Cuando uno se pone en las manos de Dios para servirle suceden milagros increíbles.
Yo desde chico tenía un pánico escénico increíble, en el colegio me sentaba en el último asiento, y oraba con pánico (todos los días) para no tener que pasar al frente por ninguna razón. Y menos para hablar.
Hoy, si me llaman ahora por teléfono y me dicen que en 10 minutos debo predicar en un gran estadio o en el Grand Ole Opry, ni siquiera me pongo nervioso, oraría al Señor para que me dé el mensaje (lo recibiría en 5 minutos) e iría con todo el poder de Dios a predicar y Dios haría milagros de todo tipo. Lo sé. Tengo la plena seguridad que Cristo vive en mí que tengo palabra de Dios y que El Espíritu Santo me guiará. Y que Cristo me respaldará.
(Josué 1:9)
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
(Marcos 16:20)
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.
(Mateo 28:20)
…he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.