LECCION 8 -La roca abajo-

Una anciana cristiana evangélica se moría. Durante muchos años había confiado en el Señor Jesús para la salvación y había descansado en él todas sus esperanzas. El era la Roca de su salvación (Salmo 62:2,6). Ahora, en sus últimos momentos, los amigos se congregaban alrededor de su cama.

«Se está hundiendo rápidamente,» dijo uno.

La anciana lo oyó y replicó susurrando, «¡No me puedo hundir a través de una Roca!»

La cuestión que afrontamos ahora es si la salvación es para siempre, o si una persona puede ser salvo y luego volver a perderse.

Hay quienes sostienen que cuando una persona es salva en verdad, queda salva para siempre.

Otros opinan que ésta es una doctrina muy peligrosa, que lleva a los cristianos a vivir en el pecado. Dicen que la salvación depende de la vida que uno lleva y que pecar es perder la vida eterna.

Si una persona entiende en verdad el evangelio de la gracia de Dios, pronto ve que la primera opinión es la correcta. El que ha sido salvado en verdad queda salvo para siempre.

Las siguientes son unas cuantas de las afirmaciones de las Escrituras que enseñan la seguridad eterna del creyente.

 

Grandes verdades

1. La salvación no depende de lo que hacemos para Dios sino de lo que él ha hecho por nosotros. Depende de la obra acabada del Señor Jesús sobre la cruz, Aquella fue una obra perfecta y completa (Hebreos 10:12). No se puede agregarle nada ni mejorarla (Hebreos 10:18). Dudar de la seguridad eterna es deshonrar la suficiencia de la obra propiciatoria del Señor.

El creyente es aceptado en Cristo, no en sí mismo. Así que es una aceptación perfecta y completa (Hebreos 10:14), tan eterna como lo es Cristo mismo.

La verdad de la aceptación se ilustra en el mundo de la naturaleza. A menudo un pastor tiene una oveja cuyo cordero se ha muerto. Al mismo tiempo puede que tenga un cordero cuya madre también ha muerto. Esto le plantea un problema. ¿Cómo criar al cordero huérfano? La solución obvia sería darlo a la oveja que ha perdido su cría. Pero esto no resulta. La oveja no aceptará al cordero, ni le dará de mamar porque sabe que no es suyo. Entonces el pastor toma la piel del cordero muerto y envuelve en ella al cordero vivo. Luego lo empuja suavemente hacia donde está la oveja. Ella se inclina, lo olfatea y en seguida lo acepta. ¿Por qué? ¿No es el mismo cordero que antes rechazó? Sí, pero ahora le viene vestido en la piel de su propio cordero. Lo acepta, no por lo que es en sí, sino porque está EN SU CORDERO.

El paralelo está claro. Dios acepta al pecador que cree, no por lo que es, sino porque viene vestido de todos los méritos y virtudes del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

2. Dios nos conocía perfectamente antes de salvamos. Sabía todos los pecados que íbamos a cometer. Sin embargo nos salvó. Cuando murió el Señor Jesús, murió por todos nuestros pecados – pasados, presentes y futuros. En verdad, cuando él murió todos nuestros pecados estaban en el futuro y murió por ellos. Por tanto, se ha pagado una vez la pena de todos aquellos pecados. Dios no demanda un doble pago – primero a manos de Cristo, y luego a manos del creyente. Esto sería injusto, y Dios no puede obrar injustamente

3. Como antes hemos visto, la salvación es una dádiva. Dios no da algo un día para reclamarlo el día siguiente. «Irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios» (Romanos 11:29).

4. Se habla de la salvación como de un nacimiento (Juan 3:3). Cuando uno se salva, nace de arriba. Entonces es hecho hijo de Dios (Juan 1:12). Un nacimiento es definitivo e in; cambiable. Una vez ocurrido nunca se puede deshacer. Un hijo puede traer dolor o vergüenza a su padre, pero todavía es hijo.

Así es con el nuevo nacimiento. Un cristiano evangélico puede pecar y traer dolor al corazón de Dios, pero todavía Dios es su Padre, Esto se dice claramente en 1 Juan 2:1:

«Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre.» Todavía es nuestro Padre, aunque peguemos.

El pecado rompe la comunión con Dios, pero no el parentesco.

5. El creyente no es más capaz de guardarse salvo por sí mismo que lo que era de salvarse en primer lugar. Cuando procuraron hacerla los gálatas, Pablo les preguntó: «¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?» (Gálatas 3:3).

6. Demasiado pagó Dios por su pueblo como para que este dispuesto a perderlo. Nos salvó cuando éramos enemigos suyos. ¿Ahora nos va a abandonar cuando somos sus hijos? «Si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida» (Romanos 5: 10).

7. Dios promete vida eterna al creyente, ¿Hasta cuándo dura lo eterno? Es para siempre. «Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás» (Juan 10:28). Vea también Juan 3:16; Juan 3:36; Juan 6:47. Jamás faltará a su promesa.

