(Hebreos 2:10)

Dios —para quien y por medio de quien todo fue hecho —eligió llevar a muchos hijos a la gloria. Convenía a Dios que, mediante el sufrimiento, hiciera a Jesús un líder perfecto, apto para llevarlos a la salvación.

Dios me dijo que debo llevar a muchos a su gloria y que debía para ello ser perfeccionado por Dios para hacerme más como Cristo. He aceptado “este reto” y su voluntad, y muchas cosas he pasado, preparadas por Dios para lograr cumplir bien esta tarea.

(Hebreos 12:11)

Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.

Vale la pena todo esto para salvar a muchas almas del infierno.

(2 Corintios 12:15)

Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas.

La actitud del apóstol Pablo debe ser la nuestra.

(Hechos 20:24)

Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Esa es mi tarea y ese es mi enfoque.

(1 Tesalonicenses 2:8) Este es mi sentir.

Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.

(Filipenses 2:5-9) Quiero tener y creo que todos los hijos de Dios debemos tener la misma actitud de que tuvo Cristo. El dejó mucho más de lo que nosotros podemos dejar para salvarnos.

Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.

Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse.

En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales.

Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres.

(Filipenses 3:13-14)

Hermanos…una sola cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Este es mi pensamiento y mi meta en esta vida. También pueden ser los suyos.

Predicador Gustavo Isbert

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