Jesús es la luz del cielo mismo. Es la persona más atractiva que alguien puede ver y verá. En belleza, dignidad, amor, nobleza y en todas las cualidades que usted puede pensar o imaginar está mucho más allá que toda imaginación humana.
El es y tiene TODO lo que Dios Padre ama y le gusta. Y también todo lo que nos puede gustar y agradar a nosotros. Debemos beber de este amor que está en Jesús todos los días pasando tiempo en su presencia para luego reflejar lo que El es en nuestro entorno.
Ya que El vive en nosotros debemos dejar cada día que el demuestre su infinito amor a través nuestro y que nos llene cada día de ese amor sobrenatural que solo Jesús irradia.
Debemos anhelar con pasión estar con El en cada momento y buscar su rostro y su presencia.
En El (Jesús) están todos nuestros más grandes anhelos. El es la respuesta a todos nuestros deseos. En realidad todas las personas anhelas sin saberlo a El. El te llena completamente de paz, realización, amor y de todo aquello que siempre soñaste.
¡EL MURIÓ POR NOSOTROS PARA PODER VIVIR EN NOSOTROS!
Aquí o en el cielo estaremos siempre con El.
El vive en nosotros y debemos dejar que su vida se manifieste a través nuestro.
En su presencia hay plenitud de gozo, delicias a su diestra para siempre.
El es mi herencia (y puede ser la tuya también).
EL ACERCARME A EL ES MI SUPREMO BIEN.
Lo conoceré en el futuro como El me conoce a mí. Seremos semejantes a El y le veremos tal como El es.
Debemos serle siempre agradables y andar como es digno de El que nos llamó a su Reino y Gloria.
¡JESÚS DEBE SER NUESTRO GRAN AMOR! Es para siempre y el no te fallará jamás.
Pr Gustavo Isbert.