Lección 70. Comprender la Cruz (segunda parte) El misterio de la cruz

a) Escrituras clave
Juan 12:23-33Hebreos 12:1-3
Gálatas 3:13
Corintios 1:23-25
Marcos 8:34-38
b) Introducción
La expiación es Dios satisfaciendo las exigencias de su propia naturaleza santa, a la vez que manifestando la intensidad de su amor hacia la humanidad. Dios hizo que Jesús llevara el castigo de nuestros pecados y que llevara nuestra culpa en Sí mismo como nuestro sustituto (1 Pedro 2:24). Jesús hizo algo más que lo que hizo jamás el concepto antiguo testamentario de ofrenda por el pecado. El se convirtió en nuestro sustituto, no sólo por el hecho de llevar el pecado sobre sí mismo, sino por llevar nuestro pecado en sí mismo (2 Corintios 5:21). La victoria sobre el pecado, la muerte y el poder de Satanás fue no solamente obrada por El, fue lograda en El.
c) La diferencia entre el pecado y lo pecaminoso
Jesús realmente fue hecho pecado con nuestro pecado. Jesús no se convirtió en pecador; es decir, no era pecaminoso. No fue castigado por ningún pecado propio, sino que llevó en sí mismo el castigo por nuestros pecados. Jesús se ofreció como sacrificio perfecto sin mancha (Hebreos 9:14). P.T. Forsyth dijo sobre Jesús: “Dios le hizo pecado, le trató como si fuera pecado pero no le vio como pecaminoso. Dios amorosamente le trató como a pecado humano, y con su consentimiento juzgó el pecado humano en El y sobre El. Cristo nunca pudo confesar culpabilidad personal”. Este es el corazón del Calvario. Dios no hizo frente a la cuestión del pecado meramente observando la muerte física de su Hijo. No, Jesús entró en esa muerte. El pecado del hombre y la desobediencia a Dios tiene muchos resultados; por ejemplo, la muerte física del hombre; juicio y abandono divino; muerte hacia Dios; opresión y esclavitud de Satanás; y enfermedad. Para que el hombre fuera liberado del hecho y efecto de su pecado, el Hijo necesitaba llevar todo ese pecado en sí mismo. El Hijo de Dios se convirtió en todo nuestro pecado. Necesitamos venir en temor reverencial al Calvario.
d) La diferencia entre humano y mortal
El ser humano, en cuanto a nosotros, es ser mortal. Pero Dios originalmente no creó el hombre para ser mortal, es decir, sujeto a la muerte. Génesis 3:22 deja claro que Dios expulsó al hombre del jardín de Edén para impedir que comiera del árbol de vida por el cual podría vivir para siempre. Dios aislaba al hombre de la fuente de su vida eterna por su desobediencia. Desde ese momento en adelante, el hombre pasó a estar sujeto a la muerte como juicio de Dios y, si tomas el registro bíblico en serio, sus años empezaron a ser más cortos cuanto más lejos iban de sus principios con Dios, hasta que fueron puestos a 120 años en términos del viejo pacto (Génesis 6:3). Sin embargo, la mayoría de nosotros solamente llegaremos a los 70-80 años (Salmo 90:10).
Jesús mismo no estaba sujeto a la muerte del hombre hasta que llevara el pecado en Sí mismo, porque la muerte es el resultado del pecado (Romanos 5:12). Jesús no era pecaminoso, por tanto no vivió su vida bajo la amenaza de la muerte como resultado necesario del pecado. Jesús fue el único hombre que jamás haya vivido que tenía la autoridad de vida en El (Juan 10:17-18). Esta es la tremenda realidad del Calvario. El único que no tenía necesidad de morir, ya sea espiritualmente o físicamente, fue el mismo que llevó la muerte en sí mismo para romper el poder de la misma (Hebreos 2:14-15). En la cruz fue el Inmortal quien fue matado. Jesús fue humano pero inmortal. La lucha de Jesús en el jardín de Getsemaní fue debida a la horrenda realidad que reconoció que estaba delante de El. Sabía que iba a tomar el pecado humano en Sí mismo e iba a conocer la muerte como resultado, pero se sometió completamente a la voluntad del Padre. Ningún hombre con fuerza humana normal hubiera podido enfrentarse jamás a lo que Jesús se enfrentó (Lucas 22:41-44).
