Capítulo 12 – Discernimiento de espíritus – Libro El Espíritu Santo y tú. D. Bennett

Capítulo 12 – Discernimiento de espíritus – Libro El Espíritu Santo y tú. D. Bennett


Llegamos ahora al don espiritual. Como sucede con todos los otros dones, este don no se adquiere por medio de un entrenamiento especial, sino que es dado cuando la necesidad lo requiere. Cualquier cristiano puede manifestar este don pero, al igual que los de­más, se intensifica después del bautismo en el Espíritu Santo. Los creyentes que no han sido bautizados en el Espíritu Santo no están lo suficientemente fami­liarizados con las actividades de Satanás, como para preocuparse por el discernimiento de espíritus, si bien, por supuesto, hay excepciones.
Por el don del discernimiento de espíritus, el cre­yente esta capacitado para saber inmediatamente que es lo que esta motivando a una persona o a una situación. Se da el caso de que un creyente puede estar actuando bajo la inspiración del Espíritu Santo, o expresando sus propios pensamientos, sentimiento o anhelos de su alma, y hasta es posible que permita que un espíritu extraño lo oprima, y revele pensa­mientos, justamente, de ese espíritu maligno. El incrédulo, por supuesto puede estar totalmente poseído por ese espíritu del mal. El don de discernimiento de espíritus permite revelar inmediatamente lo que esta ocurriendo.
Puede ayudarnos a entender al don de discerni­miento de espíritus si reconocemos lo que sucede cuan­do discernimos el Espíritu Santo. El himno evangelio dice: “Hay un dulce, dulce Espíritu en este lugar, y yo se que es el Espíritu del Señor!” Los creyentes conocen esa feliz sensación producida por la presencia del Espíritu Santo o, dicho en otras pa­labras, se dan cuenta del testimonio del Espíritu Santo en otra persona o en una reunión. Cuando decimos: “Verdaderamente sentí la presencia de Dios”, estamos hablando del discernimiento del Espíritu San­to. Experimentamos un ejemplo, en cierta medida divertido de este tipo de discernimiento, después que vinimos a Seattle.
A Dennis lo habían invitado a concurrir a un con­cierto coral en una iglesia cercana. El director del coro era un cristiano bautizado en el Espíritu Santo, que tenía muchos amigos en Sr. Luke. Dennis sabia que unas 20 o 30 personas de esa iglesia, que habían recibido el Espíritu Santo, planeaban asistir al con­cierto. Llego algo tarde y le indicaron un asiento en la, galería. Le llamo la atención, al mirar hacia abajo a la congregación reunida en la planta baja, no ver a ninguno de sus amigos. Dennis gozo del programa pero todo el tiempo estuvo un poco desconcertado porque una leve exaltación interior de gozo, un claro testimonio del Espíritu Santo, lo inundo durante to­do el concierto. Era un sentimiento hermoso, pero no podía interpretar su significado. El coro era bueno, ¡pero no tan bueno! La explicación la tuvo cuando al abandonar la iglesia al final de la velada, fue sa­ludado por unos treinta episcopales llenos del espíritu, que durante el concierto ocuparon asientos de­bajo de la galería donde el estuvo sentado. Dennis no los había visto, ¡pero el espíritu de Dennis discernió su presencia!
Los informes que nos llegan de personas que tra­bajan detrás de la cortina de hierro, indican que este don adquiere significativa importancia a medida que se agrava la persecución. Se mencionan numerosos casos de cristianos que reconocen a otro cristiano, cada uno “en el Espíritu” sin mediar una sola pala­bra. En un lugar, las autoridades interferían per­manentemente en las reuniones, de modo que los her­manos dejaron de anunciar horario y lugar para su comunión, y dependieron exclusivamente del Espíritu Santo para que señalara aquellos que habrían de asis­tir a cada reunión. Todos asistían, y todos daban la misma explicación. En estos casos se puede pensar en una. combinación del don de sabiduría y del don de discernimiento.
Para comprender el discernimiento de los espíritus malignos, imaginémonos lo opuesto a todo esto. La sensación de la presencia del Espíritu Santo trae gozo, amor y paz; el discernimiento de los espíritus fal­sos da una sensación de abatimiento e intranquilidad.
Algunos años atrás, cuando todavía éramos nuevos en esta materia, nos visito una persona en la iglesia do Sr. Luke, y nos hablo en la reunión de oración. Llego precedido de buenas referencias y parecía no tener “segundas intenciones”. Cuenta Dennis: “Le hice entrega de la reunión a nuestro visitante, y me pareció aceptable lo que decía, pero al observar los rostros de los oyentes, era obvio que algo andaba mal. Se mostraban afligidos, desdichados e incómodos. Una señora abandono su asiento y salio de la pieza excu­sándose, al pasar a mi lado, de que sentía nauseas. No tuve el buen tino suficiente para interrumpir al orador y decirle: “Discúlpeme, pero esta provocando malestar en la gente, ¿que pasa?” Al día siguiente el hombre se traslado a otro pueblo, pero cuando hablo allí, la persona que presidía lo interrumpió y le dijo:”Sus palabras son hermosas, pero discierno un espíritu falso en su vida2 que sucede?, Así enfren­tado, el hombre confeso que era un impostor, vivien­do en abierto pecado. Resulta obvio comprender que el don se manifestó no solo para proteger a la gente del engaño del enemigo, sino para lograr el arre­pentimiento y la liberación de ese hombre.
Algunas veces la influencia perturbadora no es de la persona que esta hablando u oficiando, sino de al­guien que simplemente asiste a la reunión. Un indi­viduo activamente comprometido en prácticas espiri­tistas, por ejemplo, puede producir un enfriamiento con su sola presencia, en una reunión de oración donde se solicita el Espíritu Santo. Si la reunión lan­guidece, es mejor parar y orar pidiendo al Espíritu Santo que revele la causa del malestar. Si alguno de los presentes estuviere oprimido puede ser ayuda­do y liberado.
Por lo tanto, podemos decir que el don de discer­nimiento de los espíritus actúa en un papel de “policía”, para protegernos contra el enemigo y evitar que su influencia perjudique nuestra comunión. Des­graciadamente, cuando las personas reciben este tipo de discernimiento dudan muchas veces en utilizarlo para no parecer duros y faltos de caridad. Si el don de discernimiento espiritual nos dice que algo anda mal en una reunión que no estamos dirigiendo, tran­quilamente y con la mayor discreción posible, debemos hacer saber ese hecho al líder; de esa manera podemos orar pidiendo el don de sabiduría para saber que ocurre y el don de conocimiento para saber como resolver el problema. Habrá otros probablemente con el mismo discernimiento, pues habitualmente lo recibe más de uno, para confirmación.
El discernimiento de los espíritus se torna espe­cialmente útil cuando en una reunión se ejercitan otros dones. Nadie espera de nosotros que debamos aceptar cada palabra que se emite por medio de los dones, ni en ninguna otra manifestación, ni aun en la predicación, y hemos de aceptar solamente lo que el Espíritu Santo nos mueve a aceptar, siempre que este de acuerdo con la Biblia. “Los profetas hablen dos o tres y los demás juzguen (disciernan).” (1 Co­rintios 14:29.) Los dones del Espíritu Santo son pu­ros, pero los canales por donde se conducen varían según los grados de sometimiento y santificación que posean. Una manifestación puede ser setenta y cinco por ciento de Dios, pero el veinticinco por ciento restante los propios pensamientos de la persona. Debemos discernir entre ambos.

2Tomemos nota de que los “espíritus falsos” no son, y no pueden ser, los espíritus de personas que han muerto. El discernimiento de los espíritus nada tiene que ver con el espiritismo o el espi­ritualismo. Los espíritus de los seres humanos que han muerto,
no están en esta tierra, ¡y esta prohibido todo intento de entrar en contacto con ellos! Los “espíritus falsos” de que estamos ha­blando, son los que la Escritura menciona como “gobernadores de las tinieblas de este siglo es decir, ángeles caídos, “demonios”. (Efesios 6:12; Mateo 10:8.)
Además, el enemigo puede enviar gente a la reunión con el deliberado propósito de perturbarla con una manifestación de imitación fraudulenta. Hechos 16 relata el incidente según el cual una mujer poseída de un espíritu de adivinación, durante varios días interrumpió a Pablo diciendo algo que tenia todo el aspecto de una profecía: “Estos hombres son sier­vos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.” (Hechos 16:17) Lo que decía era cier­to, pero hablaba bajo el influjo del enemigo. La Es­critura nos dice que cuando Pablo discernió el espíritu le causo desagrado, por lo cual le ordeno al espíritu que la abandonara y la dejara libre. Este ejemplo nos dice que las manifestaciones fraudulentas deben ser encaradas, dentro de lo posible, en el momento mismo en que se manifiestan.
La historia de Eliseo y su siervo Giezi es un ejem­plo del Antiguo Testamento de los dones de discer­nimiento de los espíritus y de sabiduría. Naamán, general del rey de Siria, era leproso. Cumpliendo con las instrucciones del profeta Eliseo, se lavó siete ve­ces en las aguas del Jordán y se curo de su enfermedad. En gratitud Naaman ofreció presentes a Eliseo, pero este los rechazo. En cambio Giezi, el siervo de Eliseo, siguió secretamente a Naaman, le mintió diciéndole que habían llegado dos visitas inesperadas y pidiéndole a Naaman dos mudas de ropa y algún dinero, todo lo cual, no hace falta decirlo, Giezi se guardo para el. Cuando Giezi se presento de nuevo ante su patrón, Eliseo discernió su espíritu deshonesto, y por el don de conocimiento supo lo que había hecho. (2 Reyes 5.)
Hay muchos ejemplos de Jesús cuando discernía espíritus. Sin conocer a Natanael, discernió inmedia­tamente que era “un verdadero israelita, en quien no hay engaño”. (Juan 1:47.) Cuando Pedro hizo su gran confesión sobre Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús le alabo. Pero cuando Jesús les dijo a sus seguidores que é1 habría de mo­rir, Pedro no pudo aceptar sus palabras. Comenzó o reconvenir a Jesús, diciendo: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.” Jesús discernió que Pedro estaba hablando por boca de un falso espíritu, y le dijo: ¡Quítate de delante de mi, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cocas de Dios, sino en las de los hombres.” (Mateo 1ó:15-23.) Cuando Jesús no fue recibido en una aldea de Samaria, Jacobo y Juan se enojaron y le preguntaron a Jesús si podían ordenar que cayera fuego del cielo para consumir a los habitantes. Pero Jesús les respondió: “Vosotros no sabéis de que espíritu sois.” (Lucas 9:54-55.) Vemos a través de estos dos últimos ejemplos, que aun los más cercanos seguidores de Jesús pueden ser conducidos a conclu­siones erróneas.
Profecías ya cumplidas y otras señales bíblicas, indican que es muy probable que estemos viviendo la parte final de los últimos días. La Escritura enseña que antes del retorno de Jesucristo a la tierra, habrá muchos mas espíritus mentirosos desatados, de ma­nera que será mas necesario que nunca discernir entre lo falso y lo verdadero. (Mateo 24; Apocalip­sis 13:11-14.)
Otro uso muy importante del don de discernimiento de los espíritus es para desatar al que el enemigo tiene atados. Una de las señales que seguirían a los creyentes, les dijo Jesús, seria la de echar fuera a los demonios en su nombre (de Jesús).
3 Se da el nombre de exorcismo, desde la antigüedad, al ministerio de echar fuera a los espíritus malignos.




Alrededor de un veinticinco por ciento del ministerio de Jesús consistió en dar libertad a los que Satanás tenía cautivos; y también nosotros debemos esperar ser usados de esa manera. Jesús dijo: “El Espíritu de Jehová el Señor esta sobre mi, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel…” (Isaías 61:1) En este pasaje Isaías se refería específicamente a Jesús, pero ahora, desde el Calvario, con Cristo que vive en nosotros, también nosotros estamos ungidos con el Espíritu Santo, y también se aplica a nosotros. Esto no quiere decir que debemos buscar específicamente a los que necesitan ser liberados o desarrollar una morbosa fascinación por este tema, pero si debemos saber como orar por las personas que lo necesiten. Si estamos sometidos a Dios y adecuadamente pre­parados, e1 pondrá en nuestro camino a los que nece­sitan ser liberados.
La epístola de Santiago nos dice como entrenarnos para orar por aquellos que necesitan ser puestos en libertad: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7.) El primer paso, entonces, es someternos a Dios. Esto lo podemos hacer por medio do la oración, pidiéndole que nos muestre las facetas de nuestra vida que requieren corrección. Tenemos que cortar por lo sano con cualquier pecado conocido que tengamos en nuestra vida.
Es importante también que nos afirmemos en la autoridad que tenemos en Jesús, estudiando los pasa­jes que se refieran a esta materia.4 Debemos com­prender que en el nombre de Jesús tenemos autoridad para atar a los espíritus inmundos y para arrojarlos fuera. Algunas personas enseñan que al tratar con un espíritu maligno, se debe decir: “El Señor te reprenda”, en lugar de enfrentar al enemigo direc­tamente. Citan a Judas 9 y a Zacarías 3:2. Los santos Ángeles, a pesar de ser criaturas de Dios, sin pecado, tienen que actuar frente al enemigo de esa manera.
4 Ver Efesios 1:1-23; 2:1-10; Lucas 10:19; Gálatas 2:20; 2 Co­rintios 5:17; 1 Juan 4:4.
Pero nosotros, los cristianos, no solamente somos cria­turas de Dios, sino hijos de Dios, con Cristo en nos­otros. Jesús nos dijo que tratáramos con el enemigo directamente: “…en mi nombre echaran fuera de­monios…” (Marcos 1ó:17.)5 y no hay otra manera de hacerlo., según todo el Nuevo Testamento.
A menos que la persona para quien estamos orando sea un intimo amigo o un familiar, debe haber siem­pre una tercera persona cuando oramos pidiendo liberación. Esta tercera persona puede no hacer otra cosa que permanecer de pie o arrodillada y aprobando en oración. Si la persona que necesita ser liberada quiere hablar confidencialmente, la tercera persona, puede retirarse a la próxima pieza mientras hablamos, pero en todos los casos debe estar presente cuando se eleva la oración de liberación. No es prudente que un hombre ore en privado con una mujer pidiendo su liberación, o viceversa (siempre es mejor que los mismos sexos oficien unos con otros en todas las áreas del ministerio). Si es inevitable que sea un hombre el que ore por la liberación de una mujer o de una niña, siempre tiene que estar presente otra mujer.






Un cristiano no puede ser poseído en su espíritu (donde mora el Espíritu Santo), pero su mente, sus emociones o su voluntad (las tres partes constitutivas de su alma) pueden estar deprimidas, oprimidas, ob­sesionadas, o aun poseídas, si le ha permitido la en­trada al enemigo, por andar en los caminos del pecado antes que con Jesús. Una persona que no es creyente, por supuesto, puede estar poseída en su espíritu, alma y cuerpo. De lo antedicho resulta claro, entonces, que el primero y más importante paso para ayudar a una persona a librarse del enemigo es asegurarnos que e1 o ella conocen al Señor Jesús como su Salvador.
Si la persona por quien estamos orando no es cris­tiana, debemos guiarla para aceptar a Jesús. Aconse­jamos releer el capitulo primero que nos ayudara en este punto. Es de gran ayuda tener un definido “plan de salvación” en mente, con escrituras apropiadas.
Una serie típica puede ser la siguiente:

1. Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”
2. Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte. “
3. Romanos 5:8: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cris­to murió por nosotros.”
4. Romanos 6:23: “Mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
5. Juan 1:12: ‘Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”
6. Apocalipsis 3:20. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrare a é1, y cenaré con é1, y él conmigo.”
Leamos y expliquemos estos versículos y guiemos a las personas a pronunciar una oración como la que sugerimos al final del primer capitulo de este libro, o una oración similar en sus propias palabras.
Ahora, cristianos los dos, y protegidos por la san­gre de Jesús, elevemos una abierta confesión como la siguiente: “Gracias, Jesús, por la protección de tu preciosa sangre sobre nosotros y alrededor nuestro.” A continuación debemos preguntarle a la persona con quien hemos estado orando si esta segura que Dios le ha perdonado sus pecados. Si le queda un resto de duda, debemos hacer énfasis sobre la siguiente Es­critura: “Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9.) Puede ser de ayuda que la persona confiese sus pecados a Dios en nues­tra presencia y en voz alta.6 En esos casos debemos escuchar en silencio y en espíritu de oración lo que tiene que decir, y cuando ha terminado, declararle el perdón de Dios. Podemos decir algo por el estilo:
6 Si se da el caso de que escuchamos cuando alguien confiesa sus pecados a Dios, debemos recordar que jamás, bajo ninguna cir­cunstancia, debemos revelar absolutamente a nadie lo que hemos oído, ni aun a nuestro más intimo y querido amigo. Debemos olvidar lo que escuchamos. Constituye un pecado grave si delibe­radamente revelamos lo que nos ha dicho en confianza una per­sona confesando sus pecados a Dios.
“He oído confesar tus pecados a Dios y se que estas verdaderamente arrepentido. Dios dice: “Cuanto esta lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.” (Salmo 103:12.) Si la persona todavía tiene dificultades, lo mejor es llamar a un pastor entrenado para aconsejarlo con su mayor ex­periencia y tratar de convencerlo y tranquilizar su mente.
Debemos asegurarnos, por supuesto, de confesar y pedir perdón por los propios pecados conocidos de nuestra vida, y de que hemos perdonado a otros. El cristiano debería vivir diariamente en este estado de perdonar y pedir perdón.
Debemos tratar, en lo posible, de descubrir la natu­raleza exacta del espíritu o de los espíritus con los que tenemos que lidiar. Dejemos que sea el Espíritu Santo quien nos guíe en esto, como en todo lo demás. No nos metamos en una interminable sesión de “con­sejos” con lo cual se puede perder mucho tiempo, sino que tenemos que descubrir que es lo que esta per­turbando a la persona: es miedo, odio, lujuria, ideas perversas, complejo de persecución, terror a los ani­males, enojo, etc.? Pidámosle a la persona que nom­bre las cosas que la afligen. Tratemos cada problema como una entidad espiritual, y encarémosla directa­mente como tal. El diablo es muy hábil en este as­pecto, y tratara de que la persona ore así: ” Echo fuera esta neurosis de ansiedad!” o ” Reprendo a este espíritu de ansiedad!” No es así la forma. Te­nemos que guiarlo para que diga lo siguiente: “Espíritu de ansiedad, te ato en el nombre de Jesús, bajo su preciosa sangre, y te arrojo a las tinieblas de afuera, para nunca mas volver, en el nombre de Jesús!” A veces es necesario que la persona repita juntamente con nosotros, al comienzo, frase por fra­se, pero luego es conveniente que la persona diga por si sola toda la oración. Después que la persona la haya repetido, nosotros la decimos de nuevo repren­diendo y arrojando al espíritu fuera de el, haciendo causa común con ella en la oración. Es importante que la persona que necesita ser liberada aprenda a decir su propia oración, pues de esta manera adquiere la confianza necesaria para usar su autoridad sobre el enemigo y puede orar por si sola si el enemigo retorna.
Cuando la persona logra captar la idea, ocurre con frecuencia que ora por otros problemas que no men­ciono al comienzo, a medida que el Espíritu Santo los trae a su mente. Algunos espíritus logran crear mayores reacciones emocionales en unas personas opri­midas más que en otras. Algunos consiguen crear nauseas, o exagerados accesos de tos, bostezos, es­tornudos, etc. A. veces se producen reacciones mas violentas, tales come ser arrojados al suelo. Si suce­den tales cosas no nos dejemos arredrar por ello. Ala­bemos al Señor, supliquemos la protección de la san­gre de Jesús, ¡y sigamos adelante! Por otra parte, no creamos que porque tales reacciones no se han producido, nada ha sucedido. Tampoco debemos pen­sar que, por el hecho de que una persona ha tenido una reacción física ya esta liberada. Tales manifes­taciones son efectos secundarios de la liberación.
Si la persona necesitada de oración se siente inca­paz de cooperar, o no tiene una clara percepción inte­rior de sus problemas, tendremos que actuar nosotros solos para atar a los espíritus y arrojarlos fuera en el nombre de Jesús y bajo la protección de su sangre, tal como lo hizo el apóstol Pablo en el incidente rela­tado en Hechos 16:16:18Si, por otra parte, una per­sona esta en plena posesión de sus facultades y de su voluntad, y no quiere cooperar, es probable que este­mos perdiendo nuestro tiempo con el, hasta que e1 mismo se den cuenta de su necesidad y solicite ayuda.
¡Hay personas que realmente gozan de sus problemas! ¡y a través de ellos Satanás se deleita en hacer perder el tiempo y la energía a los cristianos!
A veces tenemos que ser muy enérgicos, cuando oramos por la liberación. El Espíritu debe obedecer cuando la orden la damos con fe y en el nombre de Jesús. Si el espíritu detecta la más leve vacilación de nuestra parte, evadirá nuestra orden! Insistamos! (Es conveniente explicar rápidamente y en términos sencillos al “paciente” que no le estamos hablando a el cuando reprendemos al espíritu inmundo. Digamos algo por el estilo: “No te estoy hablando a ti, sino al espíritu que te esta perturbando.”)
No hay un solo caso en las Escrituras de imposición de manos para echar fuera espíritus, y la mayoría opina que no debe practicarse. No creemos que en la persona que oficia, si es un cristiano y esta pro­tegido por la sangre de Cristo, pueda sufrir ningún daño, pero podemos esperar que la persona que nece­sita ser liberada reaccione fuerte y violentamente si se la toca. Es preferible evitar todo contacto físico cuando estamos ofreciendo oraciones para la liberación.
Una vez obtenida la liberación, debemos alabar al Señor y rendirle a el la gloria. Ahora si coloquemos las manos sobre la cabeza de la persona y oremos para que el Espíritu Santo llene todos los espacios que antes ocupaban los espíritus. Si 1a persona no ha sido bautizada en el Espíritu Santo, esta es una ex­celente oportunidad para explicarle como se recibe y debemos ayudarla para hacerlo. Es imperativo que la casa este rebosante del Espíritu Santo y de su poder.
Debemos insistir ante la persona sobre la impor­tancia de alimentarse diariamente con la Palabra de Dios, en la oración, en la alabanza, y en la comunión con otros en el Señor.
Hemos dado solamente los lineamientos generales sobre este tema, pero antes de pasar adelante, que­remos señalar que el echar fuera los espíritus no esta limitado, de ninguna manera, a las personas que están profundamente oprimidas o poseídas. En toda opor­tunidad en que sentimos que el enemigo nos esta acosando y no podemos deshacernos de el mediante nuestras propias oraciones, no debemos dudar un ins­tante de recurrir a un amigo en el Señor y pedirle que ore con nosotros y nos ayude a echar fuera el mal. Cada vez que estamos luchando contra un pecado que no nos da reposo -enojo, lujuria, temor- aunque no se trate mas de que un leve problema, si no podemos dominarlo, debemos tratarlo como un espíritu de opresión, sujetarlo y arrojarlo afuera; y si no podemos hacerlo por nuestra propia cuenta, ¡pida­mos ayuda! En esos casos nuestro consejo es recurrir a un consejero cristiano bien calificado para que hable y ore con nosotros.
Oremos para que nuestro discernimiento sobre las tácticas del enemigo en nuestras propias vidas y en las vidas de otros, sea aguzado de tal manera que podemos experimentar la total liberación de los cau­tivos. Recordemos, además, que los setenta seguido­res de Jesús que salieron luego de recibir el poder contra el enemigo, volvieron llenos de gozo declarando que habían logrado sujetar a los demonios en el nombre de Jesús. Pero Jesús, que sin duda alguna se regocijo con ellos, los trajo de vuelta a la realidad: “No os regocijéis de que los espíritus se os sujeten, sino regocijaos de que vuestros nombres están escri­tos en los cielos.” Mientras oramos para que la gente sea librada de la servidumbre, no olvidemos de re­gocijarnos más que nada, de que nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero.

Capítulo 13 – La palabra de ciencia y la palabra de sabiduría – Libro El Espíritu Santo y tú. D. Bennett


El octavo don de nuestro estudio es la “palabra de ciencia o conocimiento”. Es la revelación sobrenatural de hechos pasados, presentes o futuros sin intervención de la mente natural. Podemos describirla co­mo la mente de Cristo manifestada a la mente del creyente, y hecha conocer, cuando es necesario, en un abrir y cerrar de ojos. (1 Corintios 2:1ó.) Este don es utilizado para proteger a los cristianos, para indicarles como orar con más eficacia, o para mostrarles como ayudar a otros.
El noveno don, la “palabra de sabiduría” es la apli­cación sobrenatural del conocimiento. Es saber que hacer con el conocimiento natural o sobrenatural que Dios nos ha dado, tal como el sentido común, por ejemplo, que nos dice como iniciar una acción. La “palabra de sabiduría” es una información revelada de una manera sobrenatural, pero la “palabra de co­nocimiento” nos dice como aplicar la información.
Generalmente nos es dada la “palabra de sabiduría” juntamente con la “palabra de conocimiento”. Es conveniente esperar pacientemente la palabra de sabiduría, y no salir disparando con los nudos a me­dio hacer, cuando recibimos un conocimiento sobre­natural. Esperamos a que sea Dios quien nos diga que hacer con ella. La “palabra de sabiduría” nos in­dicara como hacer lo que Dios nos ha indicado que debemos hacer, como resolver los problemas que se plantean, o que cosas decir y como decirlas en una situación dada, especialmente cuando el desafío se refiere a nuestra fe. Los dones de la “palabra de conocimiento” y de la “palabra de sabiduría” pueden ponerse de manifiesto por una súbita inspiración que no se nos va de nosotros, sin “conocer” en lo mas hon­do de nuestro espíritu, o por la interpretación de un sueño, 1 una visión, una parábola, por los dones voca­les del Espíritu Santo y, mas raramente, oyendo en forma audible la voz de Dios, o por la visita de un ángel.
La Escritura habla de “palabra” de conocimiento y “palabra” de sabiduría. En ambos casos “palabra” en griego, es (logos), que puede significar “palabra”, “cuestión” o “asunto” y no esta reducida únicamente a la palabra hablada. Esto quiere decir que si reci­bimos los dones de conocimiento o de sabiduría, bien que sean audibles o no, siguen siendo dones de “pa­labra de conocimiento” o “palabra de sabiduría”. No tienen que ser, necesariamente, dones vocales. Con frecuencia, y refiriéndose a estos dones, se habla de “la palabra de conocimiento” o “la palabra de sabiduría”. En el original griego no aparece ningún artículo y simplemente los denomina “palabra de sabiduría” y “palabra de conocimiento”. El agregarle un artículo puede modificar artificiosamente su sig­nificado. Ni siquiera tenemos el derecho de utilizar el artículo indefinido: “una palabra de sabiduría” como lo hacen algunas versiones modernas, pues nue­vamente aquí se percibe el sutil cambio de sentido. Pero corrientemente, y para facilitar las referencias bíblicas, utilizamos el articulo determinante “la” pero si las escribimos debemos dejarla fuera de las comillas, indicando así que el articulo se refiere al don en general, y no a la “palabra” en particular. Bien pudie­ra ser que la ausencia del artículo en el original grie­go nos recuerde que estas “palabras” son tan solo fragmentos de la sabiduría y del conocimiento de Dios.
1 Si bien es cierto que a veces Dios le habla a una persona por medio do un sueño, esto no quiere decir que debemos 1levar un diario registro do todos nuestros sueños. E1 psicólogo puede tener interés en conocer 1os sueños de la personas que lo consultan, que le sirve como pista para saber lo que esta ocurriendo en el subconsciente, pero esto tiene muy poco qua ver con el tema que estamos tratando. Muchos de los sueños no son otra cosa que el resultado de haber comido demasiado antes de ir a dormir. Y algunos sueños los provoca el enemigo; ¿por que gastar nuestro tiempo prestándoles atención a la confusión que pueden originar? Si Dios nos ha hablado en un sueño y e1 quiere que 1o recorde­mos, lo recordaremos sin duda alguna. El dice qua el Espíritu Santo “os recordará todo lo que yo os he dicho”. (Juan 14:2ó.)
Podemos distinguir cuatro clases de conocimiento:

Primero: El conocimiento humano natural que a todas luces va en aumento. El libro de Daniel, refi­riéndose a los últimos tiempos dice: “Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentara.” (Daniel 12:4.) Recientemente un profesor universita­rio amigo nuestro, nos dijo que el progreso del cono­cimiento en el área de la matemática superior era tan extraordinario que en algunos casos los investigadores en dos campos diferentes de matemáticas, no logra­ban comunicarse entre ellos. Para poder relacionar y procesar la inmensa cantidad de datos obtenidos por la investigación, se torna indispensable recurrir a los cerebros electrónicos o computadoras, pues va mas allá de las posibilidades de la mente human al hacerlo con los métodos corrientes por un periodo más o menos prolongado. Por importante que sea la ciencia de este mundo, a veces crea tanto orgullo que les impide a algunos conocer al Señor. La epístola a los Corintios dice así: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para el son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2:14.) También dice la Escritura: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica.” (1 Corintios 8:1.)
Segundo: El conocimiento sobrenatural, producto de este mundo caído, que hemos mencionado antes, es el intento de la mente natural de obtener información por medios sobrenaturales que no son los del Espíritu Santo. Incluye lo oculto, lo psíquico, y las investigaciones “metafísicas” que utiliza Satanás para entrampar a un numero cada día creciente de perso­nas en la actualidad. Las así llamadas experiencias religiosas por medio de drogas, de cultos, de lo psíquico y fenómenos ocultos, crecen alarmantemente; basta con mirar los títulos de los libros en los estan­tes de una librería para comprobar el interés que despiertan las obras que se refieren a tales cosas. El conocimiento así adquirido esta por fuera de los limi­tes de lo permitido por Dios. ¡No lo toquemos!
Nuestra tercer categoría es et verdadero conoci­miento intelectual que lo adquirimos al conocer a Dios personalmente, por medio de Jesucristo (Juan 17:3; Filipenses 3.10), de recibir la plenitud del Espíritu Santo, estudiando la Palabra de Dios que nos hace saber la voluntad de Dios y sus caminos, para lo cual no hay substituto. (Salmo 103:7; Éxodo 33:13.) Ante un conocimiento natural de este mundo, tan sugestivo y en permanente desarrollo, es apasionante comprobar que el conocimiento del Señor va en aumento en su pueblo hoy más que nunca. Isaías nos dice que: “. . . la tierra será llena del conocimiento de JEHOVA como las aguas cubren el mar.” (Isaías 11:9.) Aun el libro de Daniel y su similar el de Apocalipsis han permanecido cerrados y sellados a la comprensión total del hombre hasta el tiempo del fin… (Daniel 12:4, 9.) Hay muchas cosas de la Palabra de Dios que nos serán reveladas a nosotros recién en los U1timos tiempos. ¡Estamos viviendo días gloriosos! El conocimiento del hom­bre pasara, pero el conocimiento del Señor es per­manente y durara toda la eternidad. (Mateo 24:35­36; 1 Pedro 1:25.)
La cuarta clase es el don de “palabra de conoci­miento“. Al considerar este don, digamos en primer lugar lo que no es. No es un fenómeno psíquico o una percepción extrasensorial tal como la telepatía (la presunta habilidad de leer las mentes), la clari­videncia (la presunta habilidad para conocer hechos que están ocurriendo en otras partes) o la precognición (la presunta habilidad para conocer el futuro). Estas “habilidades” están prohibidas en la Palabra de. Dios. (1 Crónicas 10:13; Deuteronomio 18:9-12.) No debemos incurrir en esas prácticas o abriremos la puerta a Satanás. Todas las actividades de esa naturaleza son peligrosas y malas. Experimentar con tales fenómenos psíquicos es jugar con los caídos poderes de este mundo que están controlados por Satanás En el mundo hay dos fuentes de poder espiri­tual: Dios y Satanás. E1 solo hecho de que algo sea “sobrenatural” no significa ni que sea bueno ni que sea de Dios.
El don de la “palabra de conocimiento” no es ninguna “habilidad” humana, sino un puro don de Dios. No se “desarrolla” como pueden serlo las mani­festaciones demoníacas, sino que se manifiesta como el resultado de estar en estrecho contacto con el Señor. El cristiano tiene algo infinitamente mejor que los dones fraudulentos de este mundo, porque esta gustando los poderes del mundo venidero, a tra­vés de Jesucristo, y los dones del Espíritu Santo. (Hebreos 6:5.) La epístola de Santiago dice: “Toda buena dadiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre…” (Santiago 1: 17.) Los dones do Dios vienen desde arriba, do lugares celestiales en Cristo Jesús, donde el cristiano vive en su Espíritu. Pablo le dice a los efesios: “… nos resucito y… nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.” (Efesios 2:6) El cristiano debe abstenerse de utili­zar la terminología del mundo para describir las ex­periencias sobrenaturales. Si un cristiano se entera de pronto sin recibir la noticia por las vías natu­rales que un amigo se encuentra en dificultades, y necesita oración y ayuda, eso no seria una “percepción extrasensoria” sino mas bien Dios que ma­nifiesta el don de la “palabra de conocimiento“. Los dones del Espíritu Santo vienen del Espíritu Santo y el es quien los hace llegar a nuestro espíritu y no desde el alma o de los sentidos físicos, ni a través de ellos.
Pablo les dijo a los cristianos en Corinto: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.” (1 Corintios 12:7.) Estos dones han sido dados para nuestro provecho y para que nos beneficiemos los unos con los otros. No deben ser erróneamente usados. Cuando Dios decide compartir su conocimiento con nosotros, es porque tiene un propósito en vista. ¡No nos es dado para el simple hecho de hacernos sentir “espirituales” o habilidosos!
Veamos algunos ejemplos de una “palabra de cono­cimiento” registrados en la Biblia:
Fue utilizada para encontrar personas u objetos extraviados, como sucedió con Saúl y las asnas per­didas. (1 Samuel 9:15-20; 10:21-23.) (Observemos que la “palabra de conocimiento” puede brindarnos información sobre asuntos aparentemente prosaicos. Dios se preocupa por cada una do las necesidades humanas. )
Natan recibió una “palabra de conocimiento” re­lacionada con el asunto que hubo entre David y Bet­sabe. También recibió sabiduría para tratar con el rey. (2 Samuel 12:7-13.)
Fue utilizada para desenmascarar a un hipócrita, a Giezi, el siervo de Eliseo. (2 Reyes 5:20-27.)
Eliseo, por revelación milagrosa, supo donde es­ taba emplazado el ejército sirio, salvando así a Israel de la batalla. (2 Reyes ó.8-23.)


