a) Escritura clave

Mateo 28:18-20
Hechos 1:8
Marcos 16:15-18
Juan 20:21
Romanos 10:14-152
Corintios 5:20
Filipenses 2:2

b) ¿Qué es la gran comisión?

Jesús dijo:

Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del inundo. (Mateo 28:18-20)

c) La importancia de testificar

Dios siempre ha querido que su pueblo en la tierra sea bendecido (Génesis 22:16-18; Salmos 67:1-7; 1 Timoteo 2:3-4; Apocalipsis 7:9-11). Cuando el hombre se rebeló contra Dios, ya Dios había planeado enviar a su Hijo Jesús para ser el último testigo a la humanidad (Juan 3:16; Juan 20:21). Después que Jesús terminó su trabajo, Dios envió su Espíritu Santo en poder para que todos los que sigan a Jesús sean equipados para ser sus testigos, incluso hasta los confines de la tierra (Hechos 1:8). Dios ha establecido la iglesia con el propósito principal de mostrar la luz de Dios a las gentes del mundo que están atrapados en la oscuridad (2 Corintios 4:3-4).

d) ¿Qué deberíamos hacer?

Jesucristo ha comisionado a todos los que le siguen como verdaderos discípulos, a predicar el evangelio y hacer discípulos entre todas las gentes (es decir, naciones) del mundo (Marcos 16:15; Mateo 28:18-19). Nosotros hemos sido enviados como embajadores de Cristo (2 Corintios 5:20). Dios ha prometido que seremos sus testigos en el poder del Espíritu Santo (Hechos 1:8) Recuerda, nuestra comisión es la de hacer discípulos, no convertidos. ¡Un discípulo es una persona que cambia su vida, mientras que un convertido sólo cambia de opinión!

e) ¿Dónde empezamos?

Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén (el área local), en toda Judea (el país en el que vives), en Samaria (países vecinos), y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:8)

La gran comisión nos envía a todo el mundo, pero ese mundo empieza en la situación de nuestra casa. Entonces:

– Deberíamos ser testigos para nuestros parientes, amigos y vecinos.

– Deberíamos testificar en nuestro lugar de trabajo (escuela, colegio, etcétera), y en nuestras actividades sociales (por ejemplo, fútbol, tenis, club de madres, etcétera).

– Si Dios nos llama a otro pueblo, ciudad o país para compartir las buenas nuevas de Jesús en ese lugar, necesitamos ser obedientes a su llamado.

f) ¿Cuáles son algunos pasos prácticos para llevar a cabo la gran comisión?

1. Oración

Por ejemplo, orando por oportunidades para que el evangelio sea predicado (Colosenses 4:3); por protección para los que trabajan para el Señor testificando (Romanos 15:30-31); por audacia y poder en hablar la Palabra de Dios (Hechos 4:29-31); por que más obreros sean enviados al campo de cosecha (Mateo 9:38).

2. Dar

Podamos dar de nuestras finanzas (2 Corintios 8:1-4), pero principalmente, podemos ofrecernos a nosotros mismos y a nuestros amados para que Dios nos use como quiera.

3. Ir

Jesús no nos comisionó a quedarnos y esperar a que el mundo viniera a nosotros, sino a ir por todo el mundo para alcanzar a los no alcanzados con el mensaje del amor de Dios en Cristo.

g) El verdadero discipulado lleva consigo llevar a cabo la gran comisión

– Dios ha dicho a todo discípulo de ir y contar al mundo de su amor y lo que El ha hecho por la humanidad por medio de Jesús (Marcos 16:15; Juan 3:16).

– Habrá responsabilidad para los que ignoren la gran comisión (Ezequiel 33:8-9; Proverbios 24:11-12).

– Dios ve el alma de un hombre más importante y valiosa que todas las riquezas del mundo (Mateo 16:26).

– La gente de este mundo está en un estado desesperado y Jesús es su única esperanza. El es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6). El es la respuesta que necesitan.

– Nadie en el mundo tiene excusa. Todo el mundo que no responda al evangelio será perdido eternamente (Romanos 1:18-20; Juan 3:18; Mateo 25:31-46).

– Más de la mitad de la población nunca ha oído el evangelio. Como verdaderos discípulos de Jesús, debemos comprometernos de todo corazón al deseo de Dios de ver alcanzado a todo el mundo (Juan 3:16-17).