Aquí es donde está el poder del Calvario en nosotros: no cuando intentamos comprenderlo todo, porque no lo haremos nunca; sino cuando nos humillamos ante El, aceptamos su misterio y poder y cuando recibimos en nosotros mismos su efecto salvador.
El Hijo de Dios el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
(Gálatas 2:20)
e) Nacido de Dios, no de Adán
La verdad del nacimiento virginal es de suma importancia para nuestro entendimiento tanto de la vida como de la muerte de Jesús. Está claro que la vida que Jesús vivió fue vivida en un cuerpo real de carne. No puede haber duda en que experimentó tentaciones reales. El fundamento de su humanidad era igual al fundamento de nuestra humanidad en cuanto a esto se refiere (Hebreos 4:15). Sin embargo, había algo en Jesús que le diferencia de todos los demás hombres. No estaba sujeto al pecado, y tenía el poder para vencer toda tentación que venía a su puerta. Jesús no nació de Adán: nació del Espíritu Santo.
Este no es el caso de los hombres cuando nacen en el mundo. Toman su linaje del viejo Adán; toman sus debilidades del viejo Adán; toman su pecado del viejo Adán. Jesús es el último Adán, el hombre del cielo (1 Corintios 15:45-49). Es como ellos en cuerpo, pero no en espíritu. Los hombres no toman la semejanza del hombre del cielo hasta que ellos también nazcan de Dios por medio del Espíritu Santo (Romanos 8:3; Juan 1:12-13).
f) Jesús venció el pecado
Jesús tuvo que vencer el pecado a dos niveles. Primero, al nivel de la vida cotidiana, donde venció el dominio del pecado en la carne por su perfecta obediencia al Padre en el poder del Espíritu Santo. Segundo, en términos del juicio de Dios sobre el pecado, por medio del cual recibió en sí mismo el castigo del pecado y de ese modo expió totalmente por ello, y derrotó el poder de la muerte por Su propia muerte en la cruz. Jesús nació del Espíritu y vivió en el poder del Espíritu. Nunca supo lo que era pecar. En efecto, Jesús vivió al nivel de la verdadera humanidad para la cual Adán fue creado y en la cual vivió hasta que cayó por la desobediencia. Jesús tenía un cuerpo real de carne. Era como el nuestro, ya que era susceptible a la tentación, como era la carne de Adán antes de caer. Pero era diferente al nuestro en que era gobernado por el Espíritu de Dios, y nunca conoció la realidad del pecado hasta el fin. Aquí es donde vemos la inmensidad de su ofrenda en la cruz. En este momento hizo algo que nunca había experimentado antes, se abrió a la realidad y efectos del pecado dentro de su propio cuerpo. No a su pecado, sino al pecado de todos los demás hombres, y en Sí mismo recogió todos sus horribles efectos y juicio (2 Corintios 5:21). A.W. Tozer escribió: “La vieja cruz es un símbolo de muerte. Representa el repentino fin violento de un ser humano. En tiempos romanos el hombre que llevaba su cruz y empezaba el camino no volvía. No salía para que redimieran su vida, sino para que la acabaran”.
g) Preguntas y puntos de discusión
1. Lee Lucas 22:39-46 y Mateo 26:36-46. ¿Por qué crees que Jesús pasó por este momento y por quién lo hizo?
2. ¿Cómo se ocupó de nuestro pecado? (Hebreos 4:15; 9:26).
3. ¿Por qué era el sacrificio de Jesús en la cruz aceptable a Dios para nuestra salvación? (2 Corintios 5:21; Romanos 8:3-4).
4. ¿Por qué tenemos vida eterna como resultado de la obra de Jesús en la cruz? (Romanos 6:5-14, 23).
5. ¿Por qué se llama Jesús el último o segundo Adán? (1 Corintios 15:22, 45-49).
h) Resumen y aplicación
1. Nuestro Padre celestial ofreció a su Hijo puro y sin pecado en la cruz para ser pecado por todos los hombres.
2. El hombre produjo su propia caída debido a su propia desobediencia, pero Dios alzó a Jesucristo, el último o segundo Adán para romper el poder de ésta y librarnos.
3. Jesús es nuestro sustituto. El castigo que merecemos, El lo llevó en su Yo sin pecado en la cruz del Calvario.
4. Cuando nos damos cuenta de cuánto Jesús tuvo que sufrir por nosotros, ¿podemos hacer menos que tomar nuestra propia cruz, como nos
lo pide, y seguirle a El?

