Escrituras clave (Todas las citas de las escrituras están al final del estudio).
1 Pedro 1:15-16 2 Tesalonicenses 2:13
Levítico 11:44-45 Mateo 3:11
Efesios 1:4 2 Corintios 3:18
1 Tesalonicenses 4:3-8
Hebreos 12:9-10
b) Dios es santo
Esto nos es revelado, en principio, por el Espíritu Santo que vive dentro de nosotros (Efesios 1:13) (Juan 14:15-17), y aún más cuando somos llenos de El (Efesios 5:18) y segundo, por las Escrituras (Éxodo 3:5; Levítico 20:26; Isaías 6:3; 1 Pedro 1:16; Apocalipsis 4.8). En efecto, la Biblia menciona la santidad de Dios mucho más a menudo que cualquier otra característica de Dios, incluida el amor.
"Santidad" significa "ser otro". Es una separación de todo lo imperfecto, impuro o inmundo. Dios es santo. De hecho, es perfecto, puro, excelente y digno de toda alabanza y honor. Necesitamos encontramos con Dios en reverencia y temor reverente. Cuando el Santísimo se revela a sí mismo, lo que vemos es gloria (Éxodo 24:16-17; Juan 1:14).
c) Dios quiere que vivamos una vida santa
Como discípulos de Jesús deberíamos vivir de tal manera que la gente reconozca que hemos sido apartados del mundo y estamos dedicados a Dios (Efesios 1:4; 1 Pedro 1:15-16). Somos hijos de Dios (Romanos 8:15), entonces somos parte de la familia de Dios, y como tales necesitamos exhibir las características familiares como, por ejemplo, la santidad (Hebreos 12:10; 1 Pedro 2:9).
Dios se ha comprometido a nuestra santidad por el sacrificio de Jesús (Colosenses 1:22; Efesios 1:4). Nosotros, sin embargo, tenemos una responsabilidad de caminar como Jesús caminó (1Juan 2:6), de obedecer los mandamientos de Dios (Deuteronomio 26:16-19) y de vestimos con el nuevo yo creado para ser como Dios en verdadera justicia y santidad (Efesios 4:24). Dios entonces nos hará vasos santos que estarán preparados para reflejar las características de Dios y vivir con El por la eternidad (Hebreos 12:14; Apocalipsis 21:27).
d) ¿Qué es santificación?
Esto significa "hacer santo". Es el ser separado para Dios y separado de las cosas y caminos malos. Es posicional y progresiva la primera es esa relación con Dios en la cual los hombres entran por fe en Cristo (Hechos 26:18; 1 Corintios 6:11). También es el proceso por el cual venimos a ser más parecidos a Jesús en carácter (1 Pedro 1:15-16), es decir, es el crecer en Cristo Jesús (Efesios 4:13-15) para ser transformado en su semejanza (2 Corintios 3:18), y por lo tanto, progresivamente, llegar a ser más como Dios en nuestro carácter (Efesios 5:1) Llegando a ser como El en el cielo. (1 Juan 3: 2)
e) Las tres personas de la Trinidad están obrando
en nuestra santificación
– Dios el Padre (1 Tesalonicenses 5:23-24; Juan 17:17).
– Dios el Hijo (1 Corintios 1:30; Efesios 5:26).
– Dios el Espíritu Santo (2 Tesalonicenses 2:13; Romanos 15:16; 1 Corintios 6:11; 1 Pedro 1:2).
f) Cómo tiene lugar nuestra santificación
– En Cristo Jesús (1 Corintios 1:2).
– Por la obra santificadora de Jesús (Juan 17:19).
– Por la sangre de Jesús (Hebreos 13:12).
– Por la fe en Jesús (Hechos 26:18).
– Por el fortalecimiento de nuestro corazón por el Señor Jesús (1 Tesalonicenses 3:13).
– Mediante el sacrificio del cuerpo de Jesús (Hebreos 10:10).
– En la verdad (la Palabra de Dios es verdad) (Juan 17:17).
– Por llegar a ser esclavos de Dios y de la justicia (Romanos 6:19,22).
– Por el Bautismo con el Espíritu Santo y por su fuego (Mateo 3:11-12).
