LAS BUENAS NUEVAS  – LECCION 7 – El camino de la salvación

LAS BUENAS NUEVAS – LECCION 7 – El camino de la salvación

La salvación –un don gratuito –recibido por la fe

Ya hemos visto que Cristo ha hecho todo lo necesario para la redención de los pecadores. La salvación de Dios él la ofrece como un don gratuito (Romanos 6:23). La responsabilidad del pecador es aceptar lo que se ha hecho. Dios no quiso poblar el cielo con hombres que estuviesen allí contra su voluntad. En tal caso no sería cielo. Ellos se sentirían tan miserables como pecadores empedernidos en un culto de oración.

El método que escogió Dios para que él hombre recibiese la vida eterna es simplemente por la fe. (Romanos 5:1). No es por obras buenas, ni por carácter, ni por ser miembro de alguna iglesia, ni por ningún esfuerzo humano, sino sencilla y únicamente por creer en el Señor Jesucristo (Efesios 2:8,9). Todo el mundo puede salvarse de esta manera, y nadie puede salvarse de otra manera alguna (Juan 14:6; Hebreos 11:6).

Ahora hay un proceso general que se desarrolla en la salvación de un alma, y vale familiarizarse con los pasos que generalmente se toman.

Primero tiene que estar la Palabra de Dios (II Timoteo 3:15). Nadie puede convertirse aparte de la Biblia. Quizá la conversión se realice cuando las Escrituras se predican desde el púlpito, las citan un familiar o amigo, o se leen en un folleto o libro. De todos modos hay que conocer el Evangelio, y éste se conoce solamente según se revela en la Biblia. No sólo debe oírse el Evangelio sino que debe ser recibido como la misma Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13). Al par que se leen las Escrituras, Dios da la fe para recibirlas. Así “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10: 17).

Cuando una persona lee la Biblia, descubre varias declaraciones que no le agradan. Primero descubre que es pecador (Isaías 64:6). Esto no le agrada. Luego aprende que no puede salvarse a sí mismo (Romanos 9:16). Esto hiere su orgullo. Por fin se le dice que solamente el Señor Jesús puede salvarle (Isaías 45:21, 22). Pero él no quiere hincarse delante del Hijo de Dios (Juan 5:40). Así que, si dependiera de él solo, el hombre jamás aceptaría el Evangelio.

El espíritu santo emplea la palabra de dios para convencer al pecador

Pero aquí pasa algo extraordinario. El Espíritu Santo de Dios emplea la Palabra de Dios de una manera, para nosotros misteriosa, que produce convicción en el corazón del pecador (Juan 16:7-11). Convence al hombre de la verdad de las Escrituras, de su condición perdida y sin esperanza, y del peligro de morir sin Cristo. Esto se llama generalmente convicción de pecado. En algunos casos la acompaña una profunda angustia de alma; en otros no hay nada más que un simple convencimiento que uno es perdido y necesita ser salvo.

Así el pecador es llevado a desesperar de sí mismo (Lucas 15:17-21). Pierde toda esperanza de salvarse por sus propios esfuerzos. No ve en sí mismo esperanza alguna (Lucas 18:13), y entonces se asocia con Dios contra sí mismo, y confiesa que de veras es pecador, y que por ello merece el castigo eterno (Salmo 51:1-5).

Juan Bunyan lo sabía demasiado bien por experiencia personal. Da comienzo a su clásico inmortal, El Progreso del Peregrino, subrayando el hecho que la convicción del pecado viene de la lectura de la Palabra de Dios. Dice, “Soñé, y he aquí un hombre vestido de andrajos que se paraba en cierto lugar… con un libro en la mano y una pesada carga sobre la espalda. Miré y vi. que abrió el libro, y no pudiendo contenerse más, prorrumpió en lamentos, diciendo, ‘¿Qué haré?’. Luego Bunyan describe el efecto que tuvo la convicción del peregrino, no solo sobre él sino sobre otros. Nos cuenta que cuanto más leía el hombre, más pesada sentía la carga, hasta que por fin encontró a un hombre llamado Evangelista, a quien descubrió sus temores. “Señor.” le dijo a Evangelista, “percibo por medio del libro que tengo en la mano que estoy condenado a muerte, y que después he de ser juzgado, y yo, ni quiero morir, ni estoy dispuesto para el juicio”.

El Espíritu Santo emplea la palabra de dios para hablar de Cristo

Empero el Espíritu Santo nunca deja al alma en tal condición. En seguida le muestra que el Señor Jesucristo es el Salvador que necesita (Juan 1:29), y le invita a recibir al Hijo de Dios como Señor y Salvador por la fe (Apocalipsis 22:17).

¿Qué quiere decir fe salvadora? La fe salvadora no es más que confianza en el Señor Jesús. Es, como quien dice, “confianza cariñosa.” Cuando un hombre que se ahoga echa mano de un palo, pone toda su esperanza en ese palo. Cuando un hombre se sienta en una silla, descansa en la obra acabada del carpintero. Cuando uno sube al avión, deposita en él todo su peso. Antes podría haber creído en el valor y poder del avión, pero no confía en él de veras hasta que sube a bordo para el vuelo.

En El Progreso del Peregrino, Cristiano llegó al fin a un lugar donde se le podrían quitar los pecados. Era el Calvario. Bunyan lo describe así: “Después en mi sueño vi. a Cristiano ir por un camino resguardado a uno y otro lado por dos murallas llamadas Salvación. Marchaba, sí con mucha dificultad, a causa de la carga que llevaba en sus espaldas; pero marchaba apresurado y sin detenerse, hasta que lo vi llegar a una montaña, en cuya cima había una cruz, y un poco más abajo un sepulcro. Al llegar a la cruz, instantáneamente la carga se soltó de sus hombros, y rodando fue a caer en el sepulcro, y yo no la vi más.”

Bunyan nos dice que el peregrino, libre para siempre del peso de su pecado, siguió su camino con gozo. Y mientras iba, cantaba:

Vine cargado con la culpa mía

De lejos, sin alivio a mi dolor;

Mas en este lugar, ¡Oh qué alegría!

Mi solaz V mi dicha comenzó.

Aquí cayó mi carga, y su atadura

En este sitio rota yo sentí.

¡Bendita cruz! ¡Bendita sepultura!

¡Y más bendito Quien murió por mí!