Lección 56. Fe para Salvación

a) Escrituras clave
Juan 3:16
Romanos 10:9-13
Lucas 13:23-25
Romanos 3:21-28                     
b) Introducción
La segunda condición principal para entrar en el Reino de los cielos es la fe salvadora. Para ser salvos y empezar a seguir al Señor Jesucristo como sus discípulos, debemos creer. Debemos creer que somos pecadores y que Jesús derramó su sangre y murió por nuestros pecados. Debemos arrepentirnos de nuestros pecados y pedir a Dios que nos perdone por ello. Luego debemos entregar nuestra vida a Jesús y hacerle nuestro Señor y Salvador (Marcos 1:15; Hechos 20:21; Juan 1:12).
c) ¿Qué es la fe salvadora?
– Es la fe que lleva a la salvación e implica varios aspectos:
– Someter tu vida a Dios (Salmo 37:5). – Creer en Jesús (Juan 3:15).
– Hacerte obediente en el corazón (Romanos 6:17).
– Creer con el corazón (Romanos 10:9-10).
– Creer que la Biblia es la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16-17).
– Poner tu confianza en Dios (Hebreos 2:13).
– Invitar a Jesús en tu vida (Apocalipsis 3:20).
d) La ilustración del puente




e) Lo que significa nacer de nuevo
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
(2 Corintios 5:17)
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5:23)
La Biblia deja muy claro que somos más que sólo cuerpo y alma. El cuerpo es, por supuesto, la parte física de nosotros. Nuestra alma se compone de nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones.
“Nuestra emoción expresa cómo nos sentimos, nuestra mente nos dice lo que pensamos y nuestra voluntad comunica lo que queremos”.

“Hasta que el hombre nazca del Espíritu, su alma gobernará su vida. Está acostumbrado a valorar situaciones con su mente, y llegar a sus propias conclusiones. Presta considerable atención a sus propias emociones, y a menudo permite que le rijan. Toma sus propias decisiones, basadas en el razonamiento de su mente, o como resultado de los deseos emocionales que tenga, o una combinación de los dos”. (Colin Urquhart: En Cristo Jesús).
Entonces antes de nacer de nuevo vivimos como gente de “dos partes” en la esfera de nuestro cuerpo y alma (ser interior). Nuestro espíritu humano está en realidad muerto, es decir, es inactivo e incapaz de afectar nuestras acciones, decisiones y deseos (ver Efesios 2:1-2).
El “nacer de nuevo” significa que recibimos vida en esta área profunda de nuestra personalidad que se ha muerto por el pecado. Cuando somos hechos vivos por el Espíritu de Dios podemos empezar a vivir como gente de “tres partes”, es decir, ¡podemos saber lo que realmente significa estar vivos en cuerpo, alma y espíritu! (ver Gálatas 5:16-25; Romanos 8:19; Juan 3:3-8).
Jesús dice que no podemos ver el Reino de Dios hasta que nazcamos de nuevo. Ver el Reino significa experimentar la realidad de Dios, conocer el amor y el perdón de Dios y poder vivir en el Poder de Dios como El vive en nosotros por el Espíritu Santo.
f) fe es un don de Dios
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe: y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
(Efesios 2:8-9)
No nacemos con la habilidad de poner nuestra fe en Dios. Esta fe es un don del Espíritu Santo, que es el que obra en nuestra vida para que en primer lugar nos volvamos a Dios. Cuando respondemos y escuchamos a Dios, nuestra vida está abierta para recibir este gran don de fe, el cual nos habilita para poner nuestra confianza en Dios y recibir a Jesús como nuestro Señor y Salvador.
g) Certeza de nuestra salvación
No nos debemos apoyar nunca en los sentimientos sino en los hechos:
– Lo que la Palabra de Dios nos dice (Juan 5:24; Hebreos 13:5; Juan 6:37; Romanos 8:38-39; Tito 1:2; Juan 10:28-29).
– El testimonio del Espíritu Santo en nosotros (Romanos 8:14-16; 1 Juan 3:24).
h) La oración del pecador
Haz esta oración o una similar si quieres que tus pecados sean perdonados y quieres convertirte en hijo de Dios discípulo de Jesús.
“Señor Dios, reconozco que soy pecador. Creo que Jesús murió por mi pecado. Tomó el castigo que yo debo  por mi pecado llevándolo en sí mismo en la cruz. Me arrepiento y me vuelvo de mis pecados y pido el perdón de Dios. Entrego mi vida a Jesús y le hago mi Señor y Salvador. Obedeceré sus mandamientos y viviré mi vida para su buen placer. Sé que ahora soy hijo de Dios y mis pecados son perdonados porque han sido limpiad por la sangre de Jesús. Alabado sea Dios. Amén”.
Si has hecho esta oración, lee otra vez las Escrituras acerca de la certeza de nuestra salvación y dile a alguien q acabas de convertirte en cristiano. Necesitas confesar con la boca lo que acabas de hacer (Romanos 10:9-10 Necesitamos a otros que nos ayuden a crecer como discípulos nuevos de Jesús. Nadie puede ser una isla para mismo. Recuerda, la salvación es algo gozoso. Acabas de cambiar tu destino para la eternidad (Hechos 16: Hechos 8: 39).
i) Preguntas y puntos de discusión
1. ¿Qué dirías a alguien que te preguntase: “¿Cómo llegar a ser cristiano?” (Usa palabras sencillas para que pueda entender.)
2. ¿Cómo le asegurarías que ahora él es cristiano?
3. ¿Qué sucede en el momento en que aceptas a Jesucristo como tu Señor y Salvador?
4. ¿Por qué es importante creer que la Biblia es la Palabra de Dios, en términos de fe salvadora? 5. ¿Por qué la mayoría de la gente no reconoce que necesita ser salva? (2 Corintios 4:4). 6. Contrasta el resultado de seguir el camino de Dios con seguir el camino del hombre. 7. ¿Es la salvación el fin del camino o el principio?
j) Resumen y aplicación
1. Para ser salvo y ser discípulo de Jesús debes confesar tu pecaminosidad, arrepentirte de ello y pedir a Dios q te perdone por todo lo que hayas hecho que sea pecaminoso. Luego debes entregar tu vida a Jesús y pedir que sea tu Señor y Salvador.
2. Cuando somos salvos recibimos el Espíritu Santo como depósito, garantía de nuestra salvación, y nuestra espíritu llega a tener vida (Efesios 1:13-14).
3. Cuando estamos en Cristo Jesús tenemos a nuestra disposición vida en abundancia (Juan 10:10).

