a) Escrituras clave

2 Corintios 9:6-15
Lucas 12:42-48
Lucas 19:11-27
Juan 12:24
Hechos 20:35
Mateo 25:14-46
1 Corintios 4:1-2
Hechos 4:32-35


b) ¿Qué es administración?
Un administrador es una persona a la cual es confiada la propiedad de otra persona. Como discípulos de Jesús es importante recordar que todo lo que tenemos viene de Dios (Hechos 17:25). Dios es el dueño y nos ha nombrado para ser sus administradores (Mateo 25:14). Necesitamos, entonces, ser los administradores de Dios en todo. Esto es tanto un privilegio como una responsabilidad, porque Dios nos hará responsables de cómo hemos manejado lo que nos ha confiado (Romanos 14:12; 1 Corintios 4:2). Se espera que un buen administrador sea fiel y dedicado a su amo (Lucas 16:12) y que maneje bien la propiedad de su Señor. Esto significa que un administrador siempre debe actuar en los intereses del dueño (Mateo 25:14-30).
c) Cinco áreas de administración
1. Nuestras finanzas
(I)Los propósitos de Dios con relación a las finanzas
Para demostrar Su poder y confirmar Su amor y cuidado por nosotros (Mateo 6:32-34)
– Para bendecir a Sus hijos.
– Para unir a los cristianos en comunión afectuosa más profunda (2 Corintios 18:14-15).
– Para confirmar la dirección y guía de Dios, o negando o haciendo disponibles las finanzas.
– Para involucrarnos en la vida cristiana plena. No podemos vivir la vida cristiana eficazmente hasta que reconozcamos la relación única entre dar y recibir (Lucas 6:38; 2 Corintios 9:6).
(II)¿Por qué deberíamos dar?
Porque la Biblia lo enseña (Malaquías 3:7-12).
– Porque Cristo lo mandó (Lucas 6:38).
– Porque amamos a Dios y el dar es una manera de demostrar nuestro amor por El (1 Corintios 13:4).
– Porque es más bendecido el dar que el recibir, según Jesús (Hechos 20:35).
– Porque nuestro corazón y nuestro afecto estarán donde están nuestros tesoros (Mateo 6:19-21).
– Porque cualquier inversión será eterna (1 Timoteo 6:17-19).
– Porque Cristo se dio en sacrificio por nosotros (2 Corintios 8:9).
– Porque dar es una gracia divina (2 Corintios 8:1-15).
– Porque dando es como se libera el dar de Dios. (Proverbios 11:24-25; 19:17).
– Porque todo lo que tenemos lo ganamos por medio de la salud y fuerza que Dios nos ha dado (Deuteronomio 8:17-18).
– Porque Dios quiere sembrar nuestro dinero como semilla en Su obra, como aventura de fe, para que le veamos producir un aumento (2 Corintios 9:6-13).
– Porque queremos dar libremente en proporción a la bendición que Dios nos ha dado (Deuteronomio 16:10).
«Existen tres clases de dadores: el pedernal, la esponja y el panal. Para obtener algo del pedernal, debes darle un martillazo; para obtener agua de la esponja debes estrujarla; pero el panal sólo rebosa de su dulzura. Algunas personas son tan duras como el pedernal; otras, como la esponja, se rinden a la presión; mientras otras dan sin que se lo pidan».
(James Duff)

Hemos de dar a Dios:
– De buena voluntad (1 Crónicas 29:3,5,9).
– Sacrificatoriamente (Lucas 21:1-4).
– Con gozo (2 Corintios 9:7).
– En obediencia (2 Corintios 9:13).
– Libremente y con alegría (2 Corintios 9:7).
– Proporcionadamente y con regularidad (1 Corintios 16:2).
– Generosamente (2 Corintios 8:2).
(III) Diezmar
Diezmar es dar a Dios una décima parte de lo que recibimos. No es un donativo, sino meramente el reconocimiento de Su posesión de nuestra vida. El diezmo pertenece al Señor y nos ha dado la administración del 90% de ello. Sin embargo, todavía existe una porción del 10% que permanece Suya (Mateo 22:21). El Nuevo Testamento expone el dar no sólo en términos del 10% de nuestros ingresos, porque se acepta que esto pertenece a Dios, nuestro dar debería ser a la luz del ejemplo de Jesús que era sacrificatorio: ¡Eso cuesta!
Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá. (Lucas 12:48)
Los diezmos preceden la ley. Fueron dados primero por Abraham, el Padre de nuestra fe, a Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo (Génesis 14:18-20). Para el discípulo de Jesús, los diezmos son una manera directa de reconocer el ministerio sacerdotal del Señor Jesús (quien es sacerdote según el orden de Melquisedec -Hebreos 7:1-28). El no diezmar es robar a Dios y privarnos de una gran bendición de Dios (Malaquías 3:8-12; Proverbios 3:9-10).
En el Antiguo Testamento, los diezmos mantenían a los levitas, las tribus sin tierra, que servían en la adoración y ministerio a Dios. Hoy día los diezmos básicamente son para el mantenimiento de aquellos dedicados exclusivamente al ministerio (Números 18:21-24), para la administración de la iglesia, y debería ser dado según dirige el Señor.
En adición a nuestros donativos regulares comprometidos (tales como los diezmos), tenemos la oportuni­dad y privilegio de hacer una ofrenda de libre voluntad al Señor (2 Corintios 8:1-15). Esto puede ser para proyectos especiales, donativos de amor especiales a los ministerios, o necesidades especiales del cuerpo de Cristo (viudas, huérfanos, etcétera) o en el más amplio mundo (hambre, etcétera).
Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado. (1 Corintios 16:2)

