ACERCA DE LOS MINISTROS DE DIOS.
(Malaquías 2:5) Paráfrasis.
»El propósito de mi pacto con los Pastores es darles vida y paz y eso fue lo que les di.
De ellos se requiere que me reverencien y me sirvan con integridad, y lo hicieron en gran manera y temieron mi nombre. (Mis buenos y verdaderos Pastores).
(Malaquías 2:6)
Comunicaron al pueblo la verdad de las instrucciones que recibieron de mí. No mintieron ni enseñaron cosas falsas fuera de mi palabra; anduvieron conmigo y llevaron vidas buenas y justas e hicieron volver a muchas personas de sus vidas pecaminosas.
(Malaquías 2:7)
Las palabras que salen de la boca de un ministro mío (dice Dios) deben trasmitir el conocimiento de Dios y la sabiduría de mi Espíritu Santo y la gente debe acudir a ellos para recibir instrucción en el conocimiento de mi voluntad y de mi palabra, porque el Pastor él es el mensajero del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
(2 Timoteo 2:24)
Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido;
(2 Timoteo 2:25)
que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad,
(2 Timoteo 2:26)
y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.
(Hebreos 13:17) Esto es para el pueblo.
Obedezcan a sus líderes espirituales y hagan lo que ellos dicen. Su tarea es cuidar el alma de ustedes y tienen que rendir cuentas a Dios. Denles motivos para que la hagan con alegría y no con dolor. Esto último ciertamente no los beneficiará a ustedes.
(1 Timoteo 3:2)
Por esta razón un Pastor (o un ministro de Dios) debe ser un hombre que lleve una vida intachable. Debe serle fiel a su esposa. (Debe y puede ser casado) Debe tener control propio, vivir sabiamente y tener una buena reputación. Con agrado debe recibir visitas y huéspedes en su casa y también debe tener la capacidad de enseñar.
(1 Timoteo 3:3)
No debe emborracharse ni ser violento. Debe ser amable, no debe buscar pleitos ni amar el dinero.
(1 Timoteo 3:4)
Debe dirigir bien a su propia familia, y que sus hijos lo respeten y lo obedezcan.
(1 Timoteo 3:5)
Pues, si un hombre no puede dirigir a los de su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?
(1 Timoteo 3:6)
Un Pastor no debe ser un nuevo creyente porque podría volverse orgulloso, y el diablo lo haría caer. (Eso es muy típico que suceda).
(1 Timoteo 3:7)
Además, la gente que no es de la iglesia debe hablar bien de él, para que no sea deshonrado y caiga en la trampa del diablo.
(Hechos 20:28)
Entonces cuídense a sí mismos y cuiden al pueblo de Dios. Alimenten y pastoreen al rebaño de Dios —su iglesia, comprada con su propia sangre, (la de Jesús) sobre quien el Espíritu Santo los ha designado Pastores.
(1 Pedro 5:1-5) S. Pedro dijo:
Y ahora, una palabra para ustedes los Pastores en las iglesias. También soy un Pastor y testigo de los sufrimientos de Cristo. Y yo también voy a participar de su gloria cuando él sea revelado a todo el mundo. Como Pastor igual que ustedes, (No era el primer Papa sino una columna de la Iglesia junto con Jacobo y Juan y un pastor como todos) Gálatas 2:9; Juan 1:42, les ruego: cuiden del rebaño que Dios les ha encomendado. Háganlo con gusto, no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino porque están deseosos de servir a Dios.
No abusen de la autoridad que tienen sobre los que están a su cargo, sino guíenlos con su buen ejemplo.
Así, cuando venga el Gran Pastor, recibirán una corona de gloria y honor eternos.
Del mismo modo, ustedes hombres…tienen que aceptar la autoridad de los Pastores. Y todos sírvanse unos a otros con humildad, porque «Dios se opone a los orgullosos pero muestra su favor a los humildes».