Salvación y vida cristiana

SALVACIÓN Y VIDA CRISTIANA. VERSÍCULOS

Dios nos ama.

(Juan 3:16)
"Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.
(Juan 3:17)
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.

(1 Juan 4:9)
Dios mostró su amor hacia nosotros al enviar a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por él.
(1 Juan 4:10)
El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo, para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados.

(Romanos 8:32)
Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?

(1 Juan 2:2)
Jesucristo se ofreció en sacrificio para que nuestros pecados sean perdonados;
y no solo los nuestros, sino los de todo el mundo.

El propósito de Dios.

(Juan 10:10)
Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

(1 Tesalonicenses 5:9)
Porque Dios no nos destinó a recibir el castigo, sino a alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.
(1 Tesalonicenses 5:10)
Jesucristo murió por nosotros, para que, y a sea que sigamos despiertos o que nos durmamos con el sueño de la muerte, vivamos juntamente con él.

La palabra de Dios nos guía.

(2 Timoteo 3:16)
Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud.

(Mateo 4:4)
El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

La realidad del pecado y de la condenación.

(Juan 3:19)
Los que no creen, son condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz.

(Juan 3:20)
Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo.

(Romanos 3:10)
pues las Escrituras dicen:
"¡No hay ni uno solo que sea justo!

(Romanos 3:12)
Todos se han ido por mal camino;
todos por igual se han pervertido.
¡No hay quien haga lo bueno!
¡No hay ni siquiera uno!

(Eclesiastés 7:20)
Sin embargo, no hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque.

(Romanos 3:23)
todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios.

(Santiago 4:17)
El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.

Jesucristo es el único camino hacia Dios.

(Juan 14:6)
Jesús le contestó:
–Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Solamente por mí se puede llegar al Padre.

(Hechos 4:12)
En ningún otro hay salvación, porque en todo el mundo Dios no nos ha dado otra persona por la cual podamos salvarnos.

(Romanos 5:8)
Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.

(1 Pedro 2:24)
Cristo mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de rectitud. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados.

(1 Pedro 3:18)
Porque Cristo mismo sufrió la muerte por nuestros pecados, una vez para siempre. Él era inocente, pero sufrió por los malos, para llevarlos a ustedes a Dios. En su fragilidad humana, murió; pero resucitó.