8. Se dice que el Espíritu Santo de Dios mora en el creyente para siempre. «Os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre» (Juan 14:16). Vea también 1 Juan 2:2.7.

9. Se dice también que el creyente es sellado por el Espíritu Santo para el día de la redención (Efesios 4::30). Y el Espíritu Santo es «las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida» (Efesios 1:13, 14). Esto da garantía al ministerio de Dios para can sus hijos hasta que al fin se llegue al cielo.

De todo lo anterior, resulta evidente que el cristiano es guardado por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero» (1 Pedro 1:.5).

El verdadero significado de la gracia

Decir que esta es una doctrina peligrosa es demostrar una gran falta de comprensión del significado de la gracia. También crea la idea fantástica que cuando se salva una persona, inmediatamente siente un gran deseo de cometer fornicación, homicidio y otros pecados viles, y que a menos que le restrinja el temor del castigo, efectivamente hará tales cosas. ¿Cuál será la verdad? Es ésta:

a. En vez de animar a los hombres a pecar, la doctrina de la seguridad eterna presenta la razón más fuerte por la: que los hombres no deben pecar. El saber que Dios ha provisto una completa, libre y eterna salvación hace que el creyente quiera servirle para siempre.

El amor es una fuerza mayor que el temor del castigo: Los hombres hacen, por sentimientos de amor, lo que jamás harían por temor. El amor ata el corazón más que cualquier otra cosa. «No es necesario que los hombres sean mantenidos constantemente en temor de la condenación para que vivan rectamente. El amor es el principio más noble y fuerte de la obediencia; un sentido del amor de Dios para con nosotros aumentará nuestro deseo de complacerle».

Así que el cristiano evangélico no lleva una vida santa para conservar su salvación, sino por amor al que le salvó, Para el es una ofensa mayor el pecar contra la gracia que contra la ley.

b. En segundo lugar, cuando uno se salva recibe una nueva naturaleza (2 Pedro 1:4). En vez de sentir un impulso fuerte hacia el pecado, el cristiano tiene un odio del pecado tal cual nunca antes experimentó.

Esta nueva naturaleza no sólo crea un horror del pecado, sino que hace que el creyente se sienta muy miserable cuando peca. El tener interrumpida la comunión con el Padre es una de las peores tragedias de la vida cristiana. Es experimentar vergüenza por abandonarse a lo que causó la muerte de nuestro Salvador. Es experimentar la corrección de un amante Padre celestial. Es experimentar la pérdida del galardón ante el tribunal de Cristo (1 Corintios 3:15). Hasta que no confiese su pecado el cristiano descaminado, y lo abandone, no es restaurado a la plena comunión de su Señor.

Por supuesto, es posible que un hombre profese ser salvo y que luego salga a vivir en el pecado. No es que de vez en cuando cometa pecados, sino que practica el pecado como el hábito de su vida. En este caso no es cuestión de que una persona sea salva y luego perdida. Este hombre comprueba por su manera de vivir que jamás fue salvo en verdad. Es un mero profesante falso que nunca ha experimentado la gracia de Dios.

Pero para los que realmente han confiado en el Salvador vivo y amante, existe la promesa infalible de Dios que él los llevará con toda seguridad a su hogar en el cielo.

 

 

Lección 8

En el espacio subrayado a la derecha escriba «Verdad» o «Falso» después de las siguientes declaraciones:

1. Dios nos acepta por lo que es Cristo, no por lo que somos nosotros. Verdadero.

2. El don de Dios de la salvación está sujeto a revocación. Falso.

3. Ya que Dios nos salvó cuando éramos enemigos, ciertamente nos ha de guardar, una vez que lleguemos a ser hijos suyos. Verdadero.

4. El Espíritu Santo mora en todo creyente verdadero en Cristo. Verdadero.

5. La doctrina de fa seguridad eterna anima a la gente a pecar. Falso.

En el espacio subrayado a la derecha escriba la letra de la contestación correcta.

6. La salvación depende de

a. lo que hacemos por Dios

b. lo que ha hecho el Señor Jesús por nosotros

c. lo que hacemos por nosotros mismos

d. lo que hacemos por otros

________b___________

7. El Señor Jesús murió por

a. todos nuestros pecados

b. todos nuestros pecados con excepción de los que cometemos después de salvados

c. todos nuestros pecados con excepción de los que cometemos deliberadamente

d. todos nuestros pecados con excepción de los que deshonran su nombre

_________a__________

8. Cuando un creyente peca

a. se corta su relación con Dios

b. se impide su comunión con Dios

c. se pierde su esperanza del cielo

d. su única esperanza es salvarse de nuevo

________b___________

9. El creyente debe llevar una vida santa

a. para conservar su salvación

b. porque teme el castigo

c. por amor a su Salvador

d. porque ya no puede pecar

________c___________

10. El cristiano verdaderamente renacido es guardado

a. por sus propios esfuerzos

b. por el poder de Dios

c. entre tanto que siga creyendo

d. solamente si está lleno de Espíritu Santo

________b___________

W.McaDonald.

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