Jesús: Nuestro Rey y nuestro hermano es hermoso y santo, solo El es realmente bueno. El nunca pecó cuando estuve en la tierra y es la personificación de Dios mismo, ya que El mismo es amor. Nadie puede amar perfectamente como El.
El es la imagen misma de Dios Padre y el que ve a Jesús ve a Dios hecho hombre. Ahora tiene un cuerpo glorioso y El es el más hermoso del cielo y es todo lo que puede agradar al Padre. El quiere que seamos como Jesús (que es el modelo de perfección), y para eso cuando nacimos de nuevo unió su Espíritu santo (El Espíritu de Cristo) con nuestro Espíritu para que podamos ser como El.
Somos uno con El y Cristo vive en nosotros. De esa manera se va a cumplir su objetivo final que es que seamos como Jesús. Su Espíritu nos transforma, nos guía, nos cambia a nosotros para ser más y más como Jesús, cambia nuestros gustos para que sean como los de El, nos transforma en nuevas criaturas, nos da poder para vencer el pecado y una vez libres “de este cuerpo de muerte” podremos ser como El es totalmente y verlo tal como El es. Nos dará además cuerpos celestiales semejantes al de El (Jesús) perfectamente adaptados para el cielo y para su gloria. ¡Esto es maravilloso!
¡Pensar que seremos como Jesús! Por toda la eternidad.