– Por hacer decisiones y esforzarse por vivir en santidad (Hebreos 12:14).
– Por la disciplina de Dios (Hebreos 12:10).
– Por la contemplación de la gloria del Señor por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18).
NOTA: Cuando contemplamos la gloria de Dios estamos viendo un Dios santo manifestando su naturaleza. El contemplar la gloria de Dios nos transformará progresivamente para que podamos de modo creciente reflejar la gloria de Dios. La razón de ello es que empezamos a ver quién somos realmente en comparación con nuestro Dios santo y por tanto deseamos cambios en nosotros mismos. Dios entonces viene y hace esto posible en la medida en que le entregamos las áreas de nuestra vida que necesitan cambiar. Somos transformados progresivamente a Su imagen. El proceso de llegar a ser santo comienza cuando nos convertimos a El y nacemos de nuevo, somos llenos de su Espíritu y empezamos a contemplar la gloria de Dios (2 Corintios 3:7-18; Isaías 6:1-8).
g) Encuentro con Dios
No existe ningún testimonio más poderoso que el de Isaías respecto a la revelación de la santidad de Dios, y el impacto que puede tener en la experiencia y vida de una persona (Isaías 6:1-8). Estas palabras del profeta retratan una experiencia de Dios que pocos creyentes han conocido jamás. Esto es el ser tocado por el fuego de Dios, el saber que has escapado de la muerte bajo la gloria ardiente del Dios Todopoderoso. Hay una profundidad acerca de esta experiencia que necesitamos percibir en nuestro propio corazón hoy.
El deseo de Dios es que nosotros, los hombres y mujeres, entremos en una experiencia profunda y entendimiento de El mismo, que pocos creyentes realmente han alcanzado alguna vez. Esta experiencia de la santidad, profundidad y poder de Dios está esperando a todo creyente que abra su corazón y que le busque. Necesitamos ser llevados al corazón de Dios. Necesitamos ver la pureza de su corazón, conocer el amor de su corazón, llegar a ser conscientes del celo de su corazón: no el celo mezquino de la experiencia humana sino el celo divino, el celo con que Dios se ocupa apasionadamente con la santidad, rectitud, justicia y amor, las mismas piedras angulares de su naturaleza. Necesitamos sentir el latido de su corazón, para que nuestro propio corazón lata al compás del suyo. Necesitamos sentir el tamaño de su corazón, su gran dimensión y extensión, para que seamos liberados de ser hombres y mujeres de un corazón pequeño. Necesitamos comprender como Dios comprende, y sentir su pasión por los pecadores y perdidos.
h) Fuego consumidor
Necesitamos conocer el fuego de Dios (Hebreos 12:29). Isaías conoció el fuego de Dios. Fue quemado en su visión de Dios. Fue una experiencia interior y profunda, de la realidad de Dios en todo su imponente poder que dejó al profeta completamente cambiado. Quemó la escoria y los desperdicios de él. Sólo el toque purgador del ángel en la misericordia de Dios le purificó. A no ser por ese toque hubiera permanecido llevando una vida mediocre delante de Dios. Esto es lo que necesitamos en nuestro discipulado. Necesitamos saber que hemos llegado al fin de nuestras fuerzas. Necesitamos venir a la comprensión de que si no fuera por la gracia y misericordia de Dios hubiéramos muerto. Demasiado de la experiencia moderna es de nuestra propia fabricación. Lleva a la trivialidad y egocentrismo. La razón por la que tantos de creyentes necesitan seguir siendo ministrados y ayudados por necesidades y esclavitudes es porque nunca han tocado el fuego de Dios. Aquellos que han tocado el fuego de Dios encuentran que sus cadenas son consumidas. Se debe entregar a Dios todo pecado o debilidad, también se puede hacer una lista escrita y sincera con todas las tendencias, bajezas, ambiciones, deseos ocultos etc. y presentarlas a Dios para que el las queme con su fuego purificador y nos santifique, no importando el costo, el sufrimiento o las cosas que Dios permita que pasemos.