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿ Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

Romanos 10:14-15)

Dios quiere ver su Reino establecido en la tierra como en el cielo (Mateo 6:10). Esto se puede ver, vez tras vez, en el ministerio de Jesús (por ejemplo, Mateo 4:17,23; Mateo 6:33; Mateo 9:35; Hechos 1:3). En efecto, esta fue la razón por la cual vino Jesús a la tierra (Colosenses 1:12-14). El Reino de Dios no es una cuestión de comer, beber o hablar, sino de justicia, paz, gozo y poder en el Espíritu Santo (Romanos 14:17; 1 Corintios 4:20). Jesús también dijo:

El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí: porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros. (Lucas 17:20-21)

Entonces, vayamos donde vayamos, como discípulos de Jesús, el reino de Dios va también. La justicia, paz, y poder de Dios deberían ser evidentes en nuestra vida, para cuando proclamemos el evangelio de Jesucristo vaya mano a mano con el testimonio y experiencia de nuestra vida. Otras personas necesitan ver que funciona en nosotros. Necesitan ver el reino de Dios en nuestra vida tal como la gente lo veía en la vida de Jesús.

h) ¿Cuándo será establecido por completo el reino de Dios?

Jesús dijo:

Y será predicado este evangelio del reino en todo el inundo, para testimonio de todas las naciones; y entonces vendrá el fin. (Mateo 24:14)

Al final, Jesús va a volver con poder y en gran gloria y reunirá a todos los que ha escogido para estar con El en la eternidad (Mateo 24:30-31; 1 Tesalonicenses 4:16; Apocalipsis 17:4). Dios entonces va a establecer un nuevo cielo y una nueva tierra, el hogar de justicia (2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1-27; Apocalipsis 22:1-5), poblado por todos los que tienen sus nombres escritos en el libro de vida del Cordero (Apocalipsis 20:15; Apocalipsis 21:27; Lucas 10:20). Como discípulos de Jesús, necesitamos estar listos y preparados para aquel día (Mateo 24:37-44; 2 Pedro 3:10-14).

i) ¿Necesitamos hoy tener urgencia para el reino de Dios?

Dios tiene un corazón de amor para el mundo. Reveló la extensión de su amor enviando a su hijo Jesús al mundo para morir por la humanidad (Juan 3:16; 1 Timoteo 2:3-6; Isaías 53:10-12). Dios valora muy alto las almas de los hombres (Marcos 8:38) y no quiere que nadie se pierda (1 Pedro 5:8; Juan 10:27-30). Sin embargo, aquellos que no aceptar el evangelio de Jesucristo no verán la vida, porque la ira de Dios permanecerá sobre ellos (Juan 3:36). Toda la gente se enfrentará al juicio divino (Hebreos 9:27) y toda la gente cosechará lo que siembre (Gálatas 6:7). Si alguien rechaza a Jesús como su Señor y Salvador, entonces en la tierra permanecerá en la oscuridad y tendrá falta de paz, esperanza, gozo, perdón y realización; por la eternidad sufrirá castigo y estará separado de Dios.

Como discípulos de Jesús, necesitamos el mismo corazón de compasión para los perdidos que tiene Dios. Entendemos el destino de los que morirán sin Cristo. Entonces, el mandamiento de la gran comisión es algo que tenemos que tomar muy en serio. La gran comisión debería ser central en la vida de todo cristiano.

j) Testificar en el poder del Espíritu Santo

El "punto de venta" del Espíritu Santo es el testimonio de nuestra vida. Esto es lo más importante en lo que a los hombres y mujeres se refiere. La mayoría de la gente ha sido desanimada por la pompa y, en cuanto a ellos, la irrealidad de la religión organizada. Tristemente, muchas veces afirman haber sido desanimados por la vida que han conocido de los que se declaran cristianos. Este es el gran desafío de nuestros días: ¿se puede ver la fe cristiana creíble en la vida de hombres y mujeres ordinarios? En un mundo que vive bajo el temor y está amenazado por la enfermedad y la violencia, ¿creer en Jesús hace alguna diferencia?