La salvación –un hecho divino

Cuando por primera vez una persona confiesa que es pecador y cree en el Señor Jesucristo, se salva; nace de nuevo, se convierte (Romanos 10:9). A veces se verifica la obra maravillosa sin indicación externa. Es posible que no se sienta diferente, porque la salvación no es solamente cosa de sentir. Es un hecho divino. La palabra infalible de Dios dice que todos los que confían en el Salvador reciben vida eterna; que nunca vendrán a condenación, sino que ya pasaron de muerte a vida (Juan 5:24). Toda la cuestión de recibir el creyente la vida eterna y poder estar seguro de ella se trata más extensamente en la próxima lección.

Se debe dar énfasis al hecho que no es la cantidad de fe de uno lo que vale. Algunos tienen mucha fe; otros sólo una chispa. No es la fe que uno tenga lo que salva, sino el Objeto de la fe, es decir, el Señor Jesús. Cuando Dios ve una persona con nada más que una chispita de fe en su Hijo, le da la vida eterna.

Nosotros somos los pecadores – Cristo es el salvador

Otro hecho debe repetirse con énfasis. No hay absolutamente nada que pueda hacer el pecador para merecer la salvación (Efesios 2:8, 9). Es natural al hombre pensar que de alguna manera puede hacer algo, o ser algo, para agradar a Dios. Pero cuando una persona se allega a Cristo para la salvación, no trae consigo sino el pecado y la culpa. Se ha dicho con verdad:

Nosotros cometemos todos los pecados; Cristo provee toda la salvación.” Si el pecador insiste en presentarse delante de Dios sobre la base de sus propios méritos, recibirá lo que merece (Apocalipsis 20:12).

La actitud que en verdad conviene al pecador contrito y arrepentido que viene a Cristo para la salvación se expresa hermosamente en las palabras de un himno bien conocido. Miles han puesto su confianza en el Redentor con estas’ palabras en el corazón y sobre los labios.

Tal corno soy de pecador,

Sin más confianza que tu amor,

Tú me llamaste, acudí;

Cordero de Dios, heme aquí.

 

Tal corno soy, con mi maldad,

Miseria, pena y ceguedad,

Pues hay remedio pleno en ti:

Cordero de Dios, heme aquí.

 

Tal como soy me acogerás:

Perdón y alivio me darás;

Pues tu promesa ya creí,

Cordero de Dios, heme aquí.

 

Tal corno soy, tu compasión

Quitado ha toda oposición;

Ya pertenezco todo a ti:

Cordero de Dios, heme aquí.

Lección 7

En el espacio subrayado a la derecha escriba ‘Verdad” o “Falso” después de las siguientes declaraciones:

1. Dios salvará a todo el mundo, sea que quieran ser salvos o no.

_____F________

2. Dios emplea la Biblia para crear fe en el Señor Jesús.

_____V________

3. La fe verdadera implica entregarse a sí mismo.

_____V________

4. Lo que de veras importa en la salvación es la cantidad de nuestra fe.

_____F________

5. El objeto de la fe salvadora es el Señor Jesucristo.

______V_______

En el espacio subrayado a la derecha escriba la letra de la contestación correcta.

6. La vida eterna es nuestra

a. sobre la base de ser miembros de una iglesia

b. por el bautismo

c. cuando la aceptamos de Dios como una dádiva

d. si la merecemos por hacer buenas obras

_________C__________

7. La fe salvadora es

a. confianza en uno mismo

b. simplemente confiar en el Señor Jesús

c. aceptar ciertos datos como verdaderos

d. estar listo a creer cualquier cosa

_________B__________

8. El Espíritu de Dios emplea la Biblia para

a. confirmar nuestras propias ideas de cómo salvamos

b. convencernos del pecado

c. poner el cristianismo en un nivel igual al de otras religiones mundiales

d. hacer todo lo anterior

_________B__________

9. Cuando somos salvos, tenemos la seguridad permanente de ello

a. por la Palabra de Dios

b. por el cambio en nuestros sentimientos

c. por la persona que nos trajo a Cristo

d. por la iglesia

_________A__________

10. Cuando decidimos acudir a Cristo para la salvación, podemos llevarle

a. nada más que el pecado y la culpa

b. solamente promesas de llevar una vida mejor

c. dinero para sostener la obra de Dios

d. todo lo anterior

_________A__________

W.MacDonald

LAS BUENAS NUEVAS  – LECCION 7 – El camino de la salvación

LAS BUENAS NUEVAS – LECCION 8 – La roca abajo

LECCION 8 -La roca abajo-

Una anciana cristiana evangélica se moría. Durante muchos años había confiado en el Señor Jesús para la salvación y había descansado en él todas sus esperanzas. El era la Roca de su salvación (Salmo 62:2,6). Ahora, en sus últimos momentos, los amigos se congregaban alrededor de su cama.

“Se está hundiendo rápidamente,” dijo uno.

La anciana lo oyó y replicó susurrando, “¡No me puedo hundir a través de una Roca!”

La cuestión que afrontamos ahora es si la salvación es para siempre, o si una persona puede ser salvo y luego volver a perderse.

Hay quienes sostienen que cuando una persona es salva en verdad, queda salva para siempre.

Otros opinan que ésta es una doctrina muy peligrosa, que lleva a los cristianos a vivir en el pecado. Dicen que la salvación depende de la vida que uno lleva y que pecar es perder la vida eterna.

Si una persona entiende en verdad el evangelio de la gracia de Dios, pronto ve que la primera opinión es la correcta. El que ha sido salvado en verdad queda salvo para siempre.

Las siguientes son unas cuantas de las afirmaciones de las Escrituras que enseñan la seguridad eterna del creyente.

 

Grandes verdades

1. La salvación no depende de lo que hacemos para Dios sino de lo que él ha hecho por nosotros. Depende de la obra acabada del Señor Jesús sobre la cruz, Aquella fue una obra perfecta y completa (Hebreos 10:12). No se puede agregarle nada ni mejorarla (Hebreos 10:18). Dudar de la seguridad eterna es deshonrar la suficiencia de la obra propiciatoria del Señor.

El creyente es aceptado en Cristo, no en sí mismo. Así que es una aceptación perfecta y completa (Hebreos 10:14), tan eterna como lo es Cristo mismo.

La verdad de la aceptación se ilustra en el mundo de la naturaleza. A menudo un pastor tiene una oveja cuyo cordero se ha muerto. Al mismo tiempo puede que tenga un cordero cuya madre también ha muerto. Esto le plantea un problema. ¿Cómo criar al cordero huérfano? La solución obvia sería darlo a la oveja que ha perdido su cría. Pero esto no resulta. La oveja no aceptará al cordero, ni le dará de mamar porque sabe que no es suyo. Entonces el pastor toma la piel del cordero muerto y envuelve en ella al cordero vivo. Luego lo empuja suavemente hacia donde está la oveja. Ella se inclina, lo olfatea y en seguida lo acepta. ¿Por qué? ¿No es el mismo cordero que antes rechazó? Sí, pero ahora le viene vestido en la piel de su propio cordero. Lo acepta, no por lo que es en sí, sino porque está EN SU CORDERO.