El Señor Jesús use e1 don de la “palabra de co­nocimiento”. Cuando dejo de lado su gloria, acepto las limitaciones del intelecto humano. Mientras vivió en esta tierra no fue omnisciente -que tiene cono­cimiento de todas las cosas- pero todo el conoci­miento que necesitaba para encarar cualquier situación, lo obtenía del Espíritu Santo de la misma ma­nera que lo obtenemos nosotros por intermedio de el.
Cuando Jesús sana al paralítico, también le per­dono sus pecados. Esto provoco entre los escribas pensamientos aviesos contra Jesús. Jesús supo, por una “palabra de conocimiento” (no por “leer los pen­samientos”) lo que pensaban en su fuero intimo, y así se los dijo directamente. (Mateo 9:2-ó.)
Por media de este don de revelación (no por “cla­rividencia”) Jesús “vio” a Natanael mucho antes de conocerlo, sentado bajo la higuera, y también supo Jesús que clase de persona era. Vernos entonces que “la palabra de conocimiento” puede revelar las an­danzas de un hombre y la naturaleza de su corazón y de sus pensamientos. (Juan 1:47-50.)
Fue utilizado para convencer a la mujer samari­tana de su pecado, y de la necesidad de aceptar a Jesús como Mesías. “Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho…” (Juan 4:17­18, 29.)
Este conocimiento sobrenatural se manifestó per­manentemente en los días de la iglesia primitiva.
Fue utilizado para revelar la corrupción en la igle­sia: Ananías y Safira. (Hechos 5:3.)
Otro Ananias, un cristiano de otra manera descono­cido supo, por una visión, de la conversión de Saulo, el nombre de la calle (Derecha), el nombre de la persona en cuya casa se hospedaba (Judas), a quien tenia que buscar (Saulo de Tarso), que estaba ha­ciendo Saulo (orando), su actitud (estaba arrepen­tido) y sus necesidades (curación y el bautismo con el Espíritu Santo). (Hechos 9:11-12, 17.)
El Espíritu Santo revelo a Pedro, por medio de la “palabra de conocimiento” que tres hombres pregun­taban por el a la puerta de su casa en Jope, y no tuvo ni un vestigio de duda de que debía acompañarlos. (Hechos 10:17-23.)
Como un ejemplo del día de hoy, relataremos algo que ocurrió en Spokane, Washington, mientras Rita daba una clase sobre los dones del Espíritu Santo. No se reducían tan solo a estudiar este tema intelec­tualmente, sino que oraban y esperaban que esos dones se manifestaran. La fe aumenta cuando se escucha la Palabra de Dios, y cuando la clase consideraba las Escrituras, aumento la atmósfera de fe a un punto tal en que lo milagroso podía ocurrir en cualquier momento. Mientras oraban, al finalizar la clase, Rita tuvo una fuerte impresión, una sensación desacostum­brada en su oído derecho. No sabiendo, al comienzo, de donde venia esa impresión, pidió la protección de Dios. Entonces se le ocurrió lo siguiente: “Tal vez Dios esta tratando de decirme que alguien de este grupo sufre de su oído derecho.” Estando entre ami­gos, decidió preguntar. Una joven, llamada Fran, respondió de inmediato, y dijo que padecía de una sor­dera del oído derecho desde hacia veinte años. Últimamente su sordera la molestaba tanto que había orado intensamente a Dios para que la sanara. Rita relata lo siguiente: “Nunca en mi vida se me había reve­lado de esta manera la “palabra de conocimiento” y supe, sin el mas leve asomo de duda, de que Dios la iba a sanar.” El grupo de oración rodeo a Fran y le impusieron las manos, pero fue innecesaria la oración de intercesión, porque Dios ya revelo lo que iba a hacer; con fe sencilla Rita ordeno al oído de Fran, en el nombre de Jesús, que se curara. Fran contó luego que ella sabia que algo había ocurrido, pero no testifico sobre su curación antes de ser exa­minada por el medico. Después canto que cuando se oro por ella sintió un chasquido y recobro el oído. El medico confirmó que su oído había vuelto a la normalidad. Y así ha quedado desde entonces. Este hecho muestra una combinación de tres dones, co­menzando con una “palabra de conocimiento”, que trajo un don do fe, que a su vez puso en acción el don de sanidades.
Tan maravilloso como es el hecho de que Dios nos había y nos diga lo que va a hacer y que papel vamos a jugar en sus planes (conocimiento), lo es, y de igual importancia, el que el nos muestre como eje­cutar nuestra tarea (sabiduría). Si una madre explicara a su hijita cuales son los ingredientes y las proporciones a utilizar para hacer una torta, pero no le diera la sabiduría necesaria para saber como mezclar esos ingredientes, el conocimiento no tendría ningún valor. En realidad el resultado seria desas­troso. De todo ello se desprende que corren parejos los dones de conocimiento y de sabiduría; es impor­tante disponer de ambos. El libro do Proverbios nos dice: “La lengua de los sabios adornara sabiduría.” (Proverbios 15:2.)
También tenemos cuatro clases de sabiduría
La sabiduría humana natural es el conocimiento natural aplicado. Por supuesto que este tipo de sabiduría esta en permanente aumento, desde el momen­to en que el conocimiento también lo esta. El conoci­miento seria inútil de no contar con la sabiduría. De más esta decirlo, es sabiduría del hombre. Comparada con la sabiduría de Dios, es pura tontería. También puede ser una piedra de tropiezo, apartado al hom­bre de Dios. Un día cesara la sabiduría natural del hombre: “Destruiré la sabiduría de los sabios, y desechare el entendimiento de los entendidos.” (1 Co­rintios 1:19.)
Tanto la sabiduría como el conocimiento sobrena­turales, productos de un mundo caído fueron justa­mente los recursos que se utilizaron para tentar al primer hombre y a la primera mujer, para desobe­decer el mandamiento de Dios. “… un árbol codicia­ble para alcanzar sabiduría…” leemos en Génesis 3:6. Esta clase de sabiduría fue -y continúa siéndolo prohibida por Dios. El hombre ya disponía de la sabiduría natural, que era buena, y abrió  Más puertas para que entrara el conocimiento sobrenatural maligno y su aplicación, la sabiduría perniciosa, que hasta ese momento era patrimonio exclusivo de los ángeles caídos. La astrología es un ejemplo de la sabiduría fraudulenta de hoy en día. (Daniel 2:27-28.)
Sabiduría intelectual verdadera. El libro de Pro­verbios y la Sabiduría de Salomón, son buenos ejem­plos de esto. Se obtiene cuando se respeta al Señor y a la Palabra de Dios (Job 28:28; Proverbios 9:1.0), y también estudiando la Palabra do Dios, que solo puede ser comprendida cuando es revelada por el Espíritu Santo. Para que esto sea posible debemos, en primer lugar, recibir a Cristo que es la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:24). Y es importante, como es obvio, haber recibido el bautismo con el Espíritu Santo. La Escritura dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5.) Pablo oro sin cesar por la iglesia para que fueran “…llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual.” (Colosen­ses 1:9.) Tenemos que pedirle a Dios y creer que nos dará generosamente la sabiduría necesaria para eje­cutar de la mejor manera posible la tarea que el nos ha encomendado.
El don sobrenatural de la “palabra de sabiduríaconsiste en recibir en forma súbita y milagrosa la sabiduría necesaria para encarar cualquier situación que se presente, o responder a una pregunta dada, o utilizar un aspecto en particular del conocimiento, ya sea natural o sobrenatural. Al igual que la “palabra de conocimiento” no consiste en la puesta en juego de una destreza human adquirida, sino que es, exclu­sivamente, un don de Dios. Seria difícil establecer cual de las dos sabiduría o conocimiento- es más importante. Algo así como tratar de decidir cual es más importante, si el pintor o la pintura, puesto que si bien es cierto que el artista no puede pintar su cuadro sin contar con los materiales, estos sin la persona que sabe como usarlos, pueden estropear la tela y dar por resultado un mamarracho. De manera que si una persona cuenta con el conocimiento -ya sea natural o sobrenatural- pero no cuenta con la sabiduría para utilizarlo adecuadamente, el resultado final puede ser un daño irreparable.
Veamos algunos ejemplos del don do la “palabra de sabiduría” extractados del Antiguo Testamento:
Cuando José interpreto el sueño del Faraón, no se valió de una sabiduría natural, o de una sabiduría lograda por el estudio y la preparación previa: José recibió una respuesta sobrenatural inmediata. José se encontró de pronto en un aprieto. Con el tiempo ape­nas necesario para salir de la prisión tuvo que en­frentarse al Faraón e interpretar su sueño. Posterior­mente José dio sabios consejos sobre varios asuntos, entre ellos la necesidad de designar a una persona sabia y prudente como administrador general y a funcionarios a las órdenes de aquel, y sobre la forma de almacenar el alimento que serviría para los años de hambre que vendrían. Esto ultimo no fue una “palabra de sabiduría” sino la verdadera sabiduría intelectual que Dios brindo a. José, y que este use en numerosas oportunidades. Todo esto llevo al Faraón  a referirse a José como un hombre “entendido y sabio” y le dio un cargo ejecutivo, con autoridad sobre toda la administración egipcia, inferior únicamente al Faraón. (Génesis 41.)
Dios hablo a Moisés desde una zarza ardiente, encomendándole la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto (conocimiento), y Moisés tuvo que recu­rrir muchas veces a la palabra de sabiduría cuando en numerosas oportunidades debió enfrentarse a ese pueblo rebelde. (Éxodo 3.)
Dios le dijo a Moisés el conocimiento necesario para proyectar el tabernáculo que habría de construir en el desierto, y le informo que había llamado a Be­zaleel colmándolo de sabiduría y de conocimiento (que no poseía naturalmente) para trabajar el oro, la plata, el bronce, las piedras y la madera, y para encargarse del grueso de la construcción del tabernáculo. (Éxodo 31.)
Una de las grandes historian do “fe”, narradas en el Antiguo Testamento resulta ser también un extra­ordinario ejemplo de los dones espirituales de profecía, sabidurías y conocimiento. El rey Josafat se en­contraba acosado por la alianza de tres poderosos enemigos. Sabiendo que no disponía de lo recursos suficientes para defender su reino, puso todo el pro­blema delante de Dios. Todo el pueblo de Judá. “esta­ba de pie delante de Jehová” esperando la respuesta. Y la respuesta se recibió cuando “sobre Jahaziel… vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión” y Jahaziel empezó a profetizar:
“No temáis ni os amedrentéis delante de esta mul­titud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” Esto fue “edificación, exhortación y consuelo”. Luego siguió la “palabra de conocimiento” al informar Jahaziel al rey y al pueblo, exactamente donde estaría el enemigo, y donde lo podrían encon­trar. Nuevamente les dio una “palabra de sabiduría” al decirles que no tendrían que pelear, sino quedarse quietos y observar lo que haría Dios. A continuación Dios le dio a Josafat una “palabra de sabiduría” y es para ello que en lugar de salir al encuentro del enemigo al frente de sus guerreros escogidos, envió a hombres a cantar y alabar a Dios, y he aquí, los enemigos cayeron en sus propias emboscadas y se mataron entre ellos. (2 Crónicas 20:12-23.)
Daniel fue un hombre intelectualmente sabio y de amplísimos conocimientos, y por ello fue elegido para enseñar en el palacio del rey. Sin embargo, superior a ello fue la “palabra de sabiduría” que de tanto en tanto le daba Dios, de manera que pudo interpretar (sabiduría) el sumo que Nabucodonosor había sonado y olvidado. Estos secretos fueron revelados a Daniel en “visión de noche”. Daniel dijo: “Sea bendito el nombre de Dios por siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría… da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos. El revela profundo y lo escondido…” (Daniel 2:20-22.) Como consecuencia de ello el rey lo designo gobernador general de Babilonia, con autoridad sobre los demás gobernadores. En el capitulo cuarto leemos que nuevamente Daniel interpreta el sumo do Nabucodonosor, esta vez anunciándole que su reino le seria quitado. Mas tarde, bajo el reinado de Belsasar fue llamado para interpretar la escritura de la pared. Los dones de Dios salvaron en varias oportunidades vida de Daniel y de sus compañeros.
Como el Gran Ejemplo, en todas las cosas, el Señor Jesús exhibió una y otra vez la “palabra de sabiduría” para encarar circunstancias particularmente difíciles. Los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo le preguntaron a Jesús sobre que autoridad; basaba semejantes pretensiones. La respuesta de Jesús, en forma de una pregunta, fue dictada por una “palabra de sabiduría”. (Mateo 21:23-27.)
Los fariseos quisieron entrampar a Jesús preguntándole silos hombres debían pagar tributo a Cesar, o no. Jesús respondió con una “palabra de sabiduría”: “Dad, pues, a Cesar lo que es de Cesar, y Dios lo que es de Dios.”
Un abogado fariseo tentó a Jesús, preguntando cual era, en su opinión, al más grande mandamiento de la ley. Jesús respondió con sabiduría. A continuación les pregunto a los fariseos quien creían ellos, que era el, de quien era hijo el Cristo. Ellos le respondieron “de David”. La cita de los Salmos con que les contesto Jesús fue tan profunda, que el evangelio de Mateo cuenta que desde ese día nadie oso preguntarle mas. (Mateo 22:34-4ó.) Así como Jesús  tenia una gran sabiduría, contamos con la promesa de que en medio de la persecución el nos dará “palabra y sabiduría” que nuestros adversarios no podrán desmentir ni rechazar. Estos dones serán más necesarios en los días por venir. El evangelio de Mateo dice: “guardaos de los hombres, porque os entregaran los  concilios… sinagogas… gobernadores y reyes por causa de mi… Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por como o que hablareis: porque en aquella, hora os será dado lo que habéis de hablar.” (Ma­teo 10:17-19.)
Este pasaje nos indica de donde sacaron Pedro y Juan la sabiduría que aplicaron cuando fueron ame­nazados por los dirigentes judíos a raíz de haber sanado a un cojo. (Hechos 4:7-21.) Mas tarde, al ser arrestados justamente por esa curación, leemos: “Entonces, viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.” (Hechos 4:13.)
Se dijo de aquellos que disputaban con Esteban – que era un hombre lleno de gracia y do poder- ­que: “No podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.” (Hechos 6:8-10.)
Por cierto que el apóstol Pablo no era un hombre entrenado en el arte de la navegación, y sin embargo, cuando se vio envuelto en un naufragio, tomo el mando de la situación a pesar del hecho de viajar como prisionero, rumbo a Roma, y el oficial romano le escucho con todo respeto. (Hechos 27:21-35.)

Tenemos que rectificar nuestra manera de pensar, y librarnos del viejo hábito de fijarle limitaciones a Dios en nuestras vidas y empezar a vivir con expec­tativa. En Cristo están escondidos “todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. (Colosenses 2:3.) Desde el momento en que Cristo vive en nosotros, el hecho formidable es que su sabiduría y conocimiento también están allí, listos para sernos revelados por el avivamiento del Espíritu Santo. Contando con este maravilloso tesoro que es Jesucristo morando en nos­otros, podemos estar seguros que el Espíritu Santo sacara de ese tesoro los dones que necesitamos en la medida en que creamos en Dios. Dispongamos del tiempo necesario para agradecerle ahora mismo, por­que tanto la sabiduría como el conocimiento divinos se manifestaran en nuestras vidas por mandato de Dios, cuando surja la necesidad. ¡Alabemos a Dios por sus inefables riquezas!

 


En este estudio de los dones del Espíritu, comen­zamos con los dones de la palabra inspirada, porque son los de más fácil observancia, y los que más fre­cuentemente se manifiestan; a continuación los dones de poder; y en último lugar los dones de revelación. Todos los sucesos sobrenaturales registrados en la Biblia (a excepción de las imitaciones fraudulentas, por supuesto) pueden ser identificados con uno u otro de estos nueve dones del Espíritu, anotados en 1 Corintios 12:7-11.
Hay otras tres listas anotadas en el Nuevo Testa­mento, denominadas “dones”, pero una de ellas, en la carta a los Efesios, es una lista de cargos o minis­terios en la iglesia: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. (Efesios 4:8, 11.) Además en el original griego se usa un vocablo distinto: domata en lugar de carismata. Otra “lista” la tenemos en la carta a los Romanos, pero en realidad no se trata de un intento de hacer una lista de los dones, sino mas bien una serie de ilustraciones para instruir a los cristianos en la forma de vivir. (Romanos 12:4-21.) Mezcla unos cuantos dones y ministerios con otras funciones, algunas de las cuales según la exposición razonada de Pablo en sus otros escritos, se llamarían “frutos” del Espíritu. En Corintios, capitulo 12 -que es el capitulo donde con toda claridad aparece la lista de los dones- el apóstol cita nuevamente, al finalizar el capitulo, algunos de los dones y ministerios pero lo hace con un propósito ilustrativo.2 Pareciera ajus­tarse mas al esquema general de la Escritura, decir que 1 Corintios 12:7-11 es la lista de los dones, mien­tras que Efesios 4:11 hace referencia a los ministe­rios “oficiales” de la iglesia. De igual forma los fru­tos del Espíritu están anotados en Gálatas 5:22-23, pero en Efesios 5:9 Pablo utiliza el termino en estilo ilustrativo: “El fruto del Espíritu es toda bondad, justicia y verdad.”
Toda persona que ha sido bautizada en el Espíritu Santo puede ejercer cualquiera de los nueve dones espirituales, según sean las necesidades que se pre­senten, y según lo decida el Espíritu Santo. Conoce­mos muchos cristianos que en el transcurso de varios años se han valido de los nueve dones del Espíritu. Esto no quiere decir que Sean mas espirituales que los demás, pero si que han sido mas asequibles y han vivido mas a la expectativa.
2 Cualquiera de 1os dones- del Espíritu pueden llegar a ser un ministerio, como ya lo hemos dicho antes, pero los que aparecen al final de esta lista deben ser considerados específicamente como tales.
Nuestro ruego es que este estudio redundara en una mayor comprensión, de tal manera que los dones de poder y de revelación se manifiesten en el cuerpo de Cristo mucho más que en el pasado, y que los dones mas conocidos -los de la palabra inspirada- sean expresados con mayor belleza y edificación en la Iglesia.
Es nuestra opinión que Dios quiere que los dones se manifiesten en forma activa en la vida de la iglesia, para aumentar nuestra propia edificación y gozo, y también demostrarle al mundo que Jesús vive y es real. El Espíritu Santo reparte los dones a cada hom­bre individualmente, en la forma en que el lo cree oportuno, y el Espíritu Santo desea que vivamos una vida abundante en Cristo.
“Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho mas abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.”
(Efesios3:20-21.)

 

Capítulo 14 – El camino excelente – Libro El Espíritu Santo y tú. D. Bennett

En Éxodo 28 leemos una descripción de las vesti­duras que el sumo sacerdote usaría al oficiar en el tabernáculo para adorar a Dios. El sumo sacerdote tenía una prenda llamada efod. Era azul y orlada con una decoración muy particular:
“Y en sus orlas harás granadas de azul, púrpura y carmesí alrededor, y entre ellas campanillas de oro alrededor. Una campanilla de oro y una granada, otra campanilla de oro y otra granada, en toda la orla alrededor.” (Éxodo 28:33-34.)
Las campanillas de oro pueden considerarse como un símbolo de los dones del Espíritu Santo. A los dones se los ve y se los oye, y son hermosos. Las cam­panillas tintineaban cuando el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo, invisible a los adoradores de afue­ra, aunque sabían que el estaba orando por ellos. De la misma manera, los dones nos enseñan que Jesús, si bien invisible a nuestros ojos terrenales, vive y oficia por nosotros en el lugar santísimo.
Las granadas representan el fruto del Espíritu. Son dulces en sabor y atractivas en color, y llenas de se­millas, lo cual nos recuerda que no solamente son frutas, sino que son fructíferas. Hemos hecho un am­plio estudio sobre los dones del Espíritu Santo, las campanillas de oro, y ahora nos resta recordar que los dones del Espíritu Santo están balanceados por el fruto del Espíritu.
Digamos de nuevo que los dones del Espíritu (1 Corintios 12:7-11) son: sabiduría, ciencia, discernimiento de espíritus, fe, milagros, sanidades, profecía, lenguas e interpretación de lenguas; el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) es: amor, gozo, paz, pa­ciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, tem­planza. Los sacerdotes creyentes de hoy, deberían con­trolar la orla de sus túnicas, es decir, sus vidas, para ver lo que hay allí.
Para que hubiera “una campanilla do oro y una granada, y otra campanilla de oro y otra granada” como dice la Escritura, alrededor de la túnica del sacerdote, tendría que haber un número igual de cada una. Es interesante consignar el hecho de que en la lista precedente, figuran nueve dones y nueve frutos del Espíritu. Para permitir que las campanillas de oro suenen con claridad, armoniosamente, sin entre­chocar unas con las otras, debe mediar un fruto entre cada una de ellas.
Los dones puestos de manifiesto por vidas despro­vistas de frutos, motivados por una auto estimación y sin otro deseo que el de llamar la atención, desper­tarán tanto entusiasmo como el que pudiera desper­tar el golpetear sobre unos tachos. Los dones del Espíritu son “irrevocables”, es decir, que Dios no los quita porque sean mal utilizados, y es por ello que pueden manifestarse a través de vidas que no son consagradas y a través de personas que le deben una reparación tanto a Dios como a los hombres; pero de cualquier manera tales personas no producen mas que un ruido ensordecedor para los que tienen discernimiento. A esto se refiere el apóstol cuando habla de “metal que resuena” y “címbalo que retine”. Nuestras campanas no deberían ser de bronce o de latón, sino de oro puro. Campanas de oro represen­tan vidas que están a tono con el Señor y con los hermanos, y cuyo deseo central es exaltar a Jesucris­to, mientras manifiestan los dones.
Es significativo el hecho de que esta figura de campanillas y granadas alternadas se proyecta en el Nuevo Testamento, ya que entre los dos grandes capítulos de los dones, -1 Corintios 12 y 14- se en­cuentra engarzado el hermoso capítulo 13, referido al amor, fruto central del Espíritu:
“Si tengo el don de hablar en lenguas, tanto de hombres como de ángeles, sin haberlas aprendido, pero no tengo amor, soy como ruidosa campana de bronce o címbalo que retiñe. Y si he sido utilizado en el don de profecía y entiendo todos los misterios y toda la ciencia; y haya colmado la medida de la fe, hasta para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si todo lo que tengo se lo doy a los pobres y entrego mi cuerpo para ser quemado, pero el amor de Dios no brilla a través mío, nada me aprovecha.
El amor es paciente, es bondadoso; el amor no es envidioso; el amor no esta hinchado de orgullo, no se comporta indecorosamente o con desenfreno; no busca su propio interés, no se irrita con facilidad, no abriga malos pensamientos; no se regocija de la injusticia y de la perversidad, sino que se regocija cuando triunfa la justicia y la verdad; el amor es consistente, el amor esta siempre dispuesto a confiar, espera lo mejor, en todas las cosas, todo lo soporta como un buen soldado.
El amor nunca termina; las profecías pasaran; las lenguas cesarán; y también la ciencia, un día, dejara de ser. Porque nuestra ciencia es fragmentaria y nuestra profecía limitada. Pero cuando venga lo perfecto, será innecesario lo imperfecto.
Cuando fui niño hable como un niño, razone como un niño; pero cuando me hice hombre, abandone mis hábitos infantiles. Ahora miramos en un espejo una imagen borrosa, ¡pero entonces veremos cara a cara! Ahora comprendemos en parte, pero entonces conoceremos plenamente, de la misma manera en que somos conocidos.
De modo pues, que permanecen la fe, la esperanza y el amor, estas tres; pero el mayor de ellos es el amor.”
El amor es el fruto mas importante del Espíritu; sin el los otros ocho podrían no existir.

Se los deno­mina “fruto” en singular, y no “frutos” en plural, porque los otros son como los gajos de una naranja contenidas dentro del fruto del amor.
¿A qué amor se refiere este capítulo, que lo des­cribe como más grande que la fe, que es la llave a la Biblia y sin el cual no podemos recibir nada de Dios? De este amor se dice que es más grande que la ciencia (conocimiento), que es un don del Espíritu, y anhelado por los cristianos. ¡Es mayor que el martirio sufrido por confiar en Jesús! Es más importante que dar a los pobres, si bien el dar a los pobres es una buena obra. Este amor es superior al don de la profecía, don del cual dijo Pablo que todos los cristianos deberían desearlo como al más grande de los dones para la edificación de la iglesia. Es mayor que hablar en lenguas desconocidas. Es superior a la esperanza.
Con toda seguridad que aquí se esta hablando de una clase de amor diferente al amor humano, que es inconsistente y limitado. En nuestro idioma hay un solo vocablo para designar al amor, ¡mientras que el idioma griego tiene siete! El Nuevo Testamento hace mención solamente de dos de esos siete vocablos philia, que significa afecto o apego por otra persona, amistad, que es un tipo limitado de amor; y ágape que significa el perfecto amor de Dios -amor incondicional -tal como esta expresado en el amor de Dios por el hombre, o el amor fraternal cristiano en su más alta expresión, que nace como resultado de que Dios vive en el hombre.
Una tercera acepción para el vocablo amor en el idioma griego, es eros que significa amor físico o sensual. Tenemos, pues, una trilogía para la palabra “amor”: ágape, del espíritu ; philia, del alma; eros del cuerpo.
El fruto del Espíritu del que estamos hablando en este capítulo, es ágape. Dios manifestó su amor por el hombre a través del nacimiento, de la vida y de la muerte de Jesucristo. “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”, (Juan 15:13), y aún por sus enemigos. (Romano 5:7-10.) El amor de Dios en el hombre viene como resultado de la salvación. El bautismo en el Espíritu Santo provoca aun una mayor efusión del amor de Dios, en tanto que la persona more en Cristo y camine en el Espíritu. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:5.) El capítulo 13 de 1 Co­rintios, cuando habla del amor, se refiere a ágape, amor autosacrificial, amor sin reservas.
Y el amor no es solamente el fruto central del Espíritu, sino un mandamiento de Jesús
“Amarás al Señor tú Dios con todo tú corazón, y con toda tú alma, y con toda la mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De esos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:37-40.)
Jesús también dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros, como yo os he ama­do…” (Juan 13:34.)
En el Nuevo Testamento también se menciona al amor como una de las cosas que nos “edifican” es­piritualmente. “El conocimiento envanece, pero el amor edifica.”
La primera fase del amor es cuando solamente po­demos amar a los que antes nos amaron primero. “Nosotros le amamos a é1 (Dios) porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19.) Es un comienzo necesario. Pero no va más allá de ser una mezcla de amor. Con el amor puro viene un olvidarse de sí mismo y un mayor deseo de dar que de recibir. Cuando alcanza­mos esta etapa, nos damos cuenta que amamos a Dios no por lo que ha hecho o esta haciendo por nosotros, sino que le amamos por sí mismo.
Solamente después de haber hecho contacto con esa celestial fuente de amor, podemos esperar amar a nuestros semejantes. El primero y gran mandamiento, es decir amar a Dios, tiene que producirse antes del segundo, que es amar al prójimo, porque si no se cuenta con el amor de Dios, es imposible que amemos a nuestros semejantes.
Dios no hubiera exigido esta condición si fuera algo imposible de cumplir. Algunas personas sostienen que el amar a Dios les lleva todo su tiempo y no les queda ningún resto para ocuparse de otros. Jesús les ordenó a sus discípulos que se amaran los unos a los otros de la misma manera que el los había ama­do, como una señal para el mundo de que ellos eran sus seguidores. Cuando amamos a nuestros hermanos, amamos a Cristo, porque la Biblia dice que todos formamos el cuerpo do Cristo, carne de su carne y hueso de sus huesos. (Efesios 5:29-30; 1 Corintios 12:27.) Dios recepta nuestro amor en la medida en que amamos a los hermanos en Cristo, como asimismo en nuestra devoción a él en oración y alabanza. A la par que maduramos en amor, también podremos al­canzar y amar a los incrédulos, y aun amar a nuestros enemigos. (Mateo 5:43-48.)
Sin embargo, en un plano terrenal, el amor es im­posible sin amarnos a nosotros mismos, tal como lo dice la Escritura: “Ama a tu prójimo como a ti mis­mo.” Si nos odiamos a nosotros mismos, no podremos amar verdaderamente a Dios, a nuestros hermanos, a los incrédulos, o a nuestros enemigos. Y solamente podremos amarnos a nosotros mismos sabiendo quie­nes somos en Cristo, y sabiendo que el yo esencial es una nueva criatura en la cual mora Dios. Únicamente por causa de Jesús existe en nosotros algo por lo cual valga la pena amarnos a nosotros mismos. Es un pecado no amarnos a nosotros mismos. ¿Cómo po­demos dejar de amar todo lo que Dios ha creado?
Pablo dice al finalizar el capítulo 12: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.” (1 Corintios 12:31.) El camino más excelente no es “en lugar de los dones” sino en lugar de “procurar los dones”: amar de tal manera que los dones fluyan hacia afuera con tanto donaire que semejen a las refrescantes aguas de un rió que vivifican todo a su paso. El ágape nunca falla, dice Pablo; pero la profecía, las lenguas, la ciencia, y los otros dones cesarán de ser cuando Jesús, el perfecto, vuelva a buscar a su iglesia. Los dones han sido esta­blecidos principalmente para la edificación y la protección de la iglesia en la tierra, pero cuando la igle­sia este con el Edificador, los dones dejarán de ser necesarios. Pero hoy en día si lo son.
Un joven se enrola en el ejército. Es de esperar que rinda un “fruto” en su vida: valor, resistencia, perseverancia, formalidad, etc. El fruto es de la máxima importancia, y deja una impronta permanente en su carácter. Imaginemos la reacción del joven si fuera enviado al frente de batalla y su superior le dijera:
“Bueno, hijo, cuentas con las cosas más importan­tes; el fruto se ha desarrollado en tu vida, no nece­sitas nada más.” El joven, con toda probabilidad, respondería:
“Señor, todo eso me parece muy bien y muy lindo, pero según rumores, hay un enemigo aquí cerca, y las bajas que traen de vuelta confirman esos rumores. Si no lo toma a mal quisiera que me diera armas (dones) para protegerme; ¡estamos en guerra!” Si le dijeran que han decidido prescindir de las armas, por­que el ejército no las necesita más, ¡sería muy difícil convencerlo!
Efectivamente hay una guerra en marcha; y du­rante todo el tiempo que vivamos en este mundo caído, necesitaremos los dones. Los dones todavía no han pasado; más aun, la Escritura señala que antes que Jesús vuelva a buscar a su iglesia, habrá un avivamiento aun mayor del Espíritu Santo, para combatir el incremento de la obra del enemigo, y como es obvio, los dones estarán incluidos en ese avi­vamiento. (Joel 2:23-24, 28-31; Hageo 2:9.) Y en un día glorioso, cuando la batalla haya concluido con la victoria, los dones dejarán de ser necesarios.
También pasarán la fe y la esperanza, tal cual las conocemos en este mundo. “La esperanza que se ve no es esperanza… pero si esperamos lo que no ve­mos con paciencia lo aguardamos.” (Romanos 8:24­25.) “Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1.) Viendo la evidencia de nuestra fe, nos introducirá a una forma de relación de fe distinta a la que ahora conocemos. Cuando veamos a nuestro Señor cara a cara, todas estas cosas pasarán, tal como lo asegura la Escritura. Lo único que tendrá permanencia eterna será el amor -ágape- porque “Dios es amor”.
Hemos procurado demostrar que debe haber un equilibrio y una acción recíproca entre los dones y el fruto del Espíritu Santo. Los dones -las campa­nillas de oro- deben tintinear para proclamar al mun­do que nuestro sumo sacerdote vive por siempre ja­más, y sigue firme en su obra redentora, sanando al mundo por medio del ministerio de su pueblo. El fruto tiene que verse, para mostrar a la gente como es Jesús, y como los ama. El mundo tiene que ver el amor de Dios actuando en su pueblo.

