¿Debo divorciarme?

Dios no aprueba el divorcio pero en casos extremos pueden separarse, (solo separarse) pero siempre es importante buscar la restauración. Uno debe hacer todo lo posible por recuperar "lo perdido", se debe buscar siempre perdonar y comprender, pero cada caso es diferente. 1 Corintios 7:10-11; 7:15-16; 7:39, Malaquías 2:14-16; Hebreos 13:4; 1 Tesalonicenses 4:3-8 (Advertencias de Dios) Y Dios nos habla de perdonar 70 veces 7. Mateo 18:21-22. Repito cada situación es diferente. Y se debe analizar. 1 Corintios 6:10-11;1 Juan 1:8-9; 2:1-2. Si antes de convertirse a Cristo ya estaba divorciado y se casó se nuevo y su relación está bien lea 1 Corintios 7:20.

Le ruego que medite seriamente en estos textos de la palabra de Dios.

(Mateo 19:3)

Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?

(Mateo 19:4)

El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,

(Mateo 19:5)

y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?

(Mateo 19:6)

Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

(Marcos 10:6)

pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.

(Marcos 10:7)

Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,

(Marcos 10:8)

y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno.

(Marcos 10:9)

Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

(Marcos 10:11)

y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella;

(Marcos 10:12)

y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.

(1 Corintios 7:10)

Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido;

(1 Corintios 7:11)

y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.

(1 Corintios 7:15)

Pero si el incrédulo se separa, sepárese; (no dice volverse a casar) pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.

Siempre en respuestas a nuestras oraciones y a nuestra conducta el otro cónyuge puede convertirse.

(1 Pedro 3:1)

De la misma manera, ustedes esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando alguno de ellos se niegue a obedecer la Buena Noticia, la vida recta de ustedes les hablará sin palabras. Ellos serán ganados

(1 Pedro 3:2)

al observar la vida pura y la conducta respetuosa de ustedes.

(1 Corintios 7:16)

Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?

(1 Corintios 7:16)

¿Acaso ustedes, esposas, no se dan cuenta de que sus maridos podrían ser salvos a causa de ustedes? Y ustedes, esposos, ¿no se dan cuenta de que sus esposas podrían ser salvas a causa de ustedes?

(1 Corintios 7:39)

Una esposa está ligada a su esposo mientras el esposo vive. Si su esposo muere, ella queda libre para casarse con quien quiera, pero solamente si ese hombre ama al Señor.

(Malaquías 2:14) Dice Dios:

Claman: « ¿Por qué el SEÑOR no acepta mi adoración?». ¡Les diré por qué! Porque el SEÑOR fue testigo de los votos que tú y tu esposa hicieron cuando eran jóvenes. Pero tú le has sido infiel, aunque ella siguió siendo tu compañera fiel, la esposa con la que hiciste tus votos matrimoniales.

(Malaquías 2:15)

¿No te hizo uno el SEÑOR con tu esposa? En cuerpo y espíritu ustedes son de él.* ¿Y qué es lo que él quiere? De esa unión quiere hijos que vivan para Dios. Por eso, guarda tu corazón y permanece fiel a la esposa de tu juventud.

(Malaquías 2:16)

«¡Pues yo odio el divorcio! —dice el SEÑOR, Dios de Israel—. Divorciarte de tu esposa es abrumarla de crueldad

—dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—. Por eso guarda tu corazón; y no le seas infiel a tu esposa».

(Hebreos 13:4)

Honren el matrimonio, y los casados manténganse fieles el uno al otro. Con toda seguridad, Dios juzgará a los que cometen inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio.

(1 Tesalonicenses 4:3)

La voluntad de Dios es que sean santos, entonces aléjense de todo pecado sexual.

(1 Tesalonicenses 4:4)

Como resultado cada uno controlará su propio cuerpo y vivirá en santidad y honor,

(1 Tesalonicenses 4:5)

no en pasiones sensuales como viven los paganos, que no conocen a Dios ni sus caminos.

(1 Tesalonicenses 4:6)

Nunca hagan daño ni engañen a un hermano cristiano en este asunto, teniendo relaciones sexuales con su esposa, porque el Señor toma venganza de todos esos pecados, como ya les hemos advertido solemnemente.

(1 Tesalonicenses 4:7)

Dios nos ha llamado a vivir vidas santas, no impuras.

(1 Tesalonicenses 4:8)

Por lo tanto, todo el que se niega a vivir de acuerdo con estas reglas no desobedece enseñanzas humanas sino que rechaza a Dios, quien les da el Espíritu Santo.

(Mateo 18:21)

Luego Pedro se le acercó y preguntó: —Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces?

(Mateo 18:22)

—No siete veces —respondió Jesús—, sino setenta veces siete.

(1 Corintios 6:9)

¿No se dan cuenta de que los que hacen lo malo no heredarán el reino de Dios? No se engañen a sí mismos. Los que se entregan al pecado sexual o rinden culto a ídolos o cometen adulterio o son prostitutos o practican la homosexualidad

(1 Corintios 6:10)

o son ladrones o avaros o borrachos o insultan o estafan a la gente: ninguno de ésos heredará el reino de Dios.

(1 Corintios 7:20)
Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede.

 

ESTAS SON PALABRAS DE DIOS. Le ruego las lea varias veces y medite en ellas.

También recuerde que Dios puede perdonar todo pecado si la persona se arrepiente.

Si ha cometido o está cometiendo estos pecados lea por favor:

(1 Juan 1:8)

Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad.

(1 Juan 1:9)

Pero, si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

(1 Juan 2:1)

Mis queridos hijos, les escribo estas cosas, para que no pequen; pero, si alguno peca, tenemos un abogado que defiende nuestro caso ante el Padre. Es Jesucristo, el que es verdaderamente justo.

(1 Juan 2:2)

Él mismo es el sacrificio que pagó por nuestros pecados, y no sólo los nuestros sino también los de todo el mundo.

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