Sean llenos del Espíritu Santo.
Adoren al Señor en la hermosura de la santidad.
Vístanse de la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios.
Sean de buen corazón (perfecto para con Dios) y mantengan una actitud humilde.
Siempre contesten con bendiciones y nunca maldigan.
Remplaza tu lenguaje de quejas, con alabanzas y gracias a Dios. También remplaza las malas palabras con otras, solo es cuestión de acostumbrarse.
Se agradecido a Dios por su bondad.
Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno y sus oídos atentos a sus oraciones.
Dios los llamó a hacer siempre lo bueno. El es su ejemplo supremo y deben seguir sus pasos.
Deben hacer el bien y lo correcto siempre, y ayudar a que sean salvos aún a los más perversos y buscar siempre su bien supremo.
Debes decirles con amor a los perdidos que sus pecados los separan de Dios y que deben arrepentirse para poder entrar en el Reino de Dios y no pasar la eternidad en el infierno.
Jesús nunca pecó y jamás engañó a nadie, no respondía cuando lo insultaban, ni amenazaba con vengarse cuando sufría. Dejaba su causa en manos de Dios, quién siempre juzga con justicia.
Sigan haciendo lo correcto y confíen TODO a Dios pues El nunca les fallará.