15 Consagración



Ya hemos hablado de dos experiencias cristianas básicas, siendo la más importante la salvación, y en segundo lugar el Bautismo con el Espíritu Santo. Ambas se dan en forma gratuita a quienquiera que las pida y nada puede hacerse para ganarlas.
También puede darse un paso vital, que podríamos denominar consagración. Los dos primeros pasos los ofrece Dios para nuestra aceptación, mientras que en la consagración, nosotros nos damos a Dios:
“Así que, hermanos, os ruego… que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo (consagra­do), agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” (Romanos 12:1.)
Pablo esta hablando a los “hermanos”, a creyentes que son salvos y sin duda bautizados en el Espíritu Santo. La consagración es algo que nosotros hacemos, pero únicamente Dios nos da la capacidad para ello. Significa someter nuestra propia voluntad a Dios en la más alta medida posible para que su perfecta vo­luntad pueda manifestarse en nosotros y a través de nosotros. Este paso es una respuesta a la oración que dice:
“Venga tú reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (en vasos de barro(2 Corintios 4:7.)” (Mateo 6:10.)
1 Otros términos usados al mismo fin son: entrega, discipulado o dedicación.
Lo que en realidad quiere decir es que debemos permitir a Jesús que sea EL Rey y Señor de nuestras vidas.
“¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?” pregunto el rey David a su pueblo. (1 Crónicas 29:5.) El pueblo de Israel respondió voluntaria­mente y “de todo corazón”; dieron de sí y dieron sus bienes para la construcción del templo del Señor. A continuación, David elevó una hermosa oración, termi­nando con las conocidas palabras:
“Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tus manos lo damos.” (1 Crónicas 29:14.)
Nosotros y todo lo que tenemos, pertenece a Dios, pero habiéndonos dado libre albedrío, tiene que esperar a que seamos nosotros quienes le retribu­yamos voluntariamente.
De la manera en que somos salvos cuando por vez primera recibimos a Jesús, y sin embargo nuestra salvación continua día a día; de la manera en que recibimos el Espíritu Santo en un determinado mo­mento, de una vez y para siempre, pero debemos permitirle que nos llene día a día; así también tenemos que efectuar el acto inicial de la consagración, que también tendrá que ser renovado día a día, reuniendo las facetas de nuestra vida que parecieran haberse apartado de él, y juntarlos en el sitio donde deben estar. Muchos hay que han nacido de nuevo y han silo bautizados en el Espíritu Santo, que no se dan cuenta de la necesidad de consagrarse. Y, sin embar­go, la consagración es el único camino para una vida plena y victoriosa en Cristo.
La consagración se produce, entonces, cuando op­tamos caminar con Jesús, día a día; significa poner a Jesús en primer lugar en nuestras vidas y caminar con é1. “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo ó:33.) Jesús nos ha prometido estar siempre con nosotros, pero el creyente no consagrado pretende que Jesús le acompañe adonde él quiere ir, en tanto que la persona consagrada sigue a Jesús adonde Jesús quiere ir. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día (someta su propia voluntad cada día) y sígame (Lucas 9:23)
Al llegar a este punto alguien puede plantear lo siguiente: “Todo esto suena muy bonito, pero ¿cómo aprender a hacerlo?” El mejor consejo que podemos dar es que debemos descubrir la diferencia que existe entre alma y espíritu. Ya hemos mencionado la im­portancia de comprender que no estamos reducidos a dos partes, -alma y cuerpo- como los anímales, sino que conformamos tres partes: espíritu, alma y cuerpo.
El espíritu (pneuma) es la parte mas recóndita de nuestro ser, que fue creado para tener comunión con Dios. Estaba muerto “en delitos y pecados” y cobró vida al hacernos cristianos, y Dios vino a morar justa­mente allí. Es en nuestro espíritu donde subyace ese conocimiento o testimonio interior de la voluntad de Dios. En la carta a los Colosenses leemos: “Porque en él (Jesús) habita toda la plenitud de la Deidad (Trinidad), y vosotros (los cristianos) estáis comple­tos en él.” (Colosenses 2:9-10.) En el evangelio de Juan, leemos lo que dijo Jesús: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en é1.” (Juan 14:16.) ¿Qué más podemos pedir cuando el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en nuestro espíritu? Esta es la parte de nuestro ser denominada “nueva criatura” sitio en el cual nuestro espíritu se ha unido al Espíritu Santo y se han hecho uno solo. (1 Corintios 6:17.) Con frecuencia, esta es la parte más descuida­da de nuestro ser, siendo, como es, la mas impor­tante.
El alma (psiquis) es la parte del hombre que lo ha gobernado siempre, desde la caída. Esta compues­ta de tres partes: el intelecto la voluntad y las emo­ciones. El alma del cristiano ha llegado a un punto en que puede ser puesta en orden; todavía es una mezcla de bien y de mal. Resulta maravilloso cuando el alma se somete a Dios; pero cuando no lo está, puede bloquear lo que Dios quiere hacer en nosotros y a través nuestro. Si bien el “viejo hombre” fue crucificado con Cristo, todavía quedan restos del des­orden que dejó allí desde la época en que dominaba nuestra alma; la tarea de limpieza -en lenguaje bíblico- se llama santificación. ¡Esta esfera es un verdadero campo de batalla! Es el campo del “yo” que Jesús quiere que neguemos.
E1 cuerpo (soma) es el ámbito de los cinco sentidos gusto, tacto, olfato, vista y oído. El cuerpo es la casa donde habitan el alma y el espíritu, y el cuerpo del cristiano pasa a ser el templo del Espíritu Santo. (1 Corintios 6:19) Con el bautismo en el Espíritu Santo el cuerpo se llena hasta rebosar con la gloria de Dios. En tanto nuestros cuerpos -que todavía con­servan tendencias a caer- no controlen nuestras vi­das, antes bien son controlados por el Espíritu Santo y por nuestro estado de “nuevas criaturas”, expresaran la hermosura y el gozo del Señor. Dios tiene sus planes con respecto a nuestros cuerpos físicos, y los ejecutará en la medida en que seamos obedientes a la inspiración del Espíritu Santo y de su Palabra, referidas a su templo. Dios quiere que “seas pros­perado… y que tengas salud, así como prospera el alma”. (3 Juan 1:2.)
Nuestra situación en la vida puede ser comparada a lo que puede ocurrir en un gran trasatlántico. El capitán ha estado gravemente enfermo y durante el prolongado período que duró su enfermedad, no pudo ejercer el comando de la nave. La tripulación, bien entrenada, supo muy bien lo que tenía que hacer y tomó el control. Desgraciadamente, sin conocer ni el destino ni el propósito del viaje, navegan por el Océano sin rumbo fijo. Se suscitan disputas entre ellos, y queda muy poco combustible. Desde el mo­mento en que no conocen el arte de la navegación y por lo tanto como llegar a un puerto, no pueden rea­bastecerse. ¡La situación se ha tornado grave! Mi­lagrosamente, mejora el capitán, pero se da cuenta que le demandara un tiempo ganar nuevamente el control del buque. De vez en cuando la tripulación le presta atención, pero las mayoría de las veces le dicen “Vea, señor, hemos navegado mucho tiempo sin su ayuda, y sabemos hacerlo. Déjenos en paz.”
Nuestro espíritu, unido al Espíritu Santo, es quien debe -presuntuosamente- gobernar nuestra alma, y nuestra alma sometida debe -también presuntuosamente- gobernar nuestro cuerpo. Pero por mucho tiempo, sin embargo, desde el momento en que na­cimos, nuestro espíritu ha estado fuera de acción y nuestra alma y nuestro cuerpo han actuado por su propia cuenta. ¿Qué tiene que hacer el capitán del barco para tomar nuevamente el control? Lo que la tripulación desconoce es que las cosas volverán a la normalidad y todos serán felices, solamente cuan­do el capitán, con sus mapas y su brújula, y su co­nocimiento del mar, logre recuperar el control total de la situación. Además el capitán también sabe coómo manipular la radio para pedir ayuda y dar indi­caciones sobre la posición del barco, solicitando com­bustible y otros elementos necesarios. La paz y la felicidad volverán a reinar en el barco en el memento en que el capitán retome el control.
Para el cristiano, inmediatamente después de su bautismo en el Espíritu Santo, la presencia de Dios resulta tan real, que no le demanda ningún esfuerzo colocar a Dios en el primer lugar. Está primero en nuestra mente temprano a la mañana, es el tema favorito en nuestra conversación durante el día. Y es e último en quien pensamos antes de retirarnos a dor­mir. Su espíritu renovado (el capitán) esta por encima de su alma (la tripulación), y el cuerpo (el barco) fun­ciona de acuerdo a las directivas del capitán. Sucede que en algunas personas esta paz y orden duran más que en otras, pero bien pronto el alma comienza a forcejear para recuperar el control que le corresponde. Para que todo se desarrolle en orden, el cristiano tiene que tener una idea bien clara de la diferencia que hay entre su alma y su espíritu. Y esto lo puede saber aplicándose al estudio de las Escrituras.
“La Palabra de Dios es viva y eficaz, y mas cor­tante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las inten­ciones del corazón.” (Hebreos 4:12.)
¿Por qué la Biblia insiste en la necesidad de esta­blecer una clara división o separación o distinción entre el alma y el espíritu? El alma, como ya lo he­mos dicho, es una mezcla de bien y de mal. La Biblia nunca nos dice que debemos caminar o vivir en el alma, pero sí nos repite una y otra vez “andad en el Espíritu”, “vivid en el Espíritu”, “orad en el Espíritu”, “cantad en el Espíritu” ¡Nuestras almas podrán ser limpiadas, curadas, restauradas y utilizadas para la gloria de Dios, en la medida en que aprendamos a caminar en el Espíritu, sometiendo nuestras almas al Espíritu de Dios! Las palabras del salmista David nos parecen apropiadas a este respecto:
“Junto a aguas de reposo me pastoreará; confor­tará mi alma.” (Salmo 23:2-3.)
De la misma manera que somos tres partes -espíritu, alma y cuerpo- nuestras almas también están formadas por tres partes: intelecto, voluntad y emociones. Nuestro intelecto con forma una de la áreas mas difíciles de nuestra alma, en el intento de someternos a la obra del Espíritu Santo. Pareciera que es el que más hondo ha caído a causa del pecado original, ya que justamente fue el intelecto el que incursionó en las zonas prohibidas por Dios, y por allí entró el pecado en el mundo. Dijo al tentador: “Sabe Dios que el día que comías de él, serán abier­tos vuestros ojos y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5.)
Y desde entonces el hombre ha vivido de acuerdo a los razonamientos de su intelecto. Desde el primer grado de la escuela primaria se nos ha enseñado que el intelecto es la parte más importante en nuestras vidas, pero la educación no constituye la respuesta completa para cambiar el mundo. (La madre de Den­nis solía decir: “¡Si educamos a un diablo, lo más que podremos obtener es un diablo capaz!”). Satanás es un embaucador más hábil que el más hábil de los abogados criminalistas; no nos cabe la menor duda de que podrá engañar nuestro intelecto, si nuestro in­telecto es lo único con que contamos. Nuestra mente ha logrado acumular informaciones buenas y malas, verdaderas y falsas, y aun después de la conversión y del bautismo con el Espíritu Santo, toma tiempo efectivizar un cambio. Sin embargo, el intelecto es algo maravilloso siempre que este sometido a Dios y haya sido renovado por el Espíritu Santo.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos”. Las palabras “transformado” y “transfigurado” provienen del mismo vocablo griego metamorfo, (de donde viene la palabra metamorfosis). “…por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y per­fecta” (Romanos 12:2.).
También dicen las Sagradas Escrituras: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo tam­bién en Cristo Jesús.” (Filipenses 2:5.)
No aceptemos, como nuestra, cualquier idea que surja en nuestra mente. Debemos investigar su ori­gen preguntándonos a nosotros mismos: ¿Vino de Dios? ¿Vino de mi nueva vida en Cristo? ¿Vino del enemigo? Es preciso que de inmediato eliminemos de nuestra vida los dardos de fuego y la dañina imaginación del enemigo. La tentación no constituye un pecado en sí, pero lo es cuando .nos solazamos con la tentación, que en última instancia nos hará caer en la mala acción. La Biblia dice “Refutando argumentos, y toda altivez que se le­vanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cau­tivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” (2 Corintios 10:5.)
El “conocimiento de Dios” es que el creyente es una nueva criatura, de ahí que sus pensamientos serán sanos y buenos. Todo otro pensamiento que viene del enemigo o de la villa del alma y debe ser resis­tido. El creyente debe oponerse permanentemente a esos pensamientos desviados (se hará mas fácil el esfuerzo con el correr del tiempo) o, de lo contrario, volverá a su vieja manera de ser. Watchman Nee2 el gran líder chino, dice que hay muchos hijos de Dios que tienen corazones nuevos pero cabezas viejas.
La expresión “refutando argumentos” en el pasaje precedente, significa que es necesaria nuestra cooperación y aquí es donde entra en acción nuestra vo­luntad. La voluntad es el núcleo del alma, el lugar donde se hacen las elecciones y se toman las decisio­nes. Es el yo esencial, y ha sido usada para ejercitar la propia voluntad y no la voluntad de Dios. Dios le entregó al hombre una libre voluntad para que libre­mente pudiera decidir amarle, pero el mal uso que de la libre voluntad hizo el hombre, causó la muerte de Jesús. El libre albedrío fue adquirido por la muer­te de Jesús. Dios nunca nos quita el libre albedrío, pero todos los días debemos demostrarle nuestro amor a él, devolviéndole espontáneamente nuestra volun­tad. Esto, en otros términos, es la consagración
Dios no tiene ningún interés en que nosotros le obedezcamos como autómatas, porque en ese caso no tendríamos poder de decisión. Todos aquellos que aceptan que Dios se ha revelado en las Escrituras, y especialmente en Jesucristo, saben perfectamente bien que Dios quiere criaturas que vo­luntariamente desean que el haya dispuesto para ellos. No pierden sus voluntades; conscientemente, activa­mente, gozosamente, acomodan sus voluntades a la de él, porque sienten y conocen su amor, y porque están respondiendo a su amor. Dios nos dio libre albedrío, es decir, la potestad para elegir, para que pudiéramos amarle libremente y obedecerle también libremente. Dios quiere hijos, no robots. El Padre anhela la obediencia de sus hijos, porque los ama y quiere lo mejor para ellos. Los hijos, a su vez, desean obedecer al Padre, porque le aman.
Jesús, cuya voluntad era sin pecado y, por lo tanto, distinta de la nuestra, sirvió de ejemplo cuando nos dijo: “No busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.” (Juan 5:30.)
Pudiera darse el caso de tener miedo de someter nuestra voluntad a la de Dios, porque el enemigo nos ha asustado diciéndonos cosas como: “Con toda se­guridad que Dios lo obligará a dejar la familia y lo enviará a un país lejano”, o “Dios te obligará a pararte en una esquina de tu pueblo a predicar a los transeúntes.” ¡No le prestemos atención!
Debemos dejar sentado con toda claridad en nues­tra mente, de una vez por todas, que Dios nos ama, y quiere lo mejor para nosotros; solamente andando de acuerdo a sus planes podremos rendir una vida fructífera, ahora y por la eternidad. ¡No debemos permi­tir que nada impida que Dios nos dé lo mejor!
También es la voluntad la que controla esa tercera parte de nuestras almas: nuestras emociones. Las emociones son los “sentimientos” del alma. Algunos cristianos tienen emociones que se parecen mucho a ese conocido juego de los niños llamado Yo-Yo. Hoy sienten que son salvos; mañana dudan y sienten que no son salvos. Hoy sienten que Dios los está guian­do; mañana no están seguros ni siquiera de si Dios sabe que ellos existen.
Como es obvio, nuestras emociones no son de fiar, y si procuramos guiar nuestras vidas según sus dic­tados, terminaremos en una total confusión. Hemos hecho mal uso de nuestras emociones en el pasado: arranques de mal humor, cediendo a la autoconmise­ración, etc. Nuestras vidas no pueden ser dirigidas por nuestros sentimientos; también ellas son una mez­cla del bien y del mal. Debemos manejarnos por el conocimiento interior que nace en nuestros espíritus y en concordancia con la Palabra de Dios. “Los sen­timientos no son hechos.” Por supuesto que esto no quiere decir, de ninguna manera, que la vida cristia­na deba estar desprovista de emociones, sino que Dios, en esta esfera de nuestra vida, también tiene una tarea que realizar con respecto a la sanidad y a la renovación de nuestro ser.
Si todavía no es una realidad en nuestras vidas, debemos dar ese paso de la consagración, que resulta fácil cuando aprendemos a discernir entre lo que es alma y lo que es espíritu. Es algo que exige nues­tro consentimiento y, cuando lo hacemos, se profun­diza, y todas las demás cosas ocupan su lugar en nuestras almas. No es pura casualidad que el capítulo cuarto de Hebreos hable de entrar en el reposo de Dios, justamente antes de explicar la necesidad de establecer una clara distinción entre el alma y el espíritu. El reposo es la consecuencia de vivir en el espíritu y no en el alma, pero muchos cristianos todavía tienen que aprender a reconocer esa diferen­cia. La salvación significa un descanso para el espíritu del hombre. “Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan a la presencia del Señor tiempos de refrigerio.” (He­chos 3:19.) Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28.) El bautismo en el Espíritu Santo sig­nifica un rebosamiento de ese descanso que brinda reposo al alma. Isaías lo expresa de la siguiente ma­nera: “Porque en lenguas de tartamudos, y en extraña lengua hablara a este pueblo, a los cuales el dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es el re­frigerio…” (Isaías 28:11-12.) El intelecto entra en reposo cuando se somete a Dios, y el hablar en lenguas constituye uno de los medios más importantes para dejar que el Espíritu Santo renueve y refresque nues­tras mentes y almas. En la medida en que aprenda­mos a negar a nuestras almas el derecho de gober­narnos y caminemos en ese reposo con nuestras almas y espíritus sometidos al Señor, podrá Dios eliminar la “madera, el heno y la hojarasca” y establecer todo aquello que tenga valor permanente en nuestras vidas. (1 Corintios 3:12-13.) Jesús dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarles descanso para vues­tras almas.” (Mateo 11:29.)
“Llevad mi yugo sobre vosotros.” Cuando uno de los bueyes (nosotros) es guiado por el otro (Jesús) estando ambos bajo el mismo yugo – los dos están sujetos a servidumbre y deben transportar la carga – el buey guía dirige al otro y soporta el mayor peso del trabajo. Cuando empezamos a acusar el peso de la carga, podemos estar seguros que estamos quitándole al Señor la dirección, y debemos retomar el lugar que nos corresponde, es decir, exactamente a la par de él. El peso de la carga puede compararse a un termómetro espiritual para advertirnos que el alma y no el espíritu esta tomando la iniciativa. La pesadez nos está di­ciendo que nuestras almas no están reposando en Cristo.
Cuidémonos de no volver atrás, a la época en que actuábamos de acuerdo a los dictados de nuestro per­vertido intelecto, de nuestras emociones y de nuestra propia voluntad, y en cambio mantengamos vivo el torrente que empezó en nuestro particular Pentecostés; la mente de Cristo que se manifiesta en nosotros, sus emociones fluyendo a través nuestro, y su vo­luntad cumplida en nosotros.
Esta oración podemos elevarla a nuestro Dios tal cual la transcribimos, o utilizando nuestras propias palabras:

Amado Padre celestial:
Te agradezco por los maravillosos dones de la salvación y el bautismo en el Espíritu Santo. ¡Las pala­bras son inadecuadas para expresar mi gratitud! Re­conozco que estos dones son gratuitos y que me los has dado, no por méritos propios, sino simplemente porque me amas. Ahora quiero darte lo único que tengo para dar… yo mismo. Bien sé que tu voluntad con respecto a mi vida es maravillosa, y te pido que tu perfecta voluntad se cumpla en mí y a través de mi persona, desde hoy en adelante. Ayúdame para que mi voluntad se someta a la tuya y ambas sean una sola voluntad. Pido a tu Hijo, Jesucristo, que venga y ocupe el trono de mi vida para que el reine como Señor.
Sé perfectamente que esto no lo puedo hacer ba­sado en mis propias fuerzas, pero confío en tu poten­cia y en tu diaria dirección para ayudarme. Gracias, Padre, por escuchar mi oración. ¡Alabado sea tu nombre!
Te lo pido en el nombre del Señor Jesús. Amén.


4 Cosas muy importantes:


1. La Salvación: Juan 10:9; Hechos 16:30-31; Romanos 10:9,13; Mateo 9:22; Lucas 7:50; Juan 3:16-17; Lucas 17: 19; 2 Timoteo 1:9; Tito 3:5.
2. Bautismo en el Espíritu Santo: Hechos 1:5, 8; 2:4; Efesios 5:18; Hechos 19:6; 8:17; 9:17; Hechos 10:45-46; 11:16.
3. Consagración, entrega total a Cristo, decidir hacer siempre su voluntad:
Juan 5:30; 8:29; Mateo 26:39; Marcos 14:36; Lucas 22:42; Romanos 12:2; Hechos 13:36; Juan 7:17; 9:31; Hebreos 10:7; 10:36; 13:21; 1 Pedro 4:2; 1 Juan 2:17. Efesios 5:17; Juan 20:21.
4. Saber el propósito de Dios para su vida, su llamado personal y enfocarse en él sin
desviarse nunca. “Dando fruto con perseverancia”.


Buenas obras. Ya sabemos que las buenas obras no nos dan el rótulo de buenos cristianos, pero la Biblia nos dice repetidamente que Dios nos premiara de acuerdo a lo que hayamos hecho. Amar al prójimo como a nosotros mismos significa alimentarlo cuan­do esta hambriento, vestirlo cuando le falte ropa, visitarlo cuando esta enfermo o en la prisión. Y, tal cual lo explicó Jesús, nues­tro prójimo no se reduce a nuestro vecino, sino a cualquier persona necesitada que recurra a nosotros. El apóstol Santiago afirma que es una burla decirle a alguien que tiene hambre y frío: ¡Dios te bendiga! ¡Caliéntate! ¡Aliménta­te!”, si no hacemos algo para ayudarlos.
La acción social de cristiano, de lo cual tanto se habla hoy en día, se reduce, en pocas palabras, a la acción del cristiano en el mundo dondequiera se en­cuentre. No se supone que la iglesia, como organi­zación, se transforme en un factor de poder político, pero los cristianos deben interesarse en la política, y traer sus convicciones con ellos. La iglesia, como organización, no debe intervenir directamente en las diferencias entre capital y trabajo, pero los cristianos que sean dirigentes en el campo del capital y del trabajo, deben participar con sus convicciones cuando se plantean las confrontaciones de los dos campos. El comerciante que está en Cristo, tratará a sus empleados como los trataría Cristo, y los em­pleados cristianos rendirán su jornada de trabajo como lo haría Jesús. La base de una verdadera “ac­ción social” es actuar según la premisa establecida en 1 Juan 4:17: “… como él es, así somos nosotros en este mundo.”
En compañía de toda la familia debemos participar colaborando con la obra de Dios sobre bases más amplias aun, ayudando al sostén del campo misione­ro, ayudando en los proyectos de la iglesia local, etc. Por supuesto, debemos contar con el Señor, quien nos dirigirá en todas estas cosas, pero que el “esperar en el Señor” no se convierta en una excusa para no hacer nada. El hacerla constituye una parte vital de nuestra vida y testimonios cristianos.
Cooperando con Dios. La palabra cooperar signifi­ca simplemente “trabajar juntos”, y la Escritura nos dice que Dios quiere que seamos colaboradores con él. (1 Corintios 3:9: 2 Corintios 6:1.) Todo esto quiere decir que si bien Dios nos ha creado como seres libres, él está pendiente de nuestra colabora­ción para introducir su amor al mundo.
El Señor Jesús no escribió ningún libro, pero el más importante de todos los libros del mundo es­cribe sobre él; nunca viajó más allá de unos pocos kilómetros de su lugar de nacimiento, y sin embargo trazó un plan para alcanzar los lugares mas remotos del mundo. Después de limpiarlos de sus pecados, lle­nó a sus seguidores con el amor, el gozo y el poder de Dios, y los envió para derramar ese gozo, ese amor y ese poder sobre otros y decirles que ellos también podían ser perdonados y llenados de la gloria y del poder de Dios. En esto consisten las buenas nuevas, el Evangelio, y las personas que lo escuchan y lo aceptan forman parte del pueblo de Dios, la Iglesia.
Es un método notablemente eficaz, pues si una persona recibe hoy a Cristo, y al mismo tiempo recibe un mayor poder para testificar recibiendo el bautismo en el Espíritu Santo, y mañana ayuda a otros dos a recibirlo, asegurándose de que estos también sean bautizados en e1 Espíritu Santo, y a su vez esas dos personas alcanzan a cuatro en el día subsiguiente, y esos cuatro ganen a ocho, y se continúa en esa pro­gresión geométrica, en un mes, es decir en treinta y un días se habrán alcanzado y ganado para el reino de Dios, !mil millones de personas! 1


1Esta multiplicación extraordinaria se daría en el caso de que cada cristiano ganara solamente dos personas para Dios durante toda su vida. Como es de imaginar, un cristiano que cuenta con el poder de Dios debería orar pidiendo 1a oportunidad de testifi­car por Cristo todos les días, para que durante su existencia centenares de personas fueran ganadas para Cristo
Este es el principio sobre el cual se basó Jesús para alcanzar al mundo: cada persona contándole a los demás, y ellos, a su vez, a otros, hasta que sean millones los que estén llenos de la gloria de Dios en toda la redondez de la tierra. Este plan de acción ha sido iniciado una y otra vez, y luego ha fracasado, debido a la infidelidad y a lo olvidadizo del ser huma­no, y a la confusión y a las desviaciones provocadas por el enemigo. Pero mayormente el fracaso se ha debido a que el mensaje fue transmitido solo par­cialmente: perdón sin poder. Hoy en día. sin embar­go, nuevamente es proclamado el “Evangelio comple­to”, no solamente el hecho esencial de que Dios perdona y ama a su pueblo, sino que al hacerlo les da poder para ganar a otros. El plan de Dios es que millones de hombres y mujeres, y también de niños, en todo el mundo, sean portadores de su mensaje de amor, perdón, sanidad y poder para toda la humani­dad. Estamos viviendo la era del reavivamiento de la iglesia, ¡y es algo tan emocionante! En todo el mundo la gente está descubriendo qué maravilloso es hablar a los demás sobre Jesús y el poder del Espíritu Santo, ¡y sabemos que el plan de Dios no fracasará! Bien pudiera ser este el último avivamiento antes de la venida del Señor. Esperamos y oramos para que este libro ayude a muchos a cooperar con Dios y que, como hijos y colaboradores seamos llenados, hasta rebosar, con su gran gozo.

Capítulo 15 – Consagración – Libro El Espíritu Santo y tú. D. Bennett


Ya hemos hablado de dos experiencias cristianas básicas, siendo la más importante la salvación, y en segundo lugar el bautismo con el Espíritu Santo. Ambas se dan en forma gratuita a quienquiera que las pida y nada puede hacerse para ganarlas.
También puede darse un paso vital, que podríamos denominar consagración.’ Los dos primeros pasos los ofrece Dios para nuestra aceptación, mientras que en la consagración, nosotros nos damos a Dios:
“Así que, hermanos, os ruego… que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo (consagra­do), agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” (Romanos 12:1.)
Pablo esta hablando a los “hermanos”, a creyentes que son salvos y sin duda bautizados en el Espíritu Santo. La consagración es algo que nosotros hacemos, pero únicamente Dios nos da la capacidad para ello. Significa someter nuestra propia voluntad a Dios en la más alta medida posible para que su perfecta vo­luntad pueda manifestarse en nosotros y a través de nosotros. Este paso es una respuesta a la oración que dice:
“Venga tú reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (en vasos de barro (2 Corintios 4:7.)” (Mateo 6:10.)
1 Otros términos usados al mismo fin son: entrega, discipulado o dedicación.
Lo que en realidad quiere decir es que debemos permitir a Jesús que sea EL Rey y Señor de nuestras vidas.
“¿Y quien quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?” pregunto el rey David a su pueblo. (1 Crónicas 29:5.) El pueblo de Israel respondió voluntaria­mente y “de todo corazón”; dieron de si y dieron sus bienes para la construcción del templo del Señor. A continuación David elevo una hermosa oración, termi­nando con las conocidas palabras:
“Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tus manos lo damos.” (1 Crónicas 29:14.)
Nosotros y todo lo que tenemos pertenecemos a Dios, pero habiéndonos dado libre albedrío, tiene que esperar a que seamos nosotros quienes le retribu­yamos voluntariamente.
De la manera en que somos salvos cuando por vez primera recibimos a Jesús, y sin embargo nuestra salvación continua día a día; de la manera en que recibimos el Espíritu Santo en un determinado mo­mento, de una vez y para siempre, pero debemos permitirle que nos llene día a día; así también tenemos que efectuar el acto inicial de la consagración, que también tendrá que ser renovado día a día, reuniendo las facetas de nuestra vida que parecieran haberse apartado de el, y juntarlos en el sitio donde deben estar. Muchos hay que han nacido de nuevo y han silo bautizados en el Espíritu Santo, que no se dan cuenta de la necesidad de consagrarse. Y, sin embar­go, la consagración es el único camino para una vida plena y victoriosa en Cristo.
La consagración se produce, entonces, cuando op­tamos caminar con Jesús, día a día; significa poner a Jesús en primer lugar en nuestras vidas y caminar con e1. “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33.) Jesús nos ha prometido estar siempre con nosotros, pero el creyente no consagrado pretende que Jesús le acompañe adonde el quiere ir, en tanto que la persona consagrada sigue a Jesús adonde Jesús quiere ir. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz cada día (someta su propia voluntad cada día) y sígame (Lucas 9:23)
Al llegar a este punto alguien puede plantear lo siguiente: “Todo esto suena muy bonito, pero ¿como aprender a hacerlo?” El mejor consejo que podemos dar es que debemos descubrir la diferencia que existe entre alma y espíritu. Ya hemos mencionado la im­portancia de comprender que no estamos reducidos a dos partes, -alma y cuerpo- como los anímales, sino que conformamos tres partes: espíritu, alma y cuerpo.
El espíritu (pneuma) es la parte mas recóndita de nuestro ser, que fue creado para tener comunión con Dios. Estaba muerto “en delitos y pecados” y cobro vida al hacernos cristianos, y Dios vino a morar justa­mente allí. Es en nuestro espíritu donde subyace ese conocimiento o testimonio interior de la voluntad de Dios. En la carta a los Colosenses leemos: “Porque en el Jesús} habita toda la plenitud de la Deidad Trinidad], y vosotros los cristianos] estáis comple­tos en el.” (Colosenses 2:9-10.) En el evangelio de Juan, leemos lo que dijo Jesús: “El que me ama, mi palabra guardara; y mi Padre lo amara, y vendremos a el, y haremos morada en e1.” (Juan 14:16.) ¿Que mas podemos pedir cuando el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en nuestro espíritu? Esta es la parte de nuestro ser denominada “nueva criatura” sitio en el cual nuestro espíritu se ha unido al Espíritu Santo y se han hecho uno solo. (1 Corintios 6:17.) Con frecuencia esta es la parte mas descuida­da de nuestro ser, siendo, como es, la mas impor­tante.
El alma (psiquis) es la parte del hombre que lo ha gobernado siempre, desde la caída. Esta compues­ta de tres partes: el intelecto la voluntad y las emo­ciones. El alma del cristiano ha llegado a un punto en que puede ser puesta en orden; todavía es una mezcla de bien y de mal. Resulta maravilloso cuando el alma se somete a Dios; pero cuando no lo esta, puede bloquear lo que Dios quiere hacer en nosotros y a través nuestro. Si bien el “viejo hombre” fue crucificado con Cristo, todavía quedan restos del des­orden que dejo allí desde la época en que dominaba nuestra alma; la tarea de limpieza -en lenguaje bíblico- se llama santificación; Esta esfera es un verdadero campo de batalla! Es el campo del “yo” que Jesús quiere que neguemos.
E1 cuerpo (soma) es el Ámbito de los cinco sentidos gusto, tacto, olfato, vista y oído. El cuerpo es la casa donde habitan el alma y el espíritu, y el cuerpo del cristiano pasa a ser el templo del espíritu Santo. (1 Corintios 6:19) Con el bautismo en el espíritu Santo el cuerpo se llena, hasta rebosar, con la gloria de Dios. En tanto nuestros cuerpos -que todavía con­servan tendencias a caer- no controlen nuestras vi­das, antes bien son controlados por el Espíritu Santo y por nuestro estado de “nuevas criaturas”, expresaran la hermosura y el gozo del Señor. Dios tiene sus planes con respecto a nuestros cuerpos físicos, y los ejecutara en la medida en que seamos obedientes a la inspiración del Espíritu Santo y de su Palabra, referidas a su templo. Dios quiere que “seas pros­perado… y que tengas salud, así como prospera el alma”. (3 Juan 1:2.)
Nuestra situación en la vida puede ser comparada a lo que puede ocurrir en un gran trasatlántico. El capitán ha estado gravemente enfermo y durante el prolongado periodo que duro su enfermedad, no pudo ejercer el comando de la nave. La tripulación, bien entrenada, supo muy bien lo que tenía que hacer y tomo el control. Desgraciadamente, sin conocer ni el destino ni el propósito del viaje, navegan por el Océano sin rumbo fijo. Se suscitan disputas entre ellos, y queda muy poco combustible. Desde el mo­mento en que no conocen el arte de la navegación y por lo tanto como llegar a un puerto, no pueden rea­bastecerse. La situación se ha tornado grave, ¡mi­lagrosamente mejora el capitán!, pero se da cuenta que le demandara un tiempo ganar nuevamente el control del buque. De vez en cuando la tripulación le presta atención, pero las mas de las veces le dicen “Vea, señor, hemos navegado mucho tiempo sin su ayuda, y sabemos hacerlo. “Déjenos en paz’.”
Nuestro espíritu, unido al Espíritu Santo, es quien debe -presuntamente- gobernar nuestra alma, y nuestra alma sometida debe -también presuntamente- gobernar nuestro cuerpo. Pero por mucho tiempo, sin embargo, desde el momento en que na­cimos, nuestro espíritu ha estado fuera de acción y nuestra alma y nuestro cuerpo han actuado por su propia cuenta. ¿Que tiene que hacer el capitán del barco para tomar nuevamente el control? Lo que la tripulación desconoce es que las cosas volverán a la normalidad y todos serán felices, solamente cuan­do el capitán, con sus mapas y su brújula, y su co­nocimiento del mar, logre recuperar el control total de la situación. Además el capitán también sabe co­mo manipular la radio para pedir ayuda y dar indi­caciones sobre la posición del barco, solicitando com­bustible y otros elementos necesarios. La paz y la felicidad volverán a reinar en el barco en el memento en que el capitán retome el control.
Para el cristiano, inmediatamente después de su bautismo en el Espíritu Santo, la presencia de Dios resulta tan real, que no le demanda ningún esfuerzo colocar a Dios en el primer lugar. Está primero en nuestra mente temprano a la mañana, es el tema favorito en nuestra conversación durante el día. Y el último en quien pensamos antes de retirarnos a dor­mir. Su espíritu renovado (el capitán) esta por encima de su alma (la tripulación), y el cuerpo (el barco) fun­ciona de acuerdo a las directivas del capitán. Sucede que en algunas personas esta paz y orden duran mas que en otras, pero bien pronto el alma comienza a forcejear para recuperar el control que le corresponde. Para que todo se desarrolle en orden, el cristiano tiene que tener una idea bien clara de la diferencia que hay entre su alma y su espíritu. Y esto lo puede saber aplicándose al estudio de las Escrituras.
“La Palabra de Dios es viva y eficaz, y mas cor­tante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las inten­ciones del corazón.” (Hebreos 4:12.)
¿Por que la Biblia insiste en la necesidad de esta­blecer una clara división o separación o distinción entre el alma y el espíritu? El alma, como ya lo he­mos dicho, es una mezcla de bien y de mal. La Biblia nunca nos dice que debemos caminar o vivir en el alma, pero si nos repite una y otra vez  ¡”andad en el Espíritu”, “vivid en el Espíritu”, “orad en el Espíritu”, “cantad en el Espíritu” ¡Nuestras almas podrán ser limpiadas, curadas, restauradas y utilizadas para la gloria de Dios, en la medida en que aprendamos a caminar en el Espíritu, sometiendo nuestras almas al Espíritu de Dios. Las palabras del salmista David nos parecen apropiadas a este respecto:
“Junto a aguas de reposo me pastoreara; confor­tara mi alma.” (Salmo 23:2-3.)
De la misma manera que somos tres partes -espíritu, alma y cuerpo- nuestras almas también están formadas por tres partes: intelecto, voluntad y emociones. Nuestro intelecto con forma una de la áreas mas difíciles de nuestra alma, en el intento de someternos a la obra del Espíritu Santo. Pareciera que es el que mas hondo ha caído a causa del pecado original, ya que justamente fue el intelecto el que incursiono en las zonas prohibidas por Dios, y por allí entro el pecado en el mundo. Dijo al tentador:
“Sabe Dios que el día que comías de el, serán abier­tos vuestros ojos y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5.)
Y desde entonces el hombre ha vivido de acuerdo a los razonamientos de su intelecto. Desde el primer grado de la escuela primaria se nos ha enseñado que el intelecto es la parte más importante en nuestras vidas, pero la educación no constituye la respuesta completa para cambiar el mundo. (La madre de Den­nis solía decir: “! Si educamos a un diablo, lo mas que podremos obtener es un diablo capaz!”) Satanás es un embaucador más hábil que el más hábil de los abogados criminalistas; no nos cabe la menor duda de que podrá engañar nuestro intelecto, si nuestro in­telecto es lo único con que contamos. Nuestra mente ha logrado acumular informaciones buenas y malas, verdaderas y falsas, y aun después de la conversión y del bautismo con el Espíritu Santo, toma tiempo efectivizar un cambio. Sin embargo, el intelecto es algo maravilloso siempre que este sometido a Dios y haya sido renovado por el Espíritu Santo.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos mas palabras transformado y transfigurado provienen del mismo vocablo griego metamorfo, de donde viene la palabra metamorfosis] por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y per­fecta.” (Romanos 12:2.) También dicen las Sagradas Escrituras
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo tam­bién en Cristo Jesús.” (Filipenses 2:5.)
No aceptemos, como nuestra, cualquier idea que surja en nuestra mente. Debemos investigar su ori­gen preguntándonos a nosotros mismos: ¿Vino de Dios? .Vino de mi nueva vida en Cristo? Vino del enemigo? Es preciso que de inmediato eliminemos de nuestra vida los dardos de fuego y la dañina imaginación del enemigo. La tentación no constituye un pecado en si, pero lo es cuando .nos solazamos con la tentación, que en última instancia nos hará caer en la mala acción. La Biblia dice “Refutando argumentos, y toda altivez que se le­vanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cau­tivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” (2 Corintios 10:5.)
El “conocimiento de Dios” es que el creyente es una nueva criatura, de ahí que sus pensamientos serán sanos y Buenos. Todo otro pensamiento viene del enemigo o de la villa del alma y debe ser resis­tido. El creyente debe oponerse permanentemente a esos pensamientos desviados (se hará mas fácil el esfuerzo con el correr del tiempo) o, de lo contrario, volverá a su vieja manera de ser. Watchman Nee, 2 el gran líder chino dice que hay muchos hijos de Dios que tienen corazones nuevos pero cabezas viejas.
La expresión “refutando argumentos” en el pasaje precedente, significa que es necesaria nuestra cooperación y aquí es donde entra en acción nuestra vo­luntad. La voluntad es el núcleo del alma, el lugar donde se hacen las elecciones y se toman las decisio­nes. Es el yo esencial, y ha sido usada para ejercitar la propia voluntad y no la voluntad de Dios. Dios le entrego al hombre una libre voluntad para que libre­mente pudiera decidir amarle, pero el mal uso que de la libre voluntad hizo el hombre, causo la muerte de Jesús. El libre albedrío fue adquirido por la muer­te de Jesús. Dios nunca nos quita el libre albedrío, pero todos los días debemos demostrarle nuestro amor a el, devolviéndole, espontáneamente, nuestra volun­tad. Esto, en otros términos, es la consagración
Dios no tiene ningún interés en que nosotros le obedezcamos como autómatas, porque en ese caso no tendríamos poder de decisión. Todos aquellos que aceptan que Dios se ha revelado en las Escrituras, y especialmente en Jesucristo, saben perfectamente bien que Dios quiere criaturas que vo­luntariamente desean que el haya dispuesto para ellos. No pierden sus voluntades; conscientemente, activa­mente, gozosamente, acomodan sus voluntades a la de el, porque sienten y conocen su amor, y porque están respondiendo a su amor. Dios nos dio libre albedrío, es decir, la potestad para elegir, para que pudiéramos amarle libremente y obedecerle también libremente. Dios quiere hijos, no robots. El Padre anhela laobediencia de sus hijos, porque los ama y quiere lo mejor para ellos. Los hijos, a su vez, desean obedecer al Padre, porque le aman.
Jesús, cuya voluntad era sin pecado y, por lo tanto, distinta de la nuestra, sirvió de ejemplo cuando nos dijo: “No busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.” (Juan 5:30.)
Pudiera darse el caso de tener miedo de someter nuestra voluntad a la de Dios, porque el enemigo nos ha asustado diciéndonos cosas como: “Con toda se­guridad que Dios lo obligara a dejar la familia y lo enviara a un país lejano”, o “Dios te obligara a pararte en una, esquina de tu pueblo a predicar a los transeúntes.” ¡No, le prestemos atención!
Debemos dejar sentado con toda claridad en nues­tra mente, de una vez por todas, que Dios nos ama, y quiere lo mejor para nosotros; solamente andando de acuerdo a sus planes podremos rendir una vida fructífera, ahora y por la eternidad. ¡No debemos permi­tir que nada impida que Dios nos de lo mejor!
También es la voluntad la que controla esa tercera parte de nuestras almas: nuestras emociones. Las emociones son los “sentimientos” del alma. Algunos cristianos tienen emociones que se parecen mucho a ese conocido juego de los niños llamado Yo-Yo. Hoy sienten que son salvos; mañana dudan y sienten que no son salvos. Hoy sienten que Dios los esta guian­do; mañana no están seguros ni siquiera de si Dios sabe que ellos existen.
Como es obvio, nuestras emociones no son de fiar, y si procuramos guiar nuestras vidas según sus dic­tados, terminaremos en una total confusión. Hemos hecho mal uso de nuestras emociones en el pasado: arranques de mal humor, cediendo a la autoconmise­ración, etc. Nuestras vidas no pueden ser dirigidas por nuestros sentimientos; también ellas son una mez­cla del bien y del mal. Debemos manejarnos por el conocimiento interior que nace en nuestros espíritus y en concordancia con la Palabra de Dios. “Los sen­timientos no son hechos.” Por supuesto que esto no quiere decir, de ninguna manera, que la vida cristia­na deba estar desprovista de emociones, sino que Dios, en esta esfera de nuestra vida, también tiene una tarea que realizar con respecto a la sanidad y a la renovación de nuestro ser.
Si todavía no es una realidad en nuestras vidas, debemos dar ese Paso de la consagración, que resulta fácil cuando aprendemos a discernir entre lo que es alma y lo que es espíritu. Es algo que exige nues­tro consentimiento y, cuando lo hacemos, se profun­diza, y todas las demás cosas ocupan su lugar en nuestras almas. No es pura casualidad que el capitulo cuarto de Hebreos hable de entrar en el reposo de Dios, justamente antes de explicar la necesidad de establecer una clara distinción entre el alma y el espíritu. El reposo es la consecuencia de vivir en el espíritu y no en el alma, pero muchos cristianos todavía tienen que aprender a reconocer esa diferen­cia. La salvación significa un descanso para el espíritu del hombre. “Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan a la presencia del Señor tiempos de refrigerio.” (He­chos 3:19.) Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28.) El bautismo en el Espíritu Santo sig­nifica un rebosamiento de ese descanso que brinda reposo al alma. Isaías lo expresa de la siguiente ma­nera: “Porque en lenguas de tartamudos, y en extraña lengua hablara a este pueblo, a los cuales el dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es el re­frigerio…” (Isaías 28:11-12.) El intelecto entra en reposo cuando se somete a Dios, y el hablar en lenguas constituye uno de los medios más importantes para dejar que el Espíritu Santo renueve y refresque nues­tras mentes y almas. En la medida en que aprenda­mos a negar a nuestras almas el derecho de gober­narnos y caminemos en ese reposo con nuestras almas y espíritus sometidos al Señor, podrá Dios eliminar la “madera, el heno y la hojarasca” y establecer todo aquello que tenga valor permanente en nuestras vidas. (1 Corintios 3:12-13.) Jesús dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón; y hallarles descanso para vues­tras almas.” (Mateo 11:29.)
“Llevad mi yugo sobre vosotros.” Cuando uno de los bueyes (nosotros) es guiado por el otro (Jesús) estando ambos bajo el mismo yugo – los dos están sujetos a servidumbre y deben transportar la carga – el buey guía dirige al otro y soporta el mayor peso del trabajo. Cuando empezamos a acusar el peso de la carga, podemos estar seguros que estamos quitándole al Señor la dirección, y debemos retomar el lugar que nos corresponde, es decir, un paso detrás de el. El peso de la carga puede compararse a un termómetro espiritual para advertirnos que el alma y no el espíritu esta tomando la iniciativa. La pesadez nos esta di­ciendo que nuestras almas no están reposando en Cristo.
Cuidémonos de no volver atrás, a la época en que actuábamos de acuerdo a los dictados de nuestro per­vertido intelecto, de nuestras emociones y de nuestra propia voluntad, y en cambio mantengamos vivo el torrente que empezó en nuestro particular Pentecostés; la mente de Cristo que se manifiesta en nosotros, sus emociones fluyendo a través nuestro, y su vo­luntad cumplida en nosotros.
Esta oración podemos elevarla a nuestro Dios tal cual la transcribimos, o utilizando nuestras propias palabras:
Amado Padre celestial:
Te agradezco por los maravillosos dones de la salvación y el bautismo en el Espíritu Santo. ¡Las pala­bras son inadecuadas para expresar mi gratitud! Re­conozco que estos dones son gratuitos y que me los has dado, no por meritos propios, sino simplemente porque me amas. Ahora quiero darte lo único que tengo para dar… yo mismo. Bien se que la voluntad, con respecto a mi vida, es maravillosa y te pido que tu perfecta voluntad se cumpla en mi y a través de mi persona, desde hoy en adelante. Ayúdame para que mi voluntad se someta a la tuya y ambas sean una sola voluntad. Pido a tu Hijo, Jesucristo, que venga y ocupe el trono de mi vida para que el reine como Señor.
Se perfectamente que esto no lo puedo hacer ba­sado en mis propias fuerzas, pero confío en tu poten­cia y en tu diaria dirección para ayudarme. Gracias, Padre, por escuchar mi oración. ¡Alabado sea tu nombre!
Te lo pido en el nombre del Señor Jesús,
Amen.


