Yo, (como la gran mayoría de las personas de las personas en América del Sur, central y parte de América del norte) nací en la religión católica.

Yo creía en los milagros, oraba a Dios y a Jesús y pasaban cosas milagrosas y recibía respuestas contundentes de parte de Dios, pero no sabía sobre la salvación de mi alma, ni tenía la seguridad de ir al cielo cuando muriera.

Pero en una pequeña Iglesia Evangélica de la ciudad de San Isidro (donde yo vivía) a la cual comenzaron asistir mis padres, recibí el mayor de los milagros que fue la salvación de mi alma.

Me explicaron allí como me amaba Dios y que me amaba tanto que había enviado a su Hijo Jesucristo para pagar en la cruz mi deuda de pecado con Dios. Si bien sabía perfectamente la historia de todo esto, no sabía que en la cruz PAGÓ Jesús mi deuda con Dios y que el murió en mi lugar.

Juan 3:16; Romanos 5:8; 1 Timoteo 1:15.

Me dijeron que debía arrepentirme y convertirme a Dios, Hechos 3:19.

Me dijeron que debía arrepentirme de TODOS mis pecados (pero de verdad).

Me dijeron que debía creer en lo que hizo Jesús por nosotros. 1 Corintios 15:3; 1 Pedro 2:24; Hebreos 10:12, 14, 17, 22. Hebreos 9:28; 1 Pedro 3:18.

Me explicaron que debía recibir a Jesús como mi salvador y mi Rey y permitirle entrar en mí y recibir su Espíritu Santo.

No importa de que religión sea o este afiliado o lo que creían mis parientes o eran ellos (la salvación es personal y cada uno deberá dar cuenta a Dios de si mismo).

Juan 1:12; Apocalipsis 2:20.

Entonces tomé la decisión de recibir a Jesús, permitirle que entrara en mi corazón y tomara el control de mi vida y al hacerlo sentí por primera vez en mi vida, una verdadera paz, que mis pecados habían sido borrados totalmente. Hebreos 10: 17; Romanos 5:1; 8:1, Hechos 3:19, que era un hijo de Dios 1 Juan 3:1-2; y que tenía vida eterna 1 Juan 5:11-13; y también que comenzaba a ser transformado por la acción del Espíritu Santo en mí.

1 Corintios 6: 17, 19-20; 6:11.

Luego comencé a leer la Biblia con entusiasmo y la comprendía de una manera asombrosa para mí.

Allí pude entender como Jesús vive hoy en cada cristiano verdadero y que yo solo había sido un cristiano de nombre, (aunque sincero) hasta ese momento, pero ahora había nacido de nuevo del Espíritu Santo y era verdaderamente un hijo de Dios. (Leer Juan capítulo 3:1-17).

Entendí que Jesucristo estaba realmente vivo y que participa en nuestra vida de una manera muy real.

Entendí que HOY Jesús hace milagros como lo hizo cuando estaba en la tierra y leía les señales que seguirían a los que creen en El (nosotros) Marcos 16:17-20.

Leía sobre las expulsiones de demonios de los hombres, Marcos 1:21-28, 32-34; Marcos 9:14-29, de la realidad de un mundo espiritual (Efesios 6:12) y de los ángeles de Dios (Hechos 8:26; Hebreos 1:14). Y de la autoridad que Jesús nos dio a nosotros sobre ellos: Mateo 10:7-8; Lucas 10:19; 8:2 (entre otros muchos pasajes da las sagradas escrituras).

Al comentar estas cosas en mi iglesia me decían que solo eran problemas síquicos que tenían las personas y que los milagros fueron para el pasado y para el futuro. Pero yo creía (y creo) que Dios es el mismo de siempre.

Leía en la Biblia sobre los dones del Espíritu Santo (1 Corintios capítulos 12 y 14) y que Jesucristo daría poder a todos sus seguidores Hechos 1:8; 2:4.

Seguía preguntando estas cosas en la iglesia que iba y se reían de mí.

Un día propuse orar por los enfermos y se enojaron conmigo.

Yo leía Mateo 7:7-11 y creía que si uno pide algo a Dios, El lo va a conceder y que Dios es ahora el mismo al de la época de la Biblia.

Comencé entonces a orar y clamar a Dios que me diese luz sobre estos temas y un día vinieron a nuestra iglesia un grupo de hermanos (en Cristo) pentecostales y yo veía la gloria de Dios en sus rostros y cuando oró uno de ellos públicamente a pedido de mi pastor, me di cuenta que yo no podía orar así (ni ninguno de mi iglesia), solo podía hacer oraciones formales y comunes, entonces me di cuenta también que ellos tenían algo que yo no tenía aún.

Al terminar la reunión le pregunté a un joven de ese grupo, si existía algo más, como un llenamiento del Espíritu Santo, el hablar en lenguas etc, y me dijo que sí y que el mismo había experimentado y experimentaba todo eso.