El paralelo está claro. Dios acepta al pecador que cree, no por lo que es, sino porque viene vestido de todos los méritos y virtudes del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

2. Dios nos conocía perfectamente antes de salvamos. Sabía todos los pecados que íbamos a cometer. Sin embargo nos salvó. Cuando murió el Señor Jesús, murió por todos nuestros pecados – pasados, presentes y futuros. En verdad, cuando él murió todos nuestros pecados estaban en el futuro y murió por ellos. Por tanto, se ha pagado una vez la pena de todos aquellos pecados. Dios no demanda un doble pago – primero a manos de Cristo, y luego a manos del creyente. Esto sería injusto, y Dios no puede obrar injustamente

3. Como antes hemos visto, la salvación es una dádiva. Dios no da algo un día para reclamarlo el día siguiente. “Irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11:29).

4. Se habla de la salvación como de un nacimiento (Juan 3:3). Cuando uno se salva, nace de arriba. Entonces es hecho hijo de Dios (Juan 1:12). Un nacimiento es definitivo e in; cambiable. Una vez ocurrido nunca se puede deshacer. Un hijo puede traer dolor o vergüenza a su padre, pero todavía es hijo.

Así es con el nuevo nacimiento. Un cristiano evangélico puede pecar y traer dolor al corazón de Dios, pero todavía Dios es su Padre, Esto se dice claramente en 1 Juan 2:1:

“Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre.” Todavía es nuestro Padre, aunque peguemos.

El pecado rompe la comunión con Dios, pero no el parentesco.

5. El creyente no es más capaz de guardarse salvo por sí mismo que lo que era de salvarse en primer lugar. Cuando procuraron hacerla los gálatas, Pablo les preguntó: “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Gálatas 3:3).

6. Demasiado pagó Dios por su pueblo como para que este dispuesto a perderlo. Nos salvó cuando éramos enemigos suyos. ¿Ahora nos va a abandonar cuando somos sus hijos? “Si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5: 10).

7. Dios promete vida eterna al creyente, ¿Hasta cuándo dura lo eterno? Es para siempre. “Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás” (Juan 10:28). Vea también Juan 3:16; Juan 3:36; Juan 6:47. Jamás faltará a su promesa.

8. Se dice que el Espíritu Santo de Dios mora en el creyente para siempre. “Os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16). Vea también 1 Juan 2:2.7.

9. Se dice también que el creyente es sellado por el Espíritu Santo para el día de la redención (Efesios 4::30). Y el Espíritu Santo es “las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida” (Efesios 1:13, 14). Esto da garantía al ministerio de Dios para can sus hijos hasta que al fin se llegue al cielo.

De todo lo anterior, resulta evidente que el cristiano es guardado por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro 1:.5).

El verdadero significado de la gracia

Decir que esta es una doctrina peligrosa es demostrar una gran falta de comprensión del significado de la gracia. También crea la idea fantástica que cuando se salva una persona, inmediatamente siente un gran deseo de cometer fornicación, homicidio y otros pecados viles, y que a menos que le restrinja el temor del castigo, efectivamente hará tales cosas. ¿Cuál será la verdad? Es ésta:

a. En vez de animar a los hombres a pecar, la doctrina de la seguridad eterna presenta la razón más fuerte por la: que los hombres no deben pecar. El saber que Dios ha provisto una completa, libre y eterna salvación hace que el creyente quiera servirle para siempre.

El amor es una fuerza mayor que el temor del castigo: Los hombres hacen, por sentimientos de amor, lo que jamás harían por temor. El amor ata el corazón más que cualquier otra cosa. “No es necesario que los hombres sean mantenidos constantemente en temor de la condenación para que vivan rectamente. El amor es el principio más noble y fuerte de la obediencia; un sentido del amor de Dios para con nosotros aumentará nuestro deseo de complacerle”.

Así que el cristiano evangélico no lleva una vida santa para conservar su salvación, sino por amor al que le salvó, Para el es una ofensa mayor el pecar contra la gracia que contra la ley.

b. En segundo lugar, cuando uno se salva recibe una nueva naturaleza (2 Pedro 1:4). En vez de sentir un impulso fuerte hacia el pecado, el cristiano tiene un odio del pecado tal cual nunca antes experimentó.

Esta nueva naturaleza no sólo crea un horror del pecado, sino que hace que el creyente se sienta muy miserable cuando peca. El tener interrumpida la comunión con el Padre es una de las peores tragedias de la vida cristiana. Es experimentar vergüenza por abandonarse a lo que causó la muerte de nuestro Salvador. Es experimentar la corrección de un amante Padre celestial. Es experimentar la pérdida del galardón ante el tribunal de Cristo (1 Corintios 3:15). Hasta que no confiese su pecado el cristiano descaminado, y lo abandone, no es restaurado a la plena comunión de su Señor.

Por supuesto, es posible que un hombre profese ser salvo y que luego salga a vivir en el pecado. No es que de vez en cuando cometa pecados, sino que practica el pecado como el hábito de su vida. En este caso no es cuestión de que una persona sea salva y luego perdida. Este hombre comprueba por su manera de vivir que jamás fue salvo en verdad. Es un mero profesante falso que nunca ha experimentado la gracia de Dios.

Pero para los que realmente han confiado en el Salvador vivo y amante, existe la promesa infalible de Dios que él los llevará con toda seguridad a su hogar en el cielo.

 

 

Lección 8

En el espacio subrayado a la derecha escriba “Verdad” o “Falso” después de las siguientes declaraciones:

1. Dios nos acepta por lo que es Cristo, no por lo que somos nosotros. Verdadero.

2. El don de Dios de la salvación está sujeto a revocación. Falso.

3. Ya que Dios nos salvó cuando éramos enemigos, ciertamente nos ha de guardar, una vez que lleguemos a ser hijos suyos. Verdadero.

4. El Espíritu Santo mora en todo creyente verdadero en Cristo. Verdadero.

5. La doctrina de fa seguridad eterna anima a la gente a pecar. Falso.

En el espacio subrayado a la derecha escriba la letra de la contestación correcta.

