a) Escrituras clave
1 Corintios 13:1-13
1 Juan 3:1-24
1 Juan 3:1-24
Mateo 22:36-40
1 Pedro 4:8
Romanos 13:8-10
Efesios 3:17-19
Romanos 13:8-10
Efesios 3:17-19
b) ¿Qué es el amor?
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.
(1 Corintios 13:4-8)
La palabra usada más frecuentemente por «amor» en el Nuevo Testamento es «ágape». Esta es una palabra característica del cristianismo porque expresa una idea poco conocida hasta que surgió el cristianismo. Es una palabra que expresa un amor que es de sacrificio, incondicional y desinteresado. Dios nos demostró lo que esta palabra significaba al mandar a su Hijo Jesús al mundo para sufrir y morir por nosotros que somos totalmente indignos. En esto hemos conocido el amor, en que El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
(1 Juan 3:16)
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo. (1 Juan 4:10)
(Véase también Efesios 2:4-5; Juan 3:16)
Además, Dios nos ayuda a amarle. «Ágape expresa el profundo y constante amor e interés de un ser perfecto hacia objetos totalmente indignos, produciendo y promoviendo en ellos un amor reverente hacia el Dador, y un amor práctico hacia aquellos que participan del mismo y un deseo de ayudar a otros a que busquen al Dador». (A.E. Vine: Diccionario Expositivo). En otras palabras, Dios nos ama profundamente pese a nuestros sentimientos y también nos ayuda a amarle, a amar a otros cristianos y a amar a la gente del mundo para traerlos a El. El amar a Dios de esta manera significa vivir para agradarle poniéndole a El y sus deseos primero en nuestra vida. El amar a Dios verdaderamente con todo nuestro ser es el mayor de todos los mandamientos (Mateo 22:36-40; Deuteronomio 6:4-7).
c) ¿Cómo deberíamos demostrar nuestro amor a Dios?
1. Deberíamos estar agradecidos por quién es Dios. Dios el Padre es un Dios de amor, perdón, misericordia, fidelidad y justicia, etcétera.
2. Podemos dar gracias y gozarnos por todo lo que Dios ha hecho por nosotros. Ha hecho grandes cosas por nosotros que no necesitaba hacer, en especial al mandar a su Hijo Jesús y revelarse a nosotros. Ha hecho una manera para que nosotros viniéramos a ser parte de su Reino y de convertirnos de hecho en sus hijos (1 Juan 3:1).
3. Deberíamos desear conocer a Dios mejor, en especial mientras leemos y meditamos su Palabra y tenemos comunión con El en oración.
4. Podemos vivir una vida que agrade a Dios. Esta se muestra realmente cuando:
– Hacemos importante para nosotros lo que es importante para El (por ejemplo, crecer espiritualmente p ser como Jesús, demostrar amor el uno al otro y ayudar a llevar a cabo la comisión de Jesús, de hacer discípulos para El, de todas las naciones).
-Vivimos un estilo de vida que agrade a Dios antes que a nosotros o al mundo (1 Juan 2:15-17).
-Voluntariamente tomamos las cargas de Dios por el mundo, en especial en oración (Mateo 6:9-10).
-Voluntariamente hacemos sacrificios por Dios e incluso estamos dispuestos a entregarlo todo si nos pide (Marcos 12:41-44).
5. Deberíamos ser obedientes a la Palabra de Dios y sus mandamientos (Juan 14:15; Mateo 7:21-23; 1 Juan 5:2-3).
6. Podemos decirle a Dios que le amamos cuando oramos, hablamos, alabamos y cantamos.
7. Deberíamos amar a nuestros hermanos e incluso a nuestros enemigos. El amor ágape está resuelto a buscar lo mejor de los demás. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. (1 Juan 3:14)
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón.
