Introducción: Descubre la asombrosa verdad: «SI USTED ES CRISTIANO YA TIENE AUTORIDAD ESPIRITUAL DELEGADA POR JESÚS». Exploraremos las Escrituras que revelan la autoridad que cada verdadero cristiano posee y cómo ejercerla para la obra del Reino.
El Poder Delegado en las Escrituras:
Jesús llamó a sus discípulos y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para expulsarlos y sanar enfermedades (Mateo 10:1).
«He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones y sobre toda fuerza del enemigo» — un recordatorio poderoso de la autoridad concedida para enfrentar desafíos espirituales (Lucas 10:19).
«Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios» — una comisión dada con la autoridad divina (Mateo 10:7-8).
La designación de autoridad para los discípulos, respaldada por el poder de sanar y expulsar demonios (Marcos 3:14-15).
La parábola que ilustra cómo Jesús dio autoridad a sus siervos, una imagen de nuestra autoridad como hijos de Dios (Marcos 13:34).
La capacitación de los discípulos con poder y autoridad para predicar y sanar, enviados por Jesús (Lucas 9:1-2).
La continua misión de los discípulos, anunciando el evangelio y sanando, una expresión constante de la autoridad delegada (Lucas 9:6).
Recordatorio final: «Somos embajadores en nombre de Cristo» — representantes con plena autoridad respaldada por el Reino de los cielos (2 Corintios 5:20).
Conclusión: «¡SI USTED SABE QUE TIENE AUTORIDAD DEBE EJERCERLA PARA QUE SUCEDAN MILAGROS A TRAVÉS SUYO!». Descubre cómo el entendimiento y la aplicación de esta autoridad pueden desencadenar milagros y transformar vidas. ¡Ejercer la autoridad espiritual es un acto de fe que puede abrir puertas a lo divino en tu vida y en la vida de aquellos a quienes sirves! 🌟🙏 #AutoridadCristiana #MilagrosPorFe
ES CRISTIANO YA TIENE AUTORIDAD ESPIRITUAL DELEGADA POR JESÚS. Esta es La autoridad espiritual de un verdadero cristiano.
Entonces llamando a sus discípulos, LES DIÓ AUTORIDAD sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. (Mateo 10:1)
He aquí os doy potestad (AUTORIDAD Y PODER PARA HACERLO)de hollar (pisotear a su antojo) serpientes y escorpiones(Demonios) y sobre toda fuerza del enemigo,(el diablo) y nada os dañará. (Lucas 10:19)
Y yendo, predicad, diciendo: El Reino de los cielos se ha acercado.
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.(Mateo 10:7.8)
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. (Santiago 4:7)
Y estableció a doce (a sus discípulos), para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, Y QUE TUVIESEN AUTORIDAD para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: (Marcos 3:14-15)
Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y DIO AUTORIDAD A SUS SIERVOS (A nosotros sus hijos), y a cada uno su obra…
(Marcos 13:34)
Habiendo reunido a sus discípulos, les dio PODER Y AUTORIDAD sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos. (Lucas 9:1-2)
Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes. (Lucas 9:6)
Somos embajadores en nombre de Cristo, (Con plena autoridad delegada y respaldada por el Reino de los cielos…es decir por Dios mismo).(2 Corintios 5:20)
¡SI USTED SABE QUE TIENE AUTORIDAD DEBE EJERCERLA PARA QUE SUCEDAN MILAGROS A TRAVÉS SUYO!.
Tres cosas que se predican muy poco en este tiempo: EL ARREPENTIMIENTO, EL LLEVAR LA CRUZ CADA DÍA (incomodarse por servir a Dios y a los demás) y EL SERVICIO.
Dios está diciendo que se debe terminar LA GENERACIÓN DE LOS CREYENTES «CONSUMIDORES Y BUSCADORES DE BENDICIONES» AHORA VIENE LA GENERACION OMEGA (ÚLTIMA) O JOSUÉ, LA DE GUERREROS ESFORZADOS QUE CONQUISTEN TERRITORIO PARA DIOS. JOSUÉ NO PODÍA MORIR AUNQUE PELEABA «CUERPO A CUERPO» PORQUE ESTABA HACIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS Y OBEDECIENDOLE A EL. ¡SEA COMO JOSUÉ! Y NO UN «BUSCA BENDICIONES». ESTAS VIENEN SOLAS AL HACER LA VOLUNTAD DE DIOS.
