a) Escrituras clave
Mateo 28:18-20
Hebreos 6:12
2 Timoteo 2:2
Hebreos 13:7
Lucas 6:40 1
Pedro 2:21
Colosenses 1:24-29
b) Introducción
Nuestro propósito, como discípulos de Jesús, debería ser el hacer otros discípulos nuevos para Jesús. El dijo: Por tanto, id, y haced discípulo a todas las naciones. (Mateo 28:19)
Este llamamiento implica no sólo conducir a alguien a conocer al Señor Jesús por sí mismo, sino también llevarle al grado de madurez adecuado para que él también pueda conducir a otro a Cristo, el cual a su debido tiempo, también llegará a la madurez en el Señor. No hace falta esperar hasta que seamos perfectos y expertos en toda el área espiritual antes de poder hacer discípulos. Necesitamos estar haciendo como nos lo ha pedido Dios, y después entregarle nuestra vida y dejarle que nos ajuste y desarrolle mientras hacemos el trabajo.
La pereza, incredulidad, falta de amor o cualquier otra cosa más, no debería detenernos de hacer lo que Jesús ha pedido que hagan todos sus discípulos. Dios espera que pasemos a los demás algo de la vida de Cristo y la madurez que hemos alcanzado en esta vida.
Cuando discipulamos a otros necesitamos concentrar nuestros esfuerzos en gente fiel, que sucesivamente, podrán enseñar a otros. (2 Timoteo 2:2). Sabemos que el apóstol Pablo hizo esto él mismo con Timoteo, Tito y Silas. Jesús pasó la mayoría de su tiempo de ministerio de tres años continuamente con doce hombres y dedicó particular atención a tres de estos hombres. Los hombres que Jesús entrenó entonces entrenaron a otros, y ellos, sucesivamente, entrenaron a otros hasta que al final el mundo conocido de aquella época fue cambiado. Este discipular discípulos es una clase de reproducción espiritual. Funciona porque los discípulos pasan la calidad de vida que tienen en Cristo a otros (Lucas 6:40).
c) Los tres niveles del discipulado
1. Una reunión de iglesia (por ejemplo, Lucas 13:10; Mateo 5:1-2) o una gran reunión de cristianos.
Es importante que los discípulos de Jesús se reúnan para adorar al Señor y participar en la plena expresión del cuerpo local de Cristo (Hebreos 10:25). No obstante, esta clase de reunión no fomenta ni las amistades profundas y confiadas, ni tampoco que se vean las necesidades y las preguntas individuales. Estas reuniones también suelen estar restringidas a horas y lugares fijos, y esto puede que no sea cuando las personas que estás discipulando necesitan ayuda.
2. Un grupo casero o grupo de edificación
Jesús muchas veces enseñó a un pequeño grupo de sus discípulos (por ejemplo, Mateo 13:36; Lucas 9:18). El tamaño de este grupo permite la enseñanza, la discusión y que la gente comparta. Se puede establecer una mayor profundidad de amistad entre los miembros de un grupo pequeño que con un gran grupo de personas, y pueden ser más flexibles en la planificación y organización de las reuniones.
3. El discipulado de uno a uno (por ejemplo, Juan 3:1-21; Juan 21:15-22)
Este método es muy bueno en términos de desarrollo de relaciones, el compartir en forma íntima e individual el ministerio personal y para dar respuestas a dudas. Por consiguiente, esta clase de discipulado es especialmente importante para nuevos cristianos, para ayudarles a estar firmemente establecidos en el reino de Dios y en la iglesia local. Todo discipulador debería estar disponible para ayudar uno a uno cuando la persona a quien está discipulando necesite esta clase de contacto personal. Sin embargo, este método es costoso en términos de tiempo y mano de obra y no estimula a una comunión más amplia.
El mejor método es una combinación de los tres.
d) Aquellos que discipulan a otros deberían ser personas que los demás puedan imitar
Deberían:
– Tener hambre de la Palabra de Dios.
– Tener sed del vivir en santidad.
– Desear un mayor conocimiento de Dios.
– Estar comprometido al Señorío de Jesús en su vida, queriendo su voluntad en todo asunto, cueste lo que cueste.
– Tener el deseo de ser usado por Dios.
– Sentir amor por Dios y por todo su pueblo.
– Estar llenos y fiarse de su Espíritu Santo.