Esto es lo que está envuelto en una verdadera conversión. No sólo algún ritual superficial por el cual damos nuestro corazón a Jesús pero conocemos poco de su poder o santidad. Es ver la santidad de Dios que desafía todo lo de la vida antigua y lo consume en el fuego ardiente de la presencia de Dios. Nada menos bastará para liberarnos de la religión centrada en el hombre y de los problemas religiosos orientados en lo cual hemos caído hoy día. El Espíritu Santo viene para llevarnos al corazón de Dios. ¡Allí es donde el nacimiento tiene lugar! Necesitamos lograr tal visión de Dios en Jesús a través del Espíritu para de esta manera cambiar radicalmente la antigua vida que ya no tiene el encanto o poder que antes tenía.
i) Bautismo de fuego
Necesitamos un bautismo con fuego por el Espíritu Santo (Mateo 3:11-12). Esto es un encuentro cara a cara con la realidad, santidad y poder de Dios. Está en nosotros el volver a Dios y buscarle con todo nuestro corazón (Romanos 3:11). Pero el despertar dentro de nosotros es hecho por el Espíritu Santo. Cuando somos bautizados con fuego por el Espíritu Santo deberíamos tener un fuego encendido en nuestro corazón. En vez de ser consumidos por él deberíamos contagiarlo. Este es el fuego del Espíritu Santo. Este fuego nos purga y limpia, eliminando toda la impiedad y desperdicios en nuestra vida y nos deja como Dios quiere que seamos. Este bautismo con fuego debería ocurrir cuando somos bautizados primero con el Espíritu Santo. Sin embargo, muchos de nosotros no hemos permitido que Dios haga esta obra de purgar nuestra vida cuando fuimos llenos con el Espíritu. Esto es por lo que tantas vidas siguen sin cambiar y son todavía tan inefectivas cuando deberían ser poderosas y fructíferas después del bautismo con el Espíritu Santo. Necesitamos entregar nuestra vida totalmente a Dios, encontrarnos con El otra vez y dejarle que su Espíritu Santo haga lo que quiera en nuestra vida para limpiarnos y prender fuego en nuestros corazones.
j) Llamas de fuego
Fue en llamas de fuego que el Espíritu Santo apareció en Pentecostés. Esto fue una poderosa oleada de un Dios santo que puso a los discípulos de pie y los envió fuera a un mundo perdido. Vinieron a comprender por sí mismos en ese momento todo lo que había sido revelado en la vida y obra de Jesús, pero que nunca habían comprendido enteramente antes. El Espíritu de verdad, poder y santidad había venido para morar en sus corazones. Les había purgado de su temor e incendiado para Dios (Lucas 12:49). Dios quiere prender ese fuego en el corazón y vida de todos nosotros.
k) Cinco pasos sencillos para encontrar a Dios en esta manera
– Tener sed de Dios (Jeremías 29:13).
– Estar disponible para Dios en toda manera que El quiera en tu vida. No guardar nada. Darle todo de ti.
– Dejar y pedirle a Dios que el Espíritu Santo fluya a través de ti como un fuego, purgándote de todo lo que Dios no quiere en tu vida.
– Permitir que Dios te llene de nuevo o por primera vez con su Espíritu Santo (Lucas 11:13; Juan 7:37-39).
– Permanecer obediente y abierto a Dios. Cuando te has encontrado con Dios en esta manera y has sido lleno con su Espíritu Santo, tienes una responsabilidad como la de los primeros discípulos de Jesús. Has de ser testigo de Dios hasta los confines del mundo. No retrocedas de esto sino sigue hacia adelante en lo que Dios te pida.
l) Conclusión
Está en nosotros el volver hacia Dios y buscarle con todo’ corazón. Lo que Dios hace es empezar a despertarnos dentro de nosotros por el Espíritu Santo. Muy a menudo no lo reconocemos como la mano de Dios, pero Dios no obstante está obrando en nosotros. El hace que tengamos insatisfacción divina en nuestro corazón. Necesitamos reconocer que necesitamos más de Dios, y necesitamos cambiar mas en nosotros mismos para llegar a ser más como Dios. El usará muchas maneras distintas para despertarnos de nuestro contentamiento y suficiencia. Es imposible decir cómo Dios se moverá. Te conoce y conoce el camino para llevarte. Quiere que sigas hacia adelante y hará todo lo que pueda para lograrlo. Dios, sin embargo no nos forzará, necesitamos rendimos a sus dictados.
