La salvación –un don gratuito –recibido por la fe

Ya hemos visto que Cristo ha hecho todo lo necesario para la redención de los pecadores. La salvación de Dios él la ofrece como un don gratuito (Romanos 6:23). La responsabilidad del pecador es aceptar lo que se ha hecho. Dios no quiso poblar el cielo con hombres que estuviesen allí contra su voluntad. En tal caso no sería cielo. Ellos se sentirían tan miserables como pecadores empedernidos en un culto de oración.

El método que escogió Dios para que él hombre recibiese la vida eterna es simplemente por la fe. (Romanos 5:1). No es por obras buenas, ni por carácter, ni por ser miembro de alguna iglesia, ni por ningún esfuerzo humano, sino sencilla y únicamente por creer en el Señor Jesucristo (Efesios 2:8,9). Todo el mundo puede salvarse de esta manera, y nadie puede salvarse de otra manera alguna (Juan 14:6; Hebreos 11:6).

Ahora hay un proceso general que se desarrolla en la salvación de un alma, y vale familiarizarse con los pasos que generalmente se toman.

Primero tiene que estar la Palabra de Dios (II Timoteo 3:15). Nadie puede convertirse aparte de la Biblia. Quizá la conversión se realice cuando las Escrituras se predican desde el púlpito, las citan un familiar o amigo, o se leen en un folleto o libro. De todos modos hay que conocer el Evangelio, y éste se conoce solamente según se revela en la Biblia. No sólo debe oírse el Evangelio sino que debe ser recibido como la misma Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13). Al par que se leen las Escrituras, Dios da la fe para recibirlas. Así “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10: 17).

Cuando una persona lee la Biblia, descubre varias declaraciones que no le agradan. Primero descubre que es pecador (Isaías 64:6). Esto no le agrada. Luego aprende que no puede salvarse a sí mismo (Romanos 9:16). Esto hiere su orgullo. Por fin se le dice que solamente el Señor Jesús puede salvarle (Isaías 45:21, 22). Pero él no quiere hincarse delante del Hijo de Dios (Juan 5:40). Así que, si dependiera de él solo, el hombre jamás aceptaría el Evangelio.

El espíritu santo emplea la palabra de dios para convencer al pecador

Pero aquí pasa algo extraordinario. El Espíritu Santo de Dios emplea la Palabra de Dios de una manera, para nosotros misteriosa, que produce convicción en el corazón del pecador (Juan 16:7-11). Convence al hombre de la verdad de las Escrituras, de su condición perdida y sin esperanza, y del peligro de morir sin Cristo. Esto se llama generalmente convicción de pecado. En algunos casos la acompaña una profunda angustia de alma; en otros no hay nada más que un simple convencimiento que uno es perdido y necesita ser salvo.

Así el pecador es llevado a desesperar de sí mismo (Lucas 15:17-21). Pierde toda esperanza de salvarse por sus propios esfuerzos. No ve en sí mismo esperanza alguna (Lucas 18:13), y entonces se asocia con Dios contra sí mismo, y confiesa que de veras es pecador, y que por ello merece el castigo eterno (Salmo 51:1-5).

Juan Bunyan lo sabía demasiado bien por experiencia personal. Da comienzo a su clásico inmortal, El Progreso del Peregrino, subrayando el hecho que la convicción del pecado viene de la lectura de la Palabra de Dios. Dice, “Soñé, y he aquí un hombre vestido de andrajos que se paraba en cierto lugar… con un libro en la mano y una pesada carga sobre la espalda. Miré y vi. que abrió el libro, y no pudiendo contenerse más, prorrumpió en lamentos, diciendo, ‘¿Qué haré?’. Luego Bunyan describe el efecto que tuvo la convicción del peregrino, no solo sobre él sino sobre otros. Nos cuenta que cuanto más leía el hombre, más pesada sentía la carga, hasta que por fin encontró a un hombre llamado Evangelista, a quien descubrió sus temores. “Señor.” le dijo a Evangelista, “percibo por medio del libro que tengo en la mano que estoy condenado a muerte, y que después he de ser juzgado, y yo, ni quiero morir, ni estoy dispuesto para el juicio”.

El Espíritu Santo emplea la palabra de dios para hablar de Cristo

Empero el Espíritu Santo nunca deja al alma en tal condición. En seguida le muestra que el Señor Jesucristo es el Salvador que necesita (Juan 1:29), y le invita a recibir al Hijo de Dios como Señor y Salvador por la fe (Apocalipsis 22:17).

¿Qué quiere decir fe salvadora? La fe salvadora no es más que confianza en el Señor Jesús. Es, como quien dice, “confianza cariñosa.” Cuando un hombre que se ahoga echa mano de un palo, pone toda su esperanza en ese palo. Cuando un hombre se sienta en una silla, descansa en la obra acabada del carpintero. Cuando uno sube al avión, deposita en él todo su peso. Antes podría haber creído en el valor y poder del avión, pero no confía en él de veras hasta que sube a bordo para el vuelo.

