Lección 56. Fe para Salvación

a) Escrituras clave
Juan 3:16
Romanos 10:9-13
Lucas 13:23-25
Romanos 3:21-28                     
b) Introducción
La segunda condición principal para entrar en el Reino de los cielos es la fe salvadora. Para ser salvos y empezar a seguir al Señor Jesucristo como sus discípulos, debemos creer. Debemos creer que somos pecadores y que Jesús derramó su sangre y murió por nuestros pecados. Debemos arrepentirnos de nuestros pecados y pedir a Dios que nos perdone por ello. Luego debemos entregar nuestra vida a Jesús y hacerle nuestro Señor y Salvador (Marcos 1:15; Hechos 20:21; Juan 1:12).
c) ¿Qué es la fe salvadora?
– Es la fe que lleva a la salvación e implica varios aspectos:
– Someter tu vida a Dios (Salmo 37:5). – Creer en Jesús (Juan 3:15).
– Hacerte obediente en el corazón (Romanos 6:17).
– Creer con el corazón (Romanos 10:9-10).
– Creer que la Biblia es la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16-17).
– Poner tu confianza en Dios (Hebreos 2:13).
– Invitar a Jesús en tu vida (Apocalipsis 3:20).
d) La ilustración del puente




e) Lo que significa nacer de nuevo
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
(2 Corintios 5:17)
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5:23)
La Biblia deja muy claro que somos más que sólo cuerpo y alma. El cuerpo es, por supuesto, la parte física de nosotros. Nuestra alma se compone de nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones.
«Nuestra emoción expresa cómo nos sentimos, nuestra mente nos dice lo que pensamos y nuestra voluntad comunica lo que queremos».

«Hasta que el hombre nazca del Espíritu, su alma gobernará su vida. Está acostumbrado a valorar situaciones con su mente, y llegar a sus propias conclusiones. Presta considerable atención a sus propias emociones, y a menudo permite que le rijan. Toma sus propias decisiones, basadas en el razonamiento de su mente, o como resultado de los deseos emocionales que tenga, o una combinación de los dos». (Colin Urquhart: En Cristo Jesús).
Entonces antes de nacer de nuevo vivimos como gente de «dos partes» en la esfera de nuestro cuerpo y alma (ser interior). Nuestro espíritu humano está en realidad muerto, es decir, es inactivo e incapaz de afectar nuestras acciones, decisiones y deseos (ver Efesios 2:1-2).
El «nacer de nuevo» significa que recibimos vida en esta área profunda de nuestra personalidad que se ha muerto por el pecado. Cuando somos hechos vivos por el Espíritu de Dios podemos empezar a vivir como gente de «tres partes», es decir, ¡podemos saber lo que realmente significa estar vivos en cuerpo, alma y espíritu! (ver Gálatas 5:16-25; Romanos 8:19; Juan 3:3-8).
Jesús dice que no podemos ver el Reino de Dios hasta que nazcamos de nuevo. Ver el Reino significa experimentar la realidad de Dios, conocer el amor y el perdón de Dios y poder vivir en el Poder de Dios como El vive en nosotros por el Espíritu Santo.
f) fe es un don de Dios
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe: y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
(Efesios 2:8-9)
No nacemos con la habilidad de poner nuestra fe en Dios. Esta fe es un don del Espíritu Santo, que es el que obra en nuestra vida para que en primer lugar nos volvamos a Dios. Cuando respondemos y escuchamos a Dios, nuestra vida está abierta para recibir este gran don de fe, el cual nos habilita para poner nuestra confianza en Dios y recibir a Jesús como nuestro Señor y Salvador.
g) Certeza de nuestra salvación
No nos debemos apoyar nunca en los sentimientos sino en los hechos:
– Lo que la Palabra de Dios nos dice (Juan 5:24; Hebreos 13:5; Juan 6:37; Romanos 8:38-39; Tito 1:2; Juan 10:28-29).
– El testimonio del Espíritu Santo en nosotros (Romanos 8:14-16; 1 Juan 3:24).
h) La oración del pecador
Haz esta oración o una similar si quieres que tus pecados sean perdonados y quieres convertirte en hijo de Dios discípulo de Jesús.
«Señor Dios, reconozco que soy pecador. Creo que Jesús murió por mi pecado. Tomó el castigo que yo debo  por mi pecado llevándolo en sí mismo en la cruz. Me arrepiento y me vuelvo de mis pecados y pido el perdón de Dios. Entrego mi vida a Jesús y le hago mi Señor y Salvador. Obedeceré sus mandamientos y viviré mi vida para su buen placer. Sé que ahora soy hijo de Dios y mis pecados son perdonados porque han sido limpiad por la sangre de Jesús. Alabado sea Dios. Amén».
Si has hecho esta oración, lee otra vez las Escrituras acerca de la certeza de nuestra salvación y dile a alguien q acabas de convertirte en cristiano. Necesitas confesar con la boca lo que acabas de hacer (Romanos 10:9-10 Necesitamos a otros que nos ayuden a crecer como discípulos nuevos de Jesús. Nadie puede ser una isla para mismo. Recuerda, la salvación es algo gozoso. Acabas de cambiar tu destino para la eternidad (Hechos 16: Hechos 8: 39).
i) Preguntas y puntos de discusión
1. ¿Qué dirías a alguien que te preguntase: «¿Cómo llegar a ser cristiano?» (Usa palabras sencillas para que pueda entender.)
2. ¿Cómo le asegurarías que ahora él es cristiano?
3. ¿Qué sucede en el momento en que aceptas a Jesucristo como tu Señor y Salvador?
4. ¿Por qué es importante creer que la Biblia es la Palabra de Dios, en términos de fe salvadora? 5. ¿Por qué la mayoría de la gente no reconoce que necesita ser salva? (2 Corintios 4:4). 6. Contrasta el resultado de seguir el camino de Dios con seguir el camino del hombre. 7. ¿Es la salvación el fin del camino o el principio?
j) Resumen y aplicación
1. Para ser salvo y ser discípulo de Jesús debes confesar tu pecaminosidad, arrepentirte de ello y pedir a Dios q te perdone por todo lo que hayas hecho que sea pecaminoso. Luego debes entregar tu vida a Jesús y pedir que sea tu Señor y Salvador.
2. Cuando somos salvos recibimos el Espíritu Santo como depósito, garantía de nuestra salvación, y nuestra espíritu llega a tener vida (Efesios 1:13-14).
3. Cuando estamos en Cristo Jesús tenemos a nuestra disposición vida en abundancia (Juan 10:10).

