(Hechos 13:38)
Hermanos, ¡Escuchen! Estamos aquí para proclamar que, por medio de Jesús, ustedes tienen el perdón de sus pecados.
(Hechos 13:39)
Todo el que cree en él es declarado justo ante Dios, algo que la ley de Moisés nunca pudo hacer.
(Es decir tratar de cumplir los mandamientos)… pero nadie los puede cumplir en su totalidad.
Entonces ¿para que están?: Están para conocer lo que es bueno y para que sepamos que somos pecadores y necesitamos un salvador que es Cristo.
(Romanos 3:19-25)
Obviamente, la ley (los mandamientos de Dios) se aplica a quienes fue entregada, porque su propósito es evitar que la gente tenga excusas y demostrar que todo el mundo es culpable delante de Dios.
Pues nadie llegará jamás a ser justo ante Dios por hacer lo que la ley manda.
La ley sencillamente nos muestra lo pecadores que somos.
Pero ahora, tal como se prometió tiempo atrás en los escritos de Moisés y de los profetas, Dios nos ha mostrado cómo podemos ser justos ante él sin cumplir con las exigencias de la ley.
Dios nos hace justos a sus ojos cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo. Y eso es verdad para todo el que cree, sea quien fuere.
Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.
Sin embargo, con una bondad que no merecemos, Dios nos declara justos por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados.
Pues Dios ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado.
Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre.

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