En la historia reciente de la raza humana jamás ha habido un momento más urgente para que el poder del Espíritu Santo sea demostrado en términos reales de la vida. Como cristianos no deberíamos ser monstruos, pero sí diferenciarnos en cuanto a bondad, cuidado, amor, valores éticos y vida. Jesús no era un monstruo religioso. Era un hombre real. Su diferencia hizo que los hombres y mujeres le siguieran: a la vez, su diferencia repelía a aquellos que odiaban la bondad y el amor de Dios. Al final les forzó a escoger. Algunos le siguieron, otros le crucificaron, pero ni siquiera los que le crucificaron pudieron negar el testimonio de su vida. Todo creyente es llamado a ser un testigo vivo de la vida y poder de Jesús en el día en que vive. Mucha gente jamás entrará en una iglesia ni abrirá una Biblia, pero ven el reflejo de la Palabra en nuestra vida cada día que nos encontramos con ellos.

El propósito primordial de la venida del Espíritu de Dios sobre los discípulos fue de equiparles para testificar. El Consolador no viene para permitir que los hombres estén cómodos, sino para hacerles testigos para Jesús (Hechos 1:8). Esta es una palabra no sólo para los "peces gordos" del evangelismo con su estructura y organización. Es la promesa a todo creyente que abra su vida a la operación del Espíritu Santo en plenitud. Hemos sido llamados a ser testigos del Reino de Dios. El secreto del testimonio personal no está en la intensidad, ni, muchas veces en la irrealidad de salir resueltamente armados con un manojo de tratados, preparados para perseguir y cazar a toda alma confiada; sino que, el verdadero poder del testimonio personal se siente donde la realidad del amor y poder de Jesús, a través de alguien, plantea la clase de preguntas en otros que exigen una respuesta. Los cristianos, en su mayor parte, han perdido el arte de ser "sobrenaturalmente naturales" en sus relaciones diarias y su trato cotidiano con otra gente.

Como testigos de Jesús, nuestra vida ha de ser diferente y no contradecir lo que decimos que Dios es capaz de hacer. Pero más que esto, necesitamos recibir el poder del Espíritu Santo en nosotros. El pudor de la clase inedia no sustituye el poder del Espíritu Santo. También necesitamos perder nuestra reserva acerca de testificar a Jesús públicamente, aunque nos tachen de extremistas o locos.

k) Ahora nos toca a nosotros

Es verdad decir que Dios nunca ha estado sin testimonio a lo largo de toda la historia, ¡pero ahora nos toca a nosotros! (Esther 4:14; 1 Pedro 2:9). Debemos recordar que si fallamos en nuestro testimonio entonces es posible que nuestra generación quede sin testimonio. El testimonio pasado es bueno, pero necesitamos continuar esto hoy. Si nuestra vida no testifica a Jesús en el poder del Espíritu Santo, entonces quizás aquellas personas que están cerca de nosotros cada día no reciban ningún otro testimonio directo de la bondad de Dios. Somos responsables de ser la voz de Cristo en nuestra generación. No vale mirar hacia otros. Hemos nacido para esto: atestiguar el poder de Cristo en nuestra vida.

I) El Espíritu que nos ayuda

El testimonio personal no depende, en primer lugar, de nuestra pericia sino de nuestra amplitud. El testimonio personal no es predicar, ni tampoco dar testimonio público; es vivir nuestra vida abierta a Dios en una base diaria, y permitir que la realidad del amor de Dios fluya desde nuestro interior a la vida de otras personas con las que tenemos que vivir cada día. Jesús dijo que el poder del Espíritu Santo es como "agua viva" que fluye desde lo más profundo del ser de toda persona que cree en El (Juan 7:37-39). Necesitamos estar disponibles a todo lo que Dios quiera hacer a través de nosotros por su Espíritu, y estar dispuestos a considerar toda nuestra vida el área en la cual Dios puede hacer su obra.

m) Siete áreas fundamentales en que podemos estar seguros de la ayuda del Espíritu Santo

1. Experiencia

Nuestro testimonio crece de nuestra experiencia con Cristo. No existe ninguna verdad real y vital aparte de la verdad experimentada, porque la verdad no es efectiva en nosotros a menos que la experimentemos. Entonces se hace real y poderosa en nuestra vida. Esto es que lo que quería decir Jesús cuando dijo que conoceríamos la verdad y la verdad nos haría libres (Juan 8:32). Este es el corazón del discipulado.

Un discípulo es uno que sigue la verdad, no como una mera filosofía o ideología, sino como una realidad que cambia la vida. Un discípulo tiene una relación personal de fe y compromiso con El que se describió como el "camino, la verdad y la vida" (Juan 14:6). Esta es la diferencia entre una persona que puede repetir la historia de Jesús y la persona que dice: "Yo sé". (2 Timoteo 1:12).