Lección 51. ¿Qué es un discípulo?


a) Escrituras clave
Mateo 28:18-20;  
Marcos 4:33-34
Lucas 6:40;  
2 Timoteo 2:2
1 Pedro 2:20-21; 
Juan 8:31-32
1 Juan 2:6;  
Colosenses 3:17
b) Definición
La palabra discípulo en griego es «mathetes» que significa «uno que aprende instrucción de otro». Se usaba en el mundo secular griego para el aprendizaje de un artesano. Un discípulo no era solamente un alumno sino un adherido, por eso se hablaba de ellos como imitadores de sus maestros.
Todo cristiano es llamado a ser discípulo de Jesús y esto significa que seguirá a Jesús y pondrá las declaraciones de Jesús primero en su vida, no importa lo que le cueste a sí mismo. De modo que un discípulo cristiano es una persona que está determinada a seguir a Jesucristo, con el deseo de aprender de El y vivir según su ejemplo.
Diccionario:  Adherido: estar unido. Pegarse  una cosa a otra.  Convenir en un dictamen, opinión o partido y abrazarlo. Adhesión: Fuerza de atracción entre las moléculas de diversos cuerpos puestos en contacto. Idóneo: Que tiene buena disposición o suficiencia para una cosa.
c) Cinco principios básicos
1. Un discípulo es una persona que vive continuamente según la Palabra de Jesús. No son personas que siguen sólo ocasionalmente las palabras del Maestro, sino personas que se comprometen a llevar hasta el fin sus enseñanzas de una manera disciplinada y confiada. Jesús es nuestro Maestro. El nos hablará palabras vivas diariamente a través del Espíritu Santo. Lo que necesitamos hacer nosotros es vivir en nuestra vida diaria los mandamientos, enseñanzas y ejemplos que ya nos ha dado. El pensamiento principal detrás del discipulado no es uno de inspiración sino de instrucción. Debemos poner en práctica lo que nos ha sido revelado hacer por la Palabra de Dios. Necesitamos los fundamentos estables de la obediencia a la Palabra de Dios como la base de nuestro discipulado, si no estaremos a merced de toda noción o sentimiento subjetivo que venga.

2. Un discípulo es una persona qué confía su vida completamente al Señor. Esta confianza debería ser total, mas no es sólo un compromiso con cualquiera, sino con un Maestro amoroso que no tiene interés en sí mismo, sino que se preocupa por nuestro bienestar y crecimiento total en Dios. Jesús tiene el derecho de exigir este cometido porque entregó su vida por nosotros. Jesús está totalmente comprometido con nosotros y quiere el mismo compromiso como respuesta. Quiere que confiemos en El a cada paso, mientras El lleva nuestra vida y la moldea según su voluntad (Mateo 6:24; Juan 10:1-18)

3. Un discípulo es uno que vive una relación fructífera con Jesús (Juan 15:4-5).  «Nuestra unión con Cristo hace posible una vida a través de la cual otros pueden ser salvos. Cuando un árbol está tan lleno de savia que ya no la puede aguantar, ¡el resultado es el fruto! Cuando un cristiano está lleno de Cristo, otros lo ven y oyen sobre El y su ejemplo llevará entonces a que otros sean renacidos espiritualmente en el Reino de Dios. Así los nuevos creyentes son uno de los frutos del discipulado». Sin esta clase de productividad en nuestra vida, el Reino de Dios no se expandirá y el cuerpo de Cristo no crecerá.

4. Un discípulo es uno que está comprometido con un amor incondicional y de sacrificio por otros (Juan 13:34-35). Este no es ningún amor humano ordinario sino el amor que Dios ha demostrado hacia nosotros. Es un amor desinteresado que no busca ganancia para estimular su acción. La palabra griega para este amor es «ágape» que significa «amor desinteresado», donde Dios y los demás son más importantes para nosotros que nuestros propios deseos egoístas.

5. Un discípulo es uno que está dedicado al cumplimiento de la comisión de Cristo (Mateo 28:18-20). La meta de nuestro discipulado debería ser la de ganar otros discípulos, no sólo convertidos. Los convertidos pueden cambiar sus mentes, pero los discípulos siguen a su Maestro.

d) Un discípulo es una persona muy privilegiada

– Es llamado y escogido por Dios (Efesios 1:4-5).
– Jesús es su Salvador; murió en la cruz para que sus pecados pudieran ser perdonados, haciéndole aceptable a Dios (Romanos 5:8).
– Dios es su Padre, con el que tiene una relación personal, por tanto es un hijo de Dios y es del Reino de Dios (Gálatas 4:6-7).
– Le ha sido dada vida eterna (Juan 3:16).
– El Espíritu Santo vive en él, dándole poder para testificar de su vida nueva en Cristo (Hechos 1:8). Tiene paz con Dios (Romanos 5:1).
– Nada puede separarle del amor de Dios (Romanos 8:39).

e) Un discípulo tiene responsabilidad

«¿Qué haría Jesús?» Aquellos que quieran tomar su discipulado seriamente se harán esta pregunta, y otras similares, en toda situación que se presente ante ellos. Esto es un pacto o acuerdo que todo cristiano necesita hacer entre él y Jesús (1 Juan 2:6). Cuando estés perplejo pide a Dios que el Espíritu Santo  te enseñe lo que haría Jesús en tu lugar. Te contestará, si genuinamente quieres saber lo que a El le agrada. Tal como tu conocimiento de la enseñanza y acciones de Jesús aumenta mientras lees la Palabra de Dios, también aumentará tu habilidad de saber lo que haría Jesús en cualquier situación.