Pero recuerda:
El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosa­mente también segará. (2 de Corintios 9:6)


2. Nuestro tiempo
El tiempo es valioso, porque no hay mucho y no se puede repetir. Necesitamos usar nuestro tiempo para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). Entonces, necesitamos poner metas para nuestro tiempo como Dios nos dirija, y aspirar hacia su cumplimiento en el poder de Dios.
3. Nuestro cuerpo
Necesitamos ofrecer nuestro cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, porque esto es nuestra adoración espiritual (Romanos 12:1). Somos templos del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16; 1 Corintios 6:19-20), por lo tanto no deberíamos entregar nuestro cuerpo al pecado, sino que deberíamos darlo totalmente a Dios para que lo use como desee (Romanos 6:13). Dios también quiere que vivamos en una manera que mantenga nuestro cuerpo sano (Marcos 6:31). Esto significa que no deberíamos permitir que nuestra salud sea dañada por cosas como el preocuparse, la gula y el fumar. ¡No debemos tampoco, sin embargo, hacer que el ejercicio físico sea nuestro ídolo! (1 Timoteo 4:8).

4. Nuestras posesiones
Dios nos ha dado todo lo que tenemos, por lo tanto deberíamos vivir usando todas nuestras riquezas y posesiones mundanas para traerle gloria a El y la extensión de Su Reino. Jesús nos anima a usar nuestra riqueza mundana para hacer amigos para nosotros y para Dios (Lucas 16:1-13). Nuestra casa, en particular, debería ser un lugar usado por Dios, donde se ofrece la hospitalidad y se da ayuda.
5. Nuestros dones naturales y espirituales
Nuestros dones nos son dados por Dios para que le sirvamos a El, al cuerpo de Cristo y a otros fructíferamente. Necesitamos ser buenos administradores de nuestros dones espirituales y nuestros talentos naturales, usándolos como Dios nos dirija para traer gloria a Dios y extensión a su Reino.
d) Sembrar y cosechar
Jesús dijo:
Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida, y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
(Lucas 6:38)
Este versículo viene en el contexto del perdón, pero el principio es universal en el Reino de Dios. La fe no sólo se trata de recibir de Dios. Es verdad que el Nuevo Testamento está lleno de las promesas de Dios que nos animan a creer que nos dará todo lo que necesitemos para llevar a cabo su voluntad. Jesús habló muchas veces sobre el poder pedir al Padre, para que pudiésemos recibir las cosas buenas que El tiene para nosotros (Lucas 11:9-13). Somos animados a venir y pedir al Padre aquellas cosas que necesitamos. El es un buen Padre que sabe dar buenos regalos a sus hijos, PERO eso no es todo de lo que se trata: Dios está interesado en nuestros motivos. No es sólo una cuestión de pedir al Padre para que podamos ser inmoderados o sólo cumplir nuestros propios deseos (Santiago 4:2-3).
1. Sembrar para Dios
La fe opera en el principio de Dios de sembrar y segar.
Pero esto digo: el que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente también segará.
(2 Corintios 9:6)
Dios no sólo mira la cantidad de dinero, o cualquier otra cosa que demos. El mira el corazón con que lo damos (Marcos 12:41-44).
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. (2 Corintios 9:7) Si siembras para Dios, segarás para Dios. Es el propósito de Dios bendecir a aquellos que siembran para El.