El Espíritu Santo nos trae la experiencia de Dios. El hace real en nuestra vida el perdón y la libertad que vienen de la obra de Cristo para nosotros. El liberta el poder de Dios, por el cual somos capaces de vivir y actuar en la realidad del reino de Dios, en nuestra vida. Este es el porqué el proceso de conversión y compromiso es tan importante. Entonces llegamos a estar verdaderamente conscientes de que hemos sido apartados de un viejo modo de vivir y hemos entrado en la realidad de una nueva vida en Cristo.

Para muchos que nunca entran en una iglesia o nunca leen una Biblia, nuestra vida será el primer y más importante testimonio del poder de Dios que es posible jamás conozcan. Como dijo alguien: "Nuestras vidas probablemente sean las primeras Biblias que mucha gente lea". El material para el testimonio personal es edificado por el Espíritu Santo en la misma fibra de nuestra propia experiencia de vida en Cristo.

2. Certeza

El Espíritu Santo es El mismo, ante todo, un testigo del mismo Jesús. Es el Espíritu Santo quien nos señala hacia Jesús y nos revela el significado de la vida, muerte y resurrección de Jesús (Juan 16:13-14). Pero también es un testigo dentro de nosotros. Esto es el fundamento de nuestra certeza y confianza como creyentes (Romanos 8:16).

Habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efesios 1:13-14)

La palabra "arras" aquí también significa "anillo de compromiso" del griego original. Por tanto, el Espíritu Santo es dado como anillo de compromiso entre dos personas que se aman: Dios y nosotros. Aquí se encuentra el secreto del testimonio personal eficaz. No es algo hipertensivo y lleno de ansiedad, sino que es algo que atestigua esta relación de confianza y seguridad que existe entre el Padre celestial y su niño recién nacido.

3. Denuedo

Y ahora, Señor mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra. (Hechos 4:29)

Los primeros cristianos hablaron y actuaron con un denuedo que no provenía de sí mismos, sino que era el resultado de la obra del Espíritu Santo en su corazón. Jesús había prometido a sus discípulos que no tendrían que tener miedo cuando se les dijera que rindiesen cuentas de sí mismos por El, porque les sería dado en aquel mismo momento qué decir. El libro de los Hechos demuestra claramente que el Espíritu Santo da las palabras y el poder a los que testifican fielmente acerca de lo que Jesús significa para ellos.

4. Entendimiento

Algunas personas tienen miedo de compartir su fe y experiencia de la obra de Dios en sus vidas porque les falta confianza. Este temor surge de la ignorancia, es decir, no sienten que saben lo suficiente como para contestar preguntas o dificultades que puedan resultar de su testimonio. Hay tres pasos sencillos que puedes tomar para vencer este miedo.

Primero, empieza donde te encuentras. Un testimonio es un testimonio de lo que has llegado a conocer de Dios en tu propia vida. La gente no quiere un tratado teológico ¡y de todas formas es probable que Satanás intente paralizarte con temor, acerca de preguntas que no te harían nunca! Tú sabes algo que nadie más en el mundo sabe: lo que Dios ha hecho por ti en Cristo y por el poder del Espíritu Santo.

Segundo, resuélvete a seguir hacia adelante desde donde estás. El mismo Espíritu Santo es tu maestro. Estarás asombrado de cuánto puedes crecer en tu entendimiento si tomas el tiempo y el esfuerzo con las Escrituras (1 Corintios 2:12-13).

Tercero, consigue ayuda donde puedas para desarrollar tu entendimiento. Hoy día, existen a nuestra disposición un gran número de ayudas para nuestro entendimiento espiritual, por ejemplo, libros, concordancias, etcétera.

Necesitamos estar dispuestos a dar nuestro tiempo y nuestra mente al Señor, y dejar a un lado algunas de las trivialidades con que muchos de nosotros llenamos nuestra vida.

5. Capacidad

Los dones del Espíritu Santo en ninguna parte son más relevantes en nuestra vida que en el área de testimonio. El Espíritu Santo no sólo nos da el poder para hablar, sino que por medio de sus dones de sabiduría y discernimiento nos demuestra cuándo y cómo hablar en toda situación dada. Todos vivimos bajo la sombra de la gran comisión de ir y hacer discípulos a todas las naciones, pero no estamos solos en esta tarea. Jesús prometió a sus primeros discípulos que El estaría siempre con ellos y El está siempre con nosotros, dándonos poder y guía por el Espíritu que El ha enviado, para capacitarnos cada día en nuestro testimonio para El.