6. La salvación depende de

a. lo que hacemos por Dios

b. lo que ha hecho el Señor Jesús por nosotros

c. lo que hacemos por nosotros mismos

d. lo que hacemos por otros

________b___________

7. El Señor Jesús murió por

a. todos nuestros pecados

b. todos nuestros pecados con excepción de los que cometemos después de salvados

c. todos nuestros pecados con excepción de los que cometemos deliberadamente

d. todos nuestros pecados con excepción de los que deshonran su nombre

_________a__________

8. Cuando un creyente peca

a. se corta su relación con Dios

b. se impide su comunión con Dios

c. se pierde su esperanza del cielo

d. su única esperanza es salvarse de nuevo

________b___________

9. El creyente debe llevar una vida santa

a. para conservar su salvación

b. porque teme el castigo

c. por amor a su Salvador

d. porque ya no puede pecar

________c___________

10. El cristiano verdaderamente renacido es guardado

a. por sus propios esfuerzos

b. por el poder de Dios

c. entre tanto que siga creyendo

d. solamente si está lleno de Espíritu Santo

________b___________

W.McaDonald.

LAS BUENAS NUEVAS  – LECCION 7 – El camino de la salvación

LAS BUENAS NUEVAS – LECCION 9 – ¿Sentimientos o hechos?

LECCION 9 -¿Sentimientos o hechos?-

¿Cómo puede usted saber que es salvo?

No es raro que el que ha creído en el Señor Jesucristo tenga más tarde dudas en cuanto a si fue en verdad salvado. El pensaba tener alguna experiencia misteriosa y espectacular, pero en su caso no la hubo. Pensaba que ya no habría luchas con el’ pecado, pero al contrario encuentra que éstas parecen haber aumentado. Y así se desanima y se pregunta si es posible que él pueda saber con seguridad que es salvo.

¿Que dice la Biblia?

Trataremos de ilustrar, mediante una serie de preguntas, cómo puede saber el que ha clamado a Dios por la salvación que es en verdad salvo.

La Biblia ¿es la Palabra de Dios? II Timoteo 3:16, 17. ¿Cumple Dios su Palabra? Mateo 5:18.

¿Ha prometido Dios salvar a los que claman a él? Romanos 10:13

¿Salvará Dios al pecador que cree en Jesucristo? Tito 1:2; Hebreos 10:23.

 

¿Ha creído usted en Cristo?

¿Ha confesado usted a Dios alguna vez que es pecador, y le ha pedido que él le salve, a base de lo que hizo Cristo por usted como su Substituto?

Ahora pues, si usted puede sincera y honestamente contestar “Sí” a todas estas preguntas, preguntamos, “¿Es usted salvo?”

La única contestación razonable es: “Claro que soy salvo.”

Dios, que no puede mentir, promete salvarme si confío en su Hijo. He aceptado al Salvador, así que soy salvo. La Palabra de Dios lo dice” (1 Juan 5:13). “Por lo cual asimismo padezco esto, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (II Timoteo 1:12).

Nadie jamás ha venido a Dios como pecador, pidiendo salvación en nombre del Señor Jesús, y ha sido rechazado (Juan 6:37).

¿En qué confía usted?, ¿en la Biblia o en sus sentimientos?

Lo malo es que hay gente que mira más bien a sus sentimientos que a la Biblia. La Biblia dice, en efecto, “Todos los que creen en Cristo son salvos.” Pero ellos dicen, “No me siento salvo. Seguramente si fuera salvo en verdad, no me molestarían las dudas, los temores, tentaciones y afanes. Me sentía salvo ayer, pero no me siento salvo hoy.” Dudan de la Biblia y confían en sus propios sentimientos.

Cuando el ladrón en la cruz al lado del Salvador le oyó decir, “Hoy estarás conmigo en el paraíso,” ¿cómo supo que fue salvo? ¿Fue por sus sentimientos? No, sus sentimientos en ese momento eran poco alentadores. Supo que fue salvo porque se lo dijo el Señor Jesús. Es así que sabemos nosotros que somos salvos. Oímos que su voz nos lo dice, no en voz alta sino por medio de la Palabra escrita.

El no hace que el alma exclame,

“A Dios gracias, qué bien me siento;”

Más dirige el ojo a otra parte,

A la Palabra de Cristo mismo.

Es imposible que usted se sienta salvo mientras que no acepte la Palabra de Dios. Entonces sí sabe que es salvo.

Una ilustración de la Biblia

En los tiempos del Antiguo Testamento, cuando Dios se resolvió a redimir a la nación de Israel de su esclavitud en Egipto, envió a Moisés como embajador suyo. Porque Faraón rehusó obedecer a Moisés, Dios decidió dar un paso final. Juzgaría a Faraón y a todo Egipto de una manera tal que no se atrevería Faraón a burlarse más. En una noche señalada Dios mandaría un ángel a matar todo varón primogénito de Egipto. Fue provista, sin embargo, una manera de escapar. El ángel del juicio pasaría por alto cualquier casa que tomara las medidas sencillas de salvación que delineara Dios (Véase Éxodo 12).

1. Cada familia había de tomar un cordero, perfecto y sin mancha. Debían guardar el cordero dos semanas y luego matarlo, recogiendo su sangre en una palangana.

2. Después debían aplicar la sangre al marco de la puerta de cada casa.

3. La familia, incluso el primogénito que estaba bajo la condena, había de resguardarse dentro de la casa detrás de la puerta rociada de sangre.

4. Si esto se hiciera, quedaría en salvo el primogénito.

Jorge Cutting, en su librito Salvación, Certidumbre y Gozo, emplea este acontecimiento del Antiguo Testamento para ilustrar cómo podemos saber que somos salvos.

Dice: ¿Cómo sabían por cierto los primogénitos de los miles de Israel que estaban seguros la noche de la Pascua y del juicio de Egipto?

Vamos a visitar dos de sus casas para oír lo que tienen que decir. En la primera casa todos están tiritando de temor y de incertidumbre. Les preguntamos por qué. El primogénito nos informa que el ángel de la muerte pasa por la tierra, y que él no está bien seguro de cómo saldrá él de ese momento crítico.

“Cuando ya haya pasado nuestra casa el ángel destructor,” dice, “y se haya terminado la noche del juicio, entonces sabré que estoy seguro. Pero hasta entonces no veo cómo podré estar completamente seguro. Los de la casa al lado dicen que están seguros de la salvación pero nosotros creemos que eso es muy presuntuoso. Todo lo que puedo hacer es pasar la noche esperando lo mejor.”

“Pues bien,” preguntamos, “¿no ha provisto el Dios de Israel una manera de salvarse para su pueblo?”

