¿Cómo puede un Dios santo ser a la vez justo y misericordioso?

Al considerar el tema de la salvación afrontamos en este punto un verdadero problema. Brevemente el problema es este: ¿Cómo puede un Dios santo salvar a pecadores culpables y la vez ser justo en hacerlo?

¡Contemple otra vez quién es Dios! El es santo, justo Soberano del universo (1 Pedro 1:16), quien sólo puede hacer lo que es honesto, imparcial, equitativo y recto (Génesis 18:25)

El Dr. Toser dice de la santidad de Dios: Dios es santo. P ara ser santo, él no se conforma a ninguna forma fuera de sí. Él es absolutamente santo con una infinita, incomprensible plenitud de pureza que es incapaz de ser otra cosa que lo que es. Porque es santo, todos sus atributos son santos; es decir, todo cuanto creemos que atañe a Dios, debemos pensar que es santo. Dios es santo y ha hecho de la santidad la condición moral necesaria para la salud del universo.”

Medite un momento sobre lo que quiere decir que Dios sea santo. Job 15:1.5 dice de Dios que «ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos.» E Isaías nos recuerda que los serafines relucientes esconden el rostro en las alas frente al fuego increado de la santidad de Dios (Isaías 6:2, 3).

¡Luego piense en quien y qué es el hombre! Es un pobre, pecador, alejado de Dios, muerto en delitos y en pecados, y destinado a la ruina eterna (Mateo 2.5:41, 46). No es extraño que Isaías dijera: «¡Ay de mí! que soy muerto; porque soy hombre inmundo de labios,» cuando llegó a darse cuenta de lo santo que es Dios (Isaías 6:5). Las más de las personas se sienten incómodas en la presencia de un hombre verdaderamente bueno. ¡Qué tremendo debe ser, pues, hallarse en la presencia de un santo Dios!

La norma de Dios es la perfección absoluta:

Porque Dios es justo y santo, sólo puede dejar que personas sin pecado moren con él en el cielo (Efesios 5:5). Su norma es la perfección absoluta y únicamente puede permitir que se asocien con él personas perfectas (Hebreos 12:14). La gente impía no puede llegarse a él. El es «muy limpio de ojos para ver el mal, ni puede ver el agravio» con aprobación (Habacuc 1:13).

Esta norma se refleja en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-17) y en el Sermón del Monte (Mateo 5-7), pasajes que debe usted leer con cuidado ahora mismo. Las personas que se imaginan que pueden cumplir con la norma de absoluta perfección moral y espiritual expuesta en estos pasajes se engañan él sí mismos.

El hombre no puede alcanzar la norma de Dios.

Saulo de Tarso (más tarde el famoso Apóstol Pablo) creía que podía alcanzar a la norma, pero más tarde escribió: «No conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás» (Romanos 7:7). Se midió con la norma de Dios y se dio cuenta de su deficiencia.

El hombre simplemente no puede alcanzar a la perfección o la impecabilidad por sus propios esfuerzos. «¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado?» Proverbios 20:9) Nada de lo que jamás pueda hacer le ganará favor de Dios. «Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante mí, dijo Jehová el Señor» (Jeremías 2:22). Ni por buenas obras, pueden ser borrados sus pecados. Si por un genuino arrepentimiento y por aceptar la expiación hecha por Cristo a nuestro favor en la cruz. La salvación es un regalo de Dios. (Efesios 2:8).

Dios tiene que castigar el pecado.

¿Podrá Dios aprobar el pecado del hombre? ¡De ninguna manera! «Abominación es a Jehová el camino del impío» (Proverbios 15:9). No sería Dios si aprobara el pecado. Si el juez perdona un hecho criminal, se condena a sí mismo.

¿Puede Dios pasar por alto el pecado del hombre? ¡De ninguna manera! El hacerla sería violar su carácter santo. El toma nota del pecado toda vez que se comete y sabe todo lo que hacemos (Job 10:14; Apocalipsis 18:5; Jeremías 2:22).

¿Puede excusar el pecado? Hay una sola respuesta. Su trono ya no sería santo si pasara por alto lo que es malo (Génesis 8:23-25; Isaías 6:1-7).

¿Puede perdonar el pecado sin que se pague pena alguna?

¡No! Tiene que obrar con justicia, El perdonar el pecado sin satisfacción adecuada sería en sí un acto de pecado, y Dios o puede pecar (1 Juan 1:5). Se ha dicho con razón que si Dios perdonara el pecado sin propiciación, sería sacrificar y abandonar la justicia. La ley dejaría de tener terrores para el culpable, y sus penas no tendrían utilidad alguna.

Hay una sola actitud que puede tomar el Señor hacia el pecado. Tiene que castigarlo (Isaías 13:11). «No tendrá por nocente al culpable» (Nahum 1:3). Cuando se quebranta su anta ley, hay que castigar al ofensor, hay que satisfacer las demandas de la ley.

El pecado es cosa seria. En su gran oración penitencial,

David dijo a Dios: «Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Salmo 32.5). Fíjese en las muchas veces que vuelve al tema de su pecado. Hay tres palabras hebreas que se emplean en este versículo para describir el pecado, e ilustran sus varios aspectos.

Pecado es la palabra más conocida, e indica «errar el blanco.» Subraya la condición general del hombre de ser indigno de estar en presencia de Dios. Trasgresión es una palabra más fuerte y contiene la idea de rebelión abierta contra Dios. La palabra iniquidad proviene de una palabra raíz que significa «torcido» y subraya lo torcido del carácter humano. Quizá la palabra «depravación» describa mejor su significado. Así que el fracaso, la rebelión y los prejuicios naturales todos están involucrados en la acusación que el Salmista hace de sí.