(I) Toma una decisión firme

Un discípulo necesita tomar una decisión firme de hacer lo que haría Jesús, de otra forma se conformará con menos de lo mejor de Dios para él y continuará entristeciendo a su Señor.
– Nuestra decisión de seguir a Jesús no es una respuesta emocional al evangelio sino un acto categórico de la voluntad. Las decisiones no realizadas en la vida real son de poco valor.
– Habrá momentos en los que necesitarás someter algunas decisiones importantes a los que están en autoridad espiritual sobre ti. Si genuinamente quieres la voluntad de Dios en tu vida no necesitas temer el hacerlo. Los discípulos no han de actuar en independencia, sino que han de ser personalmente responsables ante el Señor por sus acciones.

(II) Algunos de los beneficios

 Habrá cambios para bien en tu actitud hacia la gente, el dinero, los negocios y la responsabilidad social.
– Experimentarás la refinación o purificación de tu vida, para que muchos pensamientos, actitudes y acciones negativas, que sean inconsecuentes con la vida de Jesús sean quitados.
– Jesús no actuaría en incredulidad. Cuando deseas actuar como El, te dará la fe para hacerlo. Cuando sea necesario puedes confesar tus dudas y pedir su perdón y fe.
– El amor gobernará tus acciones, palabras y actitudes. Te volverás más dispuesto a perdonar; tendrás mayor compasión por los necesitados y te preocuparás más por los perdidos.
– Heredamos todo lo que Cristo hereda de Dios. Si estamos dispuestos a compartir sus padecimientos, también compartiremos su Gloria (Romanos 8:17). Incluso cuando la obediencia resulta costosa, no serás el perdedor, porque Dios siempre devolverá muchísimo más que lo que le es dado; tanto en esta vida como eternamente en el cielo (Lucas 6:38; Juan 10:10).
– Se realizarán cambios en algunos de tus hábitos viejos porque el Señor quiere ver estos cambios en ti. Sométete voluntariamente a esos cambios, y resiste la tentación de volver a los hábitos viejos y así comprometer tu discipulado (Colosenses 3:17).
– Si tomas tu discipulado en serio estarás buscando primero el reino de Dios y su justicia. Puedes tener confianza en que Dios guardará su promesa y proveerá para toda necesidad, como lo hizo con Jesús (Mateo 6:33).

f) Preguntas y puntos de meditación.

1. ¿Deberíamos vivir como nosotros queremos, o como Dios quiere en cada situación? (2 Corintios 5:15).
2. ¿Quién es nuestro guía en las cosas de Cristo Jesús? (Juan 16-13-14).
3. ¿Qué clase de cosas hará cualquiera que tiene fe en Jesús? (Juan 14:12-14).
4. ¿Podemos aprender algo sobre el amor, de la entrega por Dios de su hijo Jesús (1 Juan 4:10-11), y cómo nosotros como discípulos permanecemos en su amor? (Juan 15:9-14).
5. ¿Cuáles son los dos mandamientos principales de Dios? (Mateo 22:37-39).
6. ¿Cómo podemos nosotros, como discípulos, vivir nuestra vida cotidiana manifestando el amor «ágape» hacia Dios y los demás como Dios lo requiere? (Romanos 5:5).
7. Cuando las cosas se ponen difíciles, ¿podemos relajarnos un poco hasta que podamos hacer frente a la vida otra vez? (Lucas 9:62). Si no, ¿por qué tantos cristianos lo hacen?

g) Resumen y Aplicación.

1. Necesitamos estar totalmente comprometidos con Jesús, haciéndole nuestro Señor. Esto significa que no le diremos «No» cuando nos pida que hagamos algo por El. (Lucas 6:46)
2. Todo discípulo de Jesús debería hacerse esta pregunta: «¿Qué haría Jesús en esta situación?»
3. Necesitamos vivir continuamente en la Palabra de Dios como discípulos suyos para que le conozcamos mejor, y luego tendremos mayor habilidad para saber lo que haría Jesús en cada situación.
4. Necesitamos ver a Dios como nuestro Maestro amoroso que quiere sólo nuestro bien.
5. Necesitamos amar y servir a Dios primeramente, a los demás en segundo lugar, y por último a nosotros mismos. (Mateo 22:37-39) (Levítico 19:18)

Lección 51. El discipulado: Importancia y costo

(Dios nos dará todo lo que siempre hemos deseado, a cambio de todo lo que deseamos librarnos).

a) Escrituras clave
Juan 15:16

Mateo 28:18-20
Lucas 9:23
Lucas 14:26-35
Mateo 10:37-39




b) ¿Por qué el discipulado?
(1) Jesús demostró la importancia del discipulado al hacer del entrenamiento de los doce discípulos una prioridad durante los tres años y medio de su ministerio público en la tierra.
(II) Jesús comisionó a Sus seguidores a entrenar discípulos porque pretendía «fruto duradero».

