A Jesús lo llamaban amigo de publicanos y de pecadores.

El dijo: “No he venido para perder las almas sino para salvarlas”.

Siendo nosotros pecadores, Cristo murió en nuestro lugar, el justo murió en lugar de los injustos, PARA LLEVARNOS A DIOS.

No envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo a través de Jesús,

Jesús se puede compadecer de nuestras debilidades porque El fue tentado en todo como nosotros, solo que El jamás pecó, por lo cual es poderoso para socorrernos a nosotros, nos comprende y conoce nuestra condición que somos como el polvo.

El puede salvar perpetuamente a los que por El se acercan a Dios viviendo siempre para interceder por ellos.

Si Dios está a favor de nosotros ¿quién puede estar en contra? Dios no escatimó lo que más amaba que es su hijo y entonces ¿cómo no nos dará otras cosas?

Dios es el que nos justificó, ¿Quién entonces nos podrá acusar o condenar?

¡NADA NOS PODRÁ SEPARAR DEL AMOR DE CRISTO!

¡Vivimos en la libertad gloriosa de los hijos de Dios!

Si pecamos debemos arrepentirnos y Jesús es nuestro abogado defensor.

El nos perdona y nos limpia de TODA maldad.

El murió en nuestro lugar y por nosotros para llevarnos a Dios.

Se presento una vez y para siempre, ofreciendo el sacrificio de si mismo, obteniendo eterna redención.

Dios es rico en misericordia y nos amó tanto que nos dio vida eterna juntamente con Cristo y perdonó TODOS nuestros pecados y estando justificados seremos salvos por la vida de Jesús en nosotros y porque en la cruz El pagó nuestra deuda con Dios.

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