OREMOS POR NUESTROS GOBERNANTES:
Una persona me mandó una palabra recibida de Dios diciendo que si todos oran por un determinado gobernante de un país importante Dios iba a hacer que el cambie sus opiniones contrarias a la palabra de Dios y las aliñe con su voluntad. Esto les parece imposible a muchos. Pero la palabra de Dios dice:
(Proverbios 21:1)
Como los repartimientos de las aguas,
Así está el corazón del rey en la mano de Jehová;
A todo lo que quiere lo inclina.
(Proverbios 21:1)
El corazón del rey es como un arroyo dirigido por el SEÑOR, quien lo guía por donde él quiere.
Nabucodonosor era un rey muy malo y soberbio y parecía “imposible de cambiar, pero a raíz de algunas circunstancias que Dios permitió en su vida dijo del Dios verdadero:
(Daniel 3:29)
…no hay dios que pueda librar como éste.
Pero el siguió ensoberbecido y Dios permitió que el perdiera la razón por diete años y le dijo esto:
(Daniel 4:32)
y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.
Pasados los siete años dijo esto:
(Daniel 4:34)
Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.
(Daniel 4:35)
Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?
(Daniel 4:36)
En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, (por Dios) y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida (por Dios).
(Daniel 4:37)
Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.
Conclusión: oremos por nuestros gobernantes y esperemos resultados de parte de Dios.
Es su voluntad que hagamos eso:
(1 Timoteo 2:1-4)
En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos.
Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad.
Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.