(III) El discipulado es el mejor método para alcanzar nuestro mundo para Dios. El impacto que los doce discípulos de Jesús y Pablo tuvieron en el mundo nos demuestra el valor del discipulado. Un número pequeño de discípulos comprometidos, que han sido bien entrenados, alcanzarán mucho más para Dios que números grandes de conversos que carecen de profundidad espiritual. El discipulado es la estrategia escogida por Dios para alcanzar al mundo. Si un discípulo llevase a una sola persona a Cristo, y emplease todo un año para entrenarle, y al año siguiente ambos discípulo y maestro, hicieron un discípulo nuevo cada uno de ellos, y al próximo año estos cuatro hicieron cuatro más (uno cada uno), en unos treinta y dos años toda la población del mundo sería salva, según las matemáticas.

(IV) El resultado final son cristianos espiritualmente maduros. La madurez no viene automáticamente con el paso de los años y el aumento del conocimiento y experiencia, sino que es el resultado de un crecimiento espiritual gradual a base de obediencia a Cristo Jesús y su Palabra.

e) Siete señales de madurez espiritual

I) Ser fructíferos en nuestro servicio para Dios (Mateo 25:14-30).
(II) Una actitud humilde y voluntad de servir a los demás (Juan 13:12-17).
(III) Un nivel de excelencia en nuestra vida en general (2 Corintios 13:11).
(IV) Una relación cercana con Jesús (Gálatas 2:20).
(V) El fruto del Espíritu manifestado en nuestra vida (Gálatas 5:22-23).
(VI) Un caminar estable, consecuente y santo, ante Dios y el hombre (Efesios 4:11-16).
(VII) Un conocimiento sólido de la Palabra de Dios y, como resultado, discernimiento. (Hebreos 5:13-6:2), NOTA: Esto se puede resumir como «semejanza a Cristo» (1 Juan 2:6).

c) La necesidad de madurez espiritual

(1) El crecimiento hasta la madurez en Cristo es lo que la Biblia sugiere que se espera de todos los cristianos (Efesios 4:11-16).
(II) Sin madurez no puede haber liderazgo, y los líderes son necesarios para que la iglesia crezca, porque son los pastores del rebaño de Dios (1 Pedro 5:1-3).
(III) Solamente los cristianos maduros podrán mantenerse firmes con eficacia contra el diablo y los poderes de las tinieblas, y esto es lo que Dios quiere que hagamos (Mateo 12:29).
(IV) Solamente los cristianos maduros tienen un impacto duradero para Dios en el mundo de hoy.
(V) Es solamente el discípulo maduro quien, a través de su ejemplo amoroso, es capaz de transmitir el carácter de Jesús al mundo.

e) Recuerda

Ganar conversos añade números de creyentes nacidos de nuevo, pero el discipulado hace discípulos que son reproductores maduros que en su turno multiplicarán los números de creyentes-discípulos nacidos de nuevo.
f) El costo de ser un discípulo verdadero
El discipulado es un asunto muy serio. Es algo costoso; así es como Jesús mismo lo veía. ¡No empezó ofreciendo a sus discípulos un mar de rosas! Dejó absolutamente claro desde el principio lo que implicaba. Para ser un discípulo de Jesús necesitamos llevar nuestra propia cruz y seguir a Jesús (Lucas 14:27). Necesitamos dar toda nuestra vida y todo lo que tenemos a Dios, para que lo use de acuerdo con su voluntad.

g) Muchos se han conformado con menos

Muchos cristianos se han conformado con una forma de discipulado que no se parece mucho a las enseñanzas y expectaciones de Jesús. Sus palabras son muchas veces comprometidas por conveniencia o para evitar costo personal. Como resultado, muchos cristianos dejan de ser los testigos que Dios quiere que sean, y la iglesia es considerada débil, ineficaz o irrelevante. Los hijos de Dios han de mostrar al mundo la presencia transformadora de Jesús en sus vidas. Incluso dentro de la iglesia muchos cristianos encuentran el mínimo denominador común y se acomodan allí, esto es, que siguen a la persona peor o menos efectiva. Dios quiere que imitemos a sus mejores personas y sobre todo a Jesús mismo (1 Corintios 11:1).

h) Contar el costo

Dios llama a sus hijos a enfrentarse con las verdaderas implicaciones de un discipulado personal, a ser fieles y obedientes al Señor, cueste lo que les cueste. Por amor a Jesús, están dispuestos a aplicar sus valores a sus vidas. Un discipulado sin costo no es un discipulado verdadero. Los cristianos son llamados a negarse a sí mismos y tomar su cruz diariamente para poder seguir a Cristo Jesús. Su cruz no es una carga impuesta a ellos, sino algo que emprenden voluntariamente por amor del evangelio. Dios tiene el primer lugar en sus vidas, antes de considerarse a sí mismos o incluso a los demás: Su voluntad tiene preferencia sobre cualquier otra cosa. Poner a Dios primero es lo mejor, tanto para los discípulos como para todos sus amados. Como Jesús exigió un precio tan alto por el discipulado, desafió a todos a contar el costo primero (Lucas 9:57-62; Juan 6:60-66; Marcos 10:17-31). En vista del alto precio del discipulado que Jesús requería, no es sorprendente que terminara con pocos seguidores profundamente comprometidos: pero aquellos pocos fueron suficientes para cambiar el mundo.

i) El verdadero discipulado nos costará todo

(1) Vivir como discípulo no es una opción extra, sino el compromiso normal del cristiano que Jesús espera de todos sus seguidores.
(II) Un discípulo verdadero se da cuenta y acepta que Jesús merece en justicia ser el Señor de su vida entera. (Juan 13:13;
Apocalipsis 19:16; 22; Lucas 22:28-30).
(III) Un discípulo verdadero es una persona que ha creído las palabras de Cristo y ha comprometido su vida a Cristo Jesús.
(IV) Es importante darse cuenta de que los discípulos de Jesús no pueden ser poco entusiastas o mediocres en nada que hagan, porque han de seguir a Jesús, y El vivió y murió por los principios del Reino de Dios.

j) Cinco precondiciones básicas para el discipulado bíblico

(I) Fidelidad
Sólo gente fiel o de confianza está plenamente calificada para el entrenamiento del discipulado. 2 Timoteo 2:2;1 Corintios 4:2

(II)Amar a Jesús y ponerle a El primero
Esto significa vivir una vida de acuerdo con su voluntad, es decir obediencia. Juan 14:15, 21, 23

(III) Voluntad de darnos a nosotros mismos, en sacrificio
Crecer en madurez espiritual exigirá sacrificios de tiempo, fuerza y a veces incluso relaciones. Dios tiene un programa de discipulado personal para cada uno de nosotros. Quiere que entreguemos nuestra vida a este programa para que seamos transformados en la imagen de su Hijo Jesús (Filipenses 2:13; 2 Corintios 9:8; 1 Tesalonicenses 5:23-24).