Muchos cristianos llenos del Espíritu han sido bautizados con fuego por el Espíritu Santo, como mínimo hasta cierta medida. Esta gente sabe que ha sido tocada por el fuego de Dios y sabe que tiene un fuego en su corazón. Sin embargo, para muchos este fuego se ha apagado. Necesitamos permitir que Dios remueva el rescoldo o en algunos casos vuelva a encender el fuego. Luego necesitamos alimentar este fuego y ventilarlo hasta que Dios entonces puede empezar de nuevo a consumir los desperdicios de nuestra vida y refinarnos, para que lleguemos a ser más como Jesús y más capaces de servirle efectivamente.
Otros cristianos no han conocido nunca el fuego de Dios en su vida. Necesitan pedir a Dios que les bautice el Espíritu Santo y con fuego. Necesitan dejar que el Espíritu Santo les refine y limpie y que encienda un para Dios en su vida. Si tenemos un fuerte fuego de Dios en nosotros, entonces encenderemos fuegos para Dios donde sea que vayamos. Jesús era así y también muchos de los primeros discípulos. Necesitamos ser iguales en nuestros días o más. Este fuego de Dios en nosotros no es una cosa destructiva como los incendios forestales o las fogatas que conocemos. Después que el fuego de Dios ha pasado por algún sitio, no deja sólo un montón de cenizas. Dios nos ha creado para ser algo por El. Nos conoció antes de la creación del mundo. Sabía cómo seríamos y ha proyectado un plan para todos nuestros días (Salmo 139:13-16). Cuando su fuego viene sobre nosotros, actúa para purgar y purificarnos como el calor aplicado a un crisol de oro. Lo que sucede es que la inmundicia, la impiedad y todas las cosas en general en nuestra vida que impiden nuestro crecimiento y madurez en Dios, vienen a la superficie y sólo necesitamos entregar estas cosas a Dios y las quitará de nuestra vida. Este proceso tarda tiempo pero finalmente llegamos a ser santos e inocentes, sin mancha o arruga (Efesios 5:27). Llegaremos a ser lo Dios quiere y necesita que seamos.
Este fuego empieza en nuestro espíritu cuando somos bautizados con el Espíritu Santo. Luego necesitamos ventilarlo hasta flamear por la lectura de la Palabra de Dios, la obediencia a Dios y la construcción de una relación con El. Dios usará esa llama para calentar áreas de nuestra alma (mente, emociones y voluntad) que El sabe necesitan purificación. Después que haya refinado esa área, la llama de Dios permanece para mantener esa área pura. Necesitamos alentar esta llama y no apagarla o sofocarla por la vuelta a los viejos hábitos malos, o por la alimentación de cosas impías en nuestra vida otra vez (Gálatas 5:16-26; Colosenses 3:1-10; Filipenses 4:8) Cuando entregamos nuestra vida a Dios, El nos refina progresivamente hasta que seamos enteramente lo que El quiere. Usa las circunstancias, personas, presiones, pruebas y sufrimiento etc. para hacerlo.
Si el fuego de Dios está en nuestra vida, entonces, cuando conocemos a otra gente, algo de ese fuego de Dios tocará la vida de otros. Así es como vivió Jesús durante el período de su ministerio. La gente podía ver la marca de Dios en El y cuando le tocaban o El los tocaba, sabían que habían sido tocados por Dios.
Necesitamos permitir que el fuego del Espíritu Santo de Dios permanezca en nosotros y que nos refine. ¡PÍDASELO A DIOS!
Necesitamos alentarlo y ventilarlo hasta flamear y luego al entrar en contacto con otros, ellos también serán tocados por el fuego de Dios y cambiados a la semejanza de Jesús (1 Tesalonicenses 5:19).
m) Preguntas y puntos de
meditación.
1. ¿Conoces a un Dios santo? Medita en esto.
2. ¿Qué clase de persona deberías ser? (2 Pedro 3:11)
3. ¿Cuál es nuestro llamamiento en Cristo según 2 Timoteo 1:8-10?
