EL PUBLICANO: ARREPENTIMIENTO.
(Lucas 18:13) Publicano era un cobrador de impuestos para Roma, era Judío y robaba a sus conciudadanos cobrándoles de más. Pero se arrepintió.
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
(Lucas 18:14)
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro.
Jesús dijo que el publicano arrepentido que fue declarado justo.
No debemos confiar en nuestras buenas obras para salvarnos. Para ser justificados delante de Dios, debemos confesar nuestros pecados y arrepentirnos. Luego debemos depositar nuestra confianza en Jesús como nuestro Salvador y seguirlo a El.
El publicano encontró una nueva vida ese día, el se arrepintió de su pecado y pidió misericordia. Dios lo perdonó y se convirtió en un seguidor de Cristo y en un hijo de Dios.
(Marcos 1:14) Jesús habló de la necesidad del arrepentimiento.
Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,
(Marcos 1:15)
diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.
(Mateo 3:2)
y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
(Mateo 3:8)
Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,
(Mateo 3:8) NTV
Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios.
(Mateo 4:17)
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
(Hechos 3:19) Pedro predicaba lo mismo:
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
Debemos arrepentirnos porque TODOS SOMOS PECADORES.
(Romanos 3:23)
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
(Romanos 3:24)
siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
(Romanos 3:23)
Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.
(Romanos 3:24)
Sin embargo, con una bondad que no merecemos, Dios nos declara justos por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados.
En esta parábola del publicano Jesús nos muestra lo que puede suceder también con usted.
Cualquier persona puede venir a Dios en oración, como lo hizo el publicano.
Uno puede estar lleno de vergüenza y remordimiento por su pecado que no puede ni alzar los ojos. Pero al arrepentirse y confiar en Cristo ocurre un gran cambio. Dios da su perdón y su misericordia al que se la piden. Un pecador puede cambiar su culpa por la paz de Dios.
Como el publicano ¡una persona puede volver a su casa declarada justo por Dios!
Puede ir a Dios sucio por su pecado pero regresar limpio. Puede venir a Cristo atormentado por el temor a la muerte, pero puede regresar tranquila con la paz y la confianza de la salvación de su alma.
Uno puede venir a Cristo cabizbajo y dolido por sus pecados
¡Pero puede regresar a su caza con la frente alta, justificado ante Dios!
El publicano se arrepintió, hizo más que solo confesar su pecado.
Dio la espalda al pecado y cambió de vida. Estamos seguros de esto porque Jesús dijo que volvió a su casa justificado.
Dios no perdona a los que confiesan su pecado pero continúan viviendo en él. El nos perdona cuando le confesamos nuestro pecado a El y nos arrepentimos de verdad. Es decir cuando dejamos nuestra vida pasada. Este publicano fue perdonado y contado como justo por Dios. Por lo tanto, sabemos que se arrepintió.
(Eclesiastés 7:29)
Sin embargo, sí encontré lo siguiente: Dios creó al ser humano para que sea virtuoso, pero cada uno decidió seguir su propio camino descendente».
(Eclesiastés 7:20)
Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
(Romanos 6:23)
Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.
(Romanos 6:22)
Pero ahora quedaron libres del poder del pecado y se han hecho esclavos de Dios. Ahora hacen las cosas que llevan a la santidad y que dan como resultado la vida eterna.
(Eclesiastés 12:7) Este es el deseo de Dios. Dios creó a usted (su espíritu vive en su cuerpo y es eterno) Dios quiere que pase la eternidad con El y no en el infierno sufriendo lejos de su presencia.
y el polvo (su cuerpo) vuelva a la tierra, como era, y el espíritu (el espíritu de usted) vuelva a Dios que lo dio.
(Efesios 2:8)
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
(Efesios 2:9)
no por obras, para que nadie se gloríe.
(Efesios 2:4)
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
(Efesios 2:5)
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
(Efesios 2:8)
Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios.
(Efesios 2:9)
La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.
Usted puede hacer esta oración de todo corazón:
Señor Jesús en este momento me arrepiento de todos mis pecados, aún de los que no recuerdo, te pido perdón de todo corazón.
Gracias por morir en mi lugar en la cruz y pagar mi deuda de pecado por tu sacrificio en la cruz por todos nosotros.
Tomo la decisión de seguirte y te recibo en mi corazón como mi Salvador y Rey.
Me comprometo también a leer tu palabra, orar a menudo y congregarme con mis hermanos. Gracias por tu perdón y porque ahora soy verdaderamente un hijo tuyo. Amén