(IV) El hambre espiritual  Juan 7:37; Mateo 13:12
Esto implica un deseo real de crecer espiritualmente y ser usado por Dios.

(V) Una actitud educable  2 Timoteo 3:10; 2 Tesalonicenses 3:14-15; 2 Corintios 13:10; Hebreos 13:17; Ruadas 8 (rechazan la autoridad) Tito 2:14-15 (reprende con toda autoridad); Gálatas 2:10 (Pablo obedece a Jacobo y a Juan) Marcos 13:34; Romanos 13:1-2; Tito 1:5-6.
La cual se demuestra cuando estamos dispuestos a someternos a la autoridad de la Palabra de Dios y a líderes espirituales que han sido impuestos por Dios sobre nosotros.

k) Preguntas y puntos de meditación

1. ¿Tuvo Jesús impacto a través de sus discípulos? ¿Por qué?
2. ¿Por qué debemos aspirar a la madurez espiritual? (Colosenses 1:28-29).
3. ¿Qué es la semejanza a Cristo? (Romanos 8:29).
4. ¿Qué significa tomar tu cruz? (Mateo 16:24-25).
5. ¿Por qué a la iglesia se le considera débil, inefectiva, o irrelevante? Discútelo.
6. ¿Deberíamos contar el costo de ser discípulos de Jesús? (Lucas 14:25-35).
7. ¿Merece Jesús ser hecho Señor de tu vida entera? (Colosenses 1:15-20).
8. ¿Qué tipo de personas está buscando Jesús para que le sirvan? (Lucas 16:10-12; Mateo 25:14-30).
9. ¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo y perdiere su alma? (Mateo 16:26-27) Discútelo.
10. ¿Cómo salvamos nuestra vida, según Mateo 16:24-25 y 1 Juan 5:12?
11. ¿Dónde estará tu corazón? (Lucas 12:32-34).
12. ¿Qué necesitarías cambiar en tu vida si siguieses a Jesús como un verdadero discípulo? Discútelo.

I) Resumen y aplicación

1. ¡Jesús hizo del discipulado una prioridad, y nosotros también deberíamos hacerlo!
2. El discipulado es la estrategia escogida por Dios para llegar al mundo.
3. Los cristianos espiritualmente maduros deberían ser el resultado final del discipulado.
4. Necesitamos tomar una decisión firme de seguir a Jesús y no conformarnos con menos. Seguir a Jesús es seguir el mismo camino que El, y nos avisó que sería costoso. Jesús dijo que nos costaría todo.
5. Los hijos de Dios deberían mostrar a Jesús al mundo y ser transformados a Su imagen.
6. Como discípulos deberíamos ser educables, fieles, espiritualmente hambrientos, y sacrificar todo por nuestro amor a Jesús.
7. A la naturaleza humana no le gusta la obediencia, tampoco le gusta enfrentarse con el costo. Es fácil conformarse con un nivel de discipulado aceptable a nosotros e imaginarlo aceptable a Dios.

Lección 49. Respondiendo preguntas difíciles

El cristiano tiene que enfrentarse en su caminar por este mundo tan complicado, a muchas interrogantes y problemas éticos, para los cuales no hay una referencia directa en las Escrituras, o cuya enseñanza aparentemente no es tan clara.
En esta lección analizaremos algunos casos, pues es necesario que como creyente tengas conceptos claros acerca de ellos, tanto para tu propia vida, como para que puedas responder a los que están buscando orientación bíblica. El tratamiento de esos problemas te ayudarán a buscar por ti mismo en la Biblia respuesta para otros similares.

A. EL ABORTO


Aunque casi todos los cristianos rechazan el aborto en forma general, algunos lo justifican en algunos casos, como en los embarazos por violación. Veamos la enseñanza bíblica:
1. Deuteronomio 5:17. ¿Qué prohíbe Dios?
2. Job 12:10. ¿Quién tiene el derecho sobre la vida?
3. Salmo 139:13,16. ¿Desde qué etapa de nuestra vida ya éramos conocidos por Dios?
Dios es el dador de la vida, y el único que tiene derecho a quitarla, o autorizar a que se la quite en casos específicos, tal como encontramos en las Escrituras. Además, desde el momento de la concepción ya existe  vida, con todo el potencial dado por Dios para alcanzar sus propósitos eternos de bendición y de gloria.
Es por eso que los factores circunstanciales (violación, accidente, etc.), no son razón valedera para impedir el desarrollo de esa vida hecha a imagen y semejanza de Dios.

La herida emocional de una madre por violación puede ser sanada por Dios, como sucede en muchos casos, o solucionado el problema dando al bebé en adopción. El caso de posibles malformaciones hay que dejarlo a la soberanía de Dios, de la manera que se dejan los casos de personas que sufren accidentes o malformaciones por enfermedades.

B. LA EUTANASIA


La  respuesta a este problema es similar al anterior. Dios es el dador de la vida, y el único que puede quitarla.
En todo caso, nunca se debe quitar la vida. Sólo se puede permitir que el proceso natural llegue a su culminación.