Dios quiere que sea un hombre/mujer de Dios para todo el mundo, debo orar constantemente y hablar con mi Señor Jesús, caminar con Dios, trabajar para su gloria, ser solo un cristiano de verdad, basarme en las escrituras, caminar en santidad, salvar las almas, vivir enfocado en eso, no contestar las criticas, seguir siempre hacia adelante, superar las prueba y los desiertos, ser lleno de misericordia y comprensión, amar a todos, ayudar a los que pueda, y siempre procurar hacer la voluntad de Dios.
Debemos entender hoy mas que nunca que CADA CRISTIANO ES EL MISIONERO O EL EMBAJADOR DEL REINO DE LOS CIELOS EN SU AREA DE INFLUENCIA y la Importante labor de Cada Cristiano en Compartir el Evangelio
Consejos Prácticos: ¿Por donde comienzo?
Haga una lista de sus amigos, parientes, vecinos, conocidos, compañeros etc y ore por ellos luego reúnalos en un lugar o en una casa y compártales el Evangelio.
¿Necesita materiales de estudio o quiere prepararse? entre en diosparatodos.com luego vaya al blog y haga clik en donde dice 100 lecciones, estúdielas por orden y luego vaya enseñando a otros.
Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. (2 Timoteo 2:2)
Esdras había preparado su corazón para estudiar la palabra de Dios y para cumplirla, y para enseñar en el pueblo de Dios sus estatutos y decretos. (Esdras 7:10)
Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. (Hechos 5:42)
Introducción: En «Siguiendo los Pasos de Jesús: Empoderados para Servir, Sanar y Anunciar el Reino de los Cielos», exploraremos la inspiradora narrativa del Maestro y su llamado a la acción en el servicio divino. Jesús no solo enseñó con palabras, sino que también caminó entre las multitudes, compartiendo la Buena Noticia y aliviando el sufrimiento. En nuestras vidas, ¿cómo podemos seguir sus pasos, extendiendo compasión a aquellos que se sienten perdidos y desamparados?
Jesús: El Compasivo Maestro
Jesús vio más allá de las multitudes, percibiendo almas sedientas de dirección y consuelo. En este relato, exploraremos cómo sus enseñanzas y acciones nos motivan a ser instrumentos de amor y sanación en un mundo que anhela esperanza.
La Cosecha Abundante y la Oración
Al observar a las multitudes, Jesús nos dejó un llamado claro: orar por más obreros en el campo espiritual. ¿Cómo podemos, también nosotros, elevar nuestras oraciones para ser instrumentos efectivos en la cosecha del Reino de los cielos?
Empoderados por la Autoridad Divina
En un acto de amor y empoderamiento, Jesús confirió autoridad a sus discípulos para expulsar espíritus malignos y sanar enfermedades. Nos recuerda que hemos recibido este poder divino gratuitamente. ¿Cómo podemos utilizar este don para sanar y ser agentes de cambio?
Conclusión: Jesús nos encomendó la misión de llevar el mensaje del Reino de los cielos a cada rincón del mundo. Al sanar a los enfermos, resucitar a los muertos y expulsar demonios, estamos respondiendo a su llamado. Que nuestras vidas sean testimonios vivientes del poder del Espíritu Santo, y que, al seguir sus huellas, inspiremos a otros a acercarse a la luz del amor divino. ¡Vayamos y anunciemos el Reino de los cielos con valentía y compasión! 🌟🙏 #SiguiendoAJesús #AmorYSanación
Muchas personas creen que YA son cristianos por haber nacido en un hogar que tiene una religión cristiana PERO CADA PERSONA DEBE EN UN MOMENTO DE SU VIDA TOMAR UNA DECISIÓN PERSONAL. ESTA DECISIÓN ES LA MÁS IMPORTANTE QUE PUEDA TOMAR YA QUE SE JUEGA SU DESTINO ETERNO.
HACERSE CRISTIANO no significa aceptar una filosofía o un juego de normas, o creer en una lista de principios abstractos;
Abrazar la fe cristiana significa permitir a Dios que entre y viva en nosotros. (Colosenses 1:27.)