(Hechos 2:4), eso me bastó para creer y le pedí la dirección de su iglesia que quedaba en la cuidad de Buenos Aires (Argentina) (Yo vivía en San Isidro) localidad cercana, donde también estaba la iglesia donde yo asistía.

Un día de semana decidí ir a esa iglesia en Buenos Aires y me encontré que era solo un garaje con un salón muy grande atrás y estaba cerrada, en ese momento justamente, se abre la puerta y salió un hombre hablando con la portera y el hombre se fue, sentí en mi mente la voz de Dios que me decía que lo siguiera y debía hablar con él, pero me detuve un poco hablando con la mujer y luego salí a buscar al hombre que justo se había detenido a hablar con unas personas, esperé un poco y luego le pregunté sobre todas mis inquietudes y sobre el Bautismo en el Espíritu Santo buscando solo información, pero él me dijo ¡TENÉS QUE RECIBIRLO!, yo no esperaba esa respuesta pensando que eso era solo para “ciertos elegidos” y el me citó para otro día para orar por mí con imposición de manos para que sea lleno del Espíritu Santo (Como Ananías hizo con Pablo y hacían Pedro y Juan y Pablo mismo y otros miles hoy en este tiempo) cosa que yo ignoraba. Hechos 9:17; 1 Corintios 14:18; Hechos 8:15-17; Hechos 19:6.

Fui a las dos de la tarde ese día señalado y el hombre no vino, pero me quedé una hora y media esperándolo frente a la puerta cerrada de la iglesia y por fin llegó, se disculpó por la demora y fuimos adentro a orar, nos pusimos de rodillas, el impuso sus manos sobre mi cabeza mientras oraba por mí y sentí como un calor que me quemaba suavemente, el hombre oraba por mi y hablaba en lenguas, (dándome cuenta yo que ese era el don del espíritu santo que había leído en la Biblia). Entonces a dos metros de mí supe que estaba parado Jesucristo (no siempre pasa eso) y me comenzó a hablar por medio de la boca del hombre (que era uno de los diáconos de la iglesia) y me llamó por mi nombre y me dijo que yo había recibido lo que había venido a buscar y luego fue como si se esfumara.

No me caí al suelo (estaba de rodillas) ni me pasó ninguna otra cosa, solo tenía una tremenda paz y una gran satisfacción inundó mi alma. El diácono me miraba como esperando que hablara en lenguas y me preguntó como me sentía y yo le dije que bien y nos despedimos. Cuando llegué a mi casa desde Buenos Aires a San Isidro me arrodillé en mi cuarto y suavemente comencé a orar y a hablar en lenguas, es decir decía las palabras que a mi me daba el Espíritu Santo en mí, en ese momento supe que había recibido el Bautismo en el Espíritu Santo o el primer llenamiento del Espíritu Santo.

A partir de ese momento fue como entrar en lo sobrenatural, tuve visiones de Dios, de ángeles (no siempre pasa de esa misma manera con todas las personas), comencé a expulsar demonios de las personas (en las ocasiones en que se daba hacer eso y Dios me guiaba a hacerlo). Hablaba en lenguas en mis oraciones, profecías venían a mí para la iglesia y para personas, tenía sueños proféticos y comencé a orar por los enfermos y muchos milagros se hicieron (en el tiempo y momento de Dios, con la guía del Espíritu Santo). Las evidencias internas y externas que escribo más adelante comenzaron a manifestarse y continúan hasta hoy.

Comencé también a orar por otros con imposición de manos y eran llenos del Espíritu Santo como yo había sido lleno.

Recibí más fe, más discernimiento de espíritus, más iluminación en las escrituras, más amor por las personas y sobre todo por los perdidos, recibí más deseos de orar y la oración se transformó en un placer para mí y no era algo aburrido o que me costara hacer.

Supe que había recibido el poder del Espíritu Santo y estaba lleno de El y esto continúa hasta hoy (más o menos 38 años después).

Hoy con muchísima más experiencia y conocimiento de esta gran verdad, y habiendo orado para que muchas personas reciban esta misma experiencia (a veces a muchas personas juntas) recomiendo a todos los cristianos que sean llenos del Espíritu Santo (como prioridad) y serán mucho más efectivos en su servicio a N.S.Jesucristo y a los demás.

Predicador Cristiano Gustavo Isbert Perlender

Para mayor información ver en www.elcieloesunlugar.com.ar las enseñanzas siguientes en el Blog: Bases del cristianismo: Introducción a la lección 18 y lección 18, además de las lecciones 61, 62, 66 y los dones del Espíritu Santo en la lección 88.

Y en la carpeta celeste sobre el Espíritu Santo, en la sección alimenta tu fe y descarga de libros.

Dios te bendiga mucho, te comparto mi testimonio para que sepas que tú puedes también recibir lo mismo y cada cristiano verdadero.

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