Puede que estas características no estén plenamente desarrolladas, pero debería haber al menos una indicación de que estas cosas están en desarrollo en su vida (1 Tesalonicenses 2:7-8; 1 Corintios 4:15, 16; 1 Tesalonicenses 1:6).
e) Los discípulos no sólo son llamados a alcanzar a otros para el Señor y enseñarles, sino que deberían hacerlo
– Comunicar gozo y entusiasmo en Cristo a sus discípulos.
– Enseñar a sus discípulos el amor incondicional y abnegado.
– Estar fácilmente disponibles para sus discípulos, ayudándoles, dando de su tiempo, energía, un día libre e incluso ayuda económica (finanzas).
– Compartir su vida como un verdadero amigo en Cristo con sus discípulos. – Orar por sus discípulos siempre que piense en ellos
– Facilitar la liberación de sus discípulos a través de la oración por ellos. – Desafiar a sus discípulos a una fe aun mayor.
– Animar el potencial que se ve en los discípulos.
– Expresar aprobación y alimentar las mejores cualidades vistas en sus discípulos.
– Dar un buen ejemplo a los discípulos, siendo siempre puntuales; frenando los malos hábitos; no haciendo nunca nada que pudiese causar tropiezo a otro; dando tiempo, recursos y talentos para extender el reino de Dios.
f) Cómo seleccionar a aquellos a los que deberías discipular
1. Si aquellos en autoridad espiritual sobre ti deciden por ti
Esto puede ser porque te han escogido para llevar un grupo casero o un nuevo grupo de edificación de cristianos. En este caso, sigue las directrices dadas por el liderato.
2. Si tú tienes una opción
Jesús oró a Dios antes de escoger a aquellos en los que concentraría su programa de discipulado (Lucas 6:12-13). El necesitó sabiduría de Dios para hacer la selección correcta. Tenemos disponible esta misma fuente de sabiduría si la necesitamos y si la pedimos en fe (Santiago 1:5-8). Es más probable que Dios seleccione a alguien entre la gente que ya conocemos para que le discipulemos. Entonces, necesitamos mantener los ojos abiertos y mirar. También puede ser que Dios te haya escogido para discipular a alguien (o un grupo de personas) que tú (u otros) hayan traído (o tengan que traer) al Señor.
Cuando buscas a alguien para discipular, deberías buscar a aquellas personas que estén dispuestas a escuchar, aprender, perdonar, confiar, servir, sacrificar, amar a Dios, crecer espiritualmente, ser fieles, reconocer sus necesidades, mantenerse abiertas a Dios y comprometerse a la sabiduría de la Palabra de Dios y a su Espíritu. Puede ser que estas cualidades no sean evidentes en las personas al principio de tu programa de discipulado. Las personas pueden parecer bastante incultas, aunque estimables al principio, pero deberías percibir o sentir en Dios, que potencialmente estas personas manifestarán estas cualidades.
Recuerda que Dios sólo promete ayudarnos cuando estemos haciendo su voluntad. Entonces, no te comprometas con nadie del que no estés seguro en Dios. También se recomienda que no asumas bajo tu cargo ningún miembro del sexo opuesto si discipulas en proporción de uno a uno, porque ciertos aspectos de la vida que se han de compartir son demasiado íntimos.
No compitas con los líderes que están sobre ti, como tu pastor o vicario. Si aún no saben lo que te propones hacer, entonces explícales el programa y sométete a toda decisión que tomen. Tampoco asumas a tu cargo demasiados discípulos. Estas personas necesitarán tu ayuda, y si te extiendes demasiado entre un número de personas, disminuirás tu eficacia. Es mejor discipular a una persona bien, que a muchas personas deficientemente.
g) Empezar un grupo de discipulado
Si tú eres el que escoge a las personas que discipularás, se recomienda que te acerques a ellos para explicar lo que tienes en mente. Dales una idea de lo que se trata el discipulado, y si propones usar este manual como ayuda, enséñaselo y explícales su utilidad. También necesitarán que les digas lo que esperas de ellos (por ejemplo, reunirse como mínimo una vez a la semana durante aproximadamente dos horas; repasar la unidad de enseñanza durante la semana anterior a la reunión contigo y someterse a tu autoridad espiritual como discipulador (Hebreos 13:17). Es importante que las personas involucradas se comprometan de buena gana al concepto del discipulado. Pídeles que oren acerca de ello.
Si te han pedido llevar un grupo de personas entonces los mismos principios se aplican. Estos principios se deberían compartir o bien con las personas individualmente o con el grupo en la primera reunión que celebren juntos.
h) Organizar la reunión semanal (véase la sección al principio titulada: Cómo usar este manual)
i) Metas para tus discípulos
1. Amar a Dios ante todo (Mateo 22:37).
2. Amar a su prójimo como a sí mismo (Mateo 22:39).
3. Ser transformados para que sean más como Jesús (2 Corintios 3:18).
4. Deleitarse obedeciendo a Dios, cueste lo que cueste (Juan 14:21).
5. Crecer en conocimiento de la Palabra de Dios por medio de la enseñanza y discusión en grupo y también por el estudio bíblico personal (Lucas 24:25).
6. Cambiar su estilo de vida para que no les guste hacer cosas que deshonren a Dios. Hacer tiempo y desear realizar lo que Dios quiere que hagan, por ejemplo, establecer un tiempo con el Señor diariamente, asistir a la iglesia con regularidad, confiar en el Espíritu Santo en vez de en sus propios sentimientos naturales, etcétera. (Lucas 9:23; Gálatas 5:13-25; Romanos 12:1-2; Tito 3:14).
7. Aprender y volverse más competentes en las habilidades esenciales en las que un discípulo de Jesús debería estar seguro, por ejemplo, dando su testimonio, cómo llevar a una persona interesada al Señor, cómo enseñar a otros y orar para que reciban el Espíritu Santo, etcétera (2 Timoteo 4:2; 2 Timoteo 2:15).
j) Conclusión
La calidad suele producir cantidad, pero la cantidad en sí no necesariamente produce calidad. Necesitamos pasar a otros la calidad de vida que tenemos en Cristo. Entonces aquellos pocos que reciben esta calidad de vida en Cristo necesitan ser animados a pasarla otra vez. Con el tiempo, si este proceso continúa, los pocos se multiplicarán en muchos.
k) Preguntas y puntos de meditación
1. ¿Son válidos los principios del discipulado expuestos en este manual para los cristianos del siglo veinte?
2. ¿Crees que la iglesia, en general, ha tenido éxito en edificar los fundamentos adecuados de la verdad bíblica en los cristianos para ayudarles a vivir una vida victoriosa y fructífera, trayendo gloria a Dios y extensión a su Reino como deberían hacer? ¿Podría ayudar un programa de discipulado?
3. ¿Hace falta un método sistemático de discipulado, o es suficiente sólo reunirse y progresar, según las -necesidades del grupo, o cómo se siente guiado el discipulador?
4. ¡Discute la diferencia entre "informar" la mente y "formar" la vida de los discípulos!
5. Si quieres discipular a otros, ¿cuál es tu motivación, curiosidad, culpabilidad, inseguridad, coacción, reconocimiento -o amor, visión y el llamado de Dios?
6. ¿Podrías decir a otra persona: ‘limítame" y saber que si lo hiciera viviría una vida como Jesús pretende que viva?
7. Montaigne dijo: "Ningún viento sopla a favor del barco que no tiene puerto de destino". Necesitamos ir con un rumbo fijo a algún lugar antes que Dios nos pueda ayudar. ¿Te diriges hacia algún lugar en términos del discipulado? Si no es así, ¿qué vas a hacer al respecto?
i) Resumen y aplicación
1. Todo cristiano debería estar involucrado en el proceso de discipulado, es decir, o bien deberían estar siendo discipulados o bien estar discipulando a otros.
2. Dios nos conduce a un grado de madurez para que podamos pasar a otros la calidad de vida en Cristo que hemos alcanzado.
3. Todos los niveles de actividad en la iglesia deberían tener como meta el discipulado.
4. Deberíamos concentrar nuestros esfuerzos de discipulado en hombres fieles, que sucesivamente serán capaces de enseñar a otros (2 Timoteo 2:2).
5. Aquellos que discipulan a otros deberían ser personas que otros puedan imitar y que den un buen ejemplo.
6. No te comprometas a discipular a nadie si no estás seguro que Dios está con él.
7. Asegúrate de que la enseñanza que reciben tus discípulos sea un equilibrio entre lo que ellos son en Cristo y a lo que deberían aspirar en Cristo.
8. Nunca compitas con tu liderazgo cuando estés discipulando a otros, y no asumas la carga de más discípulos de los que puedes manejar con eficacia.