Medite en estas cosas:

(Juan 10:27) Jesús dijo:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

(Juan 10:28)

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

(Juan 10:29)

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Somos ovejas de Dios, cuidadas por El.

El permitió que oigamos la voz de Jesús, que sepamos que esa es la voz de El y que El es nuestro Pastor y que tomemos la decisión de seguirle.

Jesús nos da como regalo la vida eterna para siempre.

Estamos tomados de la mano por Jesús. (No es que nosotros nos agarramos de su mano el agarró la nuestra).

Dios nuestro Padre nos llevó a Jesús para que seamos salvos. Nos dio a nosotros a Jesús. Todo comenzó con Dios nuestro Padre.

Estamos tomados también de la mano del Padre (El Dios Omnipotente).

Entonces podemos decir con confianza y seguridad:

(Romanos 8:38)

Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana.

Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios.

(Romanos 8:39)

Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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