C. EL DIVORCIO


Este es uno de los problemas más generalizados de nuestra sociedad moderna, por lo que es necesario tener conceptos claros de la enseñanza bíblica al respecto.

1. El matrimonio es un pacto solemne delante de Dios, que Dios quiere que sea «hasta que la muerte los separe» (Proverbios 2:17; Mala­quías 2:14-16).

2. Dios permitió al ser humano el divorcio como una concesión por causa de la dureza de su corazón, pero no porque fuera su deseo (Deuteronomio 24:1-2; Mateo 19:7-8).

3. El creyente en Cristo ya no está en dureza de corazón, y por tanto bajo una ley diferente (Ezequiel 36:26; Mateo 19:9).

4. Hay solamente dos situaciones en que es lícito el divorcio para un creyente: (no el volverse a casar)  sino separarse.
a. Cuando el cónyuge cae en inmoralidad sexual (adulterio, homosexualidad, etc.), y no quiere arrepentirse y dejarlo (Mateo 19:9).
b. Cuando un cónyuge no creyente quiere divorciarse y deja definitivamente al cónyuge creyente (1 Corintios 7:15).
El matrimonio es un pacto delante de Dios que Él quiere que sea para toda la vida. El divorcio siempre es un apartamento de esa voluntad de Dios. En Cristo todo creyente debe poder superar los problemas que se presenten, aún el perdonar una eventual infidelidad del cónyuge (Fili­penses 4:13).

D. LOTERÍAS Y APUESTAS


¿Por qué un cristiano no puede comprar loterías o rifas, apostar a los caballos, jugar bingo o póker? ¿Y más si con lo que gane podría ofrendar y ayudar a la iglesia? La respuesta es:

1. Dios ordena que debemos trabajar para ganamos el pan, lo que equivale al dinero
(2 Tesalonicenses 3:6-10).

2. Los juegos de azar se basan mayormente en la ambición de dinero fácil, no trabajado. También la ganancia de unos pocos depende de la pérdida de muchos por esa ambición. Por lo tanto, quien gana dinero en la lotería, apuestas o juegos, está recibiendo algo que es fruto de pecado y a costa de la pérdida, y a veces tragedia, de muchos. Dios no puede bendecir esto, ni menos recibirlo como ofrenda, porque ésta debe ser santa (Malaquías 1:10-11).

3. Los juegos de azar producen esclavitud, porque quien los practica abre puertas a la influencia demoníaca. Por eso los jugadores o apostadores pueden llegar a extremos irracionales, causando tanto dolor a la familia.

E. EL PECADO IMPERDONABLE


¿Habré cometido el pecado imperdonable?, preguntan a veces con angustia algunos creyentes. ¿En qué consiste? Veamos Mateo 12:31-32, pero a la luz de todo el pasaje (vv. 22-35).
Jesús había echado demonios fuera de un hombre. Los fariseos decían que lo hacía por el poder del diablo. Jesús afirma que él los echa por el Espíritu de Dios. Entonces afirma que la blasfemia contra el Espíritu Santo no puede ser perdonada (v. 32). Luego en los versículos 33 al 35 afirma que los árboles buenos producen frutos buenos, que los malos producen frutos malos, y que el hombre malo no puede producir cosas buenas.
Con todo esto nos damos cuenta que:
1. La blasfemia contra el Espíritu Santo es atribuir a Satanás una obra evidente del Espíritu Santo, como en el caso de las liberaciones de demonios, pero no por ignorancia o mala interpretación sincera, sino por una actitud deliberadamente hostil al Señor Jesucristo.

2. Este tipo de pecado es fruto de maldad del corazón y abierto rechazo a la revelación del amor de Dios por medio de Jesucristo.

3. Por lo tanto un verdadero creyente, renacido por la obra del Espíritu Santo, no puede cometer este pecado imperdonable. ¡Gloria a Dios!

 F. EL YUGO DESIGUAL


Lee 2 Corintios 6:14-18. Allí encontramos un mandato muy explí­cito de la Palabra de Dios: «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos… Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor…» ¿Cómo entender este mandato? ¿No podemos en ningún caso aso­ciarnos con un no-creyente, o trabajar en una empresa de no-creyentes?
Veamos algunas respuestas en la Biblia:
1 La prohibición es a una relación de «yugo» con un no-creyente; es decir, una en la que ambos están obligados igualmente, de manera que ninguno puede hacer algo que el otro no quiere o no conciente. Tal es el caso de un matrimonio, o una sociedad comercial donde el creyente y el no-creyente tienen el 50% de las acciones cada uno. Esto obliga al creyente a someterse a los criterios morales y éticos del no-creyente, lo cual puede ponerle en conflicto con su lealtad a Dios.
2. Es diferente el caso de una empresa donde el creyente tiene poder de decisión, y puede llevar las cosas guiado por su ética cristiana. En este caso no hay problema porque no es un «yugo».
3. Tampoco es un «yugo» cuando un creyente trabaja para una empresa de no-creyentes. Como empleado o empleada les son asignadas ciertas tareas o responsabilidades, que debe cumplir eficiente y honestamente, y sin violentar su conciencia cristiana. Él no puede ser responsable de cosas o manejos que ignora o sobre los cuales no tiene poder de decisión.
Aunque no es del mundo, sí está en el mundo, y debe ser luz y sal dondequiera que esté, influyendo con su testimonio y conducta. Si conoce de cosas injustas o incorrectas que no le dan paz en su conciencia, debe buscar la dirección de Dios para una posible salida.

G. EL BAILE, LICOR, TABACO.


Aunque no hay ninguna prohibición explícita en la Palabra de Dios con relación a estas cosas y otras parecidas, sí hay principios que podemos aplicar en todos estos casos:

1. 1 Corintios 10:23: El principio de lo que edifica; tanto por la naturaleza de la cosa en sí, como por el ambiente que rodea su uso o práctica.