4. ¿Puedes decir como lo hizo Pablo en 2 Corintios 1:12, que tu conciencia da testimonio cómo te has portado en el mundo, y en especial en tus relaciones con la comunidad de creyentes, en la santidad y sinceridad que son de Dios? ¿Cómo lo hizo?
5. ¿Por qué tanta gente que ha sido bautizada con el Espíritu Santo parece tener la vida totalmente inefectiva y estéril, lo cual está en completo contraste con Jesús y los primeros discípulos que, por Dios y con El cambiaron al mundo conocido?
6. ¿Cuál es el resultado final de ser bautizado con fuego por el Espíritu Santo?
7. ¿Necesitas ventilar hasta flamear algo en tu vida como necesitaba Timoteo? (2 Timoteo 1:6)
8. ¿Tienes el fuego del Espíritu Santo de Dios en tu vida y lo sabes?
9. ¿El Espíritu Santo tiene libre acceso a toda área de tu vida para que las pueda refinar y hacerlas como Dios necesita que sean?
10. ¿Necesitas un encuentro con Dios similar al de
Isaías? (Isaías 6:1-8).
n) Resumen y aplicación
1. Nuestro Dios es un Dios santo.
2. Tal como es la majestad de Dios, así es Su misericordia.
3. Dios quiere que vivamos una vida santa dedicada a El y quiere que seamos embajadores de El en este mundo de maldad.
4. Dios se ha comprometido a nuestra santidad.
5. Como discípulos de Jesús necesitamos purificar o limpiamos de toda inmundicia (suciedad o impiedad) de la carne (es decir el cuerpo, alma y espíritu, perfeccionando la santidad en el temor del Señor (2 Corintios 7:1).
6. Nuestra santificación tiene lugar porque Dios el Padre mandó a su Hijo Jesús a la tierra y Jesús acabó su obra en la tierra. Jesús entonces pudo pedir al Padre que mandara al Espíritu Santo para capacitar el proceso de santificación (hacemos santos) al venir como fuego en nuestra vida.
7. Nuestro Dios es fuego consumidor (Hebreos 12:29). Será tal Dios para nosotros incluso en la tierra, si se lo permitimos, y empezará a purificamos por el fuego del Espíritu Santo para que lleguemos a ser más como Jesús. Esto redundará en el bien de todos empezando por nosotros mismos y para aquellos que Dios ponga en contacto con nosotros.
8. Necesitamos ser bautizados con fuego por el Espíritu Santo y luego necesitamos ventilar este fuego hasta flamear haciendo lo que Dios pide y entregando toda nuestra vida en Sus manos. Esto nos permitirá ser efectivos y fructíferos para Dios y nos transformará en la novia sin mancha o arruga que Cristo Jesús quiere encontrar cuando vuelva (Apocalipsis 19:7-9; Efesios 5:22-32; Colosenses 1:21-23).
(1 Pedro 1:15)
sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
(1 Pedro 1:16)
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
(Levítico 11:44)
Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas …
(Levítico 11:45)
Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo.
(Efesios 1:4)
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
(1 Tesalonicenses 4:3)
pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;
(1 Tesalonicenses 4:4)
que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor;
(1 Tesalonicenses 4:5)
no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;
(1 Tesalonicenses 4:6)
que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado.
(1 Tesalonicenses 4:7)
Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.
(1 Tesalonicenses 4:8)
Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.
(Hebreos 12:9)
Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
(Hebreos 12:10)
Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
(2 Tesalonicenses 2:13)
Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,
(Mateo 3:11)
Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
(2 Corintios 3:18)
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
(Efesios 1:13)
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
(Juan 14:15)
Si me amáis, guardad mis mandamientos.
(Juan 14:16)
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
(Juan 14:17)
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
(Efesios 5:18)
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
(Éxodo 3:5)
Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
(Levítico 20:26)
Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.
(Isaías 6:3)
Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
(1 Pedro 1:16)
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
(Apocalipsis 4:8)
Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
(Éxodo 24:16)
Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube.
(Éxodo 24:17)
Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel.
