Lección 20

ENFRENTANDO LAS PRUEBAS

Como hijo de Dios, has podido conocer algunas de las enseñanzas fundamentales de su Palabra en cuanto a tu propia experien­cia espiritual. Ya sabes cómo testificar de Cristo, y has aprendido algo de la vida de la iglesia, de los dones del Espíritu y de los ministerios que el Señor Jesucristo ha dado a su iglesia para la edificación de todos los creyentes.

Durante el tiempo transcurrido como creyente, quizá has tenido algunas pruebas difíciles, y te has preguntado por qué te han sucedido

esas cosas.

Quizá familiares muy queridos te han rechazado por tu nueva fe; quizá algunos amigos se han alejado de ti; o se te han presentado dificultades en tu trabajo; o te han venido problemas de salud; o has tenido algún accidente; o te han robado.

Quizá te has hecho la pregunta: "¿Por qué me sucede esto ahora que me he acercado a Dios y he empezado una nueva vida con Cristo?" "¿Por qué permite esto mi Padre celestial, quien supongo que me ama?"­

"¿Habré hecho mal al recibir a Cristo como mi Salvador y Señor?"

Aunque no hay respuestas fáciles al problema del sufrimiento en la vida, la Palabra de Dios sí nos da suficiente luz como para entenderlo y tener victoria sobre él y sobre las pruebas que podamos tener como creyentes.

Si ésta no es tu experiencia personal, el conocer la enseñanza bíblica sobre el tema te capacitará para ayudar a otros que sí están pasando por pruebas en sus vidas, y podrás ser un instrumento de bendición con la ayuda del Espíritu Santo, el Consolador divino.

1. ¿POR QUÉ HAY SUFRIMIENTO EN EL MUNDO?

Uno de los aspectos más comunes para cuestionar el concepto de un Dios santo y perfecto es el de la existencia del dolor y el sufrimiento en el mundo. "Si Dios existe, ¿por qué permite que la gente sufra?" "¿Por qué permite la injusticia, la maldad, el hambre, la pobreza, la enfermedad y la muerte?" Son preguntas que se hacen con frecuencia.

Vamos, pues, a la revelación de la Palabra de Dios. Aunque no es su propósito dar explicaciones sobre la existencia del sufrimiento, sí da suficiente luz como para satisfacer la mente inquisitiva y sincera.

A. El propósito de la creación

Anota el propósito de Dios al crear al hombre, según los siguientes textos:

a. Génesis 1:26-27

b. Isaías 43:7

c. Romanos 11:36

e. Efesios 1:9-10

Está claro que Dios nos creó para sí, y para mostrar en nosotros su gloria. Esta gloria de Dios incluye su amor perfecto e infinito que se debía mostrar en una relación `de amor con su criatura. Dios es amor, dice la Escritura, y el hombre es el único ser creado a su imagen y semejanza, con el evidente propósito de tener una relación de amor con su Creador.

Pero el amor, para que sea amor, debe ser espontáneo y no obligado. Por esto Dios tenía que dar al hombre libre albedrío; es decir, la capacidad da amar y obedecer libremente y no actuar simplemente como un robot mecánico. Esta capacidad, por consecuencia, implicaba también la ca­pacidad de no amar y de desobedecer.

B. El pecado: puerta de entrada del sufrimiento humano

Aunque Dios le dio libre albedrío al hombre, también le instruyó sobre su uso. Dios lo había creado a su propia imagen y semejanza, con intelecto, sentimientos y voluntad, pero en armonía con su santidad y con su ley moral. Y Dios le advirtió sobre las consecuencias que sufriría si usaba mal su libertad y caía de su relación de amor con un Dios santo.

Cuando Adán y Eva comen del fruto prohibido, lo hacen como resultado de un proceso: hacen caso a las insinuaciones de Satanás; dudan de la sinceridad de Dios; y ambicionan ser como Dios (Génesis 3:1-6).

¿Cuáles fueron las consecuencias del pecado de Adán?

a. Génesis 2:16-17

b. Romanos 5:12

Desde ese momento el pecado y la muerte como factores destructores de la vida humana, con todas sus variantes: egoísmo, violencia, injusticia, enfermedad, guerras, hambre, delincuencia, etc., etc., han traído dolor y sufrimiento a la vida humana.

Y mientras el hombre siga infringiendo las leyes de Dios, dándole las espaldas y viviendo en rebeldía contra su misma razón de ser: la gloria de Dios, seguirá sufriendo las consecuencias de su pecado y seguirá experimentando dolor y sufrimiento de diversos tipos.

C. El sufrimiento: prueba del amor de Dios

Esto suena ilógico a primera vista. Pero así como el dolor físico es una muestra de la providencia de Dios como factor de supervivencia, al advertirnos e os peligros para nuestra salud física, así también el sufrimiento mora es un factor de supervivencia espiritual, porque nos advierte de la realidad del pecado.

El sufrimiento ha sido el factor que ha llevado a muchos a buscar a Dios, y han experimentado la bendición más grande que un ser humano puede recibir la salvación de su alma y la vida eterna.

El sufrimiento es un mensaje silencioso de la realidad del gozo y la felicidad con Dios; y recordatorio constante de la situación de pecado del hombre y de su necesidad de salvación.

2. LAS PRUEBAS EN LA VIDA DEL CREYENTE

Cuando recibimos a Cristo como Salvador y Señor, "somos justifi­cados en su sangre… reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo … salvos por su vida" (Romanos 5:9-10); también somos "librados de la potestad de las tinieblas, y trasladados al reino de su amado Hijo"

(Colosenses 1:13).

Pero seguimos viviendo como parte de esta humanidad que, en su conjunto, sigue las consecuencias del pecado. No es de extrañar que como creyentes tengamos que experimentar dolor y sufrimiento.

No obstante, hay una gran diferencia entre el sufrimiento en el mundo, sin propósito ni esperanza, con el que experimenta e i o de Dios, quien tiene una perspectiva mucho más amplia, y conoce que está vida terrena es sólo un pequeño tramo que lleva a una vida eterna de gozo con Dios. Por eso las Escrituras hablan de las "pruebas" del creyente.

La Biblia nos muestra la realidad de las pruebas en la vida de los grandes hombres de Dios

a. Job (Job 1-2)

b. David (Salmo 32:3-4)

e. Juan el Bautista (Mateo 14:3-5)

d. Pablo (2 Corintios 1:5-6; 11:23-29)

e. Los héroes de la fe (Hebreos 11:35-38)

f. Los santos de la tribulación (Apocalipsis 7:13-14)

Pero también están las pruebas causadas por los errores e impruden­cias de los mismos creyentes, por los cuales no podemos culpar a nadie. ¿Puedes pensar en algunos de estos errores o imprudencias que luego causan sufrimientos’?

3. LA VICTORIA SOBRE LAS PRUEBAS

Llegada la prueba, nada puede mitigar el dolor o el sufrimiento. Ellos son reales y no los podemos ignorar ni aparentar que no los sentimos. Pero sí podemos tener victoria sobre ellos cuando los consideramos desde la perspectiva correcta, que es la perspectiva de Dios.

A. Las pruebas en la perspectiva de Dios

De acuerdo con la revelación de la Palabra de Dios, sus planes eternos permanecen vigentes. Aunque el pecado fue introducido en la creación y con él el dolor y la muerte, Dios envió a su propio Hijo para salvar al hombre de las consecuencias de su pecado, y en la cruz derrotó a Satanás y triunfó sobre el pecado y la muerte.

De esta manera el dolor, el sufrimiento y la muerte son sólo inciden­tes temporales a la luz de la gloriosa salvación y la perspectiva del goce de la gloria de Dios por toda la eternidad.

Otra verdad bíblica es que Dios no permitirá que un creyente sufra como un fin en sí mismo, sino que siempre tendrá un resultado de bendición. ¿Qué resultado habrá de las aflicciones, según los siguientes textos?

a. Romanos 8:28

b. 1 Pedro 1:6-7

c. Hebreos 12:11

B. El sufrimiento de Dios en nuestras pruebas

a. Zacarías 2:8. ¿Qué significa este texto para nosotros como creyen­tes’?

b. Juan 11:32-35. ¿Es Jesús insensible al dolor humano? ¿Cómo reacciona ante él?

c. Colosenses 1:24. Por qué sufre aflicciones Cristo todavía?

Jesús, el creyente más bueno y santo que ha pisado la tierra, no rehuyó el sufrimiento por amor a nosotros. Y él nos acompaña en nuestras pruebas y aflicciones porque nos sigue amando.

La cruz nos muestra a un Dios sufriente. La resurrección nos muestra a un Dios victorioso sobre el sufrimiento y la muerte. Por esto cuando clamamos a. El en medio de nuestras pruebas, sabemos que El nos entiende y se identifica con nuestro sufrimiento (Hebreos 12:1-4).

C. La fe, nuestro escudo ante las pruebas

Ef.6:16 dice que la fe es nuestro escudo contra los dardos de fuego del maligno. Si comenzamos a lamentamos y quejamos contra Dios cuando vienen las pruebas, es porque hemos bajado el escudo de la fe.

Es por fe que seguimos creyendo que "Dios es amor’ (1 Juan 4:8); que nos ”predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesu­cristo, se n el puro afecto de su voluntad" (Efesios 1:5); que sus caminos ‘son más `altos que nuestros caminos, sus pensamientos mas altos que los nuestros" (Isaías 55:9); que "a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan a bien" (Romanos 8:28); y que en todas las circunstancias “nos guiará su mano y nos asirá su diestra" (Salmo 139:1-10).

Alguien ha dicho que esa fe: "certeza de lo que se espera; convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1), es como nuestra piel. Con ella podemos meter la mano en un recipiente con vinagre y no nos haría daño; el hacerlo sin esa piel sería dolorosísimo. Es como nuestro esqueleto, que con él podemos soportar pesos muy grandes; pero sin él el peso más pequeño nos aplastaría.

Nuestra fe nos dice que Dios sufre con nosotros. Guillermo Hunter escribe (Apuntes Pastorales, Vol. VI, #4):

"Dónde está Dios cuando duele? La respuesta a esta pregunta es cierta: El está en la cruz, tomando el dolor de Cristo, y el terror de todos los sufrientes del universo."

‘En Cristo, Dios su rió solo, total v completamente solo, para que, tú y yo nunca tengamos que sufrir solos: No te desampararé, ni te dejaré’ (Hebreos 13:5)… Su interés por nosotros no se mide por cuánto debe ser reducido nuestro dolor ‘si en realidad le interesa’. Su simpatía es mejor evaluada a la luz de cuánta agonía él sufre a nuestro favor."

"En Jesús, Dios nos ha dado las bases para una esperanza realista… aun cuando duele. Esto es lo que hizo posible a Pablo decir: ‘Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones’ (Romanos 5:2)"

Sobre todo esto hay una hermosa promesa en Apocalipsis 21:3-5. Lee estos versículos, medita en ellos, y regocíjate en el Señor, aun en medio de tus pruebas. Esa será una de las armas más poderosas para la victoria en medio de tus circunstancias.

Memoriza los siguientes versículos

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."

Romanos 8:

"Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados."

Hebreos 2:18

Notas y comentarios

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