2. 1 Corintios 10:31: El principio de la gloria de Dios. Para cada cosa si           puedes preguntar. ¿Esto glorifica a Dios?

3. Romanos 14:15,21; 1 Corintios 10:32: El principio del amor a los débiles en la fe. Algo puede ser inofensivo para ti; pero si puedes hacer tropezar a tu hermano, debes abstenerte.

4. 1 Tesalonicenses 5:22: El principio de la separación del mal. No debes contaminarte ni con pecados ajenos.

5. Juan 8:32,36; 2 Corintios 3:17: El principio de la libertad de toda atadura o esclavitud a hábitos o vicios.

6. 1 Corintios 6:19: El principio del templo. Tu cuerpo es templo del Espíritu Santo, y debes cuidarlo en salud y santidad para Dios.

Memoriza los siguientes versículos

«Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre del Señor.»
 2 Timoteo 2:19
«Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:13 – 14

«Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.»
Josué 1:8

Lección 48. El cristiano en el mundo

En tu camino HACIA LA MADUREZ CRISTIANA, ya has visto algo sobre tus responsabilidades en el hogar y en la iglesia. Por supuesto que el aprendizaje, es decir el discipulado, es algo que no terminará para ninguno de nosotros hasta que lleguemos «a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Efesios 4:13). Y esto sólo será una realidad perfecta cuando estemos en la presencia del Señor.
En esta lección veremos algo sobre tus responsabilidades en el círculo más amplio del mundo, como hijo de Dios y ciudadano del Reino de los cielos, un tema igualmente importante para tu vida cristiana.

Como te habrás dado cuenta ya hasta aquí, el cristiano no es un ser aislado de las circunstancias y de los tiempos. Tampoco es un ser extraterrestre ni un místico soñador. Por el contrario, el cristiano es uno «enviado al mundo» por su Señor (Juan 17:18), como su embajador y testigo. También es alguien bien parado sobre la verdadera realidad, que es al mismo tiempo espiritual y material, y en cierto sentido, sirve de puente entre esas dos realidades, porque él mismo vive inmerso y consciente de ambas.

Veamos primeramente algunos conceptos importantes, para enten¬der correctamente tu fe en relación al mundo, y tu ubicación y relación con él.

A. EL MUNDO Y LA IGLESIA

El término «mundo» se usa en la Biblia principalmente en dos sentidos diferentes:

1. Como sinónimo de «tierra» o «universo», y figurativamente: la raza humana.

a. Juan 3:16. ¿Por qué envió Dios a su Hijo al mundo?

b. Juan 17:15. ¿Qué pidió Jesús a su Padre?

c. Salmo 24:1. ¿De quién es el mundo?

Dios ama al mundo, incluyendo a la raza humana, creados por Él como «buenos en gran manera», y para su gloria. Sin embar-go, está en contra del «mundo» como sistema de pensamiento y vida alejados de Él y de su voluntad.
El mandato de Cristo es el de «ir» al mundo en su nombre, como embajadores suyos, con el mensaje redentor del Evangelio y las creden¬ciales del poder del Espíritu Santo. no somos llamados a aislamos dentro de las cuatro paredes de un templo, sino a ser «luz» y «sal».
La Iglesia no es algo aparte del mundo, sino que debe estar dentro del mundo para cumplir su misión. Y la Iglesia somos tú y yo y cada creyente con el Espíritu Santo en nosotros.

Tenemos que vivir nuestra fe «en el mundo», en nuestra interacción con la sociedad en todas sus formas: en nuestro contacto con los vecinos, cmpañeros de estudio o de trabajo; en el ejercicio de las diversas profesiones y oficios; en nuestras relaciones con las autoridades y leyes, etc.
La fe y la ética que mostramos cuando estamos en el templo o con los hermanos, no deben ser diferentes a las que mostramos cuando estamos en el «mundo». Tiene que haber integridad en nuestra vida. Con estos conceptos como base, vamos a considerar algunos aspectos de la vida del cristiano en el mundo:

B. EL CRISTIANO Y LA POLÍTICA


1. ¿Qué es la política?
El diccionario define la política como «el arte de gobernar y dar leyes conducentes a asegurar la buena marcha del Estado y la tranquilidad y el bienestar de los ciudadanos» (Enciclopedia Universal Sopena).
Dios creó a la humanidad para vivir bajo su autoridad, es decir, bajo una teocracia. A raíz del pecado, Dios establece el go-bierno humano como el medio de mantener el orden en el mundo. Veamos algunas afirmaciones de la palabra de Dios:

a. Proverbios 8:15. ¿Para qué ha establecido Dios los gobiernos?

b. Romanos 13:1-5. ¿Avala Dios la existencia del poder político, y qué nos exhorta a hacer con relación a él?

En principio, pues, las leyes y el Estado son buenos y necesarios debido al estado pecaminoso del hombre. La gran limitación está en que el mismo pecado anula casi siempre su eficacia.

2. ¿Puede un cristiano participar en política?
En base a lo que hemos visto hasta aquí, un cristiano puede y debe participar en política, si tiene la capacidad y la vocación para hacerlo. Lo hará como siervo de Dios para bendecir al mundo, al mismo tiempo que estará actuando como testigo y como «luz».
Brian Griffiths (InterVarsity Magazine, Spring 1967), sugiere que la participación del cristiano puede ser en:

a. Grupos de estudio para orientar a la opinión pública.
b. Grupos de presión organizados para influenciar la política del gobierno.
c. Asumir funciones o cargos públicos.
d. Aportar capacidad y competencia técnica y profesional.
e. Grupos de discusión sobre problemas cívicos.