Buenas obras. Ya sabemos que las buenas obras no nos dan el rótulo de buenos cristianos, pero laBiblia nos dice repetidamente que Dios nos premiara de acuerdo a lo que hayamos hecho. Amar al prójimo como a nosotros mismos significa alimentarlo cuan­do esta hambriento, vestirlo cuando le falte ropa, visitarlo cuando esta enfermo o en la prisión. Y nues­tro prójimo no se reduce a nuestro vecino, tal cual lo explicó Jesús, sino a cualquier persona necesitada que recurra a nosotros. El apóstol Santiago afirma que es una burla decirle a alguien que tiene hambre y frío: ¡Dios te bendiga! ¡Caliéntate! !Aliménta­te!”, si no hacemos algo para ayudarlos.
La acción social de cristiano, de lo cual tanto se habla hoy en día, se reduce, en pocas palabras, a la acción del cristiano en el mundo dondequiera se en­cuentre. No se supone que la iglesia, como organi­zación, se transforme en un factor de poder político, pero los cristianos deben interesarse en la política, y traer sus convicciones con ellos. La iglesia, como organización, no debe intervenir directamente en las diferencias entre capital y trabajo, pero los cristia­nos que sean dirigentes en el campo del capital y del trabajo, deben participar con sus convicciones cuando se plantean las confrontaciones de los dos campos. El comerciante que esta en Cristo, tratara a sus empleados como los trataría Cristo, y los em­pleados cristianos rendirán su jornada de trabajo como lo haría Jesús. La base de una verdadera “ac­ción social” es actuar según la premisa establecida en 1 Juan 4:17: “… como él es, así somos nosotros en este mundo.”
En compañía de toda la familia debemos participar colaborando con la obra de Dios sobre bases más amplias aun, ayudando al sostén del campo misione­ro, ayudando en los proyectos de la iglesia local, etc. Por supuesto debemos contar con el Señor, quien nos dirigirá en todas estas cosas, pero que el “esperar en el Señor” no se convierta en una excusa para no hacer nada. El hacerla constituye una parte vital de nuestra vida y testimonios cristianos.
Cooperando con Dios. La palabra cooperar signifi­ca simplemente “trabajar juntos”, y la Escritura nos dice que Dios quiere que seamos colaboradores con el. (1 Corintios 3:9: 2 Corintios 6:1.) Todo esto quiere decir que si bien Dios nos ha creado como seres libres, él esta pendiente de nuestra colabora­ción para introducir su amor al mundo.
El Señor Jesús no escribió ningún libro, pero el mas importante de todos los libros del mundo es­cribe sobre el; nunca viajó mas allá de unos pocos kilómetros de su lugar de nacimiento, y sin embargo trazó un plan para alcanzar los lugares mas remotos del mundo. Después de limpiarlos de sus pecados, lle­nó a sus seguidores con el amor, el gozo y el poder de Dios, y los envió para derramar ese gozo, ese amor y ese poder sobre otros y decirles que ellos también podían ser perdonados y llenados de la gloria y del poder de Dios. En esto consisten las buenas nuevas, el evangelio, y las personas que lo escuchan y lo aceptan forman parte del pueblo de Dios, la Iglesia.
Es un método notablemente eficaz, pues si una persona recibe hoy a Cristo, y al mismo tiempo recibe un mayor poder para testificar recibiendo el bautismo en el Espíritu Santo, y mañana ayuda a otros dos a recibirlo, asegurándose de que estos también sean bautizados en e1 Espíritu Santo, y a su vez esas dos personas alcanzan a cuatro en el día subsiguiente, y esos cuatro ganen a ocho, y se continua en esa pro­gresión geométrica, en un mes, es decir en treinta y un días se habrán alcanzado y ganado para el reino de Dios, !mil millones de personas! 1


1Esta multiplicación extraordinaria se daría en el caso de que cada cristiano ganara solamente dos personas para Dios durante toda su vida. Como es de imaginar, un cristiano que cuenta con el poder de Dios debería orar pidiendo 1a oportunidad de testifi­car por Cristo todos les días, para que durante su existencia centenares de personas fueran ganadas para Cristo
Este es el principio sobre el cual se baso Jesús para alcanzar al mundo: cada persona contándole a los demás, y ellos, a su vez, a otros, hasta que sean millones los que estén llenos de la gloria de Dios en toda la redondez de la tierra. Este plan de acción ha sido iniciado una y otra vez, y luego ha fracasado, debido a la infidelidad y a lo olvidadizo del ser huma­no, y a la confusión y a las desviaciones provocadas por el enemigo. Pero mayormente el fracaso se ha debido a que el mensaje fue transmitido solo par­cialmente: perdón sin poder. Hoy en día, sin embar­go, nuevamente es proclamado el “Evangelio Comple­to” no solamente el hecho esencial de que Dios perdona y ama a su pueblo, sino que al hacerlo les da poder para ganar a otros. El plan de Dios es que millones de hombres y de mujeres, y también de niños, en todo el mundo, sean portadores de su mensaje de amor, perdón, sanidad y poder para toda la humani­dad. Estamos viviendo la era del reavivamiento de la iglesia, ¡y es algo tan emocionante! En todo el mundo la gente esta descubriendo que maravilloso es hablar a los demás sobre Jesús y el poder del Espíritu Santo, ¡y sabemos que el plan de Dios no fracasara! Bien pudiera ser este el último avivamiento antes de la venida del Señor. Esperamos y oramos para que este libro ayude a muchos a cooperar con Dios y que, como hijos y colaboradores seamos llenados, hasta rebosar, con su gran gozo.

LOS FUNDAMENTOS DE LA VIDA CRISTIANA

LOS FUNDAMENTOS DE LA VIDA CRISTIANA POR Bob Gordon

¡La forma de las cosas que han de venir!

Este manual está dividido en cincuenta partes como verás en la lista de Contenidos. Esto quiere decir que se puede completar en un año si es usado una vez a la semana. Cada unidad está dividida en cuatro secciones, según el patrón explicado abajo en términos generales, para que las cincuenta unidades sigan el mismo patrón a fin de hacer el estudio más fácil.

1. Escrituras clave: las Escrituras más pertinentes al tema de la unidad de enseñanza.

2. Entrada de información: divide la enseñanza principal en apartados apropiados.

3. Preguntas y puntos de discusión: diseñado para conseguir que el individuo o el grupo reflexione sobre la enseñanza.

4. Resumen y aplicación: una perspectiva global de enseñanza.

Cómo sacar el mayor provecho de este manual

A. Recomendaciones para individuos

1. Antes de empezar el manual hazte esta pregunta: “¿Realmente quiero ser un verdadero discípulo de Jesús?” Si es así, entonces es importante tomar este curso en serio y comprometerte a terminarlo.

2. Al final de este curso tendrás todo el conocimiento básico necesario para discipular a otros. Mira hacia adelante y a ti mismo cómo Dios desea que seas, y cómo puedes ser más fructífero en tu servicio para El. Resuelve crecer en tu madurez en Cristo.

3. No te dirijas al estudio con prisas. Busca en las Escrituras y contesta las preguntas, especialmente si estás estudiando este curso solo. Somete cada unidad de enseñanza al Señor en oración y pide a Dios que te hable por medio de ella. Medita sobre secciones pertinentes e intenta aplicar las verdades que has aprendido a tu vida cotidiana. Esto es cómo crecer en madurez como discípulo de Jesús.

4. Si estás estudiando este curso como parte de un grupo, resuelve ser una parte íntegra de ese grupo. La palabra “comunión” viene de la palabra griega “koinonia” que significa “compartir cosas en común”. Tu crecimiento como discípulo de Jesús será grandemente ayudado por el estímulo que otros pueden ser para ti. Aprende a confiar en ellos y luego comparte tu vida con ellos. Comparte con otros en el grupo las cosas que estás aprendiendo acerca de Dios y Su Palabra. De esta manera podrán experimentar juntos mucho de lo que estudien entre sí, de modo que la fe aumentará y crecerá en la madurez de ustedes en Cristo.

5. Como miembro de un grupo sacarás más provecho del curso leyendo y estudiando bien la unidad de enseñanza antes que el grupo se reúna. Esto te dará tiempo para meditar sobre las diversas verdades y empezar a aplicarlas a tu vida. Las preguntas que surjan entonces pueden ser discutidas y las verdades serán más fácilmente comprendidas cuando el líder del grupo progrese por la unidad de enseñanza como se sienta guiado por Dios.

B. Recomendaciones para líderes

1. Haz toda la unidad de enseñanza de antemano. Necesitas saber y comprender el material antes que puedas enseñar a otros de él. Anima al grupo también a que repasen el material antes que se reúnan.

2. Cada grupo estará en distintos niveles espiritualmente y tendrás que modificar tu método de acuerdo con esto. Ora antes de la reunión y pide a Dios que te enseñe cómo manejar el material. Acuérdate de orar al comienzo de la reunión, para someterla al Señor y pedir Su ayuda mientras la continúas.

3. El material en este manual ha sido cuidadosamente recopilado. Ha sido diseñado primero para echar los fundamentos básicos y luego edificar la verdad pertinente encima de estos de una manera sistemática. Es importante entonces que no te desvíes demasiado del material.

4. Cuando sea posible introduce ilustraciones adicionales y aplicaciones sacadas de tu propia experiencia. Tú conoces tu escena local y lo que será apropiado para tu grupo. Sé abierto y sensible al Espíritu Santo en todo momento.

5. No prediques al grupo todo el tiempo que estén reunidos porque es importante que los miembros del grupo participen en la reunión. Anima el compartir y la discusión pero no permitas que los miembros fuertes del grupo acaparen la reunión. Haz hablar incluso a los miembros más callados, si es posible, para que todas las personas en el grupo contribuyan en algo. Ten el corazón de un pastor; sé sensible a las personas en el grupo y siempre edifícales.

6. Se recomienda que la reunión semanal dure entre una y media y dos horas; y recuerda, empieza tu reunión a la hora exacta. Cada unidad de enseñanza debería durar aproximadamente una hora para completarse. Esto dejará tiempo para que cada persona agradezca al Señor por lo que ha hecho durante la semana anterior, cómo le ha ayudado a vivir en lo bueno de lo que ha aprendido en semanas previas y para compartir necesidades de oración. Orad los unos por los otros según esas necesidades… Un tiempo de alabanza y adoración es una inclusión valiosa en la reunión, pero asegúrate de que esté bien preparado, bien llevado, no demasiado largo, y no sólo una rutina. Deja algo de tiempo durante la reunión semanal para café y para compartir juntos.

7. En algunos casos puedes sentir que la enseñanza está dando con un área que es vital para el grupo y por tanto puede que decidas extender la unidad de enseñanza sobre dos semanas o más. Si haces esto, recuerda dividir las preguntas y puntos de discusión al final de la unidad de enseñanza para que sean relacionados con la enseñanza de esa semana.

8. Asegúrate de que todos los miembros del grupo tengan acceso a una nueva versión internacional de la Biblia. También ayudará si, además, tú como líder tienes una Biblia, versión Reina Valera.

9. Anima las relaciones sociales entre los miembros de tu grupo, incluso fuera del tiempo de reunión semanal, para que los miembros del mismo lleguen a conocerse y a confiar los unos en los otros. Deberían empezar a formar una unidad juntos y ser capaces de ayudarse y animarse mutuamente.

10. La meta final de este manual es conseguir que tu grupo sea capaz de discipular a otros ellos mismos, por tanto, espera ver una creciente madurez en Cristo y anima esto siempre que sea posible.

Ten en cuenta que la mente humana retendrá’:

10% de lo que se oye.

20 % de lo que se ve.

50% de lo que se discute.

90 % de lo que se participa.

NOTA: Los cristianos pueden encontrar que una parte del material de este libro es enseñanza que ya han aprendido antes. Estas secciones no deberían ser ignoradas ni encubiertas. Necesitamos estas secciones con el deseo de comprender la enseñanza lo suficiente como para pasarla a otros.

SECCIÓN A. COMO LLEGAR A SER UN DISCÍPULO.

SECCION A

Cómo llegar a ser un discípulo
1. ¿Qué es un discípulo?  
2. El discipulado: Importancia y costo  
3. ¿Qué es el pecado?  
4. Arrepentimiento: Cómo hacer frente al pecado  
5. La sangre de Jesús  
6. Fe para salvación  
7. Quiénes somos en Cristo  
8. Perdón y conciencia limpia  
9. Adopción como hijos  
10. La paternidad de Dios  
11. La Persona y la obra del Espíritu Santo  
12 Todos los creyentes han de ser llenos del Espíritu Santo  

1. ¿Qué es un discípulo?

a) Escrituras clave

1 Pedro 2:21 Lucas 6:40

Juan 8: 31-32 Colosenses 3:17

2 Timoteo 2:2 1 Juan 2:6

b) Definición

La palabra discípulo en griego es “mathetes” que significa “uno que aprende instrucción de otro”. Se usaba en el mundo secular griego para el aprendizaje de un artesano. Un discípulo no era solamente un alumno sino un adherido, por eso se hablaba de ellos como imitadores de sus maestros.

Todo cristiano es llamado a ser discípulo de Jesús y esto significa que seguirá a Jesús y pondrá las declaraciones de Jesús primero en su vida, no importa lo que le cueste a sí mismo. De modo que un discípulo cristiano es una persona que está determinada a seguir a Jesucristo, con el deseo de aprender de El y vivir según su ejemplo.

c) Cinco principios básicos

1. Un discípulo es una persona que vive continuamente según la Palabra de Jesús. No son personas que siguen sólo ocasionalmente las palabras del Maestro, sino personas que se comprometen a llevar hasta el fin sus enseñanzas de una manera disciplinada y confiada. Jesús es nuestro Maestro. El nos hablará palabras vivas diariamente a través del Espíritu Santo. Lo que necesitamos hacer nosotros es vivir en nuestra vida diaria los mandamientos, enseñanzas y ejemplos que ya nos ha dado. El pensamiento principal detrás del discipulado no es uno de inspiración sino de instrucción. Debemos poner en práctica lo que nos ha sido revelado hacer por la Palabra de Dios. Necesitamos los fundamentos estables de la obediencia a la Palabra de Dios como la base de nuestro discipulado, si no estaremos a merced de toda noción o sentimiento subjetivo que venga.

2. Un discípulo es una persona qué confía su vida completamente al Señor. Esta confianza debería ser total, mas no es sólo un compromiso con cualquiera, sino con un Maestro amoroso que no tiene interés en sí mismo, sino que se preocupa por nuestro bienestar y crecimiento total en Dios. Jesús tiene el derecho de exigir este cometido porque entregó su vida por nosotros. Jesús está totalmente comprometido con nosotros y quiere el mismo compromiso como respuesta. Quiere que confiemos en El a cada paso, mientras El lleva nuestra vida y la moldea según su voluntad (Mateo 6:24; Juan 10:1-18)

3. Un discípulo es uno que vive una relación fructífera con Jesús (Juan 15:4-5). Waylon Moore escribe: “Nuestra unión con Cristo hace posible una vida a través de la cual otros pueden ser salvos. Cuando un árbol está tan lleno de savia que ya no la puede aguantar, ¡el resultado es el fruto! Cuando un cristiano está lleno de Cristo, otros lo ven y oyen sobre El y entonces son renacidos espiritualmente en el Reino de Dios. Así los nuevos creyentes son uno de los frutos del discipulado”. Sin esta clase de productividad en nuestra vida, el Reino de Dios no se expandirá y el cuerpo de Cristo no crecerá.

4. Un discípulo es uno que está comprometido con un amor incondicional y de sacrificio por otros (Juan 13:34-35). Este no es ningún amor humano ordinario sino el amor que Dios ha demostrado hacia nosotros. Es un amor desinteresado que no busca ganancia para estimular su acción. La palabra griega para este amor es “ágape” que significa “amor desinteresado”, donde Dios y los demás son más importantes para nosotros que nuestros propios deseos egoístas.

5. Un discípulo es uno que está dedicado al cumplimiento de la comisión de Cristo (Mateo 28:18-20). La meta de nuestro discipulado debería ser la de ganar otros discípulos, no sólo convertidos. Los convertidos pueden cambiar sus mentes, pero los discípulos siguen a su Maestro.

d) Un discípulo es una persona muy privilegiada

– Es llamado y escogido por Dios (Efesios 1:4-5).

– Jesús es su Salvador; murió en la cruz para que sus pecados pudieran ser perdonados, haciéndole aceptable a Dios (Romanos 5:8).

– Dios es su Padre, con el que tiene una relación personal, por tanto es un hijo de Dios y es del Reino de Dios (Gálatas 4:6-7).

– Le ha sido dada vida eterna (Juan 3:16).

– El Espíritu Santo vive en él, dándole poder para testificar de su vida nueva en Cristo (Hechos 1:8). Tiene paz con Dios (Romanos 5:1).

– Nada puede separarle del amor de Dios (Romanos 8:39).

e) Un discípulo tiene responsabilidad

“¿Qué haría Jesús?” Aquellos que quieran tomar su discipulado seriamente se harán esta pregunta, y otras similares, en toda situación que se presente ante ellos. Esto es un pacto o acuerdo que todo cristiano necesita hacer entre él y Jesús (1 Juan 2:6). Cuando estés perplejo pide al Espíritu Santo que te enseñe lo que haría Jesús en tu lugar. Te contestará, si genuinamente quieres saber lo que a El le agrada. Tal como tu conocimiento de la enseñanza y acciones de Jesús aumenta mientras lees la Palabra de Dios, también aumentará tu habilidad de saber lo que haría Jesús en cualquier situación.

(I) Toma una decisión firme

Un discípulo necesita tomar una decisión firme de hacer lo que haría Jesús, de otra forma se conformará con menos de lo mejor de Dios para él y continuará entristeciendo a su Señor.

– Nuestra decisión de seguir a Jesús no es una respuesta emocional al evangelio sino un acto categórico de la voluntad. Las decisiones no realizadas en la vida real son de poco valor.

– Habrá momentos en los que necesitarás someter algunas decisiones importantes a los que están en autoridad espiritual sobre ti. Si genuinamente quieres la voluntad de Dios en tu vida no necesitas temer el hacerlo. Los discípulos no han de actuar en independencia, sino que han de ser personalmente responsables ante el Señor por sus acciones.

(II) Algunos de los beneficios

Habrá cambios para bien en tu actitud hacia la gente, el dinero, los negocios y la responsabilidad social.

– Experimentarás la refinación o purificación de tu vida, para que muchos pensamientos, actitudes y acciones negativas, que sean inconsecuentes con la vida de Jesús sean quitados.

– Jesús no actuaría en incredulidad. Cuando deseas actuar como El, te dará la fe para hacerlo. Cuando sea necesario puedes confesar tus dudas y pedir su perdón y fe.

– El amor gobernará tus acciones, palabras y actitudes. Te volverás más dispuesto a perdonar; tendrás mayor compasión por los necesitados y te preocuparás más por los perdidos.

– Heredamos todo lo que Cristo hereda de Dios. Si estamos dispuestos a compartir sus padecimientos, también compartiremos su Gloria (Romanos 8:17). Incluso cuando la obediencia resulta costosa, no serás el perdedor, porque Dios siempre devolverá muchísimo más que lo que le es dado; tanto en esta vida como eternamente en el cielo (Lucas 6:38; Juan 10:10).

– Se realizarán cambios en algunos de tus hábitos viejos porque el Señor quiere ver estos cambios en ti. Sométete voluntariamente a esos cambios, y resiste la tentación de volver a los hábitos viejos y así comprometer tu discipulado (Colosenses 3:17).

– Si tomas tu discipulado en serio estarás buscando primero el reino de Dios y su justicia. Puedes tener confianza en que Dios guardará su promesa y proveerá para toda necesidad, como lo hizo con Jesús (Mateo 6:33).

f) Preguntas y puntos de discusión

1. ¿Deberíamos vivir como nosotros queremos, o como Dios quiere en cada situación? (2 Corintios 5:15).

2. ¿Quién es nuestro guía en las cosas de Cristo Jesús? (Juan 16-13-14).

3. ¿Qué clase de cosas hará cualquiera que tiene fe en Jesús? (Juan 14:12-14).

4. ¿Podemos aprender algo sobre el amor, de la entrega por Dios de su hijo Jesús (1 Juan 4:10-11), y cómo nosotros como discípulos permanecemos en su amor? (Juan 15:9-14).

5. ¿Cuáles son los dos mandamientos principales de Dios? (Mateo 22:37-39).

6. ¿Cómo podemos nosotros, como discípulos, vivir nuestra vida cotidiana manifestando el amor “ágape” hacia Dios y los demás como Dios lo requiere? (Romanos 5:5).

7. Cuando las cosas se ponen difíciles, ¿podemos relajarnos un poco hasta que podamos hacer frente a la vida otra vez? (Lucas 9:62). Si no, ¿por qué tantos cristianos lo hacen?

g) Resumen y Aplicación.

1. Necesitamos estar totalmente comprometidos con Jesús, haciéndole nuestro Señor. Esto significa que no le diremos “No” cuando nos pida que hagamos algo por El.

2. Todo discípulo de Jesús debería hacerse esta pregunta: “¿Qué haría Jesús en esta situación?”

3. Necesitamos vivir continuamente en la Palabra de Dios como discípulos suyos para que le conozcamos mejor, y luego tendremos mayor habilidad para saber lo que haría Jesús en cada situación.

4. Necesitamos ver a Dios como nuestro Maestro amoroso que quiere sólo nuestro bien.

5. Necesitamos amar y servir a Dios primeramente, a los demás en segundo lugar, y por último a nosotros mismos.

2. El discipulado: Importancia y costo

a) Escrituras clave

Juan 15:16 Lucas 14:26-35
Mateo 28:18-20

Lucas 9:23

Mateo 10:37-39

b) ¿Por qué el discipulado?

(1) Jesús demostró la importancia del discipulado al hacer del entrenamiento de los doce discípulos una prioridad durante los tres años y medio de su ministerio público en la tierra.

(II) Jesús comisionó a Sus seguidores a entrenar discípulos porque pretendía “fruto duradero”.

(III) El discipulado es el mejor método para alcanzar nuestro mundo para Dios. El impacto que los doce discípulos de Jesús y Pablo tuvieron en el mundo nos demuestra el valor del discipulado. Un número pequeño de discípulos comprometidos, que han sido bien entrenados, alcanzarán mucho más para Dios que números grandes de conversos que carecen de profundidad espiritual. El discipulado es la estrategia escogida por Dios para alcanzar al mundo. Si un discípulo llevase a una sola persona a Cristo, y emplease todo un año para entrenarle, y al año siguiente ambos discípulo y maestro, hicieron un discípulo nuevo cada uno de ellos, y al próximo año estos cuatro hicieron cuatro más (uno cada uno), en unos treinta y dos años toda la población del mundo sería salva, según las matemáticas.

(IV) El resultado final son cristianos espiritualmente maduros. La madurez no viene automáticamente con el paso de los años y el aumento del conocimiento y experiencia, sino que es el resultado de un crecimiento espiritual gradual a base de obediencia a Cristo Jesús y su Palabra.

e) Siete señales de madurez espiritual

I) Ser fructíferos en nuestro servicio para Dios (Mateo 25:14-30).

(II) Una actitud humilde y voluntad de servir a los demás (Juan 13:12-17).

(III) Un nivel de excelencia en nuestra vida en general (2 Corintios 13:11).

(IV) Una relación cercana con Jesús (Gálatas 2:20).

(V) El fruto del Espíritu manifestado en nuestra vida (Gálatas 5:22-23).

(VI) Un caminar estable, consecuente y santo, ante Dios y el hombre (Efesios 4:11-16).

(VII) Un conocimiento sólido de la Palabra de Dios y, como resultado, discernimiento. (Hebreos 5:13-6:2), NOTA: Esto se puede resumir como “semejanza a Cristo” (1 Juan 2:6).

d) La necesidad de madurez espiritual

(1) El crecimiento hasta la madurez en Cristo es lo que la Biblia sugiere que se espera de todos los cristianos (Efesios 4:11-16).

(II) Sin madurez no puede haber liderazgo, y los líderes son necesarios para que la iglesia crezca, porque son los pastores del rebaño de Dios (1 Pedro 5:1-3).

(III) Solamente los cristianos maduros podrán mantenerse firmes con eficacia contra el diablo y los poderes de las tinieblas, y esto es lo que Dios quiere que hagamos (Mateo 12:29).

(IV) Solamente los cristianos maduros tienen un impacto duradero para Dios en el mundo de hoy.

(V) Es solamente el discípulo maduro quien, a través de su ejemplo amoroso, es capaz de transmitir el carácter de Jesús al mundo.

e) Recuerda

Ganar conversos añade números de creyentes nacidos de nuevo, pero el discipulado hace discípulos que son reproductores maduros que en su turno multiplicarán los números de creyentes-discípulos nacidos de nuevo.

f) El costo de ser un discípulo verdadero

El discipulado es un asunto muy serio. Es algo costoso; así es como Jesús mismo lo veía. ¡No empezó ofreciendo a sus discípulos un mar de rosas! Dejó absolutamente claro desde el principio lo que implicaba. Para ser un discípulo de Jesús necesitamos llevar nuestra propia cruz y seguir a Jesús (Lucas 14:27). Necesitamos dar toda nuestra vida y todo lo que tenemos a Dios, para que lo use de acuerdo con su voluntad.

g) Muchos se han conformado con menos

Muchos cristianos se han conformado con una forma de discipulado que no se parece mucho a las enseñanzas y expectaciones de Jesús. Sus palabras son muchas veces comprometidas por conveniencia o para evitar costo personal. Como resultado, muchos cristianos dejan de ser los testigos que Dios quiere que sean, y la iglesia es considerada débil, ineficaz o irrelevante. Los hijos de Dios han de mostrar al mundo la presencia transformadora de Jesús en sus vidas. Incluso dentro de la iglesia muchos cristianos encuentran el mínimo denominador común y se acomodan allí, esto es, que siguen a la persona peor o menos efectiva. Dios quiere que imitemos a sus mejores personas y en última instancia a Jesús mismo (1 Corintios 11:1).

h) Contar el costo

Dios llama a sus hijos a enfrentarse con las verdaderas implicaciones de un discipulado personal, a ser fieles y obedientes al Señor, cueste lo que les cueste. Por amor a Jesús, están dispuestos a aplicar sus valores a sus vidas. Un discipulado sin costo no es un discipulado verdadero. Los cristianos son llamados a negarse a sí mismos y tomar su cruz diariamente para poder seguir a Cristo Jesús. Su cruz no es una carga impuesta a ellos, sino algo que emprenden voluntariamente por amor del evangelio. Dios tiene el primer lugar en sus vidas, antes de considerarse a sí mismos o incluso a los demás: Su voluntad tiene preferencia sobre cualquier otra cosa. Poner a Dios primero es lo mejor, tanto para los discípulos como para todos sus amados. Como Jesús exigió un precio tan alto por el discipulado, desafió a todos a contar el costo primero (Lucas 9:57-62; Juan 6:60-66; Marcos 10:17-31). En vista del alto precio del discipulado que Jesús requería, no es sorprendente que terminara con pocos seguidores profundamente comprometidos: pero aquellos pocos fueron suficientes para cambiar el mundo.

i) El verdadero discipulado nos costará todo

(1) Vivir como discípulo no es una opción extra, sino el compromiso normal del cristiano que Jesús espera de todos sus seguidores.

(II) Un discípulo verdadero seda cuenta y acepta que Jesús merece en justicia ser el Señor de su vida entera. (Juan 13:13).

(III) Un discípulo verdadero es una persona que ha creído las palabras de Cristo y ha comprometido su vida a Cristo Jesús.

(IV) Es importante darse cuenta de que los discípulos de Jesús no pueden ser poco entusiastas o mediocres en nada que hagan, porque han de seguir a Jesús, y El vivió y murió por los principios del Reino de Dios.

j) Cinco precondiciones básicas para el discipulado bíblico

(I) Fidelidad

Sólo gente fiel o de confianza está plenamente calificada para el entrenamiento del discipulado.

(II)Amar a Jesús y ponerle a El primero

Esto significa vivir una vida de acuerdo con su voluntad, es decir obediencia.

(III) Voluntad de darnos a nosotros mismos, en sacrificio

Crecer en madurez espiritual exigirá sacrificios de tiempo, fuerza y a veces incluso relaciones. Dios tiene un programa de discipulado personal para cada uno de nosotros. Quiere que entreguemos nuestra vida a este programa para que seamos transformados en la imagen de su Hijo Jesús (Filipenses 2:13; 2 Corintios 9:8; 1 Tesalonicenses 5:23-24).

(IV) El hambre espiritual

Esto implica un deseo real de crecer espiritualmente y ser usado por Dios.

(V) Una actitud educable

La cual se demuestra cuando estamos dispuestos a someternos a la autoridad de la Palabra de Dios y a líderes espirituales que han sido impuestos por Dios sobre nosotros.

k) Preguntas y puntos de discusión

1. ¿Tuvo Jesús impacto a través de sus discípulos? ¿Por qué?

2. ¿Por qué debemos aspirar a la madurez espiritual? (Colosenses 1:28).

3. ¿Qué es la semejanza a Cristo? (Romanos 8:29).

4. ¿Qué significa tomar tu cruz? (Mateo 16:24-25).

5. ¿Por qué a la iglesia se le considera débil, inefectiva, o irrelevante? Discútelo.

6. ¿Deberíamos contar el costo de ser discípulos de Jesús? (Lucas 14:25-35).

7. ¿Merece Jesús ser hecho Señor de tu vida entera? (Colosenses 1:15-20).

8. ¿Qué tipo de personas está buscando Jesús para que le sirvan? (Lucas 16:10-12; Mateo 25:14-30).

9. ¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo y perdiere su alma? (Mateo 16:26-27) Discútelo.

10. ¿Cómo salvamos nuestra vida, según Mateo 16:24-25 y 1 Juan 5:12?

11. ¿Dónde estará tu corazón? (Lucas 12:32-34).

12. ¿Qué necesitarías cambiar en tu vida si siguieses a Jesús como un verdadero discípulo? Discútelo.

I) Resumen y aplicación

1. ¡Jesús hizo del discipulado una prioridad, y nosotros también deberíamos hacerlo!

2. El discipulado es la estrategia escogida por Dios para llegar al mundo.

3. Los cristianos espiritualmente maduros deberían ser el resultado final del discipulado.

4. Necesitamos tomar una decisión firme de seguir a Jesús y no conformarnos con menos. Seguir a Jesús es seguir el mismo camino que El, y nos avisó que sería costoso. Jesús dijo que nos costaría todo.

5. Los hijos de Dios deberían mostrar a Jesús al mundo y ser transformados a Su imagen.

6. Como discípulos deberíamos ser educables, fieles, espiritualmente hambrientos, y sacrificar todo por nuestro amor a Jesús.

7. A la naturaleza humana no le gusta la obediencia, tampoco le gusta enfrentarse con el costo. Es fácil conformarse con un nivel de discipulado aceptable a nosotros e imaginarlo aceptable a Dios.

3. ¿Qué es el pecado?

a) Escrituras clave

Romanos 3:23

Romanos 6:23

Isaías 59:2

b) Introducción

Pecar es hacer algo que desagrada a Dios. Toda persona nacida en el mundo es un pecador. Incluso el bebé más hermoso y de apariencia inocente inevitablemente pecaría, porque no es la primera acción pecadora lo que hace del niño un pecador, sino que el niño comete el pecado porque expresa la naturaleza pecadora con la cual nace (Salmo 51:5). La vida natural es pecadora porque se centra en uno mismo en vez de en Dios. Los deseos e intenciones de un niño se centran en sí mismo. Está determinado a agradarse a sí mismo y a tener sus deseos cumplidos. La esencia del problema es, que por naturaleza, queremos agradarnos a nosotros mismos. Cuando actuamos con naturalidad, como resultado de la naturaleza egoísta con la cual nacemos, inevitablemente pecamos y desagradamos a Dios (Romanos 3:23). El pecado no sólo desagrada a Dios sino que también separa a las personas que El ha creado, de la gloria que El pretende para ellos. Esto demuestra la naturaleza destructiva del pecado. El pecado separa al hombre de Dios. Los pecadores están enajenados de El, no le conocen, tampoco pueden disfrutar de comunión con El. Desde el nacimiento cada uno está separado de Dios. Si esto no fuera así todo hombre, mujer y niño conocería a Dios de forma natural. ¡Por supuesto esto no es así!

c) Algunas consecuencias del pecado

– Entristece a Dios (Génesis 6:5-7).

– Trae culpabilidad (Salmo 51:3-4).

– Trae separación de Dios (Isaías 59:1-2). Trae juicio y castigo eterno (Mateo 25:46).

– Esclaviza (Romanos 6:17).

– Causa ceguera espiritual (2 Corintios 4:4).

– Causa muerte espiritual (Efesios 2:1).

– Trae falta de esperanza (Efesios 2:12).

– Corrompe (Tito 1:15).

– Condena (Santiago 5:12).

d) Las palabras bíblicas para el pecado

La Biblia usa más de una palabra para describir esta experiencia universal de la separación y enajenamiento del hombre, de Dios. Las palabras utilizadas pueden ser clasificadas en cuatro secciones principales.

(I) Desviación de una norma o pauta

Chatth: no acertar o equivocarse (Jueces 20:16; Salmo 51:4).

Avon: torcer o pervertir, es decir, hacer lo incorrecto deliberadamente aun conociendo lo correcto (Job 33:27).

Shagah: extraviarse o errar (Job 19:4; Levítico 4:13).

Parabasis (N.T.):desviarse bruscamente de una línea recta, es decir, traspasar un límite (Romanos 4:15; Gálatas 3:19).

Hamartia (N.T):no acertar (Mateo 1:21; Romanos 6:23).

Paraptoma (NT): allanar, dar un paso falso en lugar de uno verdadero, o caerse de un camino (Colosenses 2:13; Efesios 2:5).

(II)Descripción de un estado

Es un estado fijo en que los hombres están atrapados.

Rasha: a menudo traducido “malo” o “impío” (Salmo 1:6; Salmo 37:28).

Asham: ofender o ser culpable (Génesis 26:10; Levítico 5:15-16, usado para una ofrenda por culpa).

(III) Rebelión deliberada

Este es un estado en el que la gente siente que puede arreglárselas sin Dios, es decir, en orgullo la gente declara su independencia de Dios.

Persha: amenazar a Dios con el puño (Isaías 1:2; 1 Reyes 12:19). Anomia (N.T): desorden o rebelión (2 Corintios 6:14; 1 Juan 3:4).

(IV) Acciones o actitudes intrincadas

Marah: ser contencioso, revoltoso o terco (Salmo 78:8).

Marad: rebelarse (Números 14:9).

Rada: ser pernicioso o malo, es decir, un acto específico de maldad (Génesis 19:7).

(Nótese: La idea misma del pecado lleva consigo la realidad de algo que ha sido perdido, desviado o roto. Nos enajena o separa de un Dios amoroso. Causa problemas entre los hombres y por último desbarata al hombre en sí mismo.)

e) Nuestra respuesta

Todo el mundo es responsable de su propio pecado (Romanos 14:12). Todos hemos pecado y hemos preferido el egoísmo a amar a Dios ante todo. Dios quiere que nos alejemos del pecado y que vivamos (Ezequiel 18:20-23). El hombre escogió pecar contra el deseo de Dios. Dios conocía las consecuencias de aquella decisión, pero dio al hombre el derecho de escoger. Hoy en día todavía tenemos una elección, o bien permanecer en nuestro pecado y por tanto continuar en nuestra separación de Dios, o bien aceptar a Jesús como nuestro Salvador y Señor. Jesús sacrificó Su vida para que podamos ser salvos de la culpabilidad, las consecuencias y el poder del pecado. Dios no puede tener una relación con una persona que haya pecado aunque sea una sola vez, porque es santo. Ha proveído un camino para que nuestro pecado sea aniquilado y quitado. Si tomamos este camino, entonces Dios puede venir y volver a tener una relación con nosotros. Esto es para lo que nosotros, como seres humanos, fuimos creados. Es por lo que nuestros corazones se sienten vacíos cuando no tenemos relación con el único Dios verdadero.

Dios quiere que le conozcamos, que conozcamos Su voluntad para nosotros y, por amor a El, ser preparados para realizar el propósito que tiene para nosotros. Quiere que seamos parte de su Reino y que nos convirtamos en hijos suyos. Primero, nuestros pecados deben ser perdonados. Segundo, la naturaleza pecaminosa con la cual nacimos debe ser matada y debemos nacer de nuevo (Juan 3:5-7), entonces tendremos una naturaleza nueva y podremos conocer a Dios y disfrutar de comunión con El.

f) Preguntas y puntos de discusión

1. “No acertar” es una buena definición de la palabra “pecado”. Discútelo.

2. ¿Cuál es la consecuencia universal del pecado? (Isaías 59:1-2).

3. ¿Por qué dio Dios al hombre libre albedrío, si sabía que el hombre pecaría y por tanto estaría separado de El?

4. ¿Qué le pasó a Adán cuando pecó?

5. ¿Cuál fue el resultado del pecado de Adán para el resto de la humanidad (qué son los hijos de Adán)? 6. ¿Por qué es la culpabilidad un gran problema para la mayoría de la gente? 7. ¿Por qué la mayoría de la gente no reconoce que está desagradando a Dios?

g) Resumen y aplicación

1. Toda la gente nace con una naturaleza pecaminosa.

2. Como humanos nuestra predisposición natural es hacia las cosas que desagradan a Dios.

3. Todo el mundo es responsable y tendrá que rendir cuentas por sus propios pecados.

4. Dios el Padre mandó a Jesús para llevar nuestro pecado en sí mismo.

5. Para valernos de la obra de Jesús necesitamos pedir a Dios que nos perdone por todo lo que hemos hecho que le desagrada y aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

4. Arrepentimiento: Cómo hacer frente al pecado

a) Escrituras clave

Hechos 2:38-39

Lucas 15:7-10

Ezequiel 18:30-32

b) Introducción

Para convertirse en cristiano, o hijo de Dios, el primer paso necesario es arrepentirse. Mirar el griego y hebreo originales nos da más comprensión del significado de esta palabra. La palabra griega traducida por “arrepenti­miento” es “metan oía” la cual significa tener otra opinión, o cambiar de curso después de una mayor comprensión (Mateo 4:17; Marcos 1:15). Una de las palabras hebreas traducida como “arrepentimiento” es “sub.” que significa “volver atrás”; es decir, cambiar de sentido en nuestro experimentar (1 Reyes 8:47; Ezequiel 14:6). Hoy día, la palabra “arrepentimiento” ha llegado a significar sencillamente sentir pena por lo que hemos hecho, o lamentar algo, pero como se puede ver, en términos bíblicos tiene un significado más profundo que este. Arrepentirse es el primer movimiento del discipulado.

c) ¿Cuál es el, arrepentimiento verdadero?

Es un cambio de sentido completo en pensamiento y acción.

(I) Nosotros cambiamos nuestro pensamiento

Existe una nueva perspectiva de la naturaleza, horror y consecuencia del pecado. Existe un reconocimiento de que lo que somos en nosotros mismos es profundamente aborrecible a un Dios santo.

(II) Nosotros cambiamos nuestras acciones

Nos volvemos hacia Dios desde nuestra desobediencia, egoísmo y rebelión. Nos apartamos del pecado y sometemos nuestra vida a Dios y hacemos a Jesús nuestro Señor.

Es nuestra responsabilidad el arrepentimos. Todos hemos pecado y, por tanto, todos tenemos la necesidad de aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador. En la cruz Jesús pagó el precio de nuestro pecado y nos llevó de nuevo a una relación con Dios, pero nosotros tenemos que arrepentimos de nuestros pecados y luego vivir con Jesús como nuestro Señor. Dios no puede hacer nada más, el resto es asunto nuestro.

d) Tres elementos importantes en el arrepentimiento

(1) El arrepentimiento es cognoscitivo

Esto significa muy sencillamente que hay algo que tiene que ser comprendido. El arrepentimiento envuelve el reconocimiento de nuestro pecado y su horror a los ojos de un Dios santo. Dios quiere que veamos nuestro pecado y que lo comparemos con su santidad. Dios quiere que veamos dónde estamos ante El. Quiere que le entreguemos nuestra vida en sus manos y que dejemos al Espíritu Santo mostramos estas cosas, en especial mientras leemos la Palabra de Dios.

4. Arrepentimiento: Cómo hacer frente al pecado

a) Escrituras clave

Hechos 2:38-39

Lucas 15:7-10

Ezequiel 18:30-32

b) Introducción

Para convertirse en cristiano, o hijo de Dios, el primer paso necesario es arrepentirse. Mirar el griego y hebreo originales nos da más comprensión del significado de esta palabra. La palabra griega traducida por “arrepenti­miento” es “metan oía” la cual significa tener otra opinión, o cambiar de curso después de una mayor comprensión (Mateo 4:17; Marcos 1:15). Una de las palabras hebreas traducida como “arrepentimiento” es “sub.” que significa “volver atrás”; es decir, cambiar de sentido en nuestro experimentar (1 Reyes 8:47; Ezequiel 14:6). Hoy día, la palabra “arrepentimiento” ha llegado a significar sencillamente sentir pena por lo que hemos hecho, o lamentar algo, pero como se puede ver, en términos bíblicos tiene un significado más profundo que este. Arrepentirse es el primer movimiento del discipulado.

c) ¿Cuál es el, arrepentimiento verdadero?

Es un cambio de sentido completo en pensamiento y acción.

(I) Nosotros cambiamos nuestro pensamiento

Existe una nueva perspectiva de la naturaleza, horror y consecuencia del pecado. Existe un reconocimiento de que lo que somos en nosotros mismos es profundamente aborrecible a un Dios santo.

(II) Nosotros cambiamos nuestras acciones

Nos volvemos hacia Dios desde nuestra desobediencia, egoísmo y rebelión. Nos apartamos del pecado y sometemos nuestra vida a Dios y hacemos a Jesús nuestro Señor.

Es nuestra responsabilidad el arrepentimos. Todos hemos pecado y, por tanto, todos tenemos la necesidad de aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador. En la cruz Jesús pagó el precio de nuestro pecado y nos llevó de nuevo a una relación con Dios, pero nosotros tenemos que arrepentimos de nuestros pecados y luego vivir con Jesús como nuestro Señor. Dios no puede hacer nada más, el resto es asunto nuestro.

d) Tres elementos importantes en el arrepentimiento

(1) El arrepentimiento es cognoscitivo

Esto significa muy sencillamente que hay algo que tiene que ser comprendido. El arrepentimiento envuelve el reconocimiento de nuestro pecado y su horror a los ojos de un Dios santo. Dios quiere que veamos nuestro pecado y que lo comparemos con su santidad. Dios quiere que veamos dónde estamos ante El. Quiere que le entreguemos nuestra vida en sus manos y que dejemos al Espíritu Santo mostramos estas cosas, en especial mientras leemos la Palabra de Dios.

(II) El arrepentimiento es emocional

Si verdaderamente reconocemos nuestro estado ante Dios tendremos una poderosa reacción emocional (Isaías 6:5). Envolverá un sentido profundo de ofensa y lamentación (Salmos 51:9). Sentiremos el peso de todo lo malo en nuestra vida. Este sentimiento puede ser verdaderamente quitado sólo cuando lleguemos al punto de recibir perdón de Dios (2 Corintios 7:9-10). La tristeza que es, según Dios, parte de la manera en que el Espíritu Santo nos lleva al punto donde recibiremos la Palabra de Dios para nuestra vida.

(III) El arrepentimiento es por voluntad propia

Esto es, envuelve la voluntad. El arrepentimiento es un cambio de opinión, de corazón y de propósito; definitivamente, toda la dirección de la vida de uno. Es conversión. Es un “cambio de sentido” y el principio de una nueva vida bajo el poder de Dios. La iniciativa de este acto de arrepentimiento se encuentra en Dios, en que El nos muestra nuestra necesidad y nuestro estado ante El, pero nosotros debemos actuar sobre esta relación (Romanos 2:4). ¡La elección es nuestra!

e) El poder del perdón

El arrepentimiento no se encuentra solo, el perdón es su gemelo espiritual. Después de haber experimentado nuestro pobre estado en la presencia santa de Dios, necesitamos experimentar la grandeza del amor y misericordia de Dios. Dios nos dio a su Hijo unigénito para que tuviéramos perdón. Le costó mucho, pero esto es cuanto nos ama (1 Juan 1:7-9). Existe sólo una manera para deshacernos de nuestro pecado y eso es por la boca, es decir, confesarlo. Dios nos perdonará si nosotros, a la vez, tomamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Cuando lo hacemos Dios se olvida de que hemos pecado. El borra aquel pecado de su memoria. Ya no necesitamos sentimos condenados o culpables, porque Dios nos ha aceptado.

¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?

(Romanos 2:4)

f) Preguntas y puntos de discusión

1. ¿Podemos arrepentimos de verdad si no sabemos realmente cómo Dios nos ve a nosotros, nuestra vida y acciones?

2. ¿Por qué no es suficiente sólo sentir pena por nuestros pecados?

3. ¿Será la vida aburrida y sosa al arrepentimos, si aparentemente tenemos que renunciar a tanto?

4. En términos prácticos, ¿qué involucrará el arrepentimiento verdadero en nuestra vida diaria?

5. Cuando seguimos el camino de Dios en vez del nuestro, ¿qué regirá nuestro corazón? (Colosenses 3:15-17).

g) Resumen y aplicación

1. A lo que nos entregamos y lo que damos de alimento a nuestra mente, acabará siendo lo más importante para nosotros.

2. Necesitamos arrepentimos y darle la espalda a nuestras costumbres pecaminosas y egoístas, y volvernos a Dios y seguir su camino. El nos ama, nos conoce y sólo quiere lo mejor para nosotros.

3. Necesitamos destronar el yo en nuestra vida y ofrecemos a Dios para ser de su propiedad. Dejar que Jesús sea nuestro Señor.

5. La sangre de Jesús

a) Escrituras clave

Juan 6:53-57 Levítico 17:11 1

Juan 1:7 Pedro 1:18-20

Hebreos 9:11-28

b) ¿Qué hace la sangre de Jesús por nosotros?

(I) Por la sangre de Jesús tenemos redención. Somos redimidos de la mano y poder del diablo (Efesios 1:7; Hebreos 9:12).

(II) Por la sangre de Jesús todos nuestros pecados son perdonados si los confesamos. Al caminar en la luz con Jesús, su sangre nos limpia

continuamente de todo pecado (1 Juan 1:7-9).

(III) Por la sangre de Jesús somos justificados, hechos justos, tal como si nunca hubiéramos pecado. Estamos vestidos con Su justicia (Romanos 5:9). La persona que confía en Cristo llega a ser, en Cristo, todo lo que Dios requiere que esa persona sea, todo lo que nunca pudiese llegar a ser por sí misma (2 Corintios 5:21).

(IV) Por la sangre de Jesús tenemos acceso a la presencia de Dios a cualquier hora para obtener misericordia y ayuda, en especial en tiempo de necesidad (Hebreos 10:19-20).

(V) Por la sangre de Jesús somos santificados, hechos santos y apartados para Dios (Hebreos 13:12).

(VI) Por la sangre de Jesús nuestra conciencia es limpiada de toda culpabilidad y somos libres en cuerpo, mente, alma y espíritu para servir al Señor Jesucristo (Hebreos 9:14; 2 Timoteo 1:7).

(VII) Entonces tenemos victoria sobre el diablo y le vencemos por la sangre del Cordero y la palabra de nuestro testimonio y menospreciando nuestra vida hasta la muerte (Apocalipsis 12:11).

c) ¿Por qué la sangre?

En tiempos del Antiguo Testamento, el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo cada año para esparcir la sangre de un sacrificio animal ante el símbolo de la presencia de Dios, el arca del testimonio. Esta era una manera temporal de hacer la expiación de una nación ante Dios, por todo el pecado de la nación durante un año. Levítico 17:11 ayuda a explicar el significado de la sangre. Dice: “Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona”. Se necesita notar dos puntos aquí. Primero, la sangre del sacrificio es una provisión divina (Dios la ha provisto): “Yo os la he dado”. Segundo, el uso de la sangre en el sacrificio es un hecho de pagar un precio: de hacer expiación o reconciliar, lo que significa sencillamente, dar satisfacción por o pagar la consecuencia de. El pecado es el problema y la sangre es el precio redentor que nos rescata o redime de la consecuencia del pecado que es la muerte. La sangre paga el precio que iguala o anula la ofensa del pecador; por tanto, la vida es perdida o entregada en pago por el pecado.

Cristo Jesús vino como ofrenda sin pecado, derramó su propia sangre y dio su propia vida, para que todos los que en El crean y le confiesen como Señor no necesiten morir por su propio pecado. Hizo una manera de aniquilar nuestros pecados. Pagó el precio por ellos y obtuvo redención eterna a través de su muerte en la cruz (Colosenses 1:13-14). Necesitó hacerlo una sola vez porque Dios lo puso por rescate de los hombres. Este fue el costo necesario para que nosotros llegáramos a estar sin pecado ante los ojos de Dios (Hebreos 9:22). Dios estableció la muerte como condena por el pecado, y luego pagó el rescate enviando a su propio Hijo al mundo para derramar su sangre y morir por nosotros. Si aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador entonces podemos valernos de esta obra y ser rescatados del reino de las tinieblas y pasar a ser parte del Reino de Dios.

d) Cómo afecta la sangre de Jesús nuestra vida diaria

(I) Victoria sobre rebelión

En el jardín de Getsemaní Jesús oró:

No se haga mi voluntad, sino la tuya.

(Lucas 22:42)

La tensión de la muerte era tan fuerte sobre El que los vasos sanguíneos de su cara se rompieron, se mezclaron con su sudor y cayeron al suelo grandes gotas. Aquella sangre derramada en el jardín habla de una redención particular, es decir, redención de rebelión —ejercitar nuestra voluntad contra la voluntad de Dios- hacer “nuestra propia cosa” y todas sus consecuencias horrorosas. Desde Adán la raza humana ha insistido en hacer su propia voluntad y pisotear la voluntad de Dios. A veces la gente intenta guardar su voluntad en su propio poder, según la ley, pero no tienen ningún poder. Cuando Jesús pronunció la oración del sumo sacerdote: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”, oró en nuestro lugar, tal como lo hace un sacerdote, representando a la gente ante Dios. Al orar aquella oración derramó su sangre para redimir nuestra voluntad para que nosotros también podamos decir: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”.

(II) Jesús derramó su sangre a través de la corona de espinas

La espina era un símbolo de la maldición de Dios sobre el pecado (Génesis 3:18). Era apropiado para Jesús, cuando estaba sufriendo en la cruz por nuestra redención de la maldición del pecado, llevar en su frente el símbolo de esa maldición, es decir, la corona de espinas (Mateo 27:29). Y de esa manera indicó que llevaba la maldición en sí mismo. La sangre derramada habla de redención de la maldición del pecado.

(III) La sangre de sus azotes o latigazos

Esta sangre fue derramada de la espalda de Jesús. Isaías 53:5 dice que por estas llagas o heridas (de los latigazos) somos sanados. Esta es una sanidad total para espíritu, alma, mente y cuerpo; incluso nuestras actitudes y relaciones. Enfermedad y aflicción son el resultado del pecado, pero la sangre de Jesús nos redime de la maldición de ese pecado.

(IV) La sangre de Jesús fue derramada en la cruz del calvario

Los clavos en las manos y pies de Jesús que le sujetaron a la cruz, derramaron sangre que era, y es, suficiente y suficientemente poderosa como para salvarnos y redimirnos eternamente del pecado y la condena de Dios en él (Romanos 8:1-2; Éfesios 2:8,9 y 13).

e) Preguntas y puntos de discusión

1. ¿Por qué eligió Dios la sangre como precio para pagar la pena del pecado?

2. ¿Por qué Jesús necesitó aguantar tanto, durante un período de veinticuatro horas, antes de finalmente entregar su vida? Discútelo.

3. ¿Qué crees que estaba experimentando Jesús en el jardín de Getsemaní y porqué? (Lucas 22:39-46).

4. ¿Por qué la sangre de Jesús nos ha abierto un camino para poder tener acceso a Dios el Padre?

5. ¿Por qué somos santificados por la sangre de Jesús? (Hebreos 13:12).

6. En el huerto del Edén ¿qué usó Dios para satisfacer (expiar) el primer pecado del hombre? (Génesis 3:21).

7. ¿Por qué instituyó Jesús el beber de su sangre simbólicamente en la Cena del Señor? (Juan 6:53-57; Mateo 26:27-29).

f) Resumen y aplicación

1. La sangre de Jesús es suficiente para pagar el precio para rescatamos de las consecuencias del pecado y ha preparado el camino para que nosotros volvamos a tener relación con Dios.

2. La sangre de Jesús nos purifica de todo pecado si caminamos en la luz con Dios y confesamos nuestro pecado.

3. La sangre de Jesús sólo necesitó ser derramada una vez porque El era el sacrificio perfecto y por tanto aceptable a Dios una vez y para siempre.

4. La sangre de Jesús es efectiva para nuestra vida diaria y nos pone en condiciones para servir a Dios fructíferamente, con la conciencia limpia, y con la paz de Dios rigiendo en nuestro corazón.

5. La sangre de Jesús nos habilita para tener integridad de cuerpo, alma y espíritu.

6. Fe para salvación

a) Escrituras clave

Juan 3:16 Romanos 10:9-13

Lucas 13:23-25 Romanos 3:21-28

b) Introducción

La segunda condición principal para entrar en el Reino de los cielos es la fe salvadora. Para ser salvos y empezar a seguir al Señor Jesucristo como sus discípulos, debemos creer. Debemos creer que somos pecadores y que Jesús derramó su sangre y murió por nuestros pecados. Debemos arrepentirnos de nuestros pecados y pedir a Dios que nos perdone por ello. Luego debemos entregar nuestra vida a Jesús y hacerle nuestro Señor y Salvador (Marcos 1:15; Hechos 20:21; Juan 1:12).

c) ¿Qué es la fe salvadora?

– Es la fe que lleva a la salvación e implica varios aspectos:

– Someter tu vida a Dios (Salmo 37:5). – Creer en Jesús (Juan 3:15).

– Hacerte obediente en el corazón (Romanos 6:17).

– Creer con el corazón (Romanos 10:9-10).

– Creer que la Biblia es la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16-17).

– Poner tu confianza en Dios (Hebreos 2:13).

– Invitar a Jesús en tu vida (Apocalipsis 3:20).

d) La ilustración del puente

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e) Lo que significa nacer de nuevo

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

(2 Corintios 5:17)

Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5:23)

La Biblia deja muy claro que somos más que sólo cuerpo y alma. El cuerpo es, por supuesto, la parte física de nosotros. Nuestra alma se compone de nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones.

clip_image006“Nuestra emoción expresa cómo nos sentimos, nuestra mente nos dice lo que pensamos y nuestra voluntad comunica lo que queremos”.

Watchman Nee

“Hasta que el hombre nazca del Espíritu, su alma gobernará su vida. Está acostumbrado a valorar situaciones con su mente, y llegar a sus propias conclusiones. Presta considerable atención a sus propias emociones, y a menudo permite que le rijan. Toma sus propias decisiones, basadas en el razonamiento de su mente, o como resultado de los deseos emocionales que tenga, o una combinación de los dos”. (Colin Urquhart: En Cristo Jesús).

Entonces antes de nacer de nuevo vivimos como gente de “dos partes” en la esfera de nuestro cuerpo y alma (ser interior). Nuestro espíritu humano está en realidad muerto, es decir, es inactivo e incapaz de afectar nuestras acciones, decisiones y deseos (ver Efesios 2:1-2).

El “nacer de nuevo” significa que recibimos vida en esta área profunda de nuestra personalidad que se ha muerto por el pecado. Cuando somos hechos vivos por el Espíritu de Dios podemos empezar a vivir como gente de “tres partes”, es decir, ¡podemos saber lo que realmente significa estar vivos en cuerpo, alma y espíritu! (ver Gálatas 5:16-25; Romanos 8:19; Juan 3:3-8).

Jesús dice que no podemos ver el Reino de Dios hasta que nazcamos de nuevo. Ver el Reino significa experimentar la realidad de Dios, conocer el amor y el perdón de Dios y poder vivir en el Poder de Dios como El vive en nosotros por el Espíritu Santo.

f) fe es un don de Dios

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe: y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

(Efesios 2:8-9)

No nacemos con la habilidad de poner nuestra fe en Dios. Esta fe es un don del Espíritu Santo, que es el que obra en nuestra vida para que en primer lugar nos volvamos a Dios. Cuando respondemos y escuchamos a Dios, nuestra vida está abierta para recibir este gran don de fe, el cual nos habilita para poner nuestra confianza en Dios y recibir a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

g) Certeza de nuestra salvación

No nos debemos apoyar nunca en los sentimientos sino en los hechos:

– Lo que la Palabra de Dios nos dice (Juan 5:24; Hebreos 13:5; Juan 6:37; Romanos 8:38-39; Tito 1:2; Juan 10:28-29).

– El testimonio del Espíritu Santo en nosotros (Romanos 8:14-16; 1 Juan 3:24).

h) La oración del pecador

Haz esta oración o una similar si quieres que tus pecados sean perdonados y quieres convertirte en hijo de Dios discípulo de Jesús.

“Señor Dios, reconozco que soy pecador. Creo que Jesús murió por mi pecado. Tomó el castigo que yo debo por mi pecado llevándolo en sí mismo en la cruz. Me arrepiento y me vuelvo de mis pecados y pido el perdón de Dios. Entrego mi vida a Jesús y le hago mi Señor y Salvador. Obedeceré sus mandamientos y viviré mi vida para su buen placer. Sé que ahora soy hijo de Dios y mis pecados son perdonados porque han sido limpiad por la sangre de Jesús. Alabado sea Dios. Amén”.

Si has hecho esta oración, lee otra vez las Escrituras acerca de la certeza de nuestra salvación y dile a alguien q acabas de convertirte en cristiano. Necesitas confesar con la boca lo que acabas de hacer (Romanos 10:9-10 Necesitamos a otros que nos ayuden a crecer como discípulos nuevos de Jesús. Nadie puede ser una isla para mismo. Recuerda, la salvación es algo gozoso. Acabas de cambiar tu destino para la eternidad (Hechos 16: Hechos 8: 39).

i) Preguntas y puntos de discusión

1. ¿Qué dirías a alguien que te preguntase: “¿Cómo llegar a ser cristiano?” (Usa palabras sencillas para que pueda entender.)

2. ¿Cómo le asegurarías que ahora él es cristiano?

3. ¿Qué sucede en el momento en que aceptas a Jesucristo como tu Señor y Salvador?

4. ¿Por qué es importante creer que la Biblia es la Palabra de Dios, en términos de fe salvadora? 5. ¿Por qué la mayoría de la gente no reconoce que necesita ser salva? (2 Corintios 4:4). 6. Contrasta el resultado de seguir el camino de Dios con seguir el camino del hombre. 7. ¿Es la salvación el fin del camino o el principio?

j) Resumen y aplicación

1. Para ser salvo y ser discípulo de Jesús debes confesar tu pecaminosidad, arrepentirte de ello y pedir a Dios q te perdone por todo lo que hayas hecho que sea pecaminoso. Luego debes entregar tu vida a Jesús y pedir que sea tu Señor y Salvador.

2. Cuando somos salvos recibimos el Espíritu Santo como depósito, garantía de nuestra salvación, y nuestra espíritu llega a tener vida (Efesios 1:13-14).

3. Cuando estamos en Cristo Jesús tenemos a nuestra disposición vida en abundancia (Juan 10:10).

7. Quiénes somos en Cristo

a) Recibimos una vida nueva

Tenemos vida eterna (Juan 3:16).

Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo (Romanos 5:5). Hemos recibido el testimonio del Espíritu (Romanos 8:16). Nos ha sido dada la mente de Cristo (1 Corintios 2:16). Nuestro cuerpo ha sido hecho templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19). Tenemos a nuestra disposición los dones del Espíritu Santo (1 Corintios 12:4-11). Hemos llegado a ser parte del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27).

Tenemos al Espíritu Santo como sello de que le pertenecemos, en nuestro corazón (2 Corintios 1:22). Hemos sido redimidos de la maldición de la ley (Gálatas 3:13). Hemos sido sellados por el Espíritu (Efesios 1:13-14). Nos ha vivificado con Cristo (Colosenses 2:13).

Hemos sido renovados por el Espíritu Santo (Tito 3:5). Hemos renacido por la Palabra de Dios (1 Pedro 1:23).

Hemos sido perdonados y limpiados en la sangre de Jesús (1 Juan 1:7-9). Hemos nacido de Dios (Juan 2:29).

b) Entramos en una nueva relación con Dios

Nos hemos convertido en hijos de Dios (Juan 1:12; Romanos 8:16). Conocemos al único Dios verdadero (Juan 17:3).

Tenemos paz con Dios (Romanos 5:1).

Estamos reconciliados con Dios (Romanos 5:10).

No sólo somos sus hijos sino que El es nuestro Padre (Romanos 8:15). Hemos sido hechos coherederos con Cristo (Romanos 8:17).

Somos posesión de Cristo (1 Corintios 3:23).

Hemos sido transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18).

Somos nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17).

Somos crucificados con Cristo (Gálatas 2:20).

Somos aceptos en el amado (Efesios 1:6).

Estamos vivos con Cristo (Efesios 2:5).

Somos miembros de la familia de Dios (Efesios 2:19).

Podemos acercarnos a Dios con libertad y confianza (Efesios 3:12).

Podemos confiar en que El que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará (Filipenses 1:6). Todo lo podemos en Cristo Jesús (Filipenses 4:13).

Somos aptos para participar de su herencia (Colosenses 1:12).

Pertenecemos a Dios (1 Pedro 2:9).

Participamos de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4).

C) Hemos sido liberados del pecado

Somos librados de la esclavitud (Juan 8:31-36). Hemos sido librados del pecado (Romanos 6:18).

Ya no estamos bajo la condenación (Romanos 8:1).

Deberíamos ocuparnos de las cosas del Espíritu (Romanos 8:5-6). Hemos sido salvos de las consecuencias del pecado (Romanos 10:13). Hemos sido hechos justos y santos (1 Corintios 1:30). Somos limpiados, santificados y justificados (1 Corintios 6:11). Somos redimidos (Efesios 1:7).

Ya no vivimos haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos (Efesios 2:3).

Ya no somos hijos de ira (Efesios 2:3).

Por gracia hemos sido salvos por medio de la fe (Efesios 2:8). Somos perdonados (Colosenses 1:14).

Somos completos en Cristo (Colosenses 2:10).

Nuestra naturaleza es cambiada (Colosenses 3:9-10). Somos limpiados de una mala conciencia (Hebreos 10:22). Hemos sido sanados (1 Pedro 2:24).

Hemos muerto al pecado y vivimos en la justicia (1 Pedro 2:24). Hemos sido purificados de nuestros antiguos pecados (2 Pedro 1:9).

d) Somos apartados en el mundo

Somos más que vencedores en Cristo Jesús (Romanos. 8:37).

Somos embajadores de Cristo (2 Corintios 5:20).

Vivimos por fe en el Hijo de Dios (Gálatas 2:20).

Hemos sido crucificados al mundo (Gálatas 6:14).

Hemos sido resucitados con Cristo y sentados en los lugares celestiales (Efesios 2:6).

Somos conciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios (Efesios 2:19).

Hemos sido librados de la potestad de las tinieblas, y trasladados al Reino de Dios (Colosenses 1:13). Nos ha sido dada la esperanza de gloria (Colosenses 1:27).

Esperamos con mucha ilusión un cielo nuevo y una tierra nueva, un hogar de justicia (2 Pedro 3:12). Hemos vencido al mundo (1 Juan 5:4-5).

e) Preguntas y puntos de discusión

1. ¿Por qué muchos cristianos parece que no viven todo lo bueno que hay para ellos en Cristo Jesús? Discútelo. 2. ¿Tenemos que vivir a nuestra manera solos, o tenemos ayuda? (Juan 14:26; Juan 16:13-15).

3. Cuando empezamos a vivir en lo bueno de quién somos en Cristo, ¿qué respuesta podemos esperar del mundo? Discútelo. (Juan 15:18 – 16:4).

F) Resumen y aplicación

1. Tenemos una herencia gloriosa cuando estamos en Cristo Jesús.

2. Necesitamos dejar la excusa de ignorancia y aprender quién somos en Cristo, según la Palabra de Dios y luego vivir en lo bueno de este conocimiento.

3. Necesitamos morir a nuestra vida y naturaleza antigua y vivir como Cristo Jesús quiere que vivamos, siendo obedientes a Dios el Padre y viviendo en el poder del Espíritu Santo.

8. Perdón y conciencia limpia

A. PERDON

a) Escrituras clave

1 Juan 1:5-9 Hebreos 9:22

Efesios 4:32 Mate o 6:14-15

Lucas 6:37-38 Marcos 11:25

b) ¿Qué es el perdón?

Dios es luz y no hay tinieblas en El. Si decimos que tenemos comunión con El y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

Si decimos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

(1 Juan 1:5-9)

Dios es luz y cuando andamos en su luz andamos en comunión con El y con otros creyentes. Cuando salimos de la luz de Dios entramos en la oscuridad. Es peligroso vivir en la oscuridad, porque no sabremos adónde vamos y nuestra comunión con nuestro Padre celestial y con los otros creyentes estará rota.

La ilustración de abajo nos muestra cómo vivimos con otros cristianos en la luz de Jesús a la cual el Espíritu Santo nos ha llevado. Fuera del círculo de aquella luz están las tinieblas del reino de Satanás. El deseo de Satanás es tirarnos fuera del círculo de luz, en la oscuridad. Usa muchas maneras tales como: cansancio, temor, frialdad de corazón, rebelión de voluntad, decepción, rencor, dolor y daño para intentar conseguir que andemos en la oscuridad.

El lugar más oscuro de todos es justamente fuera de la luz de Dios. Es por eso que los cristianos que han vuelto atrás de estar en la luz, parecen estar aún en mayor oscuridad, a veces, que el incrédulo que hasta ahora no ha conocido la luz de Cristo.

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La comunión rota con el Padre, sin embargo, puede ser restaurada por Jesucristo que es nuestro abogad Padre (1 Juan 2:1-2). Nuestro abogado, o defensor, llevará nuestro caso en el momento en que pidamos Entrará en la presencia del Padre y pleiteará nuestro caso y restaurará nuestra comunión con Dios e Podemos ser librados de nuestros pecados sólo por confesarlos con la boca y volvernos de ellos, Si lo 1 Dios ha prometido un perdón tan completo que olvidará que hemos pecado.

A aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaras sin mancha delante de su gloria con ale único y sabio Dios, nuestro Salvador sea la gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los Amén.

(Judas:24-25)

Cristo murió por nuestros pecados (1 Corintios 15:3) y los llevó todos en El mismo, pero nosotros necesitamos, valernos de esta obra desatándolos verbalmente a Dios, es decir: confesándolos.

c) La sangre de Jesús

No podría haber perdón sin derramamiento de sangre (Hebreos 9:22). Como la ley de Dios insiste en que el c; por tu pecado es la muerte (Ezequiel 18:4; Romanos 6:23), Jesús, el único hombre sin pecado, tuvo que sufrir salvarte de tu pecado y traerte de nuevo a Dios (1 Pedro 3:18). Es sólo por medio de la sangre de Jesús que limpiado de tu pecado. Somos justificados por la sangre de Cristo. Esta es la parte de Dios en la obra de rede Fuimos declarados en bancarrota en cuanto ajusticia, pero Jesús vino y pagó nuestras deudas en la cruz. T justicia fue ingresada en nuestra cuenta. La cruz es el acto supremo del amor de Dios (Romanos 5:8).

“El hombre en el banquillo fue hallado culpable. El juez, aunque se trataba de un viejo amigo, no trató la o ligeramente. Le multó tan fuerte como podía y después le dio un cheque por todo el valor. Porque Dios es s tuvo que castigar el pecado con la sentencia de muerte. En la cruz, Dios el juez bajó del estrado y pagó tu d en la Sangre de Jesús”.

(Living God’s Way: Arthur Wallís)

d) ¿Por qué perdonar?

El amor siempre perdona, Jesús lo mostró hasta en la cruz (Lucas 23:34) ¿Dónde estaríamos sin un D perdonador? (Hebreos 9:27-28). Un espíritu perdonador es lo que debes tener en el corazón, incluso antes que otra persona diga que lo siente. Jesús enseñó que si no perdonas a tu hermano no serás perdonado por tu PE que está en el cielo (Mateo 6:5-15).

Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdona vosotros en Cristo.

(Efesios 4:32)

Sé siempre el que perdona, incluso cuando la otra persona tenga la mayor parte o toda la culpa. Eres responsable ante Dios de restaurar relaciones rotas, no importa quién tenga la culpa ni las veces que otros hayan sido injustos contigo (Lucas 17:3-4).

Perdona, y serás perdonado.

(Lucas 6:37)

Si decidimos no perdonar, entonces Dios no puede perdonarnos. Sólo el perdón abrirá el canal para que la fe operara en nuestro corazón. El perdón es un prerrequisito esencial antes que podamos acercamos a Dios en oración (Marcos 11:25). Sí permitimos que afirmaciones negativas o acciones dolorosas de los demás nos corroan, daten a Satanás una entrada en nuestra vida. Podemos ser librados de est operdonando a la gente involucrada, no imponer la razón que tengamos o lo equivocado que estén ellos. Esto entonces permite que Dios nos restaure y sane. L amargura es un arma de Satanás, por tanto no la dejes arraigar. Amargura es cualquier pensamiento, palabra hecho, que no sea perdón, que proviene de una herida.

B. CONCIENCIA LIMPIA

a) Escrituras clave

Romanos 2:15 Hebreos 9:14

Hebreos 10:22 1 Timoteo 1:19

1 Timoteo 1:5 Hechos 24:16

b) ¿Qué es la conciencia y cómo funciona?

Nuestra conciencia es una incitación interior a hacer lo que “creemos” correcto y evitar lo que “creemos” equivocado. Es una voz interior que te da testimonio, acusándote si cree que estás equivocado, o defendiéndote si cree que tienes razón (Romanos 2:15). Si haces caso de estas incitaciones tendrás una conciencia buena o limpia (1 Timoteo 1:5). Si no haces caso de ellas tienes una conciencia culpable (Hebreos 10:22). En otras palabras, tu conciencia es como un timbre de alarma que Dios usa para despertarte al hecho de que pasa algo malo. Todo el mundo tiene una conciencia, pero cuando hay que registrar lo que es correcto y lo que es erróneo, diferentes conciencias pueden llegar a diferentes opiniones. A veces el timbre de la conciencia no suena cuando debería y a veces hay una falsa alarma.

Nuestra conciencia no es razonable, sólo nos incita a hacer lo que “sabe” que es correcto. Podemos intentar apaciguarla, “comprarla”, o negarla, pero si lo hacemos traeremos tensión en nuestra vida. Tal vez podremos enterrar esa tensión por un poco de tiempo, pero al final saldrá a la superficie, a menudo como enfermedad, o amargura. Dios nos ha dado nuestra conciencia para ayudamos a obedecerle. En la situación ideal, esta conciencia estaría programada para mostrarnos siempre cuándo estamos haciendo lo que Dios quiere y cuándo no. En nuestro estado caído el hombre tiene una conciencia que no siempre refleja la perfecta voluntad de Dios. La gente es criada en su niñez de diferentes maneras y mientras crecemos la conciencia es entrenada. Esta programación de la conciencia puede, o no, estar en línea con lo que Dios realmente quiere. Lo que se da a nuestra mente concerniente a lo que es correcto o erróneo determinará el funcionamiento de nuestra conciencia. Nuestra conciencia es como un ordenador. Solamente llegará a las respuestas correctas si le damos la información correcta. Dios quiere reprogramar nuestra conciencia para que actúe como guía o brújula que enseñe el camino de Dios cada vez que tomemos una decisión. Esto limitará nuestra desobediencia y nos ayudará a hacer lo que Dios quiere. Necesitamos dejar a Dios que cambie nuestra conciencia: por su Palabra y por permitirle renovar nuestra mente. Esto lleva tiempo.

e) Los límites impuestos por Dios

La gente con fe y conciencia más débiles necesita reglas para vivir, que les detengan de hacer lo equivocado. Esto significa que a menudo construyen límites que no son particularmente de Dios, sino que son restricciones que les ayudan. Sus conciencias son entrenadas para ayudarles a permanecer dentro de esos límites. Pablo nos dice que no crucemos estos límites, en especial debido a presiones por otros, porque el hacerlo sería pecar (Romanos 14:23).

La gente con una conciencia fuerte basada en la Palabra de Dios no necesita tantas restricciones en su vida, porque tienen una conciencia que establece los límites de Dios. Esta es una ayuda tremenda para caminar con Dios en obediencia, ya que, nos habilita para vivir por fe (Romanos 14:23). Recuerda, tu conciencia es el timbre de alarma de Dios. Si está sonando necesitas comprobar si Dios te está señalando algo que no es correcto. Entonces llega a ser la protección de Dios construida en tu vida.

d) ¿Qué ocurre en la conversión?

En el camino que te condujo a la conversión, el Espíritu Santo usó tu conciencia para hacerte sentir culpable. Es su trabajo convencer (o convencer plenamente) al mundo de culpabilidad en cuanto a pecado, justicia y juicio (Juan 16:8). Fue su convicción que te dirigió a Cristo. Fue la verdad del evangelio metida en tu vida que iluminó, tu conciencia y trajo una nueva conciencia del pecado que no habías conocido antes.

Nuestra conciencia llega a estar más conciente del camino de Dios cuanto más dejamos que la verdad de Dios entre en nuestra vida. Esto no significa que nos sintamos más culpables. Al aprender a andar el camino de Dios, hallaremos que en muchas maneras tendremos más libertad (1 Corintios 8:7-8). Necesitamos ser llenos con el conocimiento de la voluntad de Dios (Colosenses 1:9.)

e) ¿Es importante una conciencia limpia?

Nuestra salvación es para librarnos de condenación (Romanos 8:11), pero si tu conciencia no está limpia entonces estarás siempre bajo condenación y culpabilidad. Esto afectará a:

(I) Tu relación con Dios

La culpabilidad obstruye nuestra comunión con Dios al sentirnos sucios en la presencia de un Dios santo Digamos que somos incapaces de mirar a Dios a los ojos. Esto también impedirá recibir plenamente e amor de Dios en nuestra vida. Si estamos turbados por nuestra conciencia entonces nos sentiremos indigno y probablemente estaremos en una área de pecado a la cual necesitaremos hacer frente. Una vez que hayamos hecho frente al pecado y volvamos a tener una conciencia limpia, podremos volver audazmente ante Dios y saber que no hay nada que nos condena y así podremos recibir el amor de Dios en nuestra vida;

(II) Tu fe

Una fe fuerte y una conciencia culpable no van juntas (Romanos 14:23).

(III) Tu vida de oración

Si tu conciencia te está señalando cualquier área de pecado, entonces Dios estará intentando conseguir que lo pongas bien para que tu conciencia esté otra vez limpia.

(IV) Tu deseo para la Palabra de Dios

Una conciencia culpable te roba de cualquier apetito, en especial para las cosas de Dios, incluida su Palabra.

(V) Tu testimonio

Satanás estará intentando convencerte de que eres un hipócrita y tú no tendrás respuesta si tienes una conciencia culpable.

f) Cómo guardar una conciencia limpia, libre de culpabilidad

Nuestra conciencia puede estar limpia y libre de culpabilidad. La sangre de Cristo es suficiente como para limpiar todo nuestro pecado y apaciguar nuestra conciencia y hacerla nueva. Para valemos de la obra limpiadora de Cristo, hay cuatro pasos:

(I) Confesión inmediata de pecado

Haz esto en el momento que te enteres del pecado (1 Juan 1:9). El pecado nubla nuestra conciencia así que no podemos venir a nuestro Padre celestial con el corazón limpio y el espíritu lleno de confianza. Al orar como Jesús enseñó: “perdónanos nuestras deudas”, podemos saldar nuestra cuenta con Dios en breve plaza (Mateo 6:12).

