a) Escrituras clave. Usted puede leer los versículos al final del estudio.

Juan 6:53-54 Levítico 17:11

1 Juan 1:7 1 Pedro 1:18-20

Hebreos 9:11 al 10:22 Hebreos 7:24-25, 27; 10:9-10, 12,14

Romanos 3:23-24; 6:32 Hebreos 9: 11-14, 22, 24-26.

b) ¿Qué hace la sangre de Jesús por nosotros?

(I) Por la sangre de Jesús tenemos redención que significa: Rescatar, recobrar una cosa perdida., liberación de la esclavitud del pecado y goce de una nueva libertad por el sacrificio redentor de Cristo. La muerte de Cristo y su sangre derramada es el precio del rescate. Nos hizo aceptos ante Dios. Somos redimidos de la mano y poder del diablo, nos reconcilió con Dios y nos trasladó a su Reino (Efesios 1:7; Colosenses 1:12-14; 20-22; Hebreos 9:12).

(II) Por la sangre de Jesús todos nuestros pecados son perdonados si los confesamos a Dios. Al caminar en la luz con Jesús, su sangre nos limpia continuamente de todo pecado. (1 Juan 1:7-9).

(III) Por la sangre de Jesús somos justificados, hechos justos, tal como si nunca hubiéramos pecado. Estamos vestidos con Su justicia (Romanos 5:9).

La persona que confía en Cristo llega a ser, en Cristo, todo lo que Dios requiere que esa persona sea, todo lo que nunca pudiese llegar a ser por sí misma (2 Corintios 5:21,17).

(IV) Por la sangre de Jesús tenemos acceso a la presencia de Dios a cualquier hora para obtener misericordia y ayuda, en especial en tiempo de necesidad (Hebreos 10:19-22).

(V) Por la sangre de Jesús somos santificados, hechos santos y apartados para Dios (Hebreos 13:12).

(VI) Por la sangre de Jesús nuestra conciencia es limpiada de toda culpabilidad y somos libres en cuerpo, mente, alma y espíritu para servir al Señor Jesucristo (Hebreos 9:14.

(VII) Entonces tenemos victoria sobre el diablo y le vencemos por la sangre del Cordero y la palabra de nuestro testimonio (Apocalipsis 12:11).

c) ¿Por qué la sangre?

En tiempos del Antiguo Testamento, el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo cada año para esparcir la sangre de un sacrificio animal ante el símbolo de la presencia de Dios, el arca del testimonio. Esta era una manera temporal de hacer la expiación de una nación ante Dios, por todo el pecado de la nación durante un año. Levítico 17:11 ayuda a explicar el significado de la sangre. Dice: "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona". Se necesita notar dos puntos aquí. Primero, la sangre del sacrificio es una provisión divina (Dios la ha provisto): "Yo os la he dado". Segundo, el uso de la sangre en el sacrificio es un hecho de pagar un precio: de hacer expiación o reconciliar, lo que significa sencillamente, dar satisfacción por o pagar la consecuencia de algo. El pecado es el problema y la sangre es el precio redentor que nos rescata o redime de la consecuencia del pecado que es la muerte. Romanos 3:23-24; 6:32.

La sangre paga el precio que anula la ofensa del pecador; por tanto, la vida es perdida (la de Cristo) o entregada en pago por el pecado. Jesús murió por nosotros siendo nosotros pecadores. Romanos 5:8; Mateo 20:28; 1 Pedro 3:1; 1 Pedro 2:2. Cristo Jesús vino como ofrenda sin pecado, derramó su propia sangre y dio su propia vida, para que todos los que en El crean y le confiesen como Señor no necesiten morir por su propio pecado. El hizo una manera de hacer desaparecer nuestros pecados. Pagó el precio por ellos y obtuvo redención eterna a través de su muerte en la cruz (Colosenses 1:13-14). Necesitó hacerlo una sola vez (y no otras veces) porque Dios lo puso por rescate de los hombres. Este fue el costo necesario para que nosotros llegáramos a estar sin pecado ante los ojos de Dios (Hebreos 9:22). Dios estableció la muerte como condena por el pecado, y luego pagó el rescate enviando a su propio Hijo al mundo para derramar su sangre y morir en lugar de nosotros y por nosotros. Si aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador entonces podemos valernos de esta obra y ser rescatados del reino de las tinieblas y pasar a ser parte del Reino de Dios.

d) Cómo afecta la sangre de Jesús nuestra vida diaria

(I) Victoria sobre la rebelión

En el huerto de Getsemaní Jesús oró:

No se haga mi voluntad, sino la tuya. (Lucas 22:42-44)

La tensión de la muerte era tan fuerte sobre El que los vasos sanguíneos de su cara se rompieron, se mezclaron con su sudor y cayeron al suelo grandes gotas. Aquella sangre derramada en el jardín habla de una redención particular, es decir, redención de rebelión: que es ejercitar nuestra voluntad contra la voluntad de Dios – hacer "nuestra propia cosa" con todas sus consecuencias terribles (esclavitud al pecado, muerte, infierno). Desde Adán la raza humana ha insistido en hacer su propia voluntad y no obedecer la voluntad de Dios. A veces la gente intenta guardar la voluntad de Dios con sus propias fuerzas, en su propio poder, pero no pueden. Cuando Jesús pronunció la oración del sumo sacerdote: "No se haga mi voluntad, sino la tuya", oró en nuestro lugar, representando a la gente ante Dios. Al orar aquella oración y luego permitió que su sangre sea derramada en la cruz para redimir nuestra voluntad para que nosotros también podamos decir: "No se haga mi voluntad, sino la tuya".

(II) Jesús derramó su sangre a través de la corona de espinas

La espina era un símbolo de la maldición de Dios sobre el pecado (Génesis 3:17-18). Era apropiado para Jesús, cuando estaba sufriendo en la cruz por nuestra redención de la maldición del pecado, llevar en su frente el símbolo de esa maldición, es decir, la corona de espinas (Mateo 27:29). Y de esa manera indicó que llevaba la maldición en sí mismo. La sangre derramada habla de redención de la maldición del pecado.

(III) La sangre de sus azotes o latigazos

Esta sangre fue derramada de la espalda de Jesús. Isaías 53:5 dice que por estas llagas o heridas (de los latigazos) somos sanados. Esta es una sanidad total para espíritu, alma, mente y cuerpo; incluso nuestras actitudes y relaciones. Enfermedad y aflicción son el resultado del pecado, pero la sangre de Jesús nos redime de la maldición de ese pecado. Hay un derecho legal para la sanidad de sus hijos, Jesús la llama “el pan de los hijos” (Mateo 15:26) pero si vivimos una vida desordenada y estamos en pecado, la disciplina de Dios viene sobre nosotros Hebreos 12.5-11 y puede haber consecuencias como con los Corintios: 1 Corintios 11:29-30. Aunque la enfermedad no viene siempre como consecuencia de nuestro pecado, sino porque estamos en este mundo lleno de enfermedades (no estamos en el cielo todavía) o por obra de Satanás. (Lucas 13:16).

(IV) La sangre de Jesús fue derramada en la cruz del calvario

Los clavos en las manos y pies de Jesús que le sujetaron a la cruz, derramaron sangre que era, y es, suficiente y suficientemente poderosa como para salvarnos y redimirnos eternamente del pecado y la condena de Dios en él (Romanos 8:1-2; Efesios 2:8,9 y 13).

e) Preguntas y puntos de meditación.

1. ¿Por qué eligió Dios la sangre como precio para pagar la pena del pecado?

2. ¿Qué crees que estaba experimentando Jesús en el huerto de Getsemaní y porqué? (Lucas 22:39-46).

3. ¿Por qué la sangre de Jesús nos ha abierto un camino para poder tener acceso a Dios el Padre?

4. ¿Por qué somos santificados por la sangre de Jesús? (Hebreos 13:12).

5. En el huerto del Edén ¿qué usó Dios para satisfacer (expiar) el primer pecado del hombre? (Génesis 3:21).

6. ¿Por qué instituyó Jesús el beber de su sangre simbólicamente en la Cena del Señor? (Juan 6:53-57; Mateo 26:27-29).

f) Resumen y aplicación

1. La sangre de Jesús es suficiente para pagar el precio para rescatamos de las consecuencias del pecado y ha preparado el camino para que nosotros volvamos a tener relación con Dios.

2. La sangre de Jesús nos purifica de todo pecado si caminamos en la luz con Dios y confesamos nuestro pecado a Dios.

3. La sangre de Jesús sólo necesitó ser derramada una vez porque El era el sacrificio perfecto y por tanto aceptable a Dios una vez y para siempre. Hebreos 10:9-18.

4. La sangre de Jesús es efectiva para nuestra vida diaria y nos pone en condiciones para servir a Dios fructíferamente, con la conciencia limpia, y con la paz de Dios rigiendo en nuestro corazón. Hebreos 9:14; 9:9; 10:2, 22.