Sin embargo, el cristiano no puede transigir en su ética y su obedien¬cia a la letra y el espíritu de la Palabra de Dios. Eso hará que le sea muy difícil participar en política partidaria, porque se le plantearán conflictos de fidelidad muchas veces insolubles.

C. EL CRISTIANO Y EL TRABAJO

El cristiano no es un místico soñador aislado del mundo, ni su fe le dispensa de sus responsabilidades prácticas en la vida diaria. Anota las enseñanzas sobre el trabajo en:

1. Proverbios 24:10:

2. Efesios 4:28:

D. EL CRISTIANO Y EL SUFRIMIENTO HUMANO

El ser hecho ciudadano del Reino de los cielos e integrarse a una nueva familia, la familia de la fe, no anula los lazos de solidaridad que deben existir entre el cristiano y la humanidad sufriente que le rodea. Si va a ser luz y sal, no puede ser indiferente al dolor humano, fruto de su pecado, porque él mismo ha sido liberado de ese pecado por la gracia de Dios. Anota los pensamientos sobre el tema que surgen de los textos siguientes:

1. Lucas 10:27:

2. Lucas 10:30-37:

3. Santiago 2:14-17:

E. EL CRISTIANO Y EL PECADO DEL MUNDO

Al vivir en un mundo lleno de pecado e injusticias, el cristiano está sometido a presiones muy fuertes, y contra los cuales tiene que luchar constantemente. El diablo utiliza todos los medios para tratar de debili¬tamos, por lo que es tan importante vestimos de «toda la armadura de Dios», para poder estar firmes contra sus asechanzas (Efesios 6:10-11).

Algunos de los peligros que corremos como cristianos son:
1. La influencia del pecado por medio de los medios de comunicación (televisión, diarios, revistas, películas, espectáculos). Todo lo que entra por nuestros ojos u oídos queda registrado en nuestra memoria, y el diablo lo usará para mellar las defensas de nuestra conciencia.

2. Adoptar la filosofía de «si todos lo hacen … yo también», rebajando las normas éticas del Reino a las del mundo.

3. Convertirnos paulatinamente en indiferentes al dolor humano, de tal manera que no sintamos compasión ni atinemos a nin-guna acción; o tan indiferentes a la injusticia y la corrupción, que las aceptemos como cosas normales, y no hagamos nada por tratar de corregirlas. La protección para esos peligros está en la comunión constante con el señor y su Palabra, de tal manera que el Espíritu Santo nos dé la sensibilidad espiritual necesaria.

Memoriza el siguiente versículo

«Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irre¬prensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo»
Filipenses 2:14-15

Lección 40. Santidad en las relaciones interpersonales

Llegamos a nuestra última etapa en esta aventura HACIA UNA SANTIDAD PRÁCTICA EN EL DISCIPULADO. Hemos apren­dido algo de nuestra naturaleza triple, y ya conocemos algunos aspectos importantes de la santidad, que incluyen nuestro cuerpo, alma y espíritu.
Conocemos la armadura de Dios para tener victoria sobre las tenta­ciones y las acechanzas del diablo, y la gran ayuda que significa el ayuno como disciplina en nuestra vida. Hemos visto también el privilegio que tenemos como hijos de Dios de recibir sanidad para nuestros cuerpos, así como la sanidad de nuestra alma y liberación de toda opresión maligna.

Es hermoso poder vivir en victoria y agradando a nuestro Dios, quien «nos escogió en él (Cristo) antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia» (Efesios 1:4-6).
Pero la santidad no es algo personal o individual solamente, o sólo en nuestra relación con Dios, sino que debe ser también una realidad en nuestra relación con los demás. Dios nos dice en lP 1:15: «Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir». Y esto incluye nuestro trato con todas las demás personas. Por ello el título de esta lección.
Vamos a ver, pues, a la luz de la Palabra de Dios, cómo vivir una santidad práctica en las relaciones más importantes de nuestra vida cotidiana.

A. SANTIDAD PRÁCTICA EN LA IGLESIA

El hecho de llamarnos con tanta frecuencia «hermanos» en la iglesia, puede hacer que perdamos conciencia de la profundidad de nuestra relación como miembros del cuerpo de Cristo. A pesar de todos los defectos que podamos tener, y los errores que podamos cometer, somos hijos de un mismo Padre, tenemos un mismo Salvador, somos templo del mismo Espíritu Santo, y tenemos el mismo destino eterno: la gloria con Dios.

Apocalipsis 22:3-4 dice acerca de la Nueva Jerusalén, la ciudad celestial: «y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes». ¡Hermoso cuadro de todos los redimidos, los que nos llamamos hermanos ahora, viendo su rostro, y unidos por el mismo nombre precioso de Jesús!
¿Cómo vivir una santidad práctica en nuestra relación con nuestros hermanos en Cristo? Según los textos siguientes, cómo debemos actuar con ellos?
a. Romanos 12:10:
b. Romanos 12:16:
c. Romanos 13:8:
d. Romanos 14:13:
e. Gálatas 5:13:
f. Gálatas 5:26:
g. Efesios 4:2:
h. Efesios 4:25:
La santidad no es misticismo, sino algo profundamente práctico. No es tener una aureola sobre la cabeza, sino vivir el amor a Dios amando a nuestros hermanos de una manera real. En 1 Juan 4:20,21 Juan lo resume muy bien. Léelo.

B. SANTIDAD PRÁCTICA EN LA FAMILIA

El segundo lugar donde debemos vivir en santidad es en nuestra familia. Estamos en la iglesia sólo algunas horas a la semana, pero convivimos con la familia mucho más tiempo. El pastor y los hermanos no conocen muchas áreas de nuestra intimidad. Pero nuestra familia sí, y no podemos engañarlos.

La Palabra de Dios nos muestