Tu eres un pescador de almas.
Un evangelista dijo: "dejemos que la cruz sea levantada de nuevo en el centro de la plaza, al igual que en el campanario de la iglesia”.
"El Señor Jesucristo no fue crucificado en una catedral entre cirios sino en una cruz que estaba en medio de dos ladrones, en el monte de la ciudad, en el cruce de los caminos; en un sitio tan cosmopolita, que su título tuvo que ser escrito en Hebreo, Latín y Griego",
"En la clase de lugar donde los cínicos hablan suciamente, donde los ladrones maldicen, donde los soldados se reúnen a apostar, en un sitio así, fue crucificado el Hijo de Dios".
"Puesto que allí murió Cristo y que por todo esto fue que El entregó su vida, es allá donde los cristianos debemos compartir Su mensaje de amor, porque en esto consiste el verdadero cristianismo".
Desde mi temprana conversión, sentía la necesidad de ser un pescador de almas. Con una imprenta de juguete, imprimía y distribuía recortes de papel de manera de tratados.
Nunca me imaginé que unos pocos años más tarde, estaríamos publicando tratados en más de 100 idiomas, para ayudar a ganar almas por todo el mundo.
En el libro de los Hechos existen solamente dos métodos de evangelismo: evangelismo a las masas y evangelismo personal.
En un corto lapso de tiempo después de la muerte de los apóstoles, la controversia teológica llegó a predominar y el esfuerzo por ganar las almas se perdió, dando lugar a la apostasía. Es así, que a mediados del siglo cuarto se inicia el oscurantismo religioso.
No es sino hasta el siglo dieciocho que John Wesley inicia nuevamente el evangelio a las masas. El evangelismo personal practicado en la iglesia primitiva, apenas empieza a ser redescubierto.
La generación actual evangeliza en la iglesia, en los salones de clase, en las bancas de las congregaciones; pero, no en el mundo. Nosotros invitamos a la gente a la escuela dominical o al club y los llevamos a la iglesia esperando que allí, de pronto, se decidan por Cristo. Este método es efectivo, para los pocos que van a la iglesia; pero, el 90% de los pecadores nunca entrarán allí, es imposible ganarlos en esta forma.
Esta es la falla del cristianismo actual.
Debemos enseñar a los cristianos a pescar almas; en las fábricas, en los parques, en las calles, en los hogares.
El ministerio del cristianismo no es testificar en la iglesia o en la escuela dominical, sino en el mundo. Allá donde están los pecadores.
La iglesia nació y se esparció en una llamarada de evangelismo personal.
Esta fue una operación continua de casa a casa y de cara a cara.
Debemos reavivar esa pasión por ganar almas que debe tener cada cristiano.
Debemos ir hacia las calles concurridas, hacia los mercados de la humanidad, ¡allá donde están los pecadores! Y con la guía del Espíritu Santo para aprovechar y estar atentos a los encuentros que Dios prepara para nosotros para salvar a las personas mientras caminamos por esta vida cumpliendo nuestras obligaciones y trabajos.
Debemos actuar en las escuelas, fábricas y mercados, en parques y calles, donde la humanidad sufre más y donde únicamente puede sanar el amor de Cristo.
El lema de la vida del cristiano es sencillo.
El único camino… ¡Jesucristo!
La su labor más importante… ¡Ser pescadores de almas! e ¡Ir siempre con “la caña de pescar en la mano”!
No existe ninguna realización tan plena como ser parte de la labor más importante para Dios. Llevar las Buenas Nuevas del Evangelio a cada criatura, pescar almas, donde están los pecadores.