“Sí, cómo no,” replica él, “y nos hemos valido de esa manera de escapar. La sangre del cordero de un año, sin mancha e inmaculado, la hemos rociado debidamente en el dintel y los dos postes con un hisopo. Pero todavía no estamos completamente seguros de quedar en salvo.”

Dejemos a éstos ahora para entrar en la casa al lado. ¡Qué contraste más impresionante! La paz se refleja en todo rostro. Allí están parados, ceñidos los lomos y vara en mano, alimentándose ¿el cordero asado.

Preguntamos, “¿Cómo pueden ustedes gozar de tanta paz en una noche tan solemne?”

“Ah,” responden, “esperamos la orden de marchar de parte de Jehová. Entonces nos despediremos de este odioso país de esclavitud

“¿Se olvidan ustedes que esta es la noche del juicio de Egipto?”

“No, señor; pero nuestro primogénito esta seguro. Ha sido rociada la sangre, conforme al deseo de nuestro Dios.”

“Ha sido lo mismo en la casa al lado,” replicamos, “pero todos ellos están tristes porque no están seguros de la salvación.”

“Ah,” responde con firmeza el primogénito, “pero tenemos aun más que la sangre rociada. Tenemos la Palabra infalible de Dios. Dios ha dicho, ‘Veré la sangre y pasaré de vosotros.” Dios queda satisfecho con la sangre por fuera, y nosotros quedamos satisfechos con su Palabra por dentro.”

¿No ve que la sangre rociada nos da seguridad? Y la Palabra hablada nos da certidumbre. ¿Pudiera algo hacernos más seguros que la sangre rociada, o más ciertos que su Palabra hablada? ¡Nada!

Ahora, pues, déjeme preguntarle algo. ¿Cuál de las dos cosas estaba más segura? ¿Dice usted que la segunda, donde todos estaban tan tranquilos? No tiene usted razón. Las dos estaban igualmente seguras. Su seguridad dependía de lo que pensaba Dios de la sangre por fuera, y no del estado de sus sentimientos por dentro.

Si usted quiere estar seguro de sus propias bendiciones, no escuche el testimonio inestable de las emociones interiores sino el testimonio infalible de la Palabra de Dios.

“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47).

Otra ilustración

También habla Jorge Cutting de cierto agricultor quien, no teniendo pasto suficiente para su ganado, pide a un terrateniente que le venda una propiedad. Durante algún tiempo no recibe contestación.

Un día llega un vecino y le dice, “Me siento bastante seguro de que usted va a conseguir ese campo. ¿No se acuerda que la Navidad pasada el dueño le envió un regalo, y que anteayer le saludó al pasar en su auto?” Y ante tales palabras se llena de esperanza la mente del agricultor.

Al día siguiente otro vecino le encuentra y en la conversación le dice, “Temo que no haya esperanza alguna de que usted consiga ese terreno. Lo ha solicitado el señor Jones, y usted sabe cómo lo quiere a él el dueño.” Y se disipan las esperanzas del pobre agricultor. Un día tiene esperanzas; al otro día se llena de dudas.

Poco después llega el cartero. El agricultor abre su carta con ansiedad porque viene del dueño mismo. Cómo cambia su semblante de preocupación a gozo, conforme lee y relee la carta.

“¡Ya está decidido!” exclama a la esposa. No quedan más dudas ni temores. Ya se acaban las expectativas y suposiciones. “El dueño dice que el campo es mío, yeso me basta. Su palabra lo decide.”

Muchas personas están en una condición semejante. Están agitados y perplejos a causa de las opiniones de los hombres, o por las cavilaciones y sentimientos de su propio corazón. No es sino cuando reciben la Palabra de Dios que la certeza reemplaza las dudas.

Dos pruebas adicionales del nuevo nacimiento

Pues aunque la seguridad de la salvación viene primero y principalmente por creer en lo que Dios ha dicho, no es la única prueba del nuevo nacimiento. Otras dos que podemos mencionar son las siguientes.

1. El testimonio del Espíritu Santo. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16). El Espíritu da testimonio por medio de las Escrituras. Cuando un creyente lee la promesa de Dios y la cree, el Espíritu Santo le llena de gozo y paz. Entonces en su vida de oración, su culto y su servicio, el cristiano llega a ser consciente de que obra en él el Espíritu de Dios.

2. El cambio de la vida y costumbres. Por ejemplo, el creyente sabe que ha pasado de muerte a vida porque ahora ama a los hermanos (I Juan 3:14). También cambia de actitud hacia el pecado. El creyente odia el pecado y se avergüenza si acaso cae en él.

Si no hay cambios en la vida o la conducta de una persona, se puede dudar que jamás haya sido salvada. Esto es lo que quiere decir Santiago cuando dice tan acertadamente: “La fe sin obras es muerta” (Santiago 2:20). Es inútil que el hombre diga que tiene fe, si aquella fe no resulta en buenas obras. La fe que salva es la fe que obra –que cambia la manera de vivir.

¡Dudar de Dios es pecar!

Para concluir, podemos decir enfáticamente a todos los que lo hayan obedecido el Evangelio: ¡No. duden de Dios! El dice que los que creen en Cristo son salvos. El no creer esto es hacer mentiroso a Dios (I Juan 5:10). No es humildad rechazar su Palabra; es pecado. No importa cuáles sean sus sentimientos. La Palabra de Dios es verdad y en ella debemos confiar. “Para siempre, oh Jehová, permanece tu Palabra en los cielos” (Salmo 119:89).

Jorge Cutting también da una ilustración personal de esta verdad, como sigue.

“Yo sí creo en él,” me dijo cierta joven, “pero cuando se me pregunta si soy salva, no me gusta decir que sí, por si acaso esté mintiendo.”

Esta joven era hija de un carnicero de un pueblo pequeño. Cada semana su padre iba a los corrales a comprar carne, y sucede que había ido el día de la conversación. Así que le dije, “Supóngase que cuando vuelva su papá a casa, usted le pregunta cuántos carneros compró hoy, y él le contesta, ‘Diez.’ Poco después llega un hombre a la carnicería y pregunta, ‘¿Cuántos carneros compró su papá hoy?’ y usted le contesta, ‘No me gusta decirlo, por si acaso miento.”

“Pero mire,” dijo la madre, que estaba cerca, “eso sería hacer mentiroso a su papá.”

¿No ve que esta joven, bien intencionada, en realidad hacía mentiroso a Cristo? Ella estaba diciendo: “Sí, creo el Hijo de Dios, y él dice que tengo vida eterna, pero no me gusta decir que la tengo, por si acaso diga mentira.