¿ Cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en
verdad. (1 Juan 3:17-18)
Amad a vuestros enemigos, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. (Mateo 5:44)
(Véase también Juan 13:34-35; Romanos 12:9-10; Gálatas 5:14; 1 Pedro 4:8)
d) El amor es importante
El amor es la cualidad más importante del Reino de Dios. El saberlo todo, mover montañas, dar todo lo que tenemos a los pobres, e incluso morir por nuestra fe no significa nada si no tenemos amor (1 Corintios 13:1-3). El conocimiento y los dones del Espíritu son importantes, pero al final todo será revelado y estas cosas no serán tan importantes. Entonces, si basamos toda nuestra vida y ministerio en estas cosas, acabaremos sin nada porque estas cosas perecerán y serán perdidas. Serán como los juguetes de los niños que son divertidos y necesarios cuando somos niños, pero inútiles cuando somos adultos. Necesitamos crecer en cosas más importantes, productivas y fructíferas, tales como la fe, la esperanza y el amor (con mayor importancia el amor). El amor es la gran arma del cristianismo, no la sanidad ni la profecía. El amor nunca deja de ser, pero todo lo demás perecerá. Puede que los dones del Espíritu sean el medio de expresar el amor de Dios, pero con mucha frecuencia nos fijamos en el don y olvidamos por qué fue dado. Los dones están allí para señalar a la gente hacia Jesús, y demostrarle el amor de Dios (1 Corintios 13:8-13). Los pasajes en la Biblia acerca de los dones del Espíritu Santo siempre están equilibrados con pasajes acerca del amor. Van mano a mano, porque el poder sin amor es peligroso. El poder sólo debería ser una manera de capacitar y expresar el amor. El amor es lo que cuenta. El amor para Dios y los demás debería ser la fuerza motivadora detrás de todo nuestro obrar para Dios.
e) El amor mantiene al cuerpo de Cristo unido
El amor de Dios es el cemento que mantiene unida a la iglesia, la cual es el cuerpo de Cristo. Necesitamos trabajar en esto por actos de consideración, ánimo y desinterés. No sólo necesitamos ir con cuidado con nuestras acciones sino también con nuestras reacciones a lo que otros hagan o digan. Este es el amor puesto a prueba. Recuerda que Dios es paciente con tus fallos y quiere que tengamos paciencia con los fallos de los demás. Puede que veas tus fallos insignificantes comparados con otros, ¡pero puede que ellos y Dios no lo vean de esa forma! (Mateo 7:1-5).
¿Dónde estaríamos sin un Dios perdonador? (Hebreos 9:27-28). Un espíritu perdonador es lo que debes tener en el corazón aun antes que la persona que te haya agraviado haya pedido disculpas. Nadie es perfecto excepto Jesús. Todos fallamos, en especial en el área de las relaciones. Busca lo bueno en la gente y no mires sus fallos: ten paciencia con aquellos que tienen debilidades (1 Timoteo 1:15-17). Cuando la comunión se rompe entre creyentes, tú eres responsable de actuar, incluso cuando la otra persona esté totalmente equivocada. Dios quiere que aquella gente sea restaurada a un lugar correcto con El, por lo tanto perdónales y gánales de nuevo (Efesios 4:32). «Soportándoos unos a otros» y «teniendo un espíritu perdonador» son conceptos sinónimos, es decir, iguales (Colosenses 3:13), pero no son reacciones automáticas que siguen a nuestra conversión en discípulos de Jesús. Estas acciones envuelven un acto deliberado de la voluntad. Necesitamos hacer una elección deliberada de mantener la unidad a pesar de lo que nos cueste a nosotros en el cuerpo de Cristo (la iglesia).
f) Los que aman al Señor tienen muchas bendiciones
Incluidas:
– Dios es fiel, guardando su pacto de amor a mil generaciones (Deuteronomio 7:9; Éxodo 20:6). El amor de Dios les seguirá (Salmo 23:6).
– Dios les guarda (Salmo 145:20).
– Dios les ama (Proverbios 8:17).
– En todas las cosas Dios obra para su bien cuando son llamados y están conformes a su propósito para sus vidas (Romanos 8:28).
-«Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman». (1 Corintios 2:9).
– Dios vive en ellos (1 Juan 4:16).
g) Cinco maneras en que recibimos el amor de Dios
1. Directamente de Dios, es decir, dejamos que Dios abra su amor en nuestra vida (1 Tesalonicenses 3:12; 2 Pedro 1:3).
2. Por conocer a Dios cada vez en mayor medida. Hacemos esto al pasar tiempo con El; orar, escuchar, buscar y adorar etcétera. (Juan 17:26; 1 Juan 4:8).
3. Por entender los mandamientos de Dios y luego obedecerlos (Juan 14:21). El poner a Dios en primer lugar, a otros en segundo, y a nosotros mismos por último, crea una armazón para que Dios obre su amor en nuestra vida.