Abrazar la fe cristiana significa arrepentirnos. (Hechos 2:38; 26:18.) Y eso, a su vez, significa querer ser diferentes, admitir que estamos en el mal camino y que queremos volver a la buena senda. Muchos vienen a Jesús, porque saben que están en un callejón sin salida, camino a la destrucción. Si están dispuestos a cambiar, Jesús los acepta y atiende a sus necesidades.
Abrazar la fe cristiana significa convertirnos. (Hechos 3:19; Mateo 18:3.) Y para eso hay que darse vuelta y caminar en la dirección opuesta -la verdadera dirección- con Jesús.
Abrazar la fe cristiana significa ser perdonado. (Salmo 103:11-12.) Y eso significa ser despojados de nuestros pecados como si jamás hubieran existido y que no queden ni rastros de ellos. Mas aún, significa ser perdonados cada día, ¡vivir en estado de perdón! (1 Juan 1:9.)
Abrazar la fe cristiana es nacer de nuevo. (Juan 3:1-21; 1 Pedro 1:23.) Y aquí llegamos al centro del asunto. Un erudito y anciano dignatario fue a Jesús de noche buscando respuestas a sus interrogantes. Jesús le dijo:
Nicodemo, tienes que nacer de nuevo.
El anciano sacudió la cabeza. -¿Como es posible que un hombre ya grande vuelva a nacer? ¿Puede acaso entrar de nuevo en el vientre de su madre para volver a nacer?
Jesús le respondió: Nicodemo, no estoy hablando del nacimiento físico; eso ya sucedió. Tienes que nacer del Espíritu. (Del Espíritu Santo).
¿Qué quiso decir Jesús?
La Biblia nos enseña que Dios creó al hombre con la capacidad suficiente para conocerle y corresponderle. Pero desde el comienzo el hombre interrumpió esa relación y cuando lo hizo, murió espiritualmente y transmitió esa muerte espiritual a todos sus descendientes. Lo mas recóndito de nuestra personalidad toma el nombre de «espíritu» o pneuma en griego, y fue creado con el propósito principal de conocer a Dios. Los animales tienen cuerpo y alma, pero los hombres tienen cuerpo, alma y espíritu. (1 Tesalonicenses 5:23.) Cuando el hombre, en el comienzo, destruyo la relación con Dios -lo que llamamos la caída del hombre- murió esa parte recóndita, o quedó fuera de acción, y siempre desde entonces el hombre actuó a impulsos de su alma y de su cuerpo. (Génesis 2:17.) ¡No es de extrañar entonces que nos hayamos metido en semejante enredo! El «alma», psiquis en griego, es el componente psicológico, formado por nuestro intelecto o voluntad, y nuestras emociones. Esta parte de nuestra personalidad es maravillosa cuando esta bajo el control de Dios a través del Espíritu, pero es capaz de cosas terribles cuando esta descontrolada.
He aquí el por qué la historia de la humanidad está plagada de odio, derramamiento de sangre, crueldad y confusión; los seres humanos están muertos espiritualmente: «muertos en vuestros delitos y pecados», (Efesios 2:1) procurando vivir de acuerdo al alma pero fuera de todo contacto con Dios y, por lo tanto, perdidos. (Lucas 19:10.) La palabra «perdido» significa que no sabemos dónde estamos, a dónde vamos, o para qué somos. Si no se corrige esta situación, naturalmente significa el infierno, significa que la persona se perderá eternamente, y morará en la oscuridad, en el miedo, en la rebelión, en el odio, separado de Dios para siempre; y no solamente eso, sino que será parte de la interminable destrucción del diablo y sus ángeles, porque allí no habrá «tierra de nadie». Por lo tanto, la necesidad más urgente y apremiante es renacer, volver a la comunión con Dios; y eso, exactamente, es lo que Jesucristo nos ofrece. Por medio de Jesús, y por Jesús solamente -no hay otro camino- se manifiesta la vida de Dios que alienta su vida en nosotros. (Juan 10:10.)
Sin embargo, las iniquidades que cometimos cuando estábamos perdidos y fuera del contacto con Dios, levantaron un muro divisorio de pecado y de culpabilidad que hacían imposible recibir esta nueva vida. (Isaías 59:2.) Dios es amor pero también es justicia. No puede «dejar pasar por alto» lo que hacemos, de la misma manera que un padre amante no puede «dejar pasar por alto a su hijo» si sabe que es culpable de un delito. El padre tendría que insistir ante el muchacho para «que se entregue» a las autoridades. Pero si el joven estuviera realmente arrepentido, seria una buena ocasión para que el padre ofreciera pagar la multa, o cumplir una sentencia, o aun morir en su lugar, si tal cosa fuera posible. En ese caso se habría satisfecho tanto a la justicia como al amor.