Lección 9

En el espacio subrayado a la derecha escriba “Verdad:’ o “Fal­so” después de las siguientes declaraciones:

1. Dios ha prometido salvar a todos los que le invocan.

______v_______

2. Cuando una persona duda que sea salvo, resulta claro que no lo es.

______f_______

3. Es verdadera humildad decir, “Nunca puedo estar seguro de que sea salvo”.

______f_______

4. El Espíritu de Dios nos da testimonio como creyentes mediante la Palabra de Dios.

______v_______

5. La Biblia dice que la fe sin obras es muerta.

_____v_______

En el espacio subrayado a la derecha escriba la letra de la contestación correcta.

6. Es común que una persona recién salvada

a. se desanime y dude de que sea salva en verdad

b. tenga alguna experiencia misteriosa, extática o espectacular sobre la cual fundar su seguridad de salvación

c. encuentre que el pecado fue completamente desarraigado de su naturaleza

d. no tenga más dudas en cuanto a su salvación

________a___________

7. La seguridad de la salvación se basa en

a. lo que dice Dios en la Biblia

b. aceptar a Cristo como Salvador personal

c. todas las dos cosas

d. ninguna de las dos

________c___________

8. Los sentimientos fluctúan mucho, y por lo tanto

a. son un buen termómetro de la experiencia cristiana

b. merecen más confianza que la Biblia como medio de saber si somos en verdad salvos

c. son completamente indignos de confianza como prueba de la conversión genuina

d. no tienen parte alguna en la conversión

_________c__________

9. Si no cambia la conducta de una persona después que profesa fe en Cristo

a. es salva pero no está consciente de su salvación

b. es salva pero no lo sabe ningún otro

c. está en peligro de perder la salvación

d. se puede dudar que sea salva

_________d__________

10. Cuando no creemos lo que ha dicho Dios, le hacemos mentiroso. Leemos esto en

a. Lucas 23:43

b. Juan 6:37

c. Hebreos 10:23

d. 1 Juan 5: 10

________d___________

LAS BUENAS NUEVAS  – LECCION 7 – El camino de la salvación

LAS BUENAS NUEVAS – Lección 10 – La vida cristiana

LECCIÓN 10 – La vida cristiana-

La posición y el estado del cristiano

Nos hemos referido antes a la posición del creyente delante de Dios, es decir lo que es en Cristo. Debemos también considerar su estado, es decir, lo que es en sí mismo.

Expliquémoslo de esta manera. La posición del cristiano es perfecta. Dios le ve en Cristo-santo y sin culpa (Efesios 1:4). Pero toda vía le acometen al cristiano tres enemigos –el mundo (1 Juan 2:15-16), la carne (Romanos 7:18) y el diablo (1 Pedro 5:8). A menudo, pues, su práctica es la de debilidad y fracaso (Mateo 26:41).

La posición del cristiano depende de la obra de Cristo, y por eso es perfecta. Sin embargo, su estado depende de su propio andar, y por eso a menudo está lejos de ser prefecto.

Dios puede mirar al hombre como absolutamente sin faltas, porque Cristo ha llevado la pena de sus pecados. El creyente no necesita preocuparse nunca de la condenación eterna por sus pecados porque el precio de todos éstos ya se ha pagado –de los pasados, de los presentes y los futuros (Hebreos 10:17; Salmos 103:12).

Condena judicial y disciplina paternal

Pero ¿quiere decir esto que Dios puede pasar por alto los pecados que se cometen después que uno es salvo? De ninguna manera. Dios jamás puede mostrarse indiferente para con el pecado. No obstante, hay diferencia entre castigar a un criminal y disciplinar a un niño. Ya hemos visto que el castigo de nuestros pecados lo llevó un Sustituto sin pecado, el Señor. De modo que al creyente no se le enviara al infierno por ellos.

¿Qué, pues, sucede cuando el creyente peca? Sencillamente esto. El pecado en la vida del creyente interrumpe la comunión con Dios. La atmósfera feliz del hogar desaparece. Dios tiene que tratar al desobediente como trata un padre a un hijo descarriado (Hebreos 12:5-9). Hay que disciplinar al hijo en amor hasta que confiese su pecado y lo abandone (1 Juan 1:9). Hay que corregir al reincidente y restaurar1e al Señor. En casos extremos, Dios hasta castiga al hijo con la muerte física (1 Corintios 5:5; 11:30; 1 Juan 5:16).

Hay diferencia entre la condena judicial y la disciplina paternal. El juez en el tribunal condena al infractor de la ley, demandando que pague la pena de su hecho. Pero el mismo juez, cuando vaya a casa y encuentre que su hijo ha sido desobediente, ¿le condena a prisión o a pagar una multa? ¡Claro que no! Solamente le castiga con el propósito de restaurarle al gozo de ocupar su lugar en la familia.

De la misma manera Dios juzgó los pecados del creyente en el Calvario. El creyente murió en la persona de Cristo. Pero ahora que es hijo de Dios, el Padre le castiga con amor cuando se desvía.

Dios dice al cristiano: “Crece en la gracia”

Debemos dar énfasis, pues, al hecho de que Dios quiere que nuestro estado se aproxime más y más a nuestra posición. Quiere que no pequemos (1 Juan 2:1). Efectivamente nos ha dicho, “Sois perfectos (Hebreos 10:14). Sed, pues, perfectos (Mateo .5:48). Sois salvos (Juan ,3:17). Ahora ocupaos en vuestra salvación (Filipenses 2:12).” En realidad el hijo de Dios no se librará completamente del pecado hasta que venga el Salvador y le lleve a su hogar en el cielo. Pero durante su vida, puede y debe crecer en la gracia, mediante la oración, el estudio de la -Biblia y la meditación- llegando a asemejarse más y más al Señor Jesús (Ir Pedro 3:18).

Andad dignos de la vocación

La enseñanza uniforme del Nuevo Testamento con respecto a la vida cristiana es que los creyentes deben andar de una manera digna de su vocación (Efesios 4:1-3). Uno de los pasajes más sobresalientes sobre este tema es Tito 2:11… 14: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimimos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.”

Se cuenta una fábula acerca de un cuervo que quiso unirse una bandada de palomas. Entendía que sus plumas negras servirían de estorbo, así que se revolcó en un montón de cenizas blancas para blanquearse. Pero las palomas se retiraban de ahí. Pensando la cosa, el cuervo concluyó que las palomas podían ver que su andar era distinto del de ellas. Ellas andaban, é daba saltitos. Así que ensayó poner una pata tras otra hasta lograr una buena imitación de su manera de andar, y otra vez procuró unirse a las palomas. Pero todavía no querían tener ningún trato con él. Esta vez el cuervo pensó que era porque él le gustaba la carne, entre tanto que las palomas preferían .s granos. Así que resolvió cambiar de dieta.