(Lucas 19:10)
Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.

(1 Timoteo 2:3)
Esto es bueno y agrada a Dios nuestro Salvador,
(1 Timoteo 2:4)
pues él quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.
(1 Timoteo 2:5)
Porque no hay más que un Dios, y un solo hombre que sea el mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús.
(1 Timoteo 2:6)
Porque él se entregó a la muerte como rescate por la salvación de todos.

Necesitamos arrepentirnos, creer en la obra de Jesucristo a nuestro favor, e invitarlo a que entre en nosotros; y a que gobierne nuestra vida y recibirlo como salvador y Rey.

(Hechos 3:19)
Por eso, vuélvanse ustedes a Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados

(Juan 1:12)
Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.

(Juan 20:31)
Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.

(1 Tesalonicenses 5:9)
Porque Dios no nos destinó a recibir el castigo, sino a alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.

(1 Juan 1:9)
pero si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad.

(Efesios 2:8)
Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios.
(Efesios 2:9)
No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede gloriarse de nada;

Cuando recibimos a Jesús tenemos la seguridad de la salvación.

(Juan 10:27)
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
(Juan 10:28)
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
(Juan 10:29)
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

(Juan 3:36)
El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; pero el que no quiere creer en el Hijo, no tendrá esa vida, sino que recibirá el terrible castigo de Dios."
(Juan 14:20)
En aquel día, ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y ustedes están en mí, yo en ustedes.

(Colosenses 2:13)
Ustedes, en otro tiempo, estaban muertos espiritualmente a causa de sus pecados y por no haberse despojado de su naturaleza pecadora; pero ahora Dios les ha dado vida juntamente con Cristo, en quien nos ha perdonado todos los pecados.
(Colosenses 2:14)
Dios anuló el documento de deuda que había contra nosotros y que nos obligaba; lo eliminó clavándolo en la cruz.

Debemos manifestar nuestra fe en Jesucristo.

(Romanos 10:10)
con la boca se reconoce a Jesucristo para alcanzar la salvación.
(Romanos 10:13)
Porque esto es lo que dice: "Todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán la salvación."

La vida de Jesucristo en nosotros nos cambia y hace nuevas personas.

(2 Corintios 5:17)
Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo.

Jesús está siempre con sus hijos.

(Colosenses 1:27)
a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,

(1 Tesalonicenses 5:10)
quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.

(Filipenses 4:13)
A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.

(Juan 6:35)
y Jesús les dijo:
–Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed.

¿Cómo ser salvos?

(Juan 6:37)
Todos los que el Padre me da, vienen a mí; y a los que vienen a mí, no los echaré fuera.

Debemos arrepentirnos de nuestros pecados, creer en la obra de Jesús en la cruz pues allí llevó nuestra culpa y murió en nuestro lugar; y debemos recibirlo en nuestro corazón invitándolo a que entre en nuestra vida con una oración. Le pedimos que viva en nosotros ¡y eso es lo que hace literalmente!

¿Querés orar esta oración?
Señor Jesús: En este momento me arrepiento de todos mis pecados, gracias porque moriste en mi lugar en la cruz llevando mi culpa. Te pido que entres en mi vida y vivas en mí. Te recibo ahora como mi salvador y mi Rey.
Muchas gracias mi Señor. Amén

Si has hecho esta oración Jesucristo vive en ti, te ha perdonado, eres salvo y has recibido su Espíritu Santo.

(Efesios 1:13)
Gracias a Cristo, también ustedes que oyeron el mensaje de la verdad, la buena noticia de su salvación, y abrazaron la fe, fueron sellados como propiedad de Dios con el Espíritu Santo que él había prometido.

(Mateo 5:8)
"Dichosos los de corazón limpio,
porque verán a Dios.

Y sucedió esto:

(Colosenses 1:13)
Dios nos libró del poder de las tinieblas y nos llevó al reino de su amado Hijo,
(Colosenses 1:14)
por quien tenemos la liberación y el perdón de los pecados.

Cuando crees y recibís a Jesús en tu corazón tenés la vida eterna.

(1 Juan 5:11)
Este testimonio es que Dios nos ha dado vida eterna, y que esta vida está en su Hijo.
(1 Juan 5:12)
El que tiene al Hijo de Dios, tiene también esta vida; pero el que no tiene al Hijo de Dios, no la tiene.
(1 Juan 5:13)
Les escribo esto a ustedes que creen en el Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.