6. Oportunidad

El Espíritu Santo lleva a hombres y mujeres en áreas de testimonio efectivo. El siempre está tomando la iniciativa, abriendo las puertas correctas donde El ha preparado el terreno para la acogida del evangelio (por ejemplo, Hechos 8:26-39). La vida toma una dimensión totalmente nueva cuando estamos preparados a seguir, cada día, la guía del Espíritu en toda ocasión. El Espíritu Santo preparará el corazón y vida de las personas con las que nos tenemos que ver, para que puedan recibir el testimonio que les damos del poder de Jesús.

Toda nuestra vida es una oportunidad y si nos abrimos a las posibilidades del Espíritu Santo, nos sorprenderá cuántas oportunidades nos serán dadas para compartir lo que significa para nosotros nuestra fe en Jesús. Esto no quiere decir que siempre tengamos que estar esforzándonos por irrumpir en la vida de la gente, quiere decir que necesitamos seguir al Señor cuando El abre la puerta por su Espíritu.

Testificar significa muchas cosas. En alguna ocasión significará hacer una declaración clara de lo que creemos y por qué lo creemos; en otras ocasiones, significará que somos la salida de Dios en cualquier situación, demostrando su amor y poder por medio de nuestras actitudes e interés por los demás. En todo caso, no es un testimonio de nosotros mismos, sino del poder amoroso del Señor Jesucristo (2 Corintios 4:5).

7. Amor

Es el amor de Cristo lo que nos obliga a ser testigos suyos. No somos llevados por temor, culpabilidad o condenación. Todos estos han sido quitados por el poder perdonador del amor de Dios. Porque hemos llegado a conocer la realidad del amor de Dios en nuestro corazón y vida, queremos que tanta gente como sea posible comparta este mismo regalo (2 Corintios 5:14). La gente siente una realidad así. No es algo que surge de nuestra naturaleza humana sino que esta es, otra vez, un producto de la obra del Espíritu Santo en nuestro corazón (Romanos 5:5). Es el poder de este amor obrando en nosotros lo que transforma nuestro testimonio en algo más que en palabras (1 Juan 3:16,18).

n) Preguntas y puntos de meditación

1. ¿Estás llevando a cabo la gran comisión?

2. ¿Debería ser la gran comisión el principio central de la vida de todo discípulo de Jesús, así como el principio central de toda iglesia?

3. ¿Debería ser la tarea de Pablo la nuestra? (Hechos 20:24) ¿Deberíamos tener la misma actitud que Pablo? (Filipenses 3:12-14). Cuál fue la actitud de Jesús? (Lucas 4:43; Juan 9:4).

4. ¿Cómo deberíamos vivir como discípulos de Jesús? (Lucas 9:62; Efesios 5:15-16).

5. ¿Has empezado a testificar a tus amigos, vecinos y parientes; a aquellas personas que conoces en el trabajo o la escuela; a otros que conoces en tus actividades sociales? Si no es así, ¿deberíamos empezar?

6. ¿Por qué no ha vuelto Jesús antes de ahora? (2 Pedro 3:9,15).

7. ¿Señala tu vida a la gente hacia Jesús o lejos de él?

8. ¿Has dado oportunidad en tu vida para ser testigo de Jesús y así empezar a llevar a cabo la gran comisión?

o) Resumen y aplicación

1. Todo discípulo de Jesús ha sido comisionado a ir y hacer discípulos para Jesús.

2. Dios ama tanto a la humanidad que envió a su único hijo Jesús a morir por nosotros. Si la humanidad no acepta la provisión de Dios, será perdida eternamente. Nosotros, como discípulos de Jesús, necesitamos alcanzar a los demás en el poder del Espíritu Santo para impedir que esto suceda.

3. Jesús volverá y vendrá el fin cuando el evangelio del reino de Dios sea predicado a toda nación (Mateo 24:14).

4. Nuestra vida debería ser un testimonio en sí, de Jesús.

5. La principal razón de la venida del Espíritu Santo es la de proveer a los discípulos de Jesús para testificar.

6. ¡Si nosotros no alcanzamos a nuestra generación, no lo hará nadie más!

7. La verdad de Dios experimentada es lo que cambiará nuestra vida y lo que parecerá real a otros cuando miren nuestra vida.

8. Como discípulos de Jesús que conocemos el amor y el poder de Dios, deberíamos querer que toda la gente en la tierra disfrute de lo mismo.

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