¿Como podemos entrar al Reino de Dios?

1. Debes saber que Dios te ama con un amor que el hombre no puede comprender. 1Juan 4:9-10; Juan 3: 16.

2. Teniendo un arrepentimiento total y un cambio de actitud hacia el pecado. Hechos 3:19.

3. Saber lo que Cristo hizo a favor de nosotros y tener fe en eso. 1 Pedro 2:24; 3:18; 1 Corintios 15:3.

4. Aceptar la invitación de entrar en el Reino estando dispuesto a obedecer al Rey Jesús y sus leyes. Mateo 22:4; Lucas 14:17; Apocalipsis 11:15; 17:14.

5. Recibir al Rey Jesús en su interior por medio de una sencilla oración a El con sus propias palabras. Juan 1:12; Apocalipsis 3:20.

Lo último que Jesús habló a sus discípulos fue del Reino de Dios y del Bautismo en el Espíritu Santo.

(Hechos 1:1-5)

Teófilo, en mi primer libro te relaté todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar

hasta el día que fue llevado al cielo, después de haberles dado a sus apóstoles escogidos instrucciones adicionales por medio del Espíritu Santo.

Durante los cuarenta días posteriores a su crucifixión, Cristo se apareció varias veces a los apóstoles y les demostró con muchas pruebas convincentes que él realmente estaba vivo.

Y les habló del Reino de Dios.

Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

Lucas 24:49.

He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.

(Hechos 1:5)

Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

(Hechos 1:8)

pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

LA “ESTRATEGIA” MEJOR PARA QUE CREZCA UNA IGLESIA ES ESTA:

1) Ser salvos

(Hechos 2:38)

Pedro contestó: Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Entonces recibirán el regalo del Espíritu Santo.

(Hechos 3:19)

Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados.

(Hechos 3:20)

Entonces, de la presencia del Señor vendrán tiempos de refrigerio y él les enviará nuevamente a Jesús, el Mesías designado para ustedes.

(Hechos 2:21)

Pero todo el que invoque el nombre del SEÑOR será salvo.

2) Procurar que todos reciban el Bautismo en el Espíritu Santo. Hechos 2:4

3) Que conozcan que Jesús vive en ellos. Gálatas 2:20

(2 Corintios 13:5)

Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?

(Lucas 10:16)

El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.

4) Que conozcan la autoridad que tienen.

(Mateo 8:7)

Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.

(Mateo 8:8)

Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.

(Mateo 8:9)Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

(Mateo 8:13)

Entonces Jesús dijo al centurión: Vé, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.

(Mateo 10:1)

Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

(Mateo 10:7)

Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.

(Mateo 10:8)

Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.

(Mateo 10:8)

Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, curen a los leprosos y expulsen a los demonios. ¡Den tan gratuitamente como han recibido!

(Lucas 10:17)

Cuando los setenta y dos discípulos regresaron, le informaron llenos de alegría: ¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre!

(Lucas 10:16)

El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.

(Lucas 10:19)

He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.

Antes ellos actuaban bajo la autoridad de Jesús que estaba con ellos, pero Jesús les dijo les conviene que yo me vaya, porque ahora actuamos con la autoridad de Jesús en nosotros y en el poder del Espíritu Santo en nosotros. (Juan 16:7)

Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

Ahora somos “pequeños Cristos” el se multiplicó en cada uno de los Cristianos.

Somos templos, tabernáculos santos.

(1 Corintios 3:16)

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

(1 Corintios 6:17)

Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.

(1 Corintios 6:19)

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

(2 Corintios 5:1)

Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.

(2 Corintios 5:4)

Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.

(2 Corintios 6:16)

¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:

Habitaré y andaré entre ellos,

Y seré su Dios,

Y ellos serán mi pueblo.

5) Ser discipulados con las “Bases del Cristianismo”. (Sencillamente).

(Juan 16:13)

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.

(Juan 16:14)

El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

(Juan 14:26)

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

6) Convencerlos que su trabajo es en todo momento, dentro y fuera de la Iglesia o templo. Es más afuera que adentro.

(Hechos 6:8)

Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo.

(Hechos 6:10)

Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.

(Mateo 10:19)

Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar.

(Mateo 10:20)

Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.

(Marcos 9:38)

Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía.

(Marcos 9:39)

Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí.

(Marcos 9:40)

Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.

(Marcos 5:18)

Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.

(Marcos 5:19)

Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.

7) Vayan y enseñarles a que estén con Jesús.

(Hechos 4:13)

Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.

(Hechos 4:14)

Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra.

(Juan 17:18)

Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.

Para meditar:

(1 Corintios 2:1-5)

Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.

Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.

Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;

y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,

para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

(1 Corintios 2:10-14)

Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,

lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

(1 Corintios 2:1)

Amados hermanos, la primera vez que los visité, no me valí de palabras elevadas ni de una sabiduría impresionante para contarles acerca del plan secreto de Dios.*

(1 Corintios 2:2)

Pues decidí que, mientras estuviera con ustedes, olvidaría todo excepto a Jesucristo, el que fue crucificado.

(1 Corintios 2:3)

Me acerqué a ustedes en debilidad: con timidez y temblor.

(1 Corintios 2:4)

Y mi mensaje y mi predicación fueron muy sencillos. En lugar de usar discursos ingeniosos y persuasivos, confié solamente en el poder del Espíritu Santo.

(1 Corintios 2:5)

Lo hice así para que ustedes no confiaran en la sabiduría humana sino en el poder de Dios.

(1 Corintios 2:10)

Pero fue a nosotros a quienes Dios reveló esas cosas por medio de su Espíritu. Pues su Espíritu investiga todo a fondo y nos muestra los secretos profundos de Dios.

(1 Corintios 2:11)

Nadie puede conocer los pensamientos de una persona excepto el propio espíritu de esa persona y nadie puede conocer los pensamientos de Dios excepto el propio Espíritu de Dios.

(1 Corintios 2:12)

Y nosotros hemos recibido el Espíritu de Dios (no el espíritu del mundo), de manera que podemos conocer las cosas maravillosas que Dios nos ha regalado.

(1 Corintios 2:13)

Les decimos estas cosas sin emplear palabras que provienen de la sabiduría humana. En cambio, hablamos con palabras que el Espíritu nos da, usamos las palabras del Espíritu para explicar las verdades espirituales.

(1 Corintios 2:14)

Pero los que no son espirituales no pueden recibir esas verdades de parte del Espíritu de Dios. Todo les suena ridículo y no pueden entenderlo, porque sólo los que son espirituales pueden entender lo que el Espíritu quiere decir.

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