(Romanos 5:17)
Pues el pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos. (Romanos 6:23) Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.
Pero aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte por medio de un solo hombre, Jesucristo.
(Romanos 5:18)
Así es, un solo pecado de Adán trae condenación para todos, pero un solo acto de justicia de Cristo trae una relación correcta con Dios y vida nueva para todos.
(Romanos 5:19)
Por uno solo que desobedeció a Dios, muchos pasaron a ser pecadores. Pero, por uno solo que obedeció a Dios, muchos serán declarados justos.
(Romanos 5:20)
La ley de Dios fue entregada para que toda la gente se diera cuenta de la magnitud de su pecado.
(Romanos 5:21)
Entonces, así como el pecado reinó sobre todos y los llevó a la muerte, ahora reina en cambio la gracia maravillosa de Dios, la cual nos pone en la relación correcta con él y nos da como resultado la vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.
(Romanos 8:1)
Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús.
(Romanos 8:3)
La ley de Moisés (los mandamientos de Dios) no podía salvarnos, porque nuestra naturaleza pecaminosa es débil y no podemos cumplirlos. (Romanos 5:20) La ley de Dios fue entregada para que toda la gente se diera cuenta de la magnitud de su pecado.
Así que Dios hizo lo que la ley no podía hacer. Él envió a su propio Hijo en un cuerpo como el que tenemos nosotros, pecadores. Y, en ese cuerpo, Dios declaró el fin del dominio que el pecado tenía sobre nosotros mediante la entrega de su Hijo como sacrificio por nuestros pecados.
(Romanos 6:22)
Pero ahora quedaron libres del poder del pecado y se han hecho siervos de Dios. Ahora hacen las cosas que llevan a la santidad y que dan como resultado la vida eterna.
(1 Juan 5:13)
Les he escrito estas cosas a ustedes, que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.