4. Por entregar nuestra vida al Espíritu Santo para que pueda producir su fruto de amor en nosotros (Romanos 5:5; Gálatas 5:22).
5. Por hacer una elección consciente, de vestirse con amor y desechar todas las cosas que Dios no quiere. El amor está disponible para nosotros, podemos vestirnos con él o rechazarlo, obrar hacia él o ignorarlo (Colosenses 3:12-14; 2 Pedro 1:5-9). Persigue el amor junto a aquellos que claman al Señor con un corazón puro (2 Timoteo 2:22).
h) El amor es la meta
El apóstol Pablo tenía el amor como meta para su ministerio. En 1 Timoteo 1:3-7 Pablo nos muestra que necesitamos tres cosas para obrar el amor de Dios en nuestra vida. La razón de esto es que si estas tres cosas no están de acuerdo con lo que Dios quiere, lo que hacen es esbozar el amor de Dios y por consiguiente no podemos recibir el amor de de la manera que El pretende para nosotros, y la manera que necesitamos. Estas tres cosas son:
1. Un corazón puro: nuestro corazón necesita estar limpio y puro antes que Dios nos pueda dar de sí mí Para estar limpios necesitamos valernos de la obra de Jesús cuando derramó su sangre en la cruz. Esta sangre derramada nos capacita para recibir el perdón de Dios y su limpieza, si sencillamente confesamos nuestro pecado. También necesitamos perdonar a los demás, porque Dios quiere que nosotros a quien se nos perdonado mucho no tengamos rencor o deudas contra los demás. La pureza también habla de constan Necesitamos ser los mismos y reaccionar de la misma manera, no importa con quién estemos o cuál sea situación (1 Pedro 1:22; 2 Timoteo 2:22; Mateo 5:8).
2 Una buena conciencia: necesitamos estar en paz con nuestra conciencia, porque si está turbada, he cruzado una frontera incorporada en nosotros y hemos entrado en una situación de pecado. Nuestra conciencia es el timbre de alarma de Dios y cuando está perturbada nos sentimos incómodos con nosotros mismos y Dios. Necesitamos tener una conciencia limpia y esto nos habilita para entrar con audacia una vez más en presencia de Dios y libremente recibir el amor de Dios en nuestra vida (1 Timoteo 1:19; Hechos 24:16). Cuan pedimos a Dios que nos perdone por el pecado que ha hecho estallar nuestra conciencia, entonces la sangre Cristo limpiará nuestra conciencia y la hará limpia de nuevo (Hebreos 9:14).
3. Una fe sincera: hemos de vivir por fe. «Sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11:6). Tendríamos q tener la fe por la cual mantenernos firmes y la fe para ir más allá de nuestros límites. Para hacer esto no podemos sencillamente confiar en nuestros propios recursos humanos. Necesitamos entrar en Dios y salir fuera de nosotros. Esto significa dar el control a Dios. ¡Es como darle a Dios no sólo el volante sino todo el coche! El, entonces, está libre para ir donde quiera y nosotros sólo le acompañamos. Así Dios puede obrar en nuestra vida el amor que es tan importante (Gálatas 5:6).
Preguntas y puntos de reflexión
1. ¿Aprecia Dios señales de nuestro amor por El? (Marcos 14:3-9).
2. Lee Lucas 10:25-37. ¿Qué deberíamos hacer para heredar la vida eterna?
¿Quién es nuestro prójimo?
¿Cómo deberíamos tratar a nuestro prójimo?
3. Lee 1 Juan 4:7-21. ¿De dónde viene el amor?
¿Cómo es el amor consumado en nosotros?
¿Podemos confiar en el amor que Dios tiene por nosotros?
¿Por qué es el amor consumado en nosotros?
¿Hay miedo en el amor y por qué?
¿Podemos amar a Dios y odiar a nuestro hermano?
4. Piensa de qué maneras podrías mejorar tus relaciones en la iglesia y en el mundo.
5. Dios sacrificó a su Hijo por nosotros. ¿Qué podemos darle y entregarle de buena gana?
6. ¿Por qué sigue el amor de Dios a los que son sus discípulos? (Salmo 23:6).
7. ¿Por qué debería ser el amor nuestra meta fundamental?