(II) Confía en la promesa de limpieza

Dios es fiel y justo para perdonamos y limpiarnos (1 Juan 1:9). Nuestra conciencia misma es limpiada por la sangre de Jesús (Hebreos 9:14). Esto nos librará totalmente de culpabilidad. Cualquier “culpabili­dad” que quede es el maligno intentando acusarnos y la podemos resistir y rechazar porque no proviene de Dios.

(III) Obedece a tu conciencia

Necesitas hacer más que confesar tu fracaso: debes parar de fracasar (Santiago 1:22). Necesitas hacer lo que tu conciencia te dicta cuando sabes que es el camino de Dios.

(VI) Continúa andando en la luz (1 Juan 1:7)

Esto significa seguir abierto a Dios, sensible al Espíritu Santo, y estar preparado para obedecer inmedia­tamente cuando Dios te haga conocer su voluntad. Pablo dijo: “Procura tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres”. (Hechos 24:16). ¡Nosotros necesitamos hacer lo mismo!

g) Una conciencia endurecida

Si una persona voluntariosamente sigue ignorando su conciencia, esta se endurecerá y cesará de hablar. Esto es lo que Pablo quería decir con una conciencia “cauterizada” (1 Timoteo 4:2). Este es un sitio peligroso donde estar, porque nos sentiremos libres para hacer cualquier cosa, y si permanecemos en este estado nos perderemos para la eternidad. Es como ser incapaz de sentir dolor. El dolor nos avisa de algún daño inminente: sin este aviso nos podemos dañar gravemente.

Tu conciencia es una de las herramientas más eficaces que Dios te ha dado para ayudarte a vivir en una relación correcta con El.

h) Preguntas y puntos de discusión

1. ¿Es importante saber que estás perdonado y que tienes una conciencia limpia?

2. ¿Hay algo por lo cual Dios no nos perdonará?

3. ¿Olvida realmente Dios que hayamos cometido un pecado si lo confesamos y le pedimos que nos perdone por ello?

4. ¿Qué deberíamos hacer cuando un hermano peca contra nosotros? (Lucas 17:3-4).

5. ¿Quién ha de restaurar al hombre sorprendido en alguna falta (pecado) y con qué actitudes (o espíritu) deberíamos restaurar a un hermano pecador? (Gálatas 6:1).

6. ¿Por qué insiste Dios en que perdonemos a los otros, incluso cuando están totalmente equivocados?

7. Haz una lista de aquellas personas a las que no has perdonado. Pide a Dios que te las traiga a tu memoria. Decídete ahora a perdonar a cada una de ellas. Clama a Dios para que te dé un, espíritu perdonador, para expulsar toda ira y amargura de tu corazón, y llenarlo en cambio con su amor.

8. ¿Por qué el desobedecer a nuestra conciencia incorpora tensión a nuestra vida?

9. ¿Por qué tanta gente en el mundo “parece” hacer lo que quiere y no sentirse culpable por ello?

10. Asegúrate de que tienes una conciencia limpia. Si no hay nada que te turbe, no te pongas introspectivo buscando algo que no existe. Si no tienes un testimonio claro de que todo está bien, haz la oración de David en el Salmo 139:23-24, y así como Dios conteste realiza los cuatro pasos mencionados en esta unidad.

i) Resumen y aplicación

1. Dios ha hecho que su perdón sea libremente asequible para nosotros cuando le confesamos nuestros pecados.

2. La sangre de Jesús facilita perdón y puede hacernos limpios y justos a los ojos de Dios.

3. El arrepentimiento es un cambio de opinión y dirección. Las Escrituras nos instruyen a demostrar nuestro arrepentimiento con nuestros hechos (Mateo 3:8; Hechos 26:20). Perdonar a los demás, no importa lo equivocados que estén, es parte de nuestro arrepentimiento como discípulos de Jesús.

4. Dios nos ha perdonado mucho, y espera que perdonemos a los demás de la misma manera (Mateo 13:21-35; Lucas 6:37-38).

5. Nuestra conciencia es el timbre de alarma de Dios y necesitamos dejar que Dios la programe correctamente para que nos guíe en su camino.

6. Nuestra conciencia establece límites que pueden actuar como protección para andar el camino de Dios.

7. Ignorar nuestra conciencia es tan peligroso como ignorar el dolor. Normalmente llevará a grave daño.

8. Nuestra certeza del perdón de Dios limpia nuestra conciencia y nos libra de la culpabilidad.

9. Adopción como hijos

a) Escrituras clave

Romanos 8:15-18 Gálatas 4:5-7

Romanos 8:23-25 Efesios 1:4-5

b) Introducción

En el corazón del discipulado está la idea de pertenencia. Esto es un compromiso para toda la vida, y la vida del discípulo llega a estar íntimamente involucrada con aquel al que está siguiendo. Existe la idea de elección por ambas partes. El maestro escoge a los discípulos (Juan 15:16), y luego nosotros debemos elegir: o responder y seguirle, o no. Jesús nos ha escogido y su elección exige una respuesta por nuestra parte. Podemos aceptar que nos ha escogido y seguirle a El, o podemos rechazar que nos ha escogido y rechazarle a El. Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador nacemos de nuevo (Juan 3:5-6). Esta imagen del nuevo nacimiento es una analogía muy poderosa porque es exactamente lo que pasa en términos espirituales cuando venimos a Cristo en fe. Es un nuevo principio: todos los factores negativos antiguos que nos mantenían en esclavitud son vencidos a través del poder del Espíritu Santo, nuestros pecados son perdonados y somos llevados a una nueva relación con Dios (2 Corintios 5:17).

c) Justificación

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. (Romanos 5:1)

Esto es un principio fundamental de salvación. Tiene un significado legal en que estamos situados ante Dios que es juez de un tribunal, y aunque somos hallados culpables por nuestro pecado, somos declarados inocentes por la fe en Jesucristo. La justificación es “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”, porque el castigo que yo debía fue llevado por Cristo Jesús (Romanos 8:1-2)

d) ¿Qué es adopción?

La adopción es una idea de familia presentada en términos de amor, con Dios como Padre. Nuestro pecado nos ha separado de nuestro verdadero Padre en el cielo, pero Dios, en su misericordia y gracia, nos ha acogido otra vez en su familia, un lugar que no merecíamos y que no era nuestro según nuestra naturaleza humana (1 Juan 3:1). Esto es el corazón del discipulado, porque nos recuerda que no seguimos por obligación sino por amor. Este sentido de pertenecer a la familia de Dios, y el gran privilegio que tenemos al estar unidos con Cristo Jesús, es la fuerza motivadora en nuestra vida por Cristo. Existe una ley en la experiencia cristiana, pero ya no es la letra de la ley que mata, sino el Espíritu que trae vida y poder.

e) El plan de adopción

Esta idea de adopción revela el corazón de nuestro Padre celestial. Planeó hace mucho adoptarnos en Cristo (Efesios 1:4-5). ¡Ninguno de los que hemos nacido en la familia de Dios lo hemos hecho por casualidad! Dios lo tenía en su corazón antes de la fundación del mundo (Salmo 139:13-16; Efesios 2:10). Si nos pudiéramos agarrar plenamente a esto, nos libraría de tantas ataduras a las que estamos sujetos, nos habilitaría para estar de pie en la libertad que pertenece a los que conocen el poder de sus derechos de nacimiento. Nosotros no tomamos linaje de cualquier descendencia humana. ¡Tomamos nuestro linaje de los propósitos de Dios, en Cristo Jesús, antes de la fundación del mundo! Fuimos escogidos en El. ¡Y es de esta fuente que tomamos todo el poder de nuestra nueva vida en El!

f) El poder de nuestra adopción

Un niño humano adoptado recibe un nuevo nombre. Toma el nombre de sus nuevos padres y también toma todos los privilegios y potencial de su familia nueva. Este también es el caso para nosotros en Cristo (1 Pedro 2:10). En el primer capítulo del evangelio de Juan, éste recalca el hecho de que no somos hijos en la familia de Dios por ningún derecho o poder que tenemos a nivel humano. Nacemos naturalmente fuera de la familia y vida de Dios. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13). La Palabra traducida “potestad” es una palabra griega “exousia” la cual significa “autoridad” o “poder”. Es una palabra de autoridad inalienable. Este derecho o potestad ha sido ganado para nosotros por medio de la muerte del Señor Jesús y ha sido dado a cada uno de nosotros por medio de la fe. A través de ello hemos entrado en todos los derechos y herencias de estar en la familia de Dios (Gálatas 4:6). Se describe al Espíritu Santo como “el Espíritu de adopción”, su labor es traer a nuestro corazón la certeza o realidad de pertenecer a Dios. Es esta certeza la que opera como un fundamento tan fuerte para nuestra vida cotidiana como cristianos. Tal fuerza y poder proviene de conocer quién somos y a quién pertenecemos.

g) El propósito de nuestra adopción

El propósito que el Padre tiene al adoptarnos como sus hijos es el de “ser santos y sin mancha delante de E (Efesios 1:4). A través de la adopción, no sólo compartimos en la familia, sino también en el carácter de nuestro Padre. Este es el verdadero propósito y llamamiento del discipulado, que lleguemos a ser como El en nuestras acciones actitudes, y que nuestra vida refleje el hecho de que somos hijos de nuestro Padre celestial. En Jesús, Dios ha revelado el anteproyecto para cada hijo que le siga por fe. Es su propósito que lleguemos a ser como Jesús en todo nuestro vivir y en el compromiso de nuestra vida con el Padre (Romanos 8:29). Pedro nos recuerda que esto no es solamente llamamiento de Dios en nuestra vida individual, sino que el propósito de Dios al escogernos es que lleguemos a como un cuerpo de personas que refleje esta misma naturaleza en nuestra vida juntos (1 Pedro 2:9).

h) La promesa de nuestra adopción

Como hijos del Reino hemos sido adoptados en la tremenda promesa de que la salvación no es solamente p ahora, ¡sino para siempre! (Romanos 8:17). Nuestra adopción es eterna. Esta es la motivación de nuestro serví al pensar con mucha ilusión, como lo hizo Pablo, en la corona de justicia que está preparada para nosotros al final de nuestro camino. También es la motivación para nuestra santidad (1 Juan 3:2-3). En Cristo no sólo tenemos nueva vida, sino también una nueva esperanza. No sólo tenemos el derecho de llegar a ser hijos de Dios, s además tenemos el derecho de recibir la herencia como hijos propios de Dios.

i) El principio de nuestra adopción

La esencia de nuestra vida como discípulos es que somos llamados para vivir diariamente el sencillo principio de confianza y franqueza que existe entre un padre y su hijo verdadero. El secreto del poder visto en Jesús era su relación con su Padre. En el Sermón del Monte Jesús introduce a sus seguidores en algunos secretos del Reino de Dios. Les enseña a confiar en su Padre y a vivir una vida para su gloria y honra.

– Glorificar al Padre (Mateo 5:16).

– Imitar al Padre (Mateo 5:44, 45, 48).

– Hablar con el Padre (Mateo 6:7-9).

– Confiar en el Padre (Mateo 6:25-26).

– Agradar al Padre (Mateo 6:17-18).

j) El ejercicio de nuestra adopción

Dios quiere que vivamos en lo bueno de nuestra adopción. Saber una verdad y no vivirla, no hará que la verdad sea real para nosotros. Por el Espíritu Santo nos ha sido dado todo lo necesario para hacer esta verdad efectiva en nuestra experiencia cotidiana (2 Pedro 1:3).

Una última verdad de nuestra adopción es que Dios sí que nos trata como hijos, no como a parientes lejanos. Esto significa que de vez en cuando conoceremos la mano de disciplina del Padre en nuestra vida, corrigiéndonos y recordándonos nuestras responsabilidades como hijos (Hebreos 12:7-11).

k) En resumen

Estamos ahora en la familia de Dios por fe. Compartimos en la vida de Cristo y en la herencia de los Santos. Nos ha sido dada una gran motivación para vivir en santidad y experimentamos el poder transformador del Espíritu Santo en nuestra vida. Porque conocemos a quién pertenecemos podemos comprender la disciplina de nuestro Padre en nuestra vida, y sobre todo, vivimos con una experiencia profunda y afectuosa del amor del Padre en nuestro corazón (Efesios 1:3).

l)Preguntas y puntos de discusión

1. ¿Por qué te escogió Dios el Padre, a ti? Discútelo.

2. ¿Cuál debería ser nuestra reacción en respuesta a Dios al escogernos para ser sus hijos?

3. Si nuestra adopción no es una cosa casual, ¿por qué crees que Dios te ha puesto donde estás, y qué puedes hacer para El allí?

4. Discute las semejanzas y diferencias entre la adopción natural en una familia y la adopción espiritual en la familia de Dios.

5. ¿Conoce Dios por todo lo que estamos pasando en nuestra vida, a dónde vamos y cuál es nuestro propósito en Cristo? ¿Cuál debería ser nuestra respuesta, y podemos confiar en Dios en ello?

6. ¿Cómo podemos estar seguros de que somos los hijos de Dios y por tanto pertenecemos a la familia de Dios?

7. ¿Cuál debería ser la meta principal de nuestro discipulado como hijos de Dios?

8. ¿Qué cosas prácticas podemos hacer para hacer la verdad de nuestra adopción como hijos de Dios efectiva en nuestra vida cotidiana?

m) Resumen y aplicación

1. Adopción es haber recibido el lugar y condición de hijo aun sin pertenecer a la familia por naturaleza.

2. Necesitamos escoger vivir en lo bueno de ser hijo de Dios y escoger seguir a Jesús, el Hijo unigénito, y hacer como hizo El. Es una especie de hermano mayor que nos ha dado el ejemplo perfecto a seguir de cómo ser hijo de Dios.

3. Somos muy privilegiados de ser amados por Dios, tanto que nos escogió para ser sus hijos eternamente y esto debería ser nuestra motivación para amar y servir a nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

4. Dios nos conocía antes de la creación del mundo. Sabía que éramos sus escogidos y sabía cuáles serían nuestros propósitos.

5. Dios no sólo nos deja viviendo nuestra vida, sino que El viene y nos ayuda por el Espíritu Santo para vivir lo bueno de la herencia disponible para nosotros como hijos de Dios.

10. La paternidad de Dios

a) Escrituras clave

Juan 14:6-11 Santiago 1:17-18

Efesios 1:17-23 Lucas-15-11-32

b) Introducción

Podemos llamar a Dios, Padre nuestro porque somos adoptados en su familia como sus hijos. Esto es principal­mente un concepto del Nuevo Testamento. Mientras que el poder y divinidad eternos de Dios son manifiestos en la creación y generalmente en el Antiguo Testamento, su paternidad es, en su mayor parte, el tema que se revela en el Nuevo Testamento. Esto se demuestra claramente cuando nos damos cuenta de que se refiere a Dios como Padre sólo quince veces en el Antiguo Testamento y doscientas cincuenta y cuatro veces en el Nuevo Testamento. La palabra “padre” en griego es “pater” que viene de una palabra radical que significa nutridor, protector y defensor. Necesitamos conocer a Dios como nuestro Padre para poder tener una visión equilibrada de El.

c) Dios el Padre: Parte de la Trinidad

Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo son las tres partes o personas de Dios. Están en unidad porque son uno y entonces actúan como uno. Dos ilustraciones que nos ayudan a comprender el concepto de un Dios con tres partes son:

(I) Una persona: con el Padre como el cuerpo, Jesús como la mano derecha y el Espíritu Santo como la mano izquierda. Las manos hacen el ministerio del Padre aquí en la tierra pero ninguna parte se juzga mayor que la otra.

(II) Una manzana: que tiene un corazón (Dios el Padre), pulpa (Dios el Hijo) y piel (Dios el Espíritu Santo). Una manzana con tres partes.

Si nos concentramos en un solo aspecto de la Trinidad, no sólo no entenderemos los otros dos, sino que ni siquiera entenderemos aquel en el que estamos concentrados.

d) Maneras para comprender y conocer la paternidad de Dios

(I) Dios se revela a Sí mismo en muchas maneras, p. ej. por medio de los profetas (Hebreos 1:1), por medio de la creación y por medio de su Palabra, la Biblia.

(II) Jesús reveló la paternidad de Dios mientras estaba en la tierra, especialmente su amor, unidad y autoridad (Juan 14:6-11).

(III) Nuestro padre humano nos muestra sólo una representación imperfecta de cómo es Dios el Padre, pero Dios es el autor de toda paternidad (Efesios 3:14-15), y por tanto nuestros padres humanos pueden reflejar algo de Dios el Padre.

(IV) El Espíritu Santo es un don de Dios el Padre para nosotros y nos revelará a Dios el Padre (Juan 14:26).

e) Dios es nuestro Padre perfecto

Aconseja (Salmo 73:24).

Protege (Salmo 91 Juan 10:27-29).

Nos da descanso (Mateo 11:28-29).

Es paciente (Mateo 18:26-27).

Nos ama (Juan 3:16).

Nos labra y poda (Juan 15:1-2).

Es justo (Juan 17:25).

Es misericordioso (Romanos 9:15).

Nos moldea y forma (Romanos 9:20-21).

Es eterno (Romanos 16:26).

Es compasivo (2 Corintios 1:3).

Consuela (2 Corintios 1:3-4).

Nos bendice con toda bendición espiritual (Efesios 1:3).

Es misericordioso y nos da paz (2 Timoteo 1:2).

Es fiel (2 Timoteo 2:3).

Corrige y disciplina (Hebreos 12:5-11).

Es imparcial (no tiene favoritismo) (1 Pedro 1:17).

Provee (1 Pedro 5:7; Mateo 6:33).

Perdona (1 Juan 1:9).

Es amor (1 Juan 4:8).

Es Santo (Apocalipsis 16:5).

Es verdadero y justo en juicio (Apocalipsis 16:7).

f) Algunos de los nombres de Dios en el Antiguo Testamento

La raza judía consideraba el nombre y naturaleza como sinónimos. Dios usa este entendimiento humano d significado de los nombres y lo aplica a sí mismo para revelar su naturaleza a la gente. Comprender los nombres de Dios es comprender la revelación de Dios de Sí mismo.

1. El Elyon: el Dios altísimo; el Soberano y poseedor de los cielos y la tierra; el encargado (Génesis 14:18; 2 Samuel 22:14).

2. El Shaddai: el Omnipotente, Todopoderoso; constantemente otorgando alimentos para sus hijos y cubriendo sus necesidades Génesis 17:1).

3. Yahweh, Señor o Jehovah: El que siempre es; el constante “YO SOY”; El que existe (Éxodo 3:15; Salmo 33:1 Isaías 26:4).

4. Elohim: Dios. Este nombre nos muestra la pluralidad en un Dios. Dios dijo en Génesis 1:26, “hagamos hombre a nuestra imagen”. Esto denota dos o más en uno (Éxodo 35:31)

5. Jehovah Shammah: el Señor está allí; El está constantemente presente con nosotros (Ezequiel 48:35).

6. Jehovah Shalom: el Señor nuestra paz y totalidad (Jueces 6:24).

7. Jehovah Jireh: el Señor proveerá para nosotros (Génesis 22:14).

8. Jehovah Nissi: el Señor nuestra bandera y victoria (Éxodo 17:15).

9. Jehovah Tsidkenu: el Señor que nos viste con su justicia; el Señor nuestra justicia (Jeremías 23:6, Jeremías 33:16).

10. Jehovah Rophe (rapha): el Señor que nos sana (Éxodo 15:26)

11. Jehovah Ro-hi (ra ah): el Señor nuestro pastor amoroso que nos guía (Salmo 23:1).

12. Jehovah Mekadish-kem: el Señor que nos santifica (Éxodo 31:13).

13. Jehovah Yasha-Gaal: el Señor nuestro salvador y redentor (Isaías 49:26; Isaías 60:16).

14. Adonai: mi Señor (Génesis 15:2; Deuteronomio 9:16; Salmos 51:15)

15. Tsur: Roca (Isaías 44:8).

g) La paternidad de Dios es fundamental para el discipulado

Entender esto nos habilita para entender:

– La oración, y porque Dios contesta (Mateo 7:11).

– Recibir el Espíritu Santo (Lucas 11:13).

– Nuestra adopción como hijos (Romanos 8:15; 1 Juan 3:1)

– El plan de redención (Gálatas 4:4-7).

– Nuestro acceso a Dios (Efesios 2:18).

El corazón de Dios es afectado por la respuesta del hombre a su amor paternal. Entonces experimenta anhelo (Ezequiel 22:30-31), tristeza (Jeremías 8:18; Isaías 53:3), dolor (Génesis 6:6), ira (Apocalipsis 16:1), llanto (Jeremías 8:21), compasión (Mateo 9:36) gozo (Lucas 15:22-24), regocijo incluso con cánticos (Sofonías 3:17).

h) Los propósitos amorosos de nuestro Padre celestial para el hombre incluyen

Siempre está dispuesto a contestar la oración (Isaías 62:24; Mateo 7:11).

Anhela que los hombres sean sus hijos (Jeremías 3:19).

Se deleita en mostrar misericordia (Miqueas 7:18).

Se propone que tengamos vida y la tengamos en abundancia (Juan 10:10).

Quiere libramos del temor (Juan 14:1; Salmo 118:5-9).

Desea dar al hombre un hogar eterno (Juan 14:2-3).

Quiere que todo hombre sea salvo (1 Timoteo 2:3-4).

Quiere cubrir nuestras necesidades (1 Pedro 5:7).

i) Comunión con Dios el Padre

El gran plan y propósito de Dios desde el principio ha sido de traer al hombre otra vez en plena comunión consigo mismo. Toda la historia es una exposición de este plan de redención. El verdadero desarrollo de este plan no empezó hasta que Adán pecó. El pecado rompió la relación de Dios con el hombre, y desde entonces, el plan de redención de Dios está en marcha. Dios ama al mundo y desea salvarlo (Juan 3:16; 1 Pedro 3:20).

Jesús dijo: “Y no llaméis `padre’ vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro padre, el que esta en los cielos”. (Mateo 23:9). La razón de esto es que como resultado de la caída, los padres no tienen ni las características ni la habilidad para ser los padres que Dios propuso que fueran. Por tanto, en efecto, Jesús decía que tenemos sólo un Padre que está en el cielo, que tiene el carácter y la habilidad para ser un verdadero padre. El carácter de nuestro Padre celestial es perfecto sin ninguna mudanza ni sombra de variación (Santiago 1:17). Su habilidad es ilimitada. A la luz de esto, se puede confiar plenamente en el carácter de nuestro Padre celestial y depender enteramente en su habilidad. Esto no deja sitio para una falta de confianza en Dios en cuanto a sus promesas para nosotros.

j) Las bendiciones y beneficios de una relación padre/hijo

1. El privilegio de adopción: (Juan 1:11-13; 2 Corintios 6:17-18; 7:1).

El Espíritu Santo tendrá mucho celo de nosotros, para prevenir que ningún rival rompa nuestra relación amistad con el Padre y su hijo Jesús (Santiago 4:5).

2. El testimonio de adopción: (Romanos 15-16; Gálatas 4:6).

El Espíritu de Dios da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios y por tanto Dios el Padre es nuestro Padre.

3. La herencia de adopción: (Romanos 8:17).

Podemos participar ahora, en parte, de nuestra herencia como hijos de Dios, y esto señala el hecho de que Dios es en verdad nuestro Padre; por ejemplo la promesa del Espíritu Santo dado a aquellos que son salvo. (Efesios 1:13-14).

4. La disciplina de adopción: (Hebreos 12:7-11).

5. El amor del Padre en adopción: (Juan 16:27).

6. La provisión del Padre en adopción: (Mateo 6:8, 26,30; Juan 14:2).

7. La protección del Padre en adopción: (Juan 10:28-29; Juan 13:1).

8. La generosidad del Padre en adopción: (Lucas 12:32; Mateo 7:11).

K) En resumen

Muchos cristianos hoy día viven bajo una amenaza religiosa del terrible juicio de Dios. Se les ha dicho que Dios de alguna manera está contra ellos y les está vigilando para castigar y limitar a toda hora. Dios sí que odia el pecado, pero no odia al pecador. Si Dios ama al pecador y’se ha puesto a sí mismo a su alcance, cuanto más debe estar al alcance de nosotros los creyentes que caminamos en la Palabra de Dios y procuramos vivir en obediencia a El (Apocalipsis 1:5-6). Jesús nos amaba como pecadores cuando vinimos a El. Sin embargo no nos dejó como pecadores, sino que nos limpió, nos hizo reyes y sacerdotes, y luego nos presentó a Di su Padre. En aquel momento Dios se hizo nuestro Padre. Nuestro Padre sólo puede recordarnos como sacerdotes y reyes. Jesús así lo aseguró. Incluso cuando nos metemos en un lío y pecamos, y hacemos cos que son desagradables a Dios nuestro Padre, Jesús siempre vive para hacer intercesión por nosotros. S ministerio como abogado está siempre a nuestra disposición para mantenernos en comunión con nuestro Padre amoroso (1 Juan 1:9; 2:1).

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para oportuno socorro. (Hebreos 4:16)

Tenemos una invitación perpetua para entrar confiadamente al trono de nuestro Padre. Por su amor y gracia podemos hacerlo confiadamente como un rey y no como un mendigo. Observa que somos invitados para venir obtener misericordia, no sólo la esperanza de obtenerla.

1 Juan 4:18 dice: “El perfecto amor echa fuera el temor”. Necesitamos poner todos nuestros temores, preocupaciones y ansiedades en la mano de nuestro poderoso Padre. Nos ama como hijos y herederos. No nos decepciona Quiere sólo lo mejor para nosotros y quiere que crezcamos en madurez en El. Necesitamos confiar en nuestro Padre celestial y darle nuestro todo.

I) Preguntas y puntos de discusión

1. La historia del hijo pródigo (Lucas 15:11-32) muestra mucho el carácter de Dios el Padre. Discútelo.

2. ¿Tiene que ver el concepto de nuestro padre natural con el concepto de nuestro Padre celestial?

3. Comenta cómo Dios el Padre se te ha revelado a sí mismo de forma práctica en tu vida.

4. Demuestra la manera en que vivimos nuestra vida con una falta de conocimiento de Dios el Padre y, como resultado, con una falta de confianza en El.

5. Aunque tenemos una invitación perpetua para entrar confiadamente en el trono de nuestro Padre celestial, ¿lo hacemos?

m) Resumen y aplicación

1. Como discípulos de Dios necesitamos conocer bien las tres partes de la Trinidad; a saber: Dios el Padre; Dios el Hijo; y Dios el Espíritu Santo, para tener un punto de vista equilibrado de Dios.

2. Nuestro Padre celestial es el perfecto ejemplo de la paternidad (Mateo 5:48).

3. Necesitamos conocer a Dios como Padre, para poder edificar nuestra vida como discípulos de Dios en fundamentos correctos, y conocer los propósitos de Dios para nosotros como hijos suyos.

4. Para disfrutar de nuestra relación con Dios el Padre necesitamos aprender a relacionarnos y responder a sus principios, leyes, palabras y autoridad.

5. En vista de quién es nuestro Padre celestial y lo que ha propuesto que seamos, respondamos a El con nuestro amor (Juan 14:21), adoración (Juan 4:23-24), y en obediencia (Juan 14:15, 1 Pedro 1:2,17; Romanos 6:16-18).

11. La Persona y la obra del Espíritu Santo

a) Escrituras clave

Juan 14:12,15-27 Hechos 1:4-8

Juan 16:5-15 1 Corintios 2:9-16

b) Introducción

El Espíritu Santo no es una vaga influencia ni una idea mística, es una persona. Esto significa que puede comunicarse y hacerse real a nosotros. No podemos necesariamente verle, pero es real y puede impresionar mucho nuestra vida por medio de nuestro ser interior. Es el tercer miembro de la triple divinidad. Como Dios el Padre y Dios el Hijo, el Espíritu

Santo es eterno (Hebreos 9:14), omnipresente -presente por todas partes (Salmo 139;7), omnisciente -todo lo sabe (1 Corintios 2:10), y omnipotente -todo lo puede (Lucas 1:35). Nos muestra atributos de personalidad; intelecto (Romanos 8:27), voluntad (1 Corintios 12:11), y sensibilidad (Efesios 4:30). El está íntimamente dentro de las situaciones de nuestra vida, comunicándose con nosotros, abriéndose a nosotros y buscando para que nos abramos a El en respuesta. Es una persona y nos habla personalmente. Todo creyente debería conocer la realidad y poder del Espíritu Santo, trayendo vida directamente a lo más íntimo de su ser, fuerza en su vida (Juan 7:38-39). Sin el Espíritu Santo no podríamos vivir nunca en el poder de Dios, ni conocer la fuerza de Dios en nuestra vida cotidiana. Para pleno placer y satisfacción en nuestra existencia humana necesitamos este gran don, el Espíritu Santo de Dios nuestro Padre.

c) La Biblia describe al Espíritu Santo de diferentes maneras

(I) A través de diferentes nombres; por ejemplo:

– El buen Espíritu (Nehemías 9:20).

– El Espíritu de Dios (Mateo 3:16).

– El Consolador (Juan 14:16,26).

– El Espíritu de verdad (Juan 16:13).

– El Espíritu de Cristo (Romanos 8:9).

– El Espíritu de adopción (Romanos 8:15).

– El Espíritu de gracia (Hebreos 10:29).

(II) A través de símbolos:

– Paloma (Mateo 3:16).

– Voz (1 Reyes 19:12).

– Sello (Efesios 1:13).

– Agua y agua viva (Isaías 44:3; Juan 7:37-39).

– Viento (Hechos 2:2).

– Aceite (1 Samuel 16:13).

– Fuego (Hechos 2:3).

d) La obra del Espíritu Santo en un discípulo de Jesús

Nos habilita para echar fuera demonios (Mateo 12:28).

Nos habilita para hablar como Dios querría que hablásemos (Marcos 13:11).

Nos habilita para nacer de nuevo (Juan 3:5-8).

Será nuestro consolador para siempre (Juan 14:16).

Vive en nosotros (Juan 14:17).

Nos enseña (Juan 14:26; Juan 16:13-14).

Nos convence de pecado (Juan 16:8-11).

Nos da el poder para ser testigos de Dios (Hechos 1:8).

Posibilita que el amor de Dios sea derramado en nuestro corazón (Romanos 5:5)

Da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Romanos 8:16).

Nos ayuda en nuestra debilidad (Romanos 8:26).

Habilita justicia y paz en nosotros (Romanos 14:17).

Nos habilita a abundar en esperanza (Romanos 15:13).

Nos santifica (Romanos 15:16).

Reparte varios dones como El quiere (1 Corintios 12:4-11).

Habilita el fruto del Espíritu en nosotros (Gálatas 5:22-23).

Habilita gozo en nosotros (1 Tesalonicenses 1:6).

e) Cuatro razones importantes del porqué todo necesitamos el poder del Espíritu Santo en nuestra vida

(I) Poder para llegar a ser

Sin el poder de Dios en nosotros nunca podemos llegar a ser hijos de Dios. La humanidad ha perdido camino y no reconoce a su verdadero Padre. La obra del Espíritu Santo es la de despertar nuestra necesidad espiritual y señalamos el camino hacia Jesús, que es el camino de Dios para que la humanidad sea traída de nuevo a El mismo (Juan 1:12-13). Con el poder del Espíritu Santo obrando en nosotros podemos llevar a cabo lo que en nuestras propias fuerzas no podríamos hacer nunca. Podemos llegar ser hijos de Dios y actuar y vivir como miembros de su familia.

(II) Poder para llegar a ser

Tenemos poder en nosotros por medio del Espíritu Santo para nuestro vivir diario. Dios quiere que conozca su poder para que podamos vivir una vida de fe continuamente, y llegar a ser ejemplo a los demás de lo significa vivir la nueva vida en Jesús día a día. Sabemos que la carne es débil, pero no estamos solos. Dios ha abierto el canal de poder divino. Dios mismo mora en nuestro corazón. (Efesios 3:16-17).

(III) Poder para vencer

Todo creyente cristiano vive en una zona de guerra. Antes de convertirnos en cristianos estábamos e lado de Satanás, pero cuando escogimos seguir a Jesús fuimos puestos en el lado ganador, el lado de (Efesios 2:1-5). La guerra que experimentamos de parte de Satanás es mucho más dura después de c porque él está intentando detenernos de seguir a Jesús. Dios hace disponible su poder dentro de nosotros para que tengamos la fuerza y capacidad de derrotar al diablo (1 Juan 4:4).

(IV) Poder para compartir

Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén en todo Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

(Hechos 1:8)

La palabra para “poder” aquí es “dunamis” que es la palabra de la cual recibimos la palabra española “dinamita”. Dios quiere que seamos llenos con ese mismo poder para que podamos testificar de la vida de Jesús; no solamente para capacitamos para hablar de Jesús, sino que también lleguemos a ser como Jesús para otros hombres y mujeres en el poder del Espíritu Santo, será como si Jesús estuviese con ellos (Juan 14:12).

f) Dones y frutos

Dios no sólo quiere hacer grandes cosas por medio de nosotros, quiere darnos grandes cosas también.

(I) Los dones del Espíritu

Estas son las dotaciones sobrenaturales de Dios. Incluso los talentos naturales necesitan ser rendidos a Dios antes que los pueda usar plenamente para su gloria. El Espíritu Santo es quién nos equipa para poder hacer la voluntad de Dios y para adorarle y servirle (1 Corintios 12:7). Las listas de los dones en primera de Corintios 12:7-11 y Romanos 12:6-8 nos ayudan a entender la gama de dones disponibles para nosotros. El Padre se ha asegurado de que a sus hijos no les falte nada de lo que puedan necesitar para llevar a cabo su voluntad y propósito, y para poder testificar del poder de Jesús aquí en la tierra.

(II) El fruto del Espíritu

Estos son tan importantes como los dones. El fruto del Espíritu es la evidencia en nuestra vida de la obra del Espíritu Santo cambiándonos a la imagen y naturaleza de Jesús. El testimonio de nuestra vida es muy importante. La lista del fruto del Espíritu está en Gálatas 5:22-23, y juntos, estos son el carácter de Jesús. El Espíritu Santo siembra las semillas de sus frutos en nuestra vida. Es responsabilidad nuestra el responderle y abrirnos cada vez más a su influencia Santa, para que lleguemos a ser cada vez más como Jesús en nuestras acciones y actitudes.

g) ¿Cuáles son los efectos de ser llenos con el Espíritu Santo?

(I) Hacia Jesús

Sabrás como nunca has sabido que Jesús vive como Señor con poder y autoridad hoy (Hechos 2:32-36).

(II) Hacia Dios

Experimentarás la profundidad del amor de Dios para ti (Romanos 5:5) y entrarás en una nueva certeza de su paternidad (Romanos 8:15; Gálatas 4:6): serás librado para amarle y alabarle con gozo y confianza (Efesios 5:18-20).

(III) Hacia la Palabra de Dios

Tendrás un nuevo apetito por la Biblia y una mayor habilidad para usarla y para oír a Dios hablarte por medio de ella (Juan 16:13-15; Efesios 6:17).

(IV) Hacia el Espíritu

Te volverás muy sensible a su presencia y guía (Efesios 4:30; Romanos 8:14); te volverás abierto para recibir los muchos y variados dones del Espíritu.

(V) Hacia los demás

Te volverás más abierto a los demás, más amoroso hacia ellos, y más ilusionado por ser una parte activa en la iglesia que es el Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-13).

(VI) Hacia el mundo

Te volverás más valiente para testificar de Jesús (Hechos 1:8; 4:31).

(VII) Hacia la guerra espiritual

Te volverás más consciente de tu autoridad en Cristo Jesús sobre el enemigo, para que puedas mantenerte firme y ver la extensión del Reino de Dios (Efesios 6:10-18; Efesios 1:17-23).

h) ¿Qué sobre las lenguas?

Puedes contar con recibir este don cuando el Padre te llena o te bautiza con el Espíritu Santo. Es una ayuda p seguir a Jesús.

– Es uno de los dones prometidos por Jesús (Marcos 16:17; 1 Corintios 12:10).

– Es la habilidad de comunicarte con Dios, espíritu a Espíritu, el cual te edifica, es decir, instruye y fortalece tu propio espíritu (1 Corintios 14:2, 4,14).

– Es el don de una lengua que es personalmente tuya la cual no has aprendido nunca (Hechos 2:4, 7,8).

– Es una ayuda para orar de acuerdo con la voluntad de Dios (Romanos 8:26-27).

i) Preguntas y puntos de discusión

1. ¿De qué manera nos ayuda el Espíritu Santo a vivir nuestra vida, a un nivel práctico como Dios propone q lo hagamos?

2. ¿De qué manera te ha ayudado el Espíritu Santo?

3. ¿Es tu vida un ejemplo a los demás de lo que significa vivir día a día como un discípulo o seguidor verdad de Jesús? Y si no lo es, ¿cómo lo podrías mejorar?

4. ¿En qué áreas de tu vida necesitas someterte al Espíritu Santo para poder ser un discípulo de Jesús más eficaz?

5. ¿Necesitan todos los creyentes hablar en lenguas, o es una opción extra?

j) Resumen y aplicación

1. El Espíritu Santo es la tercera persona de la triple divinidad, que quiere ser nuestro Consolador y llevamos Jesús y a Dios el Padre.

2. El Espíritu Santo es la fuente de poder disponible para un creyente, para capacitarle en hacer la voluntad Dios y ser lo que Dios quiere que sea.