En El Progreso del Peregrino, Cristiano llegó al fin a un lugar donde se le podrían quitar los pecados. Era el Calvario. Bunyan lo describe así: “Después en mi sueño vi. a Cristiano ir por un camino resguardado a uno y otro lado por dos murallas llamadas Salvación. Marchaba, sí con mucha dificultad, a causa de la carga que llevaba en sus espaldas; pero marchaba apresurado y sin detenerse, hasta que lo vi llegar a una montaña, en cuya cima había una cruz, y un poco más abajo un sepulcro. Al llegar a la cruz, instantáneamente la carga se soltó de sus hombros, y rodando fue a caer en el sepulcro, y yo no la vi más.”

Bunyan nos dice que el peregrino, libre para siempre del peso de su pecado, siguió su camino con gozo. Y mientras iba, cantaba:

Vine cargado con la culpa mía

De lejos, sin alivio a mi dolor;

Mas en este lugar, ¡Oh qué alegría!

Mi solaz V mi dicha comenzó.

Aquí cayó mi carga, y su atadura

En este sitio rota yo sentí.

¡Bendita cruz! ¡Bendita sepultura!

¡Y más bendito Quien murió por mí!

La salvación –un hecho divino

Cuando por primera vez una persona confiesa que es pecador y cree en el Señor Jesucristo, se salva; nace de nuevo, se convierte (Romanos 10:9). A veces se verifica la obra maravillosa sin indicación externa. Es posible que no se sienta diferente, porque la salvación no es solamente cosa de sentir. Es un hecho divino. La palabra infalible de Dios dice que todos los que confían en el Salvador reciben vida eterna; que nunca vendrán a condenación, sino que ya pasaron de muerte a vida (Juan 5:24). Toda la cuestión de recibir el creyente la vida eterna y poder estar seguro de ella se trata más extensamente en la próxima lección.

Se debe dar énfasis al hecho que no es la cantidad de fe de uno lo que vale. Algunos tienen mucha fe; otros sólo una chispa. No es la fe que uno tenga lo que salva, sino el Objeto de la fe, es decir, el Señor Jesús. Cuando Dios ve una persona con nada más que una chispita de fe en su Hijo, le da la vida eterna.

Nosotros somos los pecadores – Cristo es el salvador

Otro hecho debe repetirse con énfasis. No hay absolutamente nada que pueda hacer el pecador para merecer la salvación (Efesios 2:8, 9). Es natural al hombre pensar que de alguna manera puede hacer algo, o ser algo, para agradar a Dios. Pero cuando una persona se allega a Cristo para la salvación, no trae consigo sino el pecado y la culpa. Se ha dicho con verdad:

Nosotros cometemos todos los pecados; Cristo provee toda la salvación.” Si el pecador insiste en presentarse delante de Dios sobre la base de sus propios méritos, recibirá lo que merece (Apocalipsis 20:12).

La actitud que en verdad conviene al pecador contrito y arrepentido que viene a Cristo para la salvación se expresa hermosamente en las palabras de un himno bien conocido. Miles han puesto su confianza en el Redentor con estas’ palabras en el corazón y sobre los labios.

Tal corno soy de pecador,

Sin más confianza que tu amor,

Tú me llamaste, acudí;

Cordero de Dios, heme aquí.

 

Tal corno soy, con mi maldad,

Miseria, pena y ceguedad,

Pues hay remedio pleno en ti:

Cordero de Dios, heme aquí.

 

Tal como soy me acogerás:

Perdón y alivio me darás;

Pues tu promesa ya creí,

Cordero de Dios, heme aquí.

 

Tal corno soy, tu compasión

Quitado ha toda oposición;

Ya pertenezco todo a ti:

Cordero de Dios, heme aquí.

Lección 7

En el espacio subrayado a la derecha escriba ‘Verdad” o “Falso” después de las siguientes declaraciones:

1. Dios salvará a todo el mundo, sea que quieran ser salvos o no.

_____F________

2. Dios emplea la Biblia para crear fe en el Señor Jesús.

_____V________

3. La fe verdadera implica entregarse a sí mismo.

_____V________

4. Lo que de veras importa en la salvación es la cantidad de nuestra fe.

_____F________

5. El objeto de la fe salvadora es el Señor Jesucristo.

______V_______

En el espacio subrayado a la derecha escriba la letra de la contestación correcta.

6. La vida eterna es nuestra

a. sobre la base de ser miembros de una iglesia

b. por el bautismo

c. cuando la aceptamos de Dios como una dádiva

d. si la merecemos por hacer buenas obras

_________C__________

7. La fe salvadora es

a. confianza en uno mismo

b. simplemente confiar en el Señor Jesús

c. aceptar ciertos datos como verdaderos

d. estar listo a creer cualquier cosa

_________B__________

8. El Espíritu de Dios emplea la Biblia para

a. confirmar nuestras propias ideas de cómo salvamos

b. convencernos del pecado

c. poner el cristianismo en un nivel igual al de otras religiones mundiales

d. hacer todo lo anterior

_________B__________

9. Cuando somos salvos, tenemos la seguridad permanente de ello

a. por la Palabra de Dios

b. por el cambio en nuestros sentimientos

c. por la persona que nos trajo a Cristo

d. por la iglesia

_________A__________

10. Cuando decidimos acudir a Cristo para la salvación, podemos llevarle

a. nada más que el pecado y la culpa

b. solamente promesas de llevar una vida mejor

c. dinero para sostener la obra de Dios

d. todo lo anterior

_________A__________

W.MacDonald

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