Finalmente logró persuadir a las palomas que era una de ellas. Pero precisamente mientras estaba disfrutando del éxito, otro cuervo voló por encima de la bandada, y reconociendo el cuervo entre las palomas, dio un fuerte graznido. Olvidándose .r el momento, el cuervo replicó del mismo modo. ¡Se acabó todo! Jamás podría el cuervo volver a hallar compañerismo entre las palomas. Su andar era diferente; su comida era diferente; y su hablar era diferente. El verdadero cristiano se distingue del hombre del mundo por estas mismas tres características. Su andar es con Dios, su comida es la Palabra de Dios, y su hablar es limpio y glorifica a Dios.

Cierto misionero hablaba de un indio norteamericano que llegó hasta In misión deseando hacerse cristiano.

“He sido guerrero,” dijo, “y mis manos están teñidas de sangre. ¿Puedo ser cristiano?”

Le hablaron al indio del Salvador y le dijeron que Dios le amaba y que Cristo murió por él.

En seguida el indio confesó su fe en Cristo. Para ponerle a prueba, el misionero le dijo: “¿Me permite que le corte el pelo?”

Sabido es que ciertos pieles rojas llevaban copetes a causa de sus enemigos. Cuando se los cortaba, era señal de que nunca más saldrían de guerra.

El indio dijo, “Sí, usted puede cortármelo. Desecho la vida de antes.”

Le cortaron el copete, y el indio convertido salió para su casa, En el camino encontró a algunos de sus antiguos compañeros. Estos se desternillaron de risa.

“Ayer,” se burlaban, “eras un valiente. Hoy te has vuelto mujer.”

Esto le picó al indio hasta enfurecerle. Corriendo a casa, se tiró al suelo y echó a llorar. Su mujer era cristiana. Llegando a él, le dijo:

“Ayer no había en el mundo un hombre que se atreviera a llamarte cobarde. ¿No puedes ser hoy tan valiente para Aquel murió por ti como eras ayer para matar él otros indios?”

Se levantó de un salto y exclamó, “Sí, puedo, y lo seré.”

“He conocido a muchos siervos de Cristo que eran valientes e intrépidos,” comentó el misionero, “pero jamás conocí a ninguno más valeroso que este cacique.”

 

Una vida santa: el fruto –no el medio- de la salvación

Fíjese con cuidado en esta distinción importante: el creyente no lleva la vida buena para hacerse cristiano. Más bien busca agradar al Señor con una vida de santidad porque ya es cristiano (Romanos 6:1-2).

Esta es la diferencia entre la ley y la gracia. La ley dice, “Si llevas una vida santa y sin pecado, estarás seguro. Si no, perecerás en el infierno”. La gracia dice: “Ya que no puedes vivir sin pecar, es cierto que estás condenado. Pero Dios envió a su Hijo a morir en tu lugar. Si le recibes por la fe, eres salvo. Luego, por amor a él, debes buscar de agradarle en todo lo que dices y haces. Debes contarte como muerto al pecado, pero vivo para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 6:11). El amor es más fuerte que todos los motivos, y pecadores salvados por la gracia son impelidos por ese motivo para vivir apartados del pecado y del mundo que crucificó al Hijo de Dios.

Lección 10

En el espacio subrayado a la derecha escriba “Verdad” o “Falso” después de las siguientes declaraciones:

1. Los tres enemigos del cristiano son el mundo, la carne y el diablo.

_____v________

2. Dios puede pasar por alto los pecados que cometemos después que somos salvos.

______f_______

3. El pecado en la vida del creyente interrumpe su comunión con Dios.

______v_______

4. Cristianos especialmente fuertes pueden llegar a ser enteramente libres de pecado, aún en esta vida.

______f_______

5. Tito 2: 11-14 enseña que somos salvos por nuestras buenas obras.

______f_______

En el espacio subrayado a la derecha escriba la letra de la contestación correcta.

6. La posición del cristiano

a. depende de su conducta

b. es imperfecta

c. es perfecta

d. está sujeta a cambios

_________c__________

7. Cuando un cristiano peca,

a. está sujeto a la condena judicial de Dios

b. sufre la disciplina paterna de Dios

c. no recibe ni corrección ni castigo

d. pierde la salvación

________b___________

8. En cuanto a la posición y el estado del cristiano delante de Dios,

a. son iguales

b. el estado es intachable, pero la posición tiene a menudo faltas

c. Dios quiere que el estado del cristiano se aproxime más y más a su posición

d. el cristiano puede mejorar su posición por leer la Biblia y orar

__________c_________

9. Las buenas obras

a. son un medio de salvación

b. no tienen lugar en la vida cristiana, ya que somos salvos por la fe

c. son necesarias si no hemos de perder la salvación

d. son un resultado definido de la salvación

_________d__________

10. El mejor motivo que tiene el cristiano para agradar al Señor es

a. el temor de perder la salvación

b. la ley de Dios

c. el amor por el Señor Jesús

d. la alabanza de los hombres

_________c__________

W.MacDonald

LAS BUENAS NUEVAS  – LECCION 7 – El camino de la salvación

LAS BUENAS NUEVAS. LECCION 11 -La gran elección

LECCION 11 -La gran elección-

Conocer la doctrina bíblica no es tener fe en Cristo

Es trágicamente posible que una persona sepa todos los datos que se presentaron en las lecciones anteriores y todavía no sea salvo. El milagro del nuevo nacimiento no se verifica cuando la persona recibe informaciones en cuanto a ciertas grandes doctrinas bíblicas. Si así fuera, entonces la tarea del evangelista sería meramente la de un educador.

¡Pero eso no es de ningún modo el Evangelio!

Sino que:

Es una persona que se debe recibir. (Juan 1:12). El Señor Jesucristo es el único que puede salvar.

Es una dádiva ( REGALO) que se debe aceptar. “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 6:23).

La persona sabe si alguna vez ha tomado esta decisión vital o no. Sabe si ha habido en su vida un tiempo cuando las cuestiones eternas han pesado mucho sobre él, cuando el peso de sus pecados parecía insoportable, y cuando, por un hecho sencillo de fe, confesó sus pecados y creyó en el Señor Jesucristo.