3. Por medio del Espíritu Santo podemos tener el poder y carácter de Jesús.

12. Todos los creyentes han de ser llenos

con el Espíritu Santo

a) Escrituras clave

Hechos 2:38-39 Lucas 11:9-13

Juan 7:37-39 Efesios 5:18

b) Introducción

Si el Señor Jesús necesitaba ser lleno (Lucas 4:1,14), los apóstoles necesitaban ser llenos (Hechos 2:2-4), y Pablo necesitaba ser lleno (Hechos 9:17), nosotros también necesitamos ser llenos con el Espíritu Santo. Esto no es sencillamente convertirse en cristiano y recibir al Espíritu Santo como depósito garantizando nuestra salvación (Efesios 1:13-14). Jesús fue concebido por el Espíritu Santo (Mateo 1:18), y por tanto tenía el Espíritu Santo en El toda su vida, pero todavía necesitó ser lleno o bautizado con el Espíritu Santo para poder llevar a cabo todo lo que su Padre le había mandado que hiciese. Esto pasó cuando fue bautizado en agua en el río Jordán (Lucas 3:21-22). Los discípulos recibieron el Espíritu Santo cuando Jesús sopló sobre ellos (Juan 20:22), pero les dijo que esperasen hasta que hubiesen recibido el bautismo con el Espíritu Santo antes de empezar su ministerio (Hechos 1:4-5; 2:2-4). La Biblia utiliza muchas maneras distintas para definir este ser lleno. Estas incluyen ser lleno (Hechos 2:4); ser bautizado (Hechos 1:5); el Espíritu Santo venir sobre nosotros (Hechos 1:8); recibir el Espíritu Santo (Hechos 8:17); derramamiento del Espíritu Santo (Hechos 10:45). No es la clasificación lo que importa sino lo que realmente sucede, es decir, somos capacitados para hacer la voluntad de Dios y para ser discípulos verdaderos de nuestro Señor Jesucristo.

Se debe recordar que no tenemos que ser llenos una sola vez y ya está. Necesitamos ser llenos continuamente (Efesios 5:18). Los primeros discípulos fueron llenos por lo menos dos veces (Hechos 2:1; 4:31).

c) La analogía del vaso para beber

Nuestra vida es como un vaso para beber; está hecha para ser llena y usada. Hemos sido creados para “contener” a Dios. Tenemos que ser canales para su Espíritu Santo aquí en la tierra, no como un tubo de desagüe, sino como depósito que contiene suficiente como para cubrir toda necesidad en que se requiere la vida y el poder de Dios.

(1) Un vaso sucio y manchado

¡Nunca darías un vaso asía alguien que necesitase beber! El vaso necesita ser limpiado a fondo y enjuagado antes de poderlo usar. Mucha gente no conoce el poder del Espíritu Santo dentro de ellos porque su vida es como un vaso sucio. Necesitan ser limpiados antes de poder ser llenos, porque el Espíritu Santo es agua pura y limpia. Dios lo ha hecho posible por medio de Jesús para que nuestra vida sea limpiada de toda su inmundicia interior. Algunos de nosotros parecemos estar sin mancha desde afuera, pero todos necesitamos limpieza en lo profundo de nuestro corazón (1 Samuel 16:7).

(II) Un vaso agrietado

Nunca soñarías en darle a alguien de beber en un vaso agrietado. Probablemente tirarías el vaso, pero Dios nunca hace esto: El sana las grietas. Mucha gente se siente incapaz de abrirse a nadie porque están agudamente conscientes de sus grietas. La vida y las circunstancias muchas veces les han dado golpes severos, hasta tal punto que parecen incapaces de recuperarse. Dios en su poder, les puede tocar y hacerles ilesos (Mateo 9:12). Durante todo el ministerio de Jesús aquí en la tierra, sanó a aquellos que tenían la vida agrietada, es decir, aquellos que sufrían enfermedad, dolor, soledad y daño. Jesús fue capaz de traerles el poder de Dios y sanarles, y cuando fueron sanados El fue capaz de enviarles en el poder de Dios con una fuerza nueva, para que ya no necesitasen vivir en su problema o enfermedad. Dios quiere hacer lo mismo por nosotros: quiere traer sanidad y perdón en el poder de la cruz y resurrección de Jesús, y luego quiere llenarnos con su vida y poder por medio del Espíritu Santo para que podamos continuar el ministerio de Jesús en nuestro día y época (Juan 14:12).

(III) Un vaso invertido

Por supuesto, nunca puedes llenar un vaso que está invertido todo el tiempo. Es necesario que nosotros abramos nuestros corazones y nuestras mentes para que Dios nos llene. Necesitamos estar receptivos. Es imprescindible que tengamos buena disposición y voluntad de nuestro espíritu para recibir el Espíritu Santo de Dios. El no forzará su entrada en nuestra vida.

Los vasos son hechos para ser llenos. Un vaso que nunca ha contenido líquido nunca ha realizado el propósito para el cual fue hecho. Nosotros también somos hechos para ser llenos. La gente nunca ha conocido la plenitud del poder de Dios por medio del Espíritu Santo en su vida, de la misma manera que nunca ha llevado a cabo el propósito para el cual fueron creados.

d) Pedid y se os dará

El trabajo del Espíritu Santo es hacemos abiertos a Dios, hacemos sedientos de Dios en el corazón. Es una sed que Dios satisface cuando clamamos a El (Juan 7:37-39). Pablo exhorta a sus lectores a ser “llenos del Espíritu” (Efesios 5:18). El sentido real de esta afirmación en el griego original es que deberíamos “seguir siendo llenos del Espíritu”. Este ser lleno es la fuente de poder y fuerza para el discipulado y testimonio diario. Una sola experiencia no es suficiente.

Invariablemente, el Espíritu Santo nos hace conscientes de nuestra necesidad de su poder en nuestra vida antes de pedirlo. Si sabes que le necesitas en tu vida, ¿por qué no pides al Padre que te llene con su Espíritu Santo? No temas lo que Dios pueda hacer. “Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. (2 Timoteo 1:7).

Ábrete a Dios: deja que el viento del Espíritu Santo sople a través de ti. Si estás acudiendo a Dios, El no te dará algo que sea malo o maligno (Lucas 11:9-13). Fija tu atención en Jesús y en tu Padre celestial. Luego, abre tu ser para recibir todo lo que te den. Deja que el Espíritu Santo te santifique hasta los tuétanos; espíritu, alma y cuerpo (1 Tesalonicenses 5:23). Deja que llene tu vida con el poder de Dios. Recibe de El los dones que trae y aprende a alabar, adorar y testificar en el poder de Dios.

Si ayuda, y probablemente lo hará, busca a alguien que sepa lo que significa ser lleno con el Espíritu Santo para orar contigo. Puede ser que impongan manos o no en ti. Si lo hacen no temas, porque esta es la manera en que los primeros discípulos oraron por muchos para que recibiesen el Espíritu Santo (Hechos 8:14-17; 19:6). También puedes orar tú solo. Usa una oración sencilla tal como la siguiente. Tu Padre celestial te oirá y te contestará y serás lleno con su Espíritu Santo

e) Una oración sencilla

“Querido Padre, gracias por la promesa de que cualquiera que pida recibirá, y quienquiera que busque encontrará. Sé que necesito más de tu poder en mi vida. Sé que necesito más del fruto de tu Espíritu Santo en mi vida. Padre, confieso mi pecado ante ti, perdono a todos los que me han agraviado, y te pido que limpies mi vida por medio de la sangre de Jesús. Abro mi vida completamente a ti. Por favor, envía el poder del Espíritu Santo a mi vida ahora mismo. En el nombre de Jesús, Amén”.

f) Preguntas y puntos de discusión

1. Algunos de los estorbos bíblicos para llevar una vida en la plenitud del Espíritu son: desobediencia (Hechos 5:32), orgullo (1 Pedro 5:5), falta de fe (Hebreos 11:6), una motivación mala (Hechos 8:18-24). ¿Puedes pensar en algunos más, en especial, en tu propia vida?

2. ¿Necesitas ser lleno por primera vez o lleno de nuevo con el Espíritu Santo? No lo dejes para mañana. Pide y recibe de tu Padre celestial.

3. ¿Por qué tantos cristianos sienten que no necesitan ser llenos con el Espíritu Santo? Discútelo.

4. ¿Cómo podemos cubrir las necesidades del mundo en la manera que Dios el Padre quiere que lo hagamos (como lo hizo Jesús) sin ser llenos con el Espíritu Santo (como lo fue Jesús)? ¡Discútelo después de leer Juan 14:12!

5. ¿Nos cambia Dios para ser como un robot cuando somos llenos del Espíritu Santo, o quiere que escojamos hacer su voluntad en cada situación en que nos pone?

g) Resumen y aplicación

1. Ser lleno con el Espíritu Santo continuamente es esencial si hemos de ser discípulos verdaderos de Jesús y hacer lo que nuestro Padre celestial pida que hagamos.

2. La esencia de la vida llena del Espíritu no es cuánto del Espíritu tengo yo, porque tengo todo en El, sino ¡cuánto tiene El de mí!

3. La gente es hecha por Dios para ser llena con el Espíritu Santo para que puedan ser canales para la plenitud del poder de Dios.

4. Necesitamos ser vasos preparados, limpios y listos para ser llenos con el Espíritu Santo. 5. Dios el Padre ha prometido que cualquiera que pida de El recibirá el Espíritu Santo.

SACCIÓN B. LOS FUNDAMENTOS DEL DISCÍPULADO.

SECCION B

Los fundamentos del discipulado

1. La importancia de los buenos fundamentos

 

53

2. Arrepentimiento de obras muertas

 

59

3. Fe hacia Dios

 

63

4. La doctrina de bautismos

 

67

5. Imposición de manos

 

73

6. Resurrección de los muertos

   

7. Juicio eterno

   

1. La importancia de

los buenos fundamentos

a) Escrituras clave

Hebreos 5:11-6:3 Lucas 6:46-49

Corintios 3:10-15 1 Pedro 2:5

b) Introducción

Un fundamento es una sustancia encima de la cual construyes una estructura. El fundamento en realidad apoya el edificio, cada parte del edificio depende del fundamento. Si tiene fundamentos buenos, profundos y seguros, el edificio se mantendrá firme, no importa lo que venga contra él. Si no, cuando ocurran problemas el edificio se caerá. Como discípulos de Jesús nuestras vidas son estructuras espirituales. En las Escrituras, esta estructura se llama "templo del Espíritu Santo" (1 Corintios 6:19), "el templo de Dios" (1 Corintios 3:16), "edificio de Dios" (1 Corintios 3:9) y "una casa espiritual" (1 Pedro 2:5). Sólo se puede construir fuerte, alto y capaz de resistir problemas si los fundamentos son debidamente echados.

e) Jesús, el fundamento

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

(1 Corintios 3:11)

El mejor fundamento de todos para un edificio es la roca sólida. Otros estratos menos estables tales como grava, arena, tierra, arcilla y roca porosa deberían ser quitados para que una estructura grande pueda ser construida en roca sólida. En nuestra vida cristiana es igual. No deberíamos construir nada a menos que lo fundásemos en Jesucristo. El es nuestra "roca" (1 Corintios 10:4) y no deberíamos ni hacer ni construir nada que El no esté apoyando. Si intentamos construir algo fuera de esta verdad, entonces el día (el Día del Juicio) lo traerá a la luz, porque todo lo que hayamos construido será probado y sólo recibiremos recompensa por lo que sobreviva (1 Corintios 3:10-15). Jesús apoyará sólo lo que ve que el Padre está haciendo (Juan 5:19). Debemos, pues, pedir a Dios el Padre que su voluntad se cumpla en nuestra vida y hacer solamente lo que él desea de nosotros. Entonces sabremos que Jesús lo estará apoyando y podremos empezar a construir.

d) ¿Roca o arena?

En Lucas 6:46-49 Jesús describe dos maneras de construir: o encima de la arena (un fundamento inestable) o encima de la roca (un fundamento estable). Mucha gente, incluido muchos cristianos, está construyendo su vida encima de fundamentos inestables tales como el materialismo, ambición, deportes, educación, filosofías, tradicio­nes del hombre, sabiduría humana, etc. El único fundamento estable de roca sólida es el Señor Jesucristo, que es la Palabra viva (la Verdad).

De este pasaje en Lucas podemos notar los siguientes puntos:

(I) ¿Qué constituye una vida sólida? (v. 47)

"Todo aquel que viene a mí" – relación con Jesús.

"Oye mis palabras" – oír su palabra.

"Ponlas en práctica" – hacer su voluntad.

(II) ¿Puede uno oír y no hacer? (v. 46)

"¿Por qué me llamáis `Señor, Señor’ y no hacéis lo que yo digo?" Esto es conocer la Palabra y no hacer (Véase también Santiago 1:21-25.)

(III) ¿Cómo es el que oye y hace la Palabra? (v.48a)

"Semejante es al hombre que al edificar una casa, cayó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca Quitó todo entre él y la roca. Se aseguró que estaba en una posición sólida incluso habiendo tenido q cavar profundo, lo cual es costoso y tarda tiempo.

(IV) ¿Por qué se debe construir la casa en la roca? (v.48b)

"Cuando vino la inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa". Es la naturaleza de la vida q haya tormentas (Hebreos 12:25-29). Nadie se escapa de las tormentas.

(V) ¿Qué le pasó a la casa en la roca? (v.48b)

La casa no pudo ser movida porque estaba bien construida, estaba fundada en la roca. Habrá tormenta en nuestra vida cristiana, pero si estamos oyendo y haciendo la Palabra de Dios, las tormentas no n moverán.

(VI) ¿Cuál es el peligro al construir nuestra vida cristiana? (v.49a)

"El que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento". (0 so la arena, Mateo 7:26).

(VII) ¿Qué le pasa a la casa sin fundamento? (v.49b)

"Contra la cual el río dio con ímpetu (el mismo río y tormenta que dio contra la casa en la roca), y 1 cayó, y fue grande la ruina de aquella casa". Necesitamos reconocer cualquier fundamento inestable nuestra vida, admitirlo, y quitarlo para llegar a la roca sólida con la ayuda del Espíritu Santo.

e) ¿Y después qué?

Los fundamentos de nuestra vida como cristianos son tan importantes que es imposible seguir a la madurez sin e Hebreos 6:1-33 enuncia las verdades básicas fundamentales encima de las cuales nuestra vida cristiana ha de obrada (las llamaremos los fundamentos de nuestra fe) y nos insta a avanzar a la madurez con el permiso de No puede haber madurez sin el permiso de Dios. Si no echamos los fundamentos correctos, Dios no nos dar "permiso de construcción" para continuar la edificación de nuestra casa espiritual. Muchos cristianos son inmaduros incluso muchos que son nacidos de nuevo desde hace años. Esto es una tragedia. Muchas de estas personas deberían estar enseñando a otros o entrenando a sus propios discípulos, pero en vez de ello todavía son como espirituales en Cristo, todavía con necesidad de leche espiritual en vez de comida sólida (Hebreos 5:11-14).

f) Evidencia de inmadurez en los cristianos

(1) Tardo de oído

Estos cristianos son letárgicos y no quieren ser movidos; no tienen impulso ni energía en su interior; jul empezaron con entusiasmo pero a través de los años han llegado a ser de esta manera.

(II) Sin responsabilidad

Estos son cristianos que no han madurado nunca, son infantiles cuando deberían ser profesores maduros.

(III) Sin participación

Estos cristianos no contribuyen nada más que a aumentar el número de miembros en las iglesias, muchos son así desde hace años.

(IV) Sin discernimiento

Estos cristianos la mayoría del tiempo ni siquiera saben distinguir entre lo bueno y lo malo.

(V) Sin estabilidad

Cada problema derriba a estos cristianos; suelen ser mariposas espirituales yendo de una enseñanza o iglesia a otras.

g) Razones de inmadurez

(I) No son realmente nacidos de nuevo

Existe evidencia inequívoca cuando nacemos de nuevo:

– El testimonio del Espíritu (Romanos 8:16).

– Somos "nuevas criaturas" (2 Corintios 5:17).

– Deseamos obedecer a Dios (1 Juan 2:3).

– Amamos a otros cristianos (1 Juan 3:14).

– Hacemos la voluntad de Dios (Mateo 7:21).

– Tenemos sed de Dios (Salmos 42:1-2).

(II) Negligencia

No se han preocupado de mantenerse en forma espiritualmente, sino que se han dejado llevar por los demás.

(III) Desobediencia

Dios les ha pedido que hagan algo y está esperando con paciencia hasta que decidan hacerlo.

(IV) Transigencia

Han dejado entrar "las zorras pequeñas" que echan a perder las "viñas" (Cantar de los Cantares 2:15). Han hecho las cosas de una manera contraria a la que Dios tenía para ellos. Han obedecido sus propios deseos egoístas en vez de a Dios. Estas cosas ahora tienen poder sobre ellos y están estropeando su caminar con Dios. Intentan vivir una vida equilibrada entre agradarse a ellos mismos y agradar a Dios. Por lo tanto, en vez de tener una vida fructífera y realizada al servicio de Dios, acaban frustrados e insatisfechos, sin agradarse ni a ellos mismos ni a Dios.


clip_image001h) Una ilustración de los fundamentos de nuestra fe


i) Preguntas y puntos de discusión

1. Por qué es Jesús un fundamento estable en el que construir una vida?

2. Por qué son el materialismo, deportes, educación, filosofías, tradiciones del hombre, sabiduría humana e incluso la religión, fundamentos inestables en que construir tu vida, incluso en parte?

3. Roca o arena: ¿dónde están tus fundamentos? (Mateo 7:24-27).

4. ¿Qué tipo de cosas necesitamos quitar de nuestra vida para que podamos llegar a la roca, es decir, a Jesús? ¿Estás dispuesto a hacer esto con la ayuda del Espíritu Santo?

5. Cuando oímos y leemos la Palabra de Dios, ¿obedecemos como deberíamos, o hacemos poco o nada acerca de ello?

6. ¿Qué pasos puedes tomar para asegurarte de que construirás los fundamentos correctos y no encontrarte sin ellos cuando las tormentas de la vida vengan en tu camino?

7. Lee 1 Corintios 3:1-3. ¿Por qué es este pasaje todavía tan apropiado a muchos en la iglesia actual como lo era hace casi 2000 años?

8. ¿Por qué muchos cristianos se conforman con su inmadurez con respecto a Dios? 9. Hay algunas áreas de tu vida en las que has sido negligente o has transigido?

10. Qué es la leche espiritual y a quién es dada?

j) Resumen y aplicación

1 Jesucristo es el fundamento en el cual deberíamos edificar nuestra vida al ser Sus discípulos.

2. Cualquier cosa que nos impide edificar nuestra vida en Jesús como fundamento debería ser quitada con la ayuda del Espíritu Santo.

3. Jesús quiere que nosotros siendo sus discípulos vengamos a El, oigamos sus palabras y las pongamos en práctica.

4. El deseo de Dios el Padre es que todos los cristianos crezcan en madurez en El, pero esto no puede ocurrir sin su permiso.

5. Dios quiere que echemos los fundamentos correctos y luego nos llevará de la leche espiritual a la comida más sólida para que podamos crecer en madurez en El.

2. Arrepentimiento de obras muertas

a) Escrituras clave

Hebreos 6:1 Juan 16:13-15

Juan 14:23-24 Efesios 2:10

b) Introducción

El primer llamamiento al pecador es "arrepentirse del pecado". El primer llamamiento al cristiano nacido de nuevo es "arrepentirse de las obras muertas".

(Algunas versiones de la Biblia utilizan en Hebreos 6:1 la frase "hechos que conducen a la muerte", hay otras como la R.V utilizan una traducción mejor que es "obras muertas", así pues, en esta unidad de enseñanza usaremos la frase "obras muertas".)

c) Arrepentimiento

Recordemos lo que es el arrepentimiento. Se puede definir el arrepentimiento como un cambio de opinión y actitud que conduce a un cambio de acción (2 Crónicas 7:14).

Charles Finney dijo: "El arrepentimiento implica un abandono intelectual y de corazón de todo y cada aspecto de controversia con Dios. Implica una convicción de que Dios tiene toda la razón, y el pecador está totalmente equivocado, y un abandono completo y de corazón de toda excusa y disculpa del pecado".

El arrepentimiento es ver los fundamentos inestables en nuestra vida y entregarlos a favor de los fundamentos de Dios. Entregarlos no es una cosa negativa, sino un verdadero fundamento en sí mismo, necesario para recibir las bendiciones de Dios y para seguir hacia la madurez en Dios. En efecto, si las bendiciones de Dios son recibidas en vidas que no tienen este fundamento de arrepentimiento, puede dar como resultado un desvío de la verdad que se ha recibido.

d) ¿Qué es el arrepentimiento verdadero?

El arrepentimiento no es sólo una aceptación mental de la verdad, o sólo una tristeza mundana, sino que es:

(I) Tristeza de Dios por el pecado

El arrepentimiento verdadero es una tristeza no sólo dentro de uno mismo, o hacia otra persona, sino que ante todo es una verdadera tristeza hacia Dios. Necesitamos ver el pecado como lo ve Dios (Salmo 38; 2 Corintios 7:10).

(II) Confesión de pecado (Salmo 32:5; 1 Juan 1:9)

(III) Una buena voluntad de abandonar el pecado (Proverbios 28:13)

(IV) Tener odio al pecado (Ezequiel 20:43-44)

(V) El arrepentimiento incluye restitución (Lucas 19:8; Levítico 6:1-7)

El arrepentimiento no es sencillamente un hecho "una vez y para siempre", sino una actitud del corazón básica para nuestra continua relación con Dios.

e) Obras muertas

Una obra muerta es toda cosa que hagamos que no sea iniciada por Dios. "Muerto" significa "vacío de vida". Una obra muerta es cualquier cosa que esté desprovista de la vida de Dios. Si no es iniciada por Dios no será energetizada por Dios. Es cualquier cosa hecha en el momento equivocado, o con el motivo equivocado (el único motivo correcto es el de hacerlo todo para la gloria de Dios). Es cualquier cosa basada en una buena idea, o cualquier cosa que no funciona.

Existen dos categorías de obras muertas:

(1) Todo lo que hicimos antes de ser convertidos

Esto incluye los pecados u obras de la carne (Gálatas 5:19-21) y las obras del diablo (1 Juan 3:8). Hasta incluye la asistencia a la iglesia y pasar por las formas y ceremonias tradicionales para merecer la sonrisa o favor de Dios. Nuestra aceptación de Dios se basa solamente en la obra acabada del Salvador. Sólo su obra nos justifica (Efesios 2:8-9; 2 Timoteo 1:9; Tito 3:5). Una vez que hayamos recibido la obra acabada del Salvador, nuestra conciencia es purgada de obras muertas para que podamos servir al Dios viviente (Hebreos 9:14).

(II) Todo lo que está vacío de la vida de Dios en nuestro servicio a El

Ejemplos en la Escritura incluyen:

– La iglesia en Sardis que tenía la reputación de ser viva pero realmente estaba muerta (Apocalipsis 3:1-2)}

– David cuando decidió censar los hombres de Israel capaces de luchar, y murieron 70.000 porque puso su confianza en una idea equivocada (2 Samuel 24:10).

– Moisés al matar al egipcio, lo cual era celo falso (Éxodo 2:11-12).

Debemos seguir el ejemplo de Jesús que no hizo ninguna obra muerta. No hizo nada por sí mismo sino solamente lo que el Padre le mostraba que hiciera (Juan 5:19, 30; 7:16; 8:28; 14:10).

No tenemos ninguna disculpa por hacer obras muertas en nuestra vida como discípulos de Jesús. Jesús dijo: "Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad". (Juan 14:16). Espíritu de verdad viene a vivir dentro de nosotros cuando nos convertimos en discípulos de Jesús, y Jesús prometió: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, El os guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío y os lo hará saber". (Juan 16:13-14).

Tantos cristianos permanecen como bebés espirituales porque preferirían recibir y no dar. No tienen la voluntad de tener disciplina de vida de esperar en el Señor para que les muestre por medio de su Palabra y la oración lo que deben hacer Puede que muchos incluso oigan a Dios, pero no tienen la voluntad de dar el paso de fe en concordancia con lo que hoy (Romanos 10:17). Dios está buscando a los que crecerán hacia la madurez en El. Está buscando padres espirituales, gen con la que otros puedan contar e imitar por su fe, obediencia y santidad (1 Corintios 4:15-16). Dios no espera que corramos antes que podamos gatear. Nos conoce y ama y nos llevará adelante a una velocidad que podamos aguantar. Necesitara entregar plenamente nuestra vida a nuestro amado Padre celestial y confiar en El, contando con su dirección y guía obedeciéndole cuando nos pida que hagamos algo por El. Quitar obras muertas prepara el camino para buenos fundamentos para que podamos seguir construyendo hacia la madurez. Entonces no permaneceremos como bebés espirituales sino q creceremos y aprenderemos a saber lo que Dios haría en cualquier situación, y más allá de esto, en realidad haremos lo q nos pide. No lo hacemos solos, porque tenemos el Espíritu Santo para ayudarnos en cada paso del camino Necesitamos construir una relación con el Consolador, y aprender a confiar en El.

f) Preguntas y puntos de discusión

1. Hay algunas obras muertas en tu servicio al Señor de las cuales necesites arrepentirte?

2. ¿Hay algunas áreas de tu vida que sabes que no son lo que Dios quiere, pero todavía las sigues conservando?

3. ¿Por qué podría una falta de arrepentimiento en alguna área de nuestra vida conducir a un desvío de la verdad que Dios nos ha revelado y que hemos recibido?

4. ¿Por qué necesitamos odiar el pecado? Discútelo. 5. ¿Por qué Saqueó hizo lo que hizo en Lucas 19:8?

6. ¿Por qué tantos cristianos son todavía parecidos a bebés espirituales, siempre pidiendo y recibiendo pero nunca dando? Discútelo.

7. ¿Hay algunos discípulos de Jesús a los que sabes podrías imitar? ¿Por qué escogiste a estas personas? (Hebreos 13:7; 6:12).

g) Resumen y aplicación

1. El arrepentimiento es una "media vuelta" en nuestras actitudes y acciones. 2. Necesitamos ver las cosas como las ve Dios.

3. Obras muertas son aquellas que no han sido iniciadas por Dios y, por tanto, están desprovistas de la vida de Dios.

4. Necesitamos que el fundamento de arrepentimiento de las obras muertas sea establecido en nuestra vida para poder seguir hacia la madurez en Dios.

5. Como discípulos de Jesús no tenemos excusa por hacer obras muertas, porque tenemos el don del Espíritu Santo viviendo dentro de nosotros.

6. Debemos seguir el ejemplo de Jesús que no hizo obras muertas porque solamente hizo lo que su Padre en el cielo le mostró que hiciera.

7. Dios quiere que seamos discípulos maduros de Jesús, no bebés espirituales.

3. Fe hacia Dios

a) Escrituras clave

Hebreos 11:1-3, 6 Mateo 17:20

Romanos 10:17 Romanos 1:17

b) Introducción

Esta es una progresión natural del arrepentimiento de obras muertas. Mientras que nuestro foco de atención había sido nuestra propia persona, ahora nuestro foco de atención es Dios. Las obras muertas siempre interfieren la fe hacia Dios. Tenemos que "volvernos de" para capacitarnos en "volvernos hacia". Tiene que haber un arrepenti­miento de obras muertas para permitir que la fe hacia Dios se desarrolle. En efecto, cualquier cosa apartada de la fe en Dios está muerta (Hebreos 11:6; Romanos 14:23).

La fe en el contexto de esta verdad fundamental puede ser definida como "tener confianza, certeza o seguridad en otra persona y en la palabra de esa persona". Tener fe en Dios lleva consigo un cambio de confianza, en lugar de en uno mismo, en El.

c) ¿Cómo se desarrolla la fe hacia Dios?

(I) Tener las actitudes mentales correctas

La fe es una persuasión. La palabra "fe" proviene de la palabra griega "pistis" que significa "persuasión firme; creencia fuerte y bienvenida; la convicción de la verdad de cualquier cosa" (2 Timoteo 1:12). Necesitamos damos cuenta de la inutilidad de todo sin Dios. La fe lleva consigo una actitud de humildad y sumisión a la voluntad de Dios (Filipenses 2:5-8) y necesitamos confesar esta actitud.

(II) Darse cuenta de que la fe es sustancia y realidad

La fe no es la imaginación ni el desear cosas hasta que lleguen a ser. Es la convicción de la verdad por la obra interior del Espíritu Santo. Si Dios nos da la fe para algo, podemos estar seguros de que en la mente de Dios esa cosa realmente existe y es tan buena como nuestra (Hebreos 11:1; Números 23:19).

(III) Darse cuenta de que la fe es un don de Dios

No podemos exaltarnos a nosotros mismos hasta creer. No es el resultado de una gimnasia mental. El Espíritu Santo debe poner la capacidad de creer a Dios dentro de nuestro corazón (Efesios 2:8).

(IV) La fe se desarrolla por medio de nuestro conocimiento de Dios

No puedes confiar en nadie que no conoces. Cuanto más conocemos a Dios y su fidelidad, su amor, su carácter, sus caminos y lo grande que es, etc., tanto más podremos confiar en El. Esta es una base para la verdadera fe hacia Dios (Deuteronomio 7:9; Salmo 9:10; 1 Tesalonicenses 5:24). Llegamos a conocer a Dios mientras que el Espíritu Santo nos da revelación de El por las Escrituras, y por revelación directa a nosotros en concordancia con las Escrituras. Esto está reforzado por medio de las experiencias de la vida al tiempo que nosotros, por fe, demostramos a Dios (Hebreos 11:6). No podemos llegar nunca a conocer realmente a nadie a menos que hablemos con él. La oración, entonces, es un modo maravilloso de llegar a conocer a Dios. La oración siempre manifiesta dos cosas: primero, un deseo de corazón de que todo lo que hagamos sea en la voluntad de Dios; y segundo, una confesión de nuestra total dependencia de El. Recuerda, la fidelidad de Dios es grande e inagotable (Salmo 89:34) y eterna (Salmo 119:90). Necesitamos comprometemos con Su fidelidad (1 Pedro 4:19; Hebreos 10:23), y necesitamos magnificar su fidelidad (Salmos 92:1-2; 89:1).

(V) La fe es una respuesta al oír

Dios comunica sus pensamientos por su Palabra. Cuando nos habilita para oír lo que nos está diciendo por el Espíritu, esto debería crear en nosotros la respuesta de creer o ser persuadidos de que lo que está diciendo es, ciertamente, la verdad y es para nosotros. "La fe es por el oír, y el oír por la Palabra (específica) de Dios". (Romanos 10:17). Al confesar la palabra de fe que nos ha sido dada y mantenernos firmes en ella y, cuando sea apropiado, actuar en ella encontramos el poder creador de Dios obrando en esa palabra y por medio de ella, para llevar a cabo lo que ha sido prometido. Jesús nos dice que por fe nada será imposible para nosotros (Mateo 17:20). Tener fe lleva consigo un cambio, de sólo apoyarse de una fuente de conocimiento, es decir los sentidos (el cual necesitamos), o depender de una fuente de conocimiento superior, es decir conocimiento revelado.

El conocimiento sensitivo es todo el conocimiento natural que viene al hombre por medio de sus cinco sentidos. Este es un conocimiento limitado y se describe como la sabiduría humana (1 Corintios 2:4-6). El conocimiento revelado es conocimiento, no basado en los cinco sentidos ni en razonamientos naturales, sino en una fuente más alta, la verdad de la Palabra de Dios. Es revelado por el Espíritu Santo al espíritu del hombre y se describe como la sabiduría de Dios (1. Corintios 2:7-16)

Es, pues, la fe la certeza (la confirmación, el título de propiedad) de lo que (nosotros) esperamos, la prueba de lo que (nosotros) no vemos y la convicción de su realidad -la fe percibe como hecho real lo que no es revelado a los sentidos.

(Hebreos 11:1 versión amplificada)

(VI) La fe viene por el experimentar a Dios y su fidelidad

Cuanta más fe tenemos hacia Dios, cuanto más experimentamos de su fidelidad y cuanto más crece nuestra fe. Dios también nos ha dado los dones de sanidad, milagros, etc. los cuales deberían dirigirnos hacia El y aumentar nuestra fe (Juan 2:11; 11:15).

(VII) La fe crece al recordar la fidelidad experimentada

d) Conclusión

La fe no es una actitud mental hacia los problemas. Es la misma naturaleza de Dios. Dios es un Dios de fe: creó el universo por fe (Hebreos 11:3). La persona nacida de nuevo por el Espíritu de Dios ha recibido el potencial de la naturaleza de Dios. La naturaleza antigua de todo hombre es dominada por fuerzas negativas tales como e temor, la duda, la confusión y error, pero la naturaleza nueva es la naturaleza de Dios que es creadora, trayendo orden del caos (Génesis 1:2), vida de la muerte, sanidad de la enfermedad, prosperidad de la pobreza, verdad de error, y justicia del pecado. La fe es la expresión de esta nueva naturaleza (Romanos 1:17). La fe hacia Dios es estilo de vida del discípulo de Jesús.

e) Preguntas y puntos de discusión

1. Por qué está muerto algo desprovisto de fe?

2. ¿Estamos haciendo algo que está desprovisto de fe hacia Dios, y qué vamos a hacer sobre ello?

3. ¿Qué dicen 1 Juan 5:4-5 y 1 Pedro 1:5 sobre la fe?

4. ¿Podemos reclamar tener fe sin las acciones para apoyarla? (Santiago 2:14-26).

5. ¿Quién es el autor y consumador de nuestra fe? (Hebreos 12:2).

6. ¿Qué significa "por fe andamos, no por vista"? (2 Corintios 5:7). 7. ¿Cómo debería expresarse la fe? (Gálatas 5:6).

f) Resumen y aplicación

1. El arrepentimiento de obras muertas es necesario para que la fe hacia Dios se desarrolle. 2. Sin fe es imposible agradar a Dios.

3. La fe es creer que lo que Dios ha dicho pasará.

4. La fe lleva consigo el confiar en Dios más de lo que confiamos en nosotros mismos.

5. La fe hacia Dios debería ser el estilo de vida del discípulo de Jesús.

6. La fe proviene de Dios.

7. La fe crece a medida que aumenta nuestro conocimiento de Dios.

4. La doctrina de bautismos

a) Escrituras clave

Hebreos 6:1-2 Lucas 11:13

1 Corintios 12:12-14 Mateo 3:11-12 Mateo 28:19

b) Introducción

Hay tres bautismos principales para el cristiano y otro bautismo que puede ser incluido para los que quieren seguir adelante en Cristo:

(I) Bautismo por un Espíritu en un cuerpo (Posición)

(II) Bautismo en agua (Confesión pública)

(III) Bautismo en el Espíritu Santo (Poder)

(IV) Bautismo con fuego (Purificación)

c) Bautizados en un cuerpo

Este es un bautismo que todos los creyentes deben conocer o no son creyentes (1 Corintios 12:12-14; Efesios 4:4-5). Los otros bautismos son los derechos de herencia de los creyentes adquiridos por Jesús al morir en la cruz. Podemos llegar al cielo sin los otros bautismos, pero debemos ser bautizados por un Espíritu en un cuerpo. Esto ocurre en la conversión cuando nacemos de nuevo. Siempre que una persona sin Cristo se rinde a El, el Espíritu Santo entra en la vida de esa persona. Romanos 8:9 dice que "Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El". Inherente en la obra del Espíritu Santo es la colocación de todo bebé espiritual recién nacido en el cuerpo de Cristo. La verdad asombrosa de esta acción es que no es hecha de una forma general. Cada nuevo cristiano es analizado y categorizado por el Señor y dado el sitio en el cuerpo donde más le convenga estar. Problemas serios pueden ocurrir cuando los creyentes se impacientan con el lugar que les ha sido dado, e intentan cambiarlo ellos mismos. Deberíamos aprender, como lo hizo Pablo, a estar contentos sean cuáles sean las circunstancias (Filipenses 4:11). Sólo el Señor Jesús, que es la Cabeza del cuerpo, puede cambiar la función del individuo o incluso la función del cuerpo entero, si es necesario. Necesitamos escucharle a El e ir donde nos diga que vayamos y hacer cualquier cosa que nos diga que hagamos.

El compromiso con la iglesia local y el cuerpo de Cristo universalmente es esencial porque hemos sido bautizados por un Espíritu en este cuerpo. Nunca más nos sentiremos muy solos, porque tenemos millones de hermanos por todas partes del mundo. Necesitamos el cuerpo de Cristo y somos necesitados dentro de él. No hay independencia en el Reino de Dios sino interdependencia. Todos nos necesitamos los unos a los otros para que el cuerpo sea la plena expresión de Jesús como Dios pretende que sea. Todos necesitamos funcionar porque el cuerpo no puede funcionar plenamente sin nosotros. Cada miembro es importante.

El cuerpo de Cristo es un lugar de seguridad. Los cristianos deberían ser la gente más segura de la tierra porque son parte de un cuerpo del cual Jesucristo es la Cabeza y ama y se preocupa por él (Efesios 5:23-32). Tenemos también la seguridad el uno del otro, pero necesitamos vivir en lo bueno del cuerpo para poder participar de esta seguridad. Si nos mantenemos separados entonces no podemos esperar el beneficio. Los nombres dados a la iglesia (véase abajo) pueden ayudarnos a comprender la seguridad que puede proveer para nosotros los creyentes individuales que somos los componentes de esa iglesia. Necesitamos ser introducidos al cuerpo de Cristo porque somos parte de él y nuestro futuro depende de él.

Nombre dado

a la iglesia

Referencias bíblicas

Características/atributos que el nombre implica

Iglesia de Dios

Frecuentemente designada así

La iglesia es de Dios, no nuestra.

Edificio

1 Corintios 3:9

Efesios 2:19-22

Orden, estructura y propósito.

Esposa

Apocalipsis 21:9

2 Corintios 11:2

Amor, dedicación y unión.

Cuerpo

Corintios 10:17

Romanos 12:4-5

Efesios 2:16

Efesios 4:4

Colosenses 3:15

Función, compleción e interdependencia

Familia

Efesios 3:15 .

Relación, orden, participación, vivir juntos, sin fingimiento, disciplina

Rebaño

1 Pedro 5:2 Hechos 20:28

Seguridad, alimentación, dirección y defensa.

Candelero de oro

Apocalipsis 1:20

Luz, seguridad y protección contra las tinieblas.

Labranza de Dios

1 Corintios 3:9

Hemos nacido para producir y ser fructíferos.

Colaboradores de Dios

1 Corintios 3:9

Responsabilidad y privilegio.

Monte del Señor

Isaías 2:3

Solidaridad, fortaleza y majestad.