5. La sangre de Jesús nos habilita para tener integridad de cuerpo, alma y espíritu.

(Juan 6:53) Se refiere a recibirlo en nuestro interior como se come el pan y que al valor de su sangre sea aplicado a nosotros (símbolo de tomar el vino en la Santa Cena)

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

(Juan 6:54)

El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

(Mateo 26:28)

porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

(1 Juan 1:7)

pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

(Romanos 3:23)

por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

(Romanos 3:24)

siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, (cuando se tiene a Cristo).

(Romanos 6:23)

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

(Levítico 17:11)

Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.

(1 Pedro 1:18)

sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

(1 Pedro 1:19)

sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

(1 Pedro 1:20)

ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,

(1 Corintios 6:20)

Porque habéis sido comprados por precio; (la sangre de Cristo) glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

(Hebreos 7:24)

mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable;

(Hebreos 7:25)

por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

(Hebreos 7:27)

que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

(Hebreos 9:11)

Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,

(Hebreos 9:12)

y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

(Hebreos 9:13)

Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,

(Hebreos 9:14)

¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

(Hebreos 9:22)

Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

(Hebreos 9:24)

Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;

(Hebreos 9:25)

y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.

(Hebreos 9:26)

De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

(Hebreos 10:9)

y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.

(Hebreos 10:10)

En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

(Hebreos 10:12)

pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,

(Hebreos 10:14)

porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

(Hechos 20:28)

Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.

(Romanos 5:8)

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

(Romanos 5:9)

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

(Colosenses 1:20)

y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

(Apocalipsis 1:5)

y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

(Apocalipsis 5:9)

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

(Éxodo 12:7) La Pascua.

Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.

(Éxodo 12:22)

Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.

(Éxodo 12:23)

Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.

(1 Pedro 1:2)

elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

(Hebreos 11:28)

Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.

(Hebreos 13:12)

Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.

(Efesios 1:7)

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,

(Colosenses 1:12)

con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

(Colosenses 1:13)

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,

(Colosenses 1:14)

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

(Colosenses 1:20)

y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

(Colosenses 1:21)

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado

(Colosenses 1:22)

en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;

(Hebreos 9:12) Se refiere al lugar santísimo del cielo (el verdadero porque el de la tierra era figura de ese.

y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

(1 Juan 1:7)

pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

(1 Juan 1:8)

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

(1 Juan 1:9)

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

(Romanos 5:9)

Y, como se nos declaró justos a los ojos de Dios por la sangre de Cristo, con toda seguridad él nos salvará de la condenación de Dios.

(Romanos 5:9)

Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios!

(2 Corintios 5:21)

Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado,

para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo.

(2 Corintios 5:17)

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

(Hebreos 10:19)

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,

(Hebreos 10:20)

por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,

(Hebreos 10:21)

y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,

(Hebreos 10:22)

acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

(Hebreos 13:12)

Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.

(Hebreos 9:14)

¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

(Apocalipsis 12:11)

Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos..

(Levítico 17:11)

Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.

(Romanos 3:23)

por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

(Romanos 3:24)

siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

(Romanos 6:23)

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

(Romanos 5:8)

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

(Mateo 20:28)

como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

(1 Pedro 2:24)

quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

(1 Pedro 3:18)

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios …

(Colosenses 1:13)

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,

(Colosenses 1:14)

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

(Hebreos 9:22)

Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

(Lucas 22:41)

Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,

(Lucas 22:42)

diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

(Lucas 22:44)

Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

(Génesis 3:17)

Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.

(Génesis 3:18)

Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.

(Mateo 27:29)

y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!

(Isaías 53:5)

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

(Hebreos 12:5)

y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:

Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,

Ni desmayes cuando eres reprendido por él;

(Hebreos 12:6)

Porque el Señor al que ama, disciplina,

Y azota a todo el que recibe por hijo.

(Hebreos 12:7)

Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?

(Hebreos 12:8)

Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

(Hebreos 12:9)

Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?

(Hebreos 12:10)

Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.

(Hebreos 12:11)

Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

(1 Corintios 11:29)

Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.

(1 Corintios 11:30)

Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.

(Lucas 13:16)

Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?

(Romanos 8:1)

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

(Romanos 8:2)

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

(Efesios 2:8)

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

(Efesios 2:9)

no por obras, para que nadie se gloríe.

(Efesios 2:13)

Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

(Lucas 22:41)

Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,

(Lucas 22:42)

diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

(Hebreos 13:12)

Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.

(Génesis 3:21) Mató animales y derramó su sangre para cubrir a los hombres.

Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

(Juan 6:53)

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

(Juan 6:54)

El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

(Mateo 26:27)

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;

(Mateo 26:28)

porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

(Mateo 26:29)

Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

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