No es de extrañar que Dios tenga que castigar el pecado.

Pues la pena de quebrantar la ley de Dios es la muerte.

«El alma que pecare, esa morirá» (Ezequiel 18:4, 20). «La paga del pecado es muerte» (Romanos 6:23). No hay manera de escapar de esta sentencia. Dios la ha pronunciado en primer lugar, y ha de ver que la sentencia se cumpla. Tiene que mostrarse fiel a su palabra.

Dios ama al pecador

Sin embargo, el Señor es un Dios de amor (1 Juan 4:8). Nunca debemos olvidamos de esto. «No quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (11 Pedro 3:9). Anhela mostrar misericordia al pecador (Efesios 2:4). ¿Cómo puede hacerla?

El problema en resumen

Este, pues, es el problema. Un Dios santo dice, «Al pecador hay que castigarlo con muerte.» Pero el mismo Dios es un Dios amante, y dice, «Quiero mostrar al pecador misericordia. Quisiera salvarle. Quisiera tener por inocente al que no lo merece. Quisiera tenerle conmigo en el cielo eternamente.» Dios es santo; odia el pecado. Pero Dios es amor; ama al pecador. ¿Cómo puede salvar al pecador y a la vez obrar de una manera justa y santa?

1. La santidad y justicia de Dios demandan que

(a) Solamente gente perfecta y sin pecado sea admitida al cielo.

(b) Los pecadores sean castigados con muerte.

1. El amor, misericordia y gracia de Dios le mueven a

(a) Salvar al pecador de la perdición que merece.

(b) Hacerle digno para un hogar en el cielo.

¡Una cosa es cierta! Si él deja que el pecador pague el precio de sus pecados, perecerá para siempre y será separado de la presencia de Dios.

Antaño en Escocia era costumbre en el tiempo de la siega que las mujeres ayudaran a amarrar las gavillas. Una mujer llamada Ana Lamond ofreció sus servicios, y puesto que no tenía quien cuidara a su chiquito, lo llevó consigo y le acomodó en un rincón del campo.

Un águila divisó al niñito no acompañado, y bajando verti­ginosamente agarró al chiquito y se lo llevó a su nido muy alto en una peña. Alguien vio el águila y dio la alarma, pero nadie podía escalar la peña hasta el nido. Varios hombres lo intentaron, entre ellos un marino experimentado en subir alturas.

Por fin la madre resolvió probar ella misma. Impelida por su amor, poco a poco pudo subir, hasta que alcanzó el nido. Luego, intrépida en defensa de su niño, luchó con el águila y sacó a la criatura, todavía ilesa, del nido. Lentamente y con infinita paciencia y perseverancia; tanteó su camino hacia abajo hasta que la acogieron con regocijo sus amigos. Cuando falta­ron otros ayudadores, el amor halló el camino.

Dios ama al pecador mucho más que Ana Lamond a su criatura. El Dios que implantó el amor natural en el corazón de una madre seguramente puede hallar la manera de volver a traer a sí a los hijos perdidos de la raza caída de Adán.

En la próxima lección veremos cómo el amor halló una ma­nera de solucionar el problema. Dios tiene una contestación que satisface tanto su santidad como su amor.

Lección 3

En el espacio subrayado a la derecha escriba «Verdadero’ () «Fal­so» después de las siguientes declaraciones:

1. Dios puede hacer solamente lo que es honesto imparcial, equitativo y recto.

_____v________

2. La norma de Dios es la perfección absoluta.

_____v________

3. El pecado se puede borrar ‘mediante buenas obras.

____f_________

4. Dios puede excusar el pecado bajo ciertas circunstancias.

____f_________

5. La santidad y justicia de Dios demandan que los pecadores sean castigados con muerte.

_____v________

En el espacio subrayado a la derecha escriba la letra de la contestación correcta.

6. El «Problema» que se discute en esta lección es

a. ¿cómo puede el hombre caído obrar su propia salvación?

b. ¿cómo puede Dios llevar la evolución humana hasta el punto de erradicar las tendencias malas?

c. ¿cómo puede Dios venir a ser hombre?

d. ¿cómo puede un Dios justo salvar en justicia a pecadores culpables?

__________d___________

7. Porque Dios es santo

a. todos los hombres son creados santos

b. solamente puede dejar que gente sin pecado pueble el cielo

c. no puede en ninguna manera redimimos de nuestro pecado

d. debe poner entre nosotros y él una hueste de mediadores, como santos y ángeles

________b___________

8. Cuando Dios ve el pecado, tiene que castigarlo

a. porque tiene que defender su propio carácter

b. porque las demandas de la ley tienen que satisfacerse

c. por las dos razones anteriores

d. por ninguna de estas dos razones

_________c___________

9. Que el amor de Dios hace que no quiere condenar al hombre se halla en

a. Jeremías 2:22

b. I Pedro 1: 16

c. 1I Pedro 3:9

d. Deuteronomio 25: 16

________c___________

10. David nos ayuda a comprender lo serio de nuestra condición perdida hablando de nuestro mal proceder como

a. pecado, trasgresión e iniquidad

b. error, desliz y rebelión

c. delincuencia, depravación y deuda

d. enfermedad moral

_________a__________

Por W MacDonald

Versículos para recordar:

(1 Timoteo 2:6)

el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.

(1 Pedro 1:18)

sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

(1 Pedro 1:19)

sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

(Romanos 6:23)

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

(Romanos 6:22)

Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

(1 Pedro 2:22)

el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;

(Hebreos 4:15)

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

(Hebreos 2:18)

Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

(Juan 3:16)

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

(Juan 10:17)

Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.

(Juan 10:18)

Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

(Hechos 2:24)

al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.

(Hechos 2:32)

A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

(Hechos 2:36)

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

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