Columna

1 Timoteo 3:15.

Estabilidad, apoyo y verdad

Sin este primer bautismo los otros no tienen ningún significado real.

d) Bautismo en agua

El bautismo en agua es un bautismo del creyente y es un acto físico que expresa una verdad espiritual. En el bautismo en agua decimos, en realidad, que compartimos con Cristo el hecho de su muerte y resurrección. Obviamente, la persona bautizada no muere al pecado como lo hizo Jesús, sino que da testimonio público al hecho de que se está valiendo de la obra de Cristo. Como Cristo murió al pecado, por tanto él ahora muere simbólicamente al pecado. Al entrar en el agua y ser completamente sumergido, es simbolizado el entierro de la vieja naturaleza pecaminosa. Esta naturaleza es dejada debajo del agua y la persona es entonces simbólicamente resucitada a la nueva vida en Jesús. Declara que vivirá para Jesús como su discípulo. "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mP. (Gálatas 2:20). La persona que es bautizada literalmente se pone de acuerdo con Dios en que está muerto en Cristo a los principios de pecado y muerte y ahora está vivo en Cristo para Dios.

El bautismo es un acuerdo por voluntad propia con Dios acerca de los efectos de la muerte de su Hijo. Nosotros de buena gana, alegremente y con gozo nos asociamos con la obra redentora del Calvario.

(1) ¿Por qué por inmersión total?

1. La palabra griega para "bautismo" es "baptizo" que significa "bañar" o "sumergir". La palabra se usaba para describir la inmersión total de un trapo en tinte.

2. Juan el Bautista bautizaba en el río Enón porque había mucha agua allí, lo cual indica inmersión total (Juan 3:23).

3. La razón principal es que solamente la inmersión total puede simbolizar propiamente el entierro (es decir, una tumba acuosa). (Véase Romanos 6:4 y Colosenses 2:12).

(II) ¿Por qué una persona debería ser bautizada en agua?

1. Es un mandamiento de Jesús (Mateo 28:19).

2. Es la señal de una buena conciencia hacia Dios (1 Pedro 3:21).

3. Porque Jesús mismo fue bautizado (Mateo 3:13-17).

4. Es una forma de circuncisión (Colosenses 2:11-12).

5. Era una doctrina fundamental en la iglesia primitiva (Hechos 2:41; Hechos 10:47-48).

6. El bautismo en agua simboliza lavamiento o limpieza (Hechos 22:16). Esto es solamente un símbolo como, de hecho, somos limpiados por la Sangre de Jesús (Apocalipsis 1:5) y somos limpiados por la Palabra de Dios (Juan 15:3). Sin embargo, nuestro lavamiento o limpieza de pecado se simboliza o es atestiguado en el bautismo en agua.

7. Es una confesión externa de lo que ha pasado en el interior. Expresa nuestra identificación con Jesús (Romanos 6:1-11).

(III) El bautismo en agua es una confesión múltiple de:

– El cielo (nuestra creencia en la muerte y resurrección de Jesús) (1 Corintios 15:3-4).

– La iglesia (que somos parte de ella).

– El mundo (que hemos terminado con él).

– El diablo (que hemos terminado con él y nos hemos trasladado al lado de Dios).

– En el bautismo en agua nos identificamos con la muerte, entierro y resurrección de nuestro Señor Jesús.

e) Bautismo con el Espíritu Santo

Gracias a Dios, no solamente por la posición a la cual nos ha traído, sino también por el hecho de que nos ha hecho disponible el poder para vivir en esa posición (Hechos 1:8; Juan 1:33).

(1) ¿Por qué ser bautizado en el Espíritu Santo?

1. Es un mandamiento (Efesios 5:18). Sólo podemos ser llenos hasta nuestra capacidad de recibir. Esta puede ser muy pequeña al principio, pero al seguir hacia la madurez nuestra capacidad aumentará. Entonces necesitamos ser llenos continuamente hasta la capacidad que tengamos en ese momento. Las palabras "sed llenos con el Espíritu" en Efesios 5:18 serían mejor traducidas del griego original como "sed llenos continuamente con el Espíritu",

2. Da nuevo poder y audacia para testificar (Hechos 1:8; 2:14; 4:31-33).

3. Es necesario para la liberación de los dones del Espíritu Santo (1 Corintios 12:7-11).

4. Es necesario para la máxima evidencia del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23).

5. Es necesario para vivir una vida para la gloria de Dios (Juan 16:14).

6. Hace a Jesús más real para nosotros (Juan 15:26; 16:13-15; Hechos 9:17).

7. Produce mayor eficacia en la oración (Romanos 8:26-27; 1 Corintios 14:4,15).

8. Pone a uno en condiciones para adorara Dios en verdad (Hechos 2:11; 10:46; Juan 4:23-24; Efesios 5:18

­9. Trae un nuevo entendimiento y amor para la Palabra de Dios (Juan 16:13; 1 Corintios 2:9-16).

10. Nos da poder para hacer lo que Dios nos ha llamado a hacer (Hechos 1:8).

(II) Todos necesitamos ser llenos

Para ser llenos necesitamos tener el corazón limpio. Necesitamos confesar nuestros pecados y perdona los demás, no importa cuánta razón tengamos (1 Juan 1:7-9); Lucas 6:37-38). Después necesitamos sed (querer ser llenos), y venir a Jesús y beber (recibir al Espíritu Santo). Luego, de lo más profundo de nuestro ser saldrán ríos de agua viva, es decir el Espíritu Santo (Juan 7:37-39). La señal de que hemos llenos con el Espíritu Santo es Jesús, Su obra y poder para actuar. Todos los creyentes, cuando bautizados en el Espíritu Santo, tienen la capacidad para hablar en lenguas.

(II1) Lo que sucedió en la Biblia cuando la gente fue llena

– Ciento veinte hablaron en otras lenguas (Hechos 2:4) y hablaron la Palabra de Dios audazmente (Hechos 4:31).

– Cornelio y los demás que estaban con él hablaron en otras lenguas y alabaron a Dios (Hechos 10:46)

– Pablo recibió la vista (Hechos 9:17-18).

– Los efesios hablaron en otras lenguas y profetizaron (Hechos 19:6).

– Los samaritanos -la Biblia no lo dice, pero Simón vio algo (Hechos 8:17-24).

– Jesús empezó el ministerio para el cual había venido a la tierra (Lucas 4:18-19); Hechos 10:38).

f) Bautismo con fuego

En Mateo 3:11-12 la paja de que se habla es toda cosa sin valor. Tal vez sea necesario para el crecimiento del trigo, pero llega un momento cuando ya no se necesita. Luego necesitamos estar libres de ella. Dios trae cosas en nuestro camino para purgar y purificarnos. Necesitamos los momentos de quebrantamiento y purificación para que Dios nos pueda cambiar y moldear en lo que quiere que seamos. Esto puede ser un proceso doloroso (Isaías 6:5-7) pero al final llegamos a ser más como Jesús.

Cuando se quita basura o escoria de nuestra vida nos volvemos más íntegros en esa área. En vez de ser estorbados por un área problemática, somos purificados de ella y por tanto somos liberados más plenamente en lo que Di quiere que seamos. Nos convertimos en vasos más capaces de llevar a cabo lo que Dios ha planeado para nuestra vida. Dios ha escogido usar nuestras circunstancias y las presiones de la vida para lograr este proceso de purificación en nuestra vida. No importará nada demasiado pesado para nosotros; podemos confiar en El. Sin embargo, a menos que aprendamos a asumir la presión y dejar que cambie nuestra vida para que venzamos 1 fuente de ella, nunca seremos como Dios quiere que seamos. Siempre estaremos al margen de lo fructífero en ve de realizar nuestro pleno potencial en Cristo.

La presión nos muestra de qué somos hechos y nos muestra nuestras debilidades.’ Si nos entregamos a Dios en aquellas áreas en que sabemos que no podemos transformarlas solos, entonces seremos cambiados. Dios quitará lo que ha de ser quitado, y al final seremos vasos más hábiles, adecuados para hacer los deseos de Dios, especialmente en el área que acaba de ser tratada por El. Dios está en control de nuestra vida y circunstancias y si miramos hacia El y hacemos lo que El quiere, entonces podemos confiar en que nos cuida y hace sólo lo mejor para nosotros. Recuerda, somos sus hijos.

Muchos discípulos de Jesús piden a Dios que les cambie, pero cuando viene la presión claman a El para que sea quitada. En realidad, ellos están alejándose de la respuesta que Dios les está dando a su oración inicial. Necesitamos entregar nuestra vida a Dios y dejarle hacer lo que quiera. Esto puede ser costoso y llevará consigo el sufrimiento (1 Pedro 4:12-19; 2 Timoteo 2:3; Apocalipsis 2:10), pero al final seremos más como Jesús y seremos podados, limpiados, para que seamos aún más fructíferos (Juan 15:2).

g) Preguntas y puntos de discusión

1. Te sientes parte del cuerpo mundial de Cristo o te sientes un poco aislado? Si es así, ¿por qué?

2. ¿Conoce el Señor Jesús tus necesidades y circunstancias específicas y se interesa suficientemente por ti para ayudarte a través de ellas? (Mateo 6:25-34).

3. ¿Sabes dónde quiere Cristo Jesús que estés y lo que quiere que hagas en su cuerpo, la Iglesia, y si es así, estás contento en esto?

4. ¿Provee tu iglesia, como expresión local del cuerpo de Cristo, la seguridad que necesitas?

5. Aunque hayas sido bautizado o no, ¿estás viviendo en la realidad de la verdad que simboliza? Es decir: Con Cristo estamos juntamente crucificados, y ya no vivimos nosotros, mas vive Cristo en nosotros (Gálatas 2:20).

6. ¿Crees que es posible continuar las obras de Jesús sin el bautismo o ser lleno del Espíritu Santo?

7. ¿Por qué la mayoría de la gente huye o resiste las presiones y dificultades de la vida si Dios está en control y son hijos de Dios?

8. Si asumimos presión de forma equivocada, puede conducir al estrés. ¿Cómo podemos asegurarnos contra esto?

h) Resumen y aplicación

1. Como discípulos de Jesús todos nos hemos convertido en parte o somos bautizados en el cuerpo mundial de Cristo por el Espíritu Santo.

2. Hay una seguridad en saber que Jesús es la cabeza de Su cuerpo, la iglesia, y que se interesa por nosotros como individuos en ella.

3. En el bautismo en agua simbolizamos que en nuestra vida hemos muerto a nuestra vieja naturaleza y ahora vivimos en la vida y nueva naturaleza que Jesús ha dispuesto para nosotros por el Espíritu Santo.

4. El bautismo en el Espíritu Santo nos da el poder para vivir como discípulos de Jesús.

5. El bautismo en fuego es el proceso purificador por el cual todos los discípulos de Jesús necesitan pasar si han de llegar a ser más como El.

5. Imposición de manos

a) Escrituras clave

Hebreos 6:1-2 Marcos 16:17-18

1 Timoteo 5:22 2 Timoteo 1:6

b) Introducción

Recordemos que el llamamiento del Espíritu Santo es de seguir a la madurez. Para que esto ocurra debemos tener nuestros fundamentos espirituales bien cimentados. La doctrina de la imposición de manos es una progresión de las primeras tres verdades fundamentales, porque esta verdad vuelve a dirigir la atención de nosotros mismos a los demás para que podamos ser instrumentos de la bendición de Cristo. Echar el fundamento del bautismo del Espíritu Santo nos da la habilidad de ministrar en esta manera. La imposición de manos puede ser definida como un acto en el que una persona pone la mano sobre el cuerpo de otra por algún propósito espiritual concreto. Normalmente, este acto va acompañado de oración, de dar una palabra profética, o de ambos.

c) Algunos ejemplos del Antiguo Testamento

(I) Los israelitas imponían manos en sus sacrificios antes de matar los animales para significar la transferencia de pecado e identificación con la ofrenda por el pecado (Levítico 1:1-5).

(II) Jacob (o Israel) impartió una bendición a Efraín y a Manasés, los hijos de José, por la imposición de manos que incluía una palabra profética (Génesis 48:14).

(III) Moisés comisionó a Josué para la imposición de manos, impartiéndole su autoridad y sabiduría. Aquí vemos la transferencia de liderato y transmisión de una medida de sabiduría y honra para poner a Josué en condiciones de ser el líder (Deuteronomio 34:9; Números 27:15-23); Josué 1:16-17)

d) Razones del Nuevo Testamento para la imposición de manos

(I) Para impartir sanidad

– Jesús impartió sanidad por la imposición de manos (Lucas 4:40; 13:13).

– Los ancianos han de ungir con aceite (con sus manos) y orar par sanidad (Santiago 5:14-16).

– Los creyentes son animados para impartir sanidad por la imposición de manos (Marcos 16:17-18; Hechos 9:17 y Hechos 28:8-9 lo demuestran en la práctica).

(II) Para impartir bendición

– Jesús impartió la bendición de Dios a los niños (Mateo 19:13-15: Marcos 10:13-16).

– Jesús puso la mano sobre Juan y dijo: "no temas" (Apocalipsis 1:17).

(III) Para impartir el bautismo del Espíritu Santo

Los creyentes en general, así como los líderes, estaban involucrados en impartir el bautismo del Espíritu Santo por la imposición de manos (Hechos 8:14-24; 9:10-17; 19:6).

(IV) Para impartir dones espirituales ( 1 Timoteo 4:14; 2 Timoteo 1:6; Romanos 1:11)

(V) Para apartar gente para una obra específica

Los trabajadores para el Señor establecidos, son apartados para una obra específica por la imposición de manos, lo que imparte una unción específica para cumplir esa obra (Hechos 13:2-3). El comisionar diáconos (Hechos 6:1-6) también llevaba consigo la imposición de manos por parte del liderato. Nótese que los líderes escogen a hombres llenos de fe, sabiduría y del Espíritu Santo para desempeñar papeles de liderazgo incluso en las áreas de trabajo prácticas en la iglesia.

e) Hay que tener cuidado con la imposición de manos

No impongas con ligereza las manos a ninguno.

Esta Escritura principalmente se refiere a apartar a alguien para una posición de ministerio o de anciano. Obviamente es un asunto serio el tener a alguien que no sea la persona correcta en una posición de liderazgo, en especial si la pe condona un pecado habitual o si Dios no ha elegido a esa persona. Incluso, puede ser que no sea el momento oportuno para una persona el ser puesto en liderazgo (1 Timoteo 3:6). Dios escoge al liderato y declara el momento oportuno para que sean alzados, luego otros líderes deberán ser llamados para imponer manos sobre ellos y apartarlos.

Se debe recordar que si algo ha de suceder como resultado de la imposición de manos entonces debe haber contacto espiritual, es decir, de espíritu a espíritu. Las Escrituras nos demuestran que se puede impartir algo de espíritu a otro por la imposición de manos (Deuteronomio 34:9). Entonces necesitamos ir con algo de cuida quién vamos a imponer manos y también a quién permitimos que nos imponga manos. La gente puede estar impura o manchada en su espíritu por asociaciones malas o por condonar y vivir voluntariamente en un área de pecado De tales personas puede haber una importación dañina, en especial si tú tienes una debilidad en cierta área, o tú mismo no estás a saldo con el Señor en algún aspecto de tu vida. Mira el carácter de la persona que impone manos y valora su exactitud con Dios, humildad de corazón, y si desea solamente gloria para Dios. Recuerda Dios está en control de tu vida y circunstancias si eres su hijo. Entonces sólo deberías ir a otra persona para o para imponer manos en otros cuando Dios te dice que lo hagas. El te protegerá si vives en el centro de su voluntad Necesitamos ser sensibles al Espíritu Santo en estas áreas, pero no debemos descuidar la imposición de manos.

f) Importancia en la Iglesia

(1) Para servicio

La base del ministerio cristiano es el servicio (Marcos 10:43-45). El usar nuestras manos puede ser método de expresar nuestro servicio el uno al otro en el cuerpo compuesto de muchos miembros de C y al mundo. El impartir bendición o sanidad etc.; por la imposición de manos, puede ser uno de los may actos de servicio que podemos hacer para otro ser humano.

(II) Para dar

Cuando imponemos manos por fe, ministramos o damos la vida de Dios en nosotros a los demás. Al hacerlo Dios promete devolvernos para que podamos dar de nuevo (Lucas 6:38; Hechos 3:6).

(III) Para habilitar llamamiento

La iglesia de Jesucristo necesita más hombres y mujeres con un llamamiento de Dios en su vida y el o unción para habilitarles para cumplir ese llamamiento. La imposición de manos por el liderato un

en el cuerpo de Cristo es una manera de impartir tal habilidad a los que Dios llama (Hechos 13:1-3).

g) En resumen

La imposición de manos es una parte esencial de un cuerpo en funcionamiento, recibiendo vida de Jesús, la Cabeza, y liberando e impartiendo esa vida por las manos. El poder de Cristo resucitado para sanar, para ministrar, o dar bendición reside en la vida de todo discípulo de Jesús lleno del Espíritu, y en especial en el liderato escogido por Dios. Ese poder es liberado por la imposición de manos.

h) Preguntas y puntos de discusión

1. ¿De qué manera es la víctima en Levítico 16:10,21-22 un ejemplo de lo que hizo Jesús por nosotros?

2. ¿Deberíamos temer recibir algo malo de otra persona y, por tanto, evitar que nos impongan manos? Discútelo.

3. ¿Por qué necesitamos ir con cuidado de no alzar los líderes equivocados, o los líderes correctos demasiado de prisa?

4. ¿Por qué debería la iglesia apartar a personas para una obra específica por la imposición de manos?

5. ¿Crees que Dios te usaría para impartir su vida a otros?

i) Resumen y aplicación

1. Hay una corriente de vida (energía, poder) divina cuando imponemos manos en alguien cuando hay fe, tanto en el que recibe como en el que impone manos (Marcos 5:25-30).

2. Si vivimos en obediencia a Dios, entonces no deberíamos tener miedo de que ningún mal nos sea impartido por la imposición de manos.

3. Para recibir algo de Dios, se requiere fe.

4. Al servir a Dios y dar a los demás por medios tales como la imposición de manos, entonces recibiremos más de Dios para habilitarnos para dar otra vez.

5. Dios quiere poner su llamamiento en la vida de mucha gente, y luego habilitarles en ese llamamiento, para que el cuerpo de Cristo sea edificado y crezca.

6. Resurrección de los muertos

a) Escrituras clave

Juan 5:19-30 Apocalipsis 11:18

1 Corintios 15:1-58 1 Tesalonicenses 4:13-5:11

Romanos 6:1-14

b) Introducción

"Resurrección" significa "levantamiento’ o "levantarse". En su forma verbal significa "hacer levantar, levantar; despertar del dormir y de la muerte". Como discípulos de Jesús no solamente vivimos por tiempo o por un tiempo, sino por la eternidad. Somos seres eternos; tenemos vida eterna. Jesús vivió con la cruz en primer plano y la eternidad en el fondo (Hebreos 12:2), y nosotros hemos de seguir a Jesús. George Whitfield dijo: "Ojalá trabajare por la eternidad; orare por la eternidad; predicare por la eternidad; quiero sólo a Dios".

c) Ejemplos de resurrección en la Biblia

(I) La resurrección en el Antiguo Testamento

– El hijo de la viuda de Sarepta (1 Reyes 17:17-24).

– El hijo de la Sunamita (2 Reyes 4:32-35).

– El hombre en el sepulcro de Eliseo (2 Reyes 13:21).

(II) La resurrección en el Nuevo Testamento

Resucitados por Jesús -La hija de Jairo (Marcos 5:35-43).

-El hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:11-17).

-Lázaro (Juan 11:1-45).

Por Pedro – Dorcas (Hechos 9:36-42).

Por Pablo – Eutico (Hechos 20:9-12).

Hay tres aspectos de la resurrección que necesitamos considerar en esta unidad de enseñanza:

– La resurrección de Jesús (pasado).

– La resurrección espiritual del creyente, en Cristo (presente).

– La resurrección final de todos los que están en sus tumbas (futuro).

(d) La resurrección de Jesucristo

(Mateo 28:6; Lucas 24:36-53; Hechos 1:3)

¿Qué declara la resurrección de Jesús?

– Jesucristo es supremo sobre toda cosa creada (Mateo 28:18; Efesios 1:17- 23).

– El juicio futuro es asegurado (Hechos 17:31).

– Jesucristo es el Hijo de Dios (Romanos 1:4).

– Los creyentes son justificados (Romanos 4:25).

– La muerte es derrotada (Romanos 6:8-9).

– Hay un sacerdote en el trono de Dios (Hebreos 10:12).

– Hay un nuevo nacimiento en una esperanza viva (1 Pedro 1:3).

Sin embargo, esta enseñanza no puede significar solamente el conocimiento glorioso de que Jesús resucitó de entre los muertos. ¡Uno no sería cristiano si no creyera esto! (Romanos 10:9-10).

e) La resurrección espiritual del creyente en Jesucristo

(2 Corintios 5:14-17; Gálatas 2:19-20; Colosenses 2:12)

El os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos (matados) por vuestros delitos y pecados… aún estando nosotros muertos (matados) por (nuestros propios) defectos y ofensas, nos dio vida juntamente en comunión y unión con Cristo. Nos dio la vida misma de Cristo, la misma nueva vida con la cual le resucitó… y juntamente con El nos resucitó en los lugares celestiales.

(Efesios 2:1,5,6 Versión amplificada)

(I) ¿Cuáles son las evidencias de esta resurrección en la vida de un discípulo?

Una nueva vida es manifiesta (Romanos 6:4).

– Una nueva actitud hacia la vida es establecida y mantenida (Romanos 6:11).

– Un nuevo Señor es obedecido (2 Corintios 5:15).

– Un nuevo propósito de vida es adoptado (Colosenses 3:1-4).

(II) ¿Cuándo ha de tener lugar la futura resurrección?

En el día postrero (Juan 6:39-54).

– En la resurrección del día postrero (Juan 11:23-24).

– En su venida (1 Corintios 15:20-23).

– A la final trompeta (i Corintios 15:51-52).

– Cuando el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descienda del cielo (1 Tesalonicenses 4:16-17).

(III) ¿Qué efecto debería tener la resurrección en la conducta de un cristiano?

– Guardarnos de hacer lo que queramos y por consiguiente pecar (1 Corintios 15:32-34).

– Comprometidos a mantenernos firmes y trabajar para el Señor (1 Corintios 15:58).

(IV) Los creyentes se levantarán de nuevo

– A la vida eterna (Daniel 12:2-3).

– Con un cuerpo como el glorioso cuerpo de Cristo (Romanos 6:5; Filipenses 3:20-21; 1 Juan 3:2).

– Con un cuerpo conforme a la voluntad de Dios (1 Corintios 15:38).

– Con cuerpos imperecedores (1 Corintios 15:42).

– Con un cuerpo levantado en gloria (1 Corintios 15:43a).

– Con un cuerpo poderoso (1 Corintios 15:43b).

– Con cuerpos espirituales (1 Corintios 15:44).

– Para ser glorificados con Cristo (Colosenses 3:4; Juan 17:24).

– Primeros (Apocalipsis 20:6).

En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza. (Salmo 17:15)

f) La resurrección final de todos los que están en sus tumbas

(Juan 5:28-29)

(1) El día de resurrección es el día de recompensa

Grandes y maravillosas como son estas verdades en su inspiración y consuelo, queda un sentido de que falta algo. ¿Cómo ha de afectar esta gran verdad a nuestra vida desde su propio fundamento? En Lucas 14:12-14 Jesús animaba a la gente cuando hacían un banquete, de no solamente invitar a los que devolverían la invitación, sino de invitar a los que no lo harían. Después hizo esta declaración: "te será recompensado en la resurrección de los justos". (Lucas 14:14). Por tanto, el día de resurrección es el día de recompensa. Este es el contexto en el que el tribunal de Cristo debería ser enseñado (Apocalipsis 11:18; 21:11-15).

(II) El tribunal de Cristo

Las razones para esta enseñanza son:

– Para trabajar, porque el Señor recompensa a todos según su conducta y como merecen sus hechos (Jeremías 32:19).

– Para trabajar en el poder del Espíritu (Juan 6:63). No deberíamos hacer ninguna obra muerta sino hacer todo con fe hacia Dios, energetizados por el Espíritu Santo.

– Para parar de juzgar a los demás (Romanos 14:10-13).

– Para trabajar en el temor de Dios (2 Corintios 5:10).

– Para que nuestro servicio sea hecho sinceramente y con motivo correcto (Colosenses 3:23).

(III) Esta doctrina corrige algunas doctrinas "cristianas" erróneas

Por ejemplo:

– "Todo lo que importa es que seamos salvos y que vayamos al cielo". (No somos salvos por obras, pero cuando somos salvos ¡las obras cuentan!)

– "Todos seremos iguales en el cielo". (En un sentido lo seremos, pero no sólo habrá recompensas sino también pérdida de recompensas.)

– "Puedes vivir como quieras y quedar sin castigo". (¡La gracia es gratis pero no es barata!)

(IV) Debemos rendir cuentas por las cosas hechas al cuerpo

1. Es individual. Esto significa que no existe el señalar con el dedo. La responsabilidad está en nuestras manos y no podemos culpar a los demás, ni siquiera a las circunstancias.

2. Ante Cristo el Juez. Juzgará sólo en amor y sin parcialidad. Su memoria es perfecta, por tanto, más vale que renunciemos a toda hipocresía ahora y no hagamos ostentación, porque entonces sólo habrá honestidad. Más vale que empecemos ahora. Recuerda, cuando somos honestos ante Dios y confesamos nuestros pecados El nos perdona.

3. De lo que hayamos hecho al cuerpo. Lo que hayamos permitido a nuestros ojos mirar; nuestro oído escuchar; nuestro corazón amar; nuestra mente creer; nuestros labios decir; nuestras manos tocar, nuestros pies llevar a; y nuestro cuerpo ser entregado a. De lo contrario de esto: las cosas buenas que hayamos hecho con el tiempo, el dinero, los talentos, etc.

4. Secretos expuestos. (Romanos 2:16) No sólo lo que hayamos hecho será expuesto, sino el porqué, es decir, nuestros motivos serán revelados (1 Corintios 4:5). Necesitamos hacer lo que es bueno y correcto a los ojos de Dios (Mateo 6:1).

(V) El tribunal de Cristo

Cuando esté ante el tribunal de Cristo,
y me muestre su plan para mí,
el plan de mi vida como hubiera podido ser,
si hubiera tenido su voluntad, y vea
cómo le impedí aquí y le bloqueé allá
y no entregaba mi voluntad,
¿habrá pena en los ojos de mi Salvador,
pena, aunque todavía me ame?

El me tendría rico, pero estoy allí pobre,
desnudo de todo menos de su gracia,
mientras la memoria corre como algo perseguido,
por los años que no puedo volver a trazar.
Entonces mi corazón desolado casi se romperá
con las lágrimas que no puedo derramar.
Me cubriré la cara con las manos vacías,
y agacharé la cabeza sin corona.

Señor de los años que me quedan,
los entrego en tu mano;
tómame, fúndeme, moldéame
al diseño que tú has planeado.

(VI) Las recompensas (1 Corintios 3:10-15)

Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. (1 Corintios 3:14)

– Coronas por llevar a muchos a la justicia (Daniel 12:3).

– Coronas que durarán para siempre (1 Corintios 9:24-25).

– Coronas de justicia (2 Timoteo 4:7-8).

– Coronas de vida (Santiago 1:12).

– Coronas de gloria (1 Pedro 5:1-4).

Las recompensas son dadas al final, por tanto retén lo que tienes para que nadie te quite tu corona (Apocalipsis 3:11). Necesitamos estar en buena relación con Dios, con nuestro cuerpo, alma y espíritu bajo su control.

g) Preguntas y puntos de discusión

1. En la vida de Jesús, ¿el saber que viviría por la eternidad importaba mucho?

2. ¿Tienes alguna evidencia de resurrección espiritual en tu propia vida?

3. ¿Qué diferencia debería haber en nuestra vida cuando reconocemos que como discípulos de Cristo vamos a ser resucitados y vivir por la eternidad?

4. ¿Deberíamos trabajar para el Señor sólo porque vamos a recibir recompensas?

5. ¿Vamos a tener que rendir cuentas por todo lo que hagamos en la tierra, incluso como discípulos de Jesús? ¿Y eso debería hacer una diferencia en la manera de vivir nuestra vida?

6. Si nuestros hechos y motivos van a ser revelados en el día del juicio, ¿por qué la mayoría de los cristianos todavía llevan una máscara para esconder su verdadero ser?

7. ¿Crees que recibirás alguna corona en el cielo, y por qué?

8. ¿Cómo deberíamos vivir nuestra vida, según Mateo 24:36-51?

h) Resumen y aplicación

1. La resurrección de Jesús demuestra que la muerte es derrotada y que El es Señor de todo.

2. Jesús murió y fue resucitado para estar con Dios para siempre y sus discípulos vivirán para siempre con El.

3. Un discípulo de Jesús tiene un nuevo amo llamado Jesús y una nueva vida en El.

4. La resurrección espiritual del creyente debería tener el efecto de guardarnos de pecar y causarnos el ser comprometidos y trabajar para el Señor Jesús.

5. El día de resurrección es el día de recompensa para el discípulo de Jesús.

6. Las obras no nos salvarán, pero cuando seamos salvos, las obras iniciadas por Dios contarán para recompensas en el cielo.

7. Somos personalmente responsables ante Jesucristo el juez, por lo que hayamos hecho al cuerpo, incluso las cosas secretas.

7. Juicio eterno

a) Escrituras clave

Hebreos 6:1-2 2 Pedro 3:3-15

Romanos 2:5-11 Hebreos 10:24-39

Mateo 25:31-46 Mateo 24:1-51

b) Introducción

Venimos ahora al último fundamento de nuestra fe, esencial para seguir a la madurez. Como discípulos de Jesús sabemos que en el cielo hay un río puro de agua de vida, limpio como el cristal, que procede del trono de Dios. Aquí falta la maldición, falta la muerte, falta el mal, faltan las lágrimas y falta la noche. Sin embargo, existe un infierno así como un cielo. Existe no sólo la bendición eterna sino también existe el juicio eterno.

c) ¿Cuál es el significado de la palabra juicio?

El verbo "juzgar" significa separar; distinguir entre; ejercitar juicio en; estimar; pedir cuentas; cuestionar; juzgar juiciosamente; procesar como juez; llevar a juicio; sentenciar; dar cuentas; administrar gobierno; gobernar.

d) Razones para enseñar sobre el juicio eterno

(1) Para que estemos continuamente agradecidos

Agradecidos por la gracia y misericordia de Dios (Romanos 5:8-9; 1 Tesalonicenses 1:10).

(II) Para que vivamos en el temor de Dios (Hebreos 10:3 1; 1 Pedro 1:17)

Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

(Mateo 10:28)

Nótese que la palabra "destruir" no significa que el alma desaparecerá o desintegrará, sino que será llevada a la ruina. Todavía estará allí, pero será un reflejo triste de lo que debería ser. No es una pérdida de ser, sino de bienestar.

(III) Para despertar intercesión por los perdidos

Debido al horror de morir sin Cristo.

(IV) Para que presentemos el evangelio como es (Romanos 1:16-20).

El evangelio revela tanto la justicia como la ira de Dios.

e) ¿Cómo se revela la ira de Dios?

– En la conciencia del hombre, a menos que llegue a estar cauterizada e insensible.

– En la historia, por ejemplo, las historias de Adán y Eva echados del Edén; el diluvio; la torre de Babel; las ciudades de Sodoma y Gomorra.

– En la universalidad de la muerte, incluso aunque el diablo dijo: "No moriréis". (Génesis 3:4).

– En las consecuencias del pecado. "Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará". (Gálatas 6:7).

– La mayor manifestación fue en el Calvario. Le costó muchísimo a Jesús apaciguar la ira de Dios. "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El" (2 Corintios 5:21).

f) Se llama el juicio eterno

– El grande y terrible día de Jehová (Malaquías 4:5).

– El día de la ira de Dios, cuando su juicio justo será revelado (Romanos 2:5).

– El día de juicio y destrucción de hombres impíos (2 Pedro 3:7).

– El gran día de la ira de El que se sienta en el trono y del Cordero (Apocalipsis 6:16-17).

El juicio eterno es cierto (Hechos 17:30-31; Isaías 45:23-24) y todos los que no sean parte del Reino de Dios estarán allí en aquel día (Apocalipsis 21:8; Lucas 16:19-31). El efecto de esto será aterrador (Isaías 2:19; Apocalipsis 6:16-17; Hebreos 10:31).

g) ¿Qué es el juicio eterno?

Ser echado en el fuego eterno del infierno (Mateo 18: 8-9).

– Estar en la compañía del diablo y sus ángeles (Mateo 25:41).

– Castigo eterno (Mateo 25:46).

– Oscuridad donde habrá llanto y crujir de dientes (Mateo 25:30).

– Vergüenza y confusión perpetua (Daniel 12:2).

– La segunda muerte (Apocalipsis 20:14-15).

– Eterna separación de Dios (Mateo 25:41; 2 Tesalonicenses 1:9-10).

h) Otras enseñanzas sobre el juicio eterno

– Aniquilación, es decir, no hay nada al final.

– Castigo temporal, luego aniquilación.

– Reconciliación universal: aquí incluso el diablo será salvo.

NOTA: Ninguno de estos puntos son verdades bíblicas: (Mateo 25:31-46; Apocalipsis 20:10; Marcos 9:47-48).

i) ¿Por qué debe haber juicio?

Por el pecado contra la ley de Dios (Romanos 2:12).

– Por impiedad (2 Pedro 3:7).

– Por maldad (2 Pedro 2:9).

– Por desobediencia (Judas 6).

– Por incredulidad (Juan 3:18).

– Por trasgresión (Romanos 5:18).

– Por hechos malos (Juan 3:19).

j) ¿Quién es juez?

Dios (Hechos 17:31; Romanos 3:6; Hebreos 12:23; 1 Pedro 4:5).

– El Hijo (Juan 5:22-27; Hechos 10:42).

– Los santos (1 Corintios 6:2-3).

k) ¿Cuáles son los principios que gobiernan el juicio divino?

– La medida de luz o verdad revelada (Mateo 10:14-15; 12:41).

– Todo conocimiento divino (Juan 8:15-16; Apocalipsis 20:12,15; Romanos 2:2).

– Las palabras de Dios (Juan 12:48-50).

– Responsabilidad personal (Romanos 14:10-12).

– Conducta personal (2 Corintios 5:10; Romanos 2:5-6; 1 Pedro 1:17; Apocalipsis 20:12).

– Imparcialidad divina (1 Pedro 1:17).

– El trato a los hijos de Cristo (Mateo 25:31-46; 12:50; 2 Tesalonicenses 1:5-10). – La ley (Romanos 2:12).

– Rectitud y justicia (Salmos 9:8; 96:13; Hechos 17:31; Romanos 2:5; 2 Timoteo 4:8; Apocalipsis 19:11).

– Motivos y pensamientos (1 Corintios 4:5; Romanos 2:16).

– El evangelio (2 Tesalonicenses 1:8).

l) ¿Cuándo ocurre el juicio?

(I) Ha Ocurrido

Satanás (Juan 16:11; Colosenses 2:15).

– El mundo (Juan 12:31).

– El hombre (Juan 3:18; Juan 5:24; Romanos 5:9; Romanos 8:1).

(II) Está ocurriendo

– Pecadores (Romanos 1:18-32).

– Cristianos (1 Corintios 11:31-32).

(III) Ocurrirá

Después de la muerte (Hebreos 9:27).

– El día final (Juan 12:48).

– El día (Mateo 10:15; 11:22-24; 12:36; Hechos 17:31; Romanos 2:5; 1 Corintios 3:13; 2 Tesalonicenses 1:10; 2 Pedro 2:9; 2 Pedro 3:7; y 1 Juan 4:17).

– En la venida de Cristo (Mateo 25:31; 1 Corintios 4:5; 2 Tesalonicenses 1:7-10;2 Timoteo 4:1; Judas: 14-15).

(IV) Ocurrirá en

– El trono de su gloria, para las naciones (Mateo 25: 31-46).

– El tribunal 8de Cristo, para los santos (Romanos 14:10; Corintios 5:10).

– Un gran trono blanco, para los pecadores8 (Apocalipsis 20:11-15).

(V) ¿Qué pasará?

– Los pecadores serán juzgados por el pecado y sepultados en el olvido interminable (2 Tesalonicenses 1:8-9; Apocalipsis 11:18; Mateo 25:46; Apocalipsis 20:15).

– Los justos en Dios vivirán para siempre con Cristo Jesús y recibirán recompensas por lo que hayan hecho en Cristo.

Nosotros como discípulos de Jesús necesitamos rescatar a los perdidos y preocuparnos por los que se están muriendo.

m) Preguntas y puntos de discusión

1. Si Dios es un Dio8s de amor, ¿por qué permite que los que no aceptan a Jesús como Señor y Salvador sean castigados por la eternidad? (Hebreos 10:26-29).

2. ¿Puede Dios negar su propia rectitud, santidad y justicia en algunas circunstancias?

3. ¿Deberíamos vivir en el temor de Dios? (1 Pedro 1:17).

4. La ira de Dios fue invocada cuando el hombre escogió pecar. ¿Cómo apaciguó Jesús esa ira o enfado?

5. ¿Por qué debería la enseñanza sobre el juicio eterno motivarnos para ser testigos de Jesús aquí en la tierra?

n) Resumen y aplicación

1. Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. (Hebreos 9:27).

2. Dios es santo, justo y no puede mentir. Dentro de El no hay sombra de variación. Debe ser conforme a su naturaleza y carácter. El pecado y rebelión del hombre contra Dios, por consiguiente, debe ser juzgada (Santiago 1:17; Números 23:19).

3. Los justos en Dios han de ir a un lugar donde la muerte y la maldición faltan y donde vivirán con Jesús p siempre.

4. Los que no ace8ptan el camino de Dios para ellos en Jesús, irán al castigo eterno.

5. El juicio eterno es una verdad fundamental que debería motivarnos como discípulos de Jesús a vivir en el te de Dios y a alcanzar a los perdidos y los que se están muriendo.

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