“Reconciliaos con Dios”

En caso que usted nunca lo haya hecho, ésta es la pregunta de suma importancia: “¿Lo quiere hacer ahora mismo? ¿Quiere venir como pecador arrepentido al Hijo de Dios? ¿Quiere coronarle como su Señor y Salvador? ¿Quiere entregarse a él?” “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20).

Usted puede hacerla ahora mismo mientras estudia esta lección. Sin dar otra muestra visible, puede inclinar la cabeza calladamente, decirle a Dios que es pecador, recibir a Cristo como su Salvador, y aceptar el don de la vida eterna. Por la autoridad infalible de la Palabra de Dios, usted será salvo en el momento que lo hace.

El hecho de creer en Cristo puede ilustrarse con la ceremonia de bodas. A la novia se le pregunta, “¿Acepta usted a este hombre para ser su legítimo esposo…?” Ella contesta, “Sí, le acepto.” Al decir esto, acepta a la persona y se entrega a él. Al creer en Cristo, le aceptamos como nuestro único Señor y Salvador y nos entregamos a él para esta vida y para la eternidad.

Jesús asemejó la salvación a entrar por una puerta. “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.” (Juan 10:9).

Cuando nos sentamos en una silla, descansamos nuestro peso sobre la obra acabada del mueblista. Cuando creemos en Cristo, descansamos sobre su obra acabada como el solo y suficiente precio de nuestra redención.

Ya es hora de que usted decida, Puede que jamás tenga otra oportunidad. Olvídese de sus excusas. Rehúse ser desviado. Sin vacilar más, abra la puerta del corazón y deje entrar al Salvador. “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

Dé gracias a Dios por salvarle

Después que haya abierto la puerta de su corazón a Cristo, lo primero que debe hacer es darle gracias por haberle salvado (Lucas 17:15-16). Esta dádiva sin par no se debe aceptar sin responder gratitud. El nacimiento de gracias no necesita de las palabras floridas. Si procede del corazón, agrada a Dios (Salmo 50:23).

Confiese abiertamente a Cristo

La segunda cosa que hacer es confesar a Cristo abiertamente delante de los demás (Romanos 10:9). Fue el Salvador mismo quien dijo, HA cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32). Dígales a otros que usted ya es hijo de Dios por fe en Jesucristo.

Estudie la Biblia y ore

En tercer lugar, debe usted dedicar tiempo cada día para alimentarse de la Palabra de Dios, y a la oración (2 Timoteo 2:15; 1 Timoteo 2:1-4). Esto es absolutamente esencial para el crecimiento (1 Pedro 2:2), para la santidad (Salmo 119:7, 11), y para el servicio efectivo (Efesios 6:17).

Busque compañerismo con otros cristianos

Otro beneficio grande de la vida cristiana es el compañerismo con otros creyentes. Usted debe asistir con regularidad (Hebreos 10:25) a una iglesia que cree en la Biblia, donde Cristo es reconocido como la Cabeza, y donde todo se mide por la Palabra de Dios (Isaías 8:20).

Dirija a pecadores al salvador

Luego no debemos dejar de mencionar el privilegio de procurar ganar a otros para el Salvador. Pablo exhortó al joven Timoteo: “Lo que has oído de mí ante muchos otros testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.

(2 Timoteo 2:2). Esta es la manera que emplea Dios para la propagación de la fe cristiana. No todos los creyentes pueden predicar desde un púlpito; pero todos pueden hablar a familiares inconversos, a vecinos y a amigos, de las tremendas cosas que Dios ha hecho por ellos.

Entronice a Jesús como Señor de su vida

Sobre todo, se debe coronar al Salvador como Señor de su vida (Romanos 12: 1, 2). Le recibió como Salvador y debe continuar ocupando ese lugar. No debe ser necesario insistir en este punto. Además, usted debe pensar que, si él pagó tal precio sin paralelo para salvarle a usted, seguramente merece todo lo que usted tiene y es. Esto lo tenía pensado el Apóstol Pablo cuando dijo: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y “, por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (II Corintios 5:14,15).

El célebre misionero C. T. Studd dijo: “Si Jesucristo es Dios y murió por mí, para mí no hay sacrificio demasiado grande que hacer por él.” La única reacción lógica y razonable que le queda a usted es entregarle a él que le compró (1 Corintios 6:20) el dominio completo de su vida y decirle a él:

Oh Cristo, tus manos y tus pies heridos proclaman

Tu sacrificio por mí;

Tus llagas, tus lágrimas, mi vida demandan,

Un sacrificio por ti.

Lección 11

En el espacio subrayado a la derecha escriba “Verdad” o “Falso” después de las siguientes declaraciones:

1. La persona sabe si ha aceptado o no a Cristo como Salvador.

_____v________

2. Aceptar a Jesús como Salvador también incluye coronarle como Señor de la vida.

_____v________

3. Puesto que es a Dios mismo a quien nos presentamos, el dar gracias por la salvación debe expresarse en frases elegantes.

_____f________

4. Todo creyente tiene que ser predicador del evangelio en público.

_____f________

5. Es posible llegar a ser salvo mientras uno contesta estas preguntas.

_____v________

En el espacio subrayado a la derecha escriba la letra de la contestación correcta.

6. La salvación se verifica en el momento que

a. se nos informa de la doctrina bíblica de la salvación

b. aceptamos al Señor Jesús como Salvador personal

c. somos lo suficientemente buenos como para presentarnos a Dios para la salvación

d. vencemos los hábitos malos

__________b_________

7. Para ser salvos debemos

a. estar en una iglesia al tiempo de la decisión

b. marchar al frente cuando se da la invitación en un servicio evangelístico

c. recibir los sacramentos

d. hacer una decisión personal de recibir a Cristo

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8. Recibir a Cristo como Salvador se asemeja en la lección a

a. un hombre que recibe un aumento de salario

b. una mujer que recibe un huésped en su casa

c. una novia que recibe al esposo por un acto deliberado de la voluntad

d. una casa que recibe una nueva mano de pintura

__________c_________

9. Cuando recibimos a Cristo como Salvador, debemos dar gracias a Dios y

a. hablar a otros del Señor

b. estudiar la Biblia y orar

c. buscar compañerismo con otros cristianos

d. hacer todo lo anterior

_________d__________

10. Los que todavía no han sido salvados, ahora deben:

a. postergar el decidirse por Cristo

b. esperar hasta que sean lo suficiente buenos como para ser salvos

c. esperar hasta que sean contestadas todas sus preguntas acerca de Dios

d. aceptar al Señor Jesús como Salvador personal del pecado

_________d__________

W.MacDonald.

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