuestra alma o cuerpo a levantarse de nuevo, por tanto, a pecar.

Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne, porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
 (Romanos 8:12-14)
f) Preguntas y puntos de reflexión.
1. ¿Culpas a Dios por tu apariencia o por el lugar donde vives? ¿Deberías?
2. Jeremías vivió una vida muy difícil como profeta del Señor. ¿Crees que el conocimiento de que Dios le conocía antes que fuese formado en el vientre, y que le había apartado para ser profeta a las naciones antes de que naciera habría ayudado a Jeremías? (Jeremías 1:4-10) ¿Hay alguna lección que necesitamos aprender de este pasaje?
3. ¿Por qué ocurren los problemas sociales listados en la sección titulada: «Consecuencias de una mala imagen de uno mismo» debido a una mala imagen de uno mismo?
4. ¿Está Dios en control de tu vida como discípulo de Jesús o no? ¿Cómo entonces deberíamos vernos?
5. Hemos muerto a nuestro viejo yo como creyentes nacidos de nuevo. Mucha gente que recibe consejo no lo reconoce. ¿Cómo deberíamos aconsejar a la gente a la luz de esta verdad? Discútelo.
6. El bautismo en agua por inmersión total es una señal o declaración pública de que hemos muerto a nuestro viejo yo y ahora vivimos en la vida de resurrección de Cristo. ¿Vivimos en lo bueno de esto?
7. ¿Está tu espíritu en control de todas las áreas de tu vida? Si no es así; ¿qué vas a hacer acerca de ello?

g) Resumen y aplicación

1. Dios nos conocía antes que naciéramos y ha preparado una obra de antemano para que nosotros, como discípulos de Jesús, la hagamos.
2. Dios quiere que nos veamos como El nos ve.
3. Si cooperamos con Dios y le entregamos nuestra vida a El, seremos las mejores y mejor equipadas personas para hacer el trabajo que Dios quiere que hagamos.
4. La mayoría de los problemas en el mundo hoy día, provienen de la incapacidad del hombre de vivir como Dios le creó originalmente para que viviera.
5. Necesitamos vivir como si estuviéramos muertos a nuestro viejo yo pecaminoso y no como si todavía estuviéramos vivos para él.
6. Nuestro espíritu, que está controlado por el Espíritu Santo de Dios, debería estar en control de toda nuestra vida.
7. «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de El sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas, y haced sendas derechas para vuestros pies para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado». (Hebreos 12:1-3; 12 y 13).
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