2. Los principios de creación y nueva creación
Dios ha construido este principio en el orden natural de las cosas. Ningún granjero en sus plenas facultades se sentaría y miraría la semilla en su granero. No le sería de ningún provecho sentarse y relamerse contemplando lo poco que tiene. Lo que debe hacer es sacar su arado y remover la tierra barbecha. Luego debe sembrar su semilla en temporada. Después que haya sembrado su semilla puede alegrarse de antemano de una siega rica. Así es como Dios ha trabajado siempre. Es el mismo principio de la cruz del Calvario. Jesús sabía esto cuando dijo:
Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. (Juan 12:23-24)
3. Las tablas de multiplicación de Dios
Los hombres de fe siembran para Dios. Si Dios dice que siembran dinero, tiempo, energía, o incluso la vida misma, hacen exactamente esto. Creen la promesa del Padre de que les devolverá cien veces lo que dan (Mateo 19:29). Esto, sin embargo, no es su motivación. Su preocupación es por el Reino. Quieren ser ricos para el Reino.
Mas, buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33)
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia.. (2 Pedro 1:3)

4. Ningún desperdicio con Dios
Jim Elliot, misionero en Ecuador que fue martirizado por su fe, escribió:
«El que da lo que no puede guardar, para ganar lo que no puede perder no es ningún necio».
Dios nunca desperdicia su semilla y promete la mejor restitución posible en todo lo sembrado para El. Jesús dijo:
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. (Mateo 16:25)

5. Aplicarlo a la vida
Satanás está robando los recursos del cielo. Por el autointerés, pena de uno mismo y avaricia, ha paralizado a los santos de Dios. La iglesia debería ser la mayor fábrica de fuerza motriz en la tierra para liberar los recursos de fe. En vez de ello ha escogido seguir el camino del mundo con sus fondos de inversión y actitudes financieras mundanas. Y con razón, Dios no la puede bendecir, porque sólo puede bendecir a aquellos que caminan en el camino de la fe.
Dios muchas veces devuelve la bendición en maneras que son muy distintas de la semilla sembrada, pero nunca queda corto. Jesús dijo que es más bendecido dar que recibir (Hechos 2:35). De hecho, deberíamos recibir para poder dar de nuevo.
Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por
medio de nosotros acción de gracias a Dios.
(2 Corintios 9:10-11)
e) Preguntas y puntos de reflexión
1. Cuando tienes una necesidad, ¿miras a la gente en la tierra para proveer para ti, o miras a tu fuente de provisión eterna en el cielo? ¿A quién se lo dices cuando tienes una necesidad?
2. ¿Responde siempre Dios a nuestro dar? (Lucas 6:38; 2 Corintios 9:6).
3. «¿Cómo puedo yo devolver al Señor por toda Su bondad hacia mí?» (Salmo 116:12). Discútelo.
4. Cuando somos acomodados o ricos, ¿qué deberíamos hacer como discípulos de Jesús? (1 Timoteo 6:17-19). 5. ¿Qué peligros contiene la riqueza? (Mateo 6:21, 24; Marcos 4:19).
6. Cuando somos pobres, ¿cuál es nuestra esperanza? (Santiago 2:5).
7. ¿Cuál debería ser nuestra actitud, sean las que sean nuestras circunstancias? (Filipenses 4:11-13).
8. ¿Cuáles son algunas de las recompensas por la buena administración? (Lucas 16:10-12; Mateo 25:20-23, 31-40).
9. Lee Mateo 13:1-23 y discute el pasaje a la luz de los principios de sembrar y segar.
10. ¡Discute maneras en las que has sembrado semillas para Dios y maneras en las que has segado una cosecha!
f) Resumen y aplicación
1. Como discípulos de Jesús, nos es confiada la propiedad de Dios como sus administradores.
2. Necesitamos ser buenos administradores con nuestras finanzas, tiempo, cuerpo, posesiones y dones.
3. Como discípulos de Jesús, deberíamos diezmar y dar ofrendas en exceso de nuestro diezmo, a Dios. De todas formas todo lo que tenemos pertenece al Señor.
4. Si Jesús es en verdad nuestro Señor, deberíamos vivir una vida en obediencia a El. Esto significa que demos, cuando nos lo diga, la cantidad que nos diga que demos. Podemos dar con gozo, sabiendo que cuando caminamos en obediencia a Nuestro Señor y Salvador, El suplirá todo lo que necesitamos según Sus riquezas en gloria (Filipenses 4:19). No sólo eso, más se deleita en darnos los deseos de nuestro corazón (Salmo 37:3-4).
5. ¡No podemos dar más que Dios! Dios quiere que Sus hijos prosperen en toda manera, incluso financieramente, pero para segar debemos sembrar. Sembrar dinero, o cualquier otra cosa, en la obra del Señor es una aventura de fe que segará una recompensa proporcionada. 5. ¡No podemos dar más que Dios! Dios quiere que Sus hijos prosperen en toda manera, incluso financieramente, pero para segar debemos sembrar. Sembrar dinero, o cualquier otra cosa, en la obra del Señor es una aventura de fe que segará una recompensa proporcionada.

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