(Juan 1:14)
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
(Efesios 1:4)
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
(1 Pedro 1:15)
sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
(1 Pedro 1:16)
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
(Romanos 8:15)
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
(Hebreos 12:10)
Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
(1 Pedro 2:9)
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
(Colosenses 1:22)
en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;
(1 Juan 2:6)
El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.
(Deuteronomio 26:16)
Jehová tu Dios te manda hoy que cumplas estos estatutos y decretos; cuida, pues, de ponerlos por obra con todo tu corazón y con toda tu alma.
(Deuteronomio 26:17)
Has declarado solemnemente hoy que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz.
(Deuteronomio 26:18)
Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos;
(Deuteronomio 26:19)
a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho.
(Efesios 4:24)
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
(Hebreos 12:14)
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
(Apocalipsis 21:27)
No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
(Hechos 26:18)
para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
(1 Corintios 6:11)
Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
(Efesios 4:13)
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
(Efesios 4:15)
sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
(2 Corintios 3:18)
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
(Efesios 5:1)
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
(1 Juan 3:2)
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
(1 Tesalonicenses 5:23)
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
(1 Tesalonicenses 5:24)
Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.
(Juan 17:17)
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
(1 Corintios 1:30)
Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
(Efesios 5:26)
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
(2 Tesalonicenses 2:13)
Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,
(Romanos 15:16)
para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.
(1 Corintios 6:11)
Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
(1 Pedro 1:2)
elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
(1 Corintios 1:2)
a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
(Juan 17:19)
Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
(Hebreos 13:12)
Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
(Hechos 26:18)
para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
(1 Tesalonicenses 3:13)
para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.
(Hebreos 10:10)
En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
(Juan 17:17)
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
(Romanos 6:19)
Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
(Romanos 6:20)
Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
(Romanos 6:21)
¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.
(Romanos 6:22)
Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
(Mateo 3:11)
Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
(Mateo 3:12)
Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
(Hebreos 12:14)
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
(Hebreos 12:10)
Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
(2 Corintios 3:18)
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
(Isaías 6:1)
En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.
(Isaías 6:2)
Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.
(Isaías 6:3)
Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
(Isaías 6:4)
Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.
(Isaías 6:5)
Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
(Isaías 6:6)
Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas;
(Isaías 6:7)
y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.
(Isaías 6:8)
Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
(Hebreos 12:29)
porque nuestro Dios es fuego consumidor.
(Romanos 3:11)
No hay quien entienda,
No hay quien busque a Dios.
(Lucas 12:49)
Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?
(Jeremías 29:13)
y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
(Lucas 11:13)
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
(Juan 7:37)
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
(Juan 7:38)
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
(Juan 7:39)
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
(Salmos 139:13)
Porque tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
(Salmos 139:14)
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;
Estoy maravillado,
Y mi alma lo sabe muy bien.
(Salmos 139:15)
No fue encubierto de ti mi cuerpo,
Bien que en oculto fui formado,
Y entretejido en lo más profundo de la tierra.
(Salmos 139:16)
Mi embrión vieron tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.
(Efesios 5:27)
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
(Gálatas 5:16)
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
(Gálatas 5:22)
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
(Gálatas 5:23)
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
(Gálatas 5:24)
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
(Gálatas 5:25)
Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
(Colosenses 3:1)
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
(Colosenses 3:2)
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
(Colosenses 3:3)
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
(Colosenses 3:4)
Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
(Colosenses 3:5)
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
(Colosenses 3:6)
cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
(Colosenses 3:7)
en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
(Colosenses 3:8)
Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.
(Colosenses 3:9)
No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,
(Colosenses 3:10)
y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,
(Filipenses 4:8)
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
(1 Tesalonicenses 5:19)
No apaguéis al Espíritu.
(2 Pedro 3:11)
Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,
(2 Timoteo 1:8)
Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios,
(2 Timoteo 1:9)
quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,
(2 Timoteo 1:10)
pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio,
(2 Corintios 1:12)
Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.
(2 Timoteo 1:6)
Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
(2 Corintios 7:1)
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
(Apocalipsis 19:7)
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.
(Apocalipsis 19:8)
Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
(Apocalipsis 19:9)
Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
(Efesios 5:25)
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
(Efesios 5:26)
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
(Efesios 5:27)
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
(Efesios 5:32)
Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
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