(Juan 10:27)
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
(Juan 10:28)
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
(Juan 10:29)
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

(1 Juan 2:24)
Por eso, guarden ustedes en su corazón el mensaje que oyeron desde el principio; y si lo que oyeron desde el principio queda en su corazón, también ustedes permanecerán unidos con el Hijo y con el Padre.
(1 Juan 2:25)
Esto es precisamente lo que nos ha prometido Jesucristo: la vida eterna.

(Juan 5:24)
Les aseguro que viene la hora, y es ahora mismo, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán.

¿Y ahora qué?

Con Dios en tu vida vas a ser cada día más como El y estás en el mejor camino.
Habla con El todos los días en oración, lee la Biblia y busca una Iglesia donde se predique a Cristo y se enseñe su palabra, únete a ella y participa de sus actividades.
(Juan 15:8)
En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos.
(Mateo 3:8)
Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor.

(Mateo 5:16)
Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.

(Colosenses 2:6)
Por eso, habiendo recibido a Jesucristo como su Señor, deben comportarse como quienes pertenecen a Cristo,
(Colosenses 2:7)
con profundas raíces en él, firmemente basados en él por la fe, como se les enseñó, y dando siempre gracias a Dios.

(Hechos 2:46)
Todos los días se reunían en el templo, y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón.
(Hechos 2:47)
Alababan a Dios y eran estimados por todos; y cada día el Señor hacía crecer la comunidad con el número de los que él iba llamando a la salvación.

(2 Timoteo 2:2)
Lo que me has oído decir delante de muchos testigos, encárgaselo a hombres de confianza que sean capaces de enseñárselo a otros.

Debemos cumplir su comisión:

(Mateo 28:18)
Jesús se acercó a ellos y les dijo:
Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.

(Mateo 28:19)
Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo,

(Mateo 28:20)
y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

Debemos aprender las bases del cristianismo y ganar personas para el Reino de Dios.

(Hechos 5:42)
Todos los días enseñaban y anunciaban la buena noticia de Jesús el Mesías, tanto en el templo como por las casas.

(Hechos 11:14)
él te dirá cómo puedes salvarte, tú y toda tu familia.

Puedes reunirte en tu casa con tu familia, parientes y amigos para que alguien (o tu mismo) les enseñe las bases del cristianismo.

(Hechos 10:24)
y al otro día llegaron a Cesarea, donde Cornelio los estaba esperando junto con un grupo de sus parientes y amigos íntimos, a quienes había invitado.

(Hebreos 13:16)
Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.

(Hebreos 6:10)
Porque Dios es justo, y no olvidará lo que ustedes han hecho y el amor que le han mostrado al ayudar a los del pueblo santo, como aún lo están haciendo.
(Hebreos 6:11)
Pero deseamos que cada uno de ustedes siga mostrando hasta el fin ese mismo entusiasmo…
(Hebreos 6:12)
… sigan el ejemplo de quienes por medio de la fe y la constancia están recibiendo la herencia que Dios les ha prometido.

(1 Pedro 4:7)
y a se acerca el fin de todas las cosas. Por eso, sean ustedes juiciosos y dedíquense seriamente a la oración.
(1 Pedro 4:8)
Haya sobre todo mucho amor entre ustedes, porque el amor perdona muchos pecados.
(1 Pedro 4:9)
Recíbanse unos a otros en sus casas, sin murmurar de nadie.
(1 Pedro 4:10)
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
(1 Pedro 4:11)
Cuando alguien hable, sean sus palabras como palabras de Dios. Cuando alguien preste algún servicio, préstelo con las fuerzas que Dios le da. Todo lo que hagan, háganlo para que Dios sea alabado por medio de Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el poder para siempre. Amén.

(Mateo 5:6)
"Dichosos los que tienen hambre
y sed de la justicia,
porque serán satisfechos.

Debemos estar enfocados en lo principal.

(Hechos 6:4)
Nosotros seguiremos orando y proclamando el mensaje de Dios.

Debemos permanecer en este propósito.

(Esdras 7:10)
Esdras (cambie el nombre de Esdras por el suyo) tenía el firme propósito de estudiar y de poner en práctica la ley del Señor, y de enseñar a el pueblo de Dios sus leyes y decretos.

Predicador Gustavo Isbert
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