Jesús me dijo:

Debes enseñar a todos a amarme y a conocerme.

Muchos de los ministros religiosos no me reflejan a mí, ni me muestran a mi pueblo como soy realmente. Ellos me representan y les dan a mí pueblo una imagen falsa de mi carácter y de mi persona.

Muchos no le han enseñado a mi pueblo a amarme, ni por qué deben hacerlo.

No le han contado de mis obras, solo les enseñan ritos religiosos. Algunos hablan de una manera que mi pueblo se lleva una idea falsa de mí.

No le cuentan de mis obras, ni les hablan de mi amor hacia todos, yo amo a todos y el racismo es un engaño que se debe erradicar en mis ministros.

Otros no tocan el tema del arrepentimiento y solo hablan de “gozarse en el Señor” pero yo les digo que si no se arrepienten, muchos no estarán eternamente conmigo y vivirán creyendo que son míos y no lo son. Diles que lean: (1 Corintios 11:30-32) Esa es la razón por la que muchos de ustedes son débiles y están enfermos y algunos incluso han muerto. Pero, si nos examináramos a nosotros mismos, Dios no nos juzgaría de esa manera. Sin embargo, cuando el Señor nos juzga, nos está disciplinado para que no seamos condenados junto con el mundo.

Muchos de mis representantes no me muestran a mi pueblo como soy, ni quien soy, ni cuánto les amo, ni lo que he hecho por ellos y sigo haciendo.

La realidad es que no me conocen y debes mostrarles y enseñarles como soy. Debes procurar a que lleguen a conocerme como realmente soy. Yo mando a todos en todo lugar que se arrepientan, no solo a que “estén bien”. Yo estoy disciplinando a mi pueblo y ellos le atribuyen todo al diablo. Yo demando un cambio en sus vidas. Enséñales también a temerme, es decir a respetarme. (Hechos 17:30) Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; (Lucas 13:3) Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

Habla también a mi pueblo de mi amor, como lo hacen muchos de mis siervos en los cuales me agrado, muéstrales mis obras y diles que yo soy el mismo de siempre. Hebreos 13:8.

Háblales de mi maravilloso Reino, de las moradas del cielo, de mi pronta venida, de mis recompensas, de la necesidad de que se esfuercen y lleven mi palabra en el lugar que los he puesto. Diles que mi Reino está presente en cada uno y que avanza a través de ellos y que vendrá realmente a la tierra y será lo que todo el mundo ha esperado y anhelado en sus sueños (y mucho más aún). Diles que yo soy el Rey y que en el cielo solo mi Padre y yo somos adorados, háblales de la presencia de mi Espíritu Santo para glorificarme y de su poder sobrenatural. Háblales de los “poderes del siglo venidero”.

Háblales del infinito amor del Padre y que pidan ser llenos de su amor más y más y que está disponible para ellos. (Romanos 5:5)…porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Diles a mis hijos que yo realmente habito en cada uno de ellos y ellos deben vivir esta realidad mostrándome al mundo como soy. Yo quiero actuar a través de ellos.

Háblales de mi persona de cuanto sufrí y sufro por ellos esto último casi ninguno de mis hijos lo sabe, yo comparto sus dolores y sufro por sus pecados y su indiferencia hacia mí, hacia mi obra, hacia los que no me conocen y hacia mi Padre.

Diles a todos que yo no quiero que ninguno se pierda porque amo a todos de una manera que el ser humano no puede comprender, diles que quiero salvar a aquellos que no me aman y a los que están sumergidos en la mayor oscuridad y pecado.

Diles que yo amo a las naciones que mis hijos no aman y los toman como enemigos pero ellos son los que más necesitan de sus oraciones, de mí evangelio y de que se les dé a conocer mi obra a favor de ellos también en la cruz. Recuerden yo morí por TODOS.

Diles que no es tiempo de “pequeñeces” sino que es tiempo que se levanten, y se fortalezcan en mí. (1 Samuel 30:6) Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; MAS DAVID SE FORTALECIÓ EN JEHOVÁ SU DIOS.

Diles que se consagren totalmente a mí y formen parte de mi ejército de amor que conquista el mal con el bien. Oren por la sanidad y por milagros en sus “peores enemigos” y ellos los amarán y me amarán a mí. Ellos serán conquistados por mi poder ejercido y motivado por mi amor.

No hay “naciones enemigas”: hay perdidos y engañados y hay salvados por gracia. Esas naciones “enemigas” deben ser el blanco de sus oraciones para que puedan conocerme

( y no de sus críticas, ni de sus bombas).

Deben tomar las armas de la luz (el poder de mi Espíritu Santo, de mi amor, el escudo de la fe, etc, y ser activos en la batalla contra el mal y las fuerzas espirituales que motivan a este mundo al pecado y alejarse de mi y de mi palabra.

Diles que yo estoy realmente con ellos todos los días y que lo van a experimentar y esto le será revelado a muchos de mis hijos que me busquen de verdad. Yo les revelaré (de verdad) mi palabra (que mi pueblo lee y no entiende) y haré que baje de sus mentes a sus corazones.

Diles que ¡PREDIQUEN MI EVANGELIO! Yo salvo a las personas por la predicación.

Y a los que no saben como ¡ENSÉÑALES COMO HACERLO!

Prepara a mis hijos, ellos vencerán con mi amor y con mi poder. (2 Timoteo 2:2)

Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. (Mateo 28:20)…enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

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