Y esto es justamente lo que hizo Jesús. Satisfizo los requerimientos de la justicia al morir por nosotros. Jesús era Dios en carne humana, la encarnación de la segunda persona de la divinidad, el Dios Creador, por quien el Padre creó el universo. (Efesios 3:9; Hebreos 1:2.) El no tuvo ni pecado ni culpa. Cuando Jesús murió en la cruz, porque era Dios y porque era inocente, satisfizo totalmente la justicia en beneficio de todos los pecados que el hombre había cometido o que cometería en el futuro.
De esta manera resolvió Jesús el problema de nuestra culpabilidad que nos mantenía apartados de Dios, y cuando murió y resucitó quedó abierto el camino al Padre para enviar al Espíritu Santo, por medio de quien fué posible que la vida de Dios se hiciera presente y morara en nosotros. El único requisito que se nos exige a nosotros es que reconozcamos que hemos vivido en el error y pidamos perdón. Luego debemos pedirle a Jesús que venga y viva en nosotros y que sea nuestro Señor y Salvador. Por medio del Espíritu Santo, Jesús entra en nuestras vidas, nuestros pecados son borrados por su sangre derramada, y obtenemos una vida diferente. Y el Espíritu Santo se une a nuestro espíritu (1 Corintios 6:17) haciéndolo pasar de muerte a vida; «nace de nuevo» y se transforma en lo que Pablo llama una «nueva criatura». (2 Corintios 5:17; Apocalipsis 21:4-5.)
Esa nueva vida creada por el Espíritu Santo en nosotros, es lo que Jesús llama «vida eterna». Esto va mucho mas allá de un mero «seguir andando»; es la vida de Dios en nosotros, la clase de vida que nunca se acaba, que nunca se cansa, que nunca se aburre, que es siempre gozosa y lozana. (1 Juan 5:11.)
¡He aquí hago nuevas todas las cosas!» Y no una sola vez, sino continuadamente, dice Jesús. ¡Es el permanente renovador! Se nos ha prometido que andaremos en «novedad de vida» que es lo mismo que decir vida eterna: siempre bien, siempre renovándonos.
La palabra «eterno» significa literalmente «sempiterno», que nunca envejece.
Isaías dice: «Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantaran las alas como águilas; correrán y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.» (Isaías 40:31.).
¿Cómo aceptamos el perdón y recibimos esta nueva vida?
1. Dándonos cuenta que hemos estado extraviados, yendo en una dirección equivocada y que estamos ansiosos de andar en los caminos de Dios.
2. Admitiendo que estuvimos equivocados y pidiéndole al Padre que borre nuestras culpas y pecados, con la sangre de Jesús.
3. Pidiéndole a Jesucristo, el Unigénito Hijo de Dios, que entre en nuestras vidas y sea nuestro Salvador y Señor. (Apocalipsis 3:20.)
4. Creyendo que el ha venido en el instante en que lo pedimos. Agradecerle por salvarnos y darnos la nueva vida. (1 Juan 5:11-15.)
He aquí una sencilla oración que podemos elevar si decidimos recibir a Jesús:
«Querido Padre, creo que Jesucristo es tu Hijo Unigénito, que se hizo un ser humano, derramó su sangre y murió en la cruz para limpiar mi culpa y mi pecado que me separaban de ti. Creo que se levantó de entre los muertos, físicamente, para darme nueva vida. Señor Jesús, te invito a que entres en mi corazón. Te acepto como mi Salvador y Señor. Te confieso mis pecados y te pido que los borres. Creo que has venido, y vives en mí en este preciso instante.
¡Gracias, Jesús!»
Cuando decimos esta oración, podemos sentir o no que algo ha ocurrido. Nuestro «espíritu» que tome vida a través de Jesucristo, se esconde mas profundamente que nuestras emociones; de ahí que a veces se exterioriza una reacción emocional y otras veces no. Sea que sintamos o no sintamos algo de inmediato, descubriremos que somos distintos, porque Jesús cumplirá lo que ha prometido. Jesús nunca falta a su palabra. El dijo: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.» (Mateo 24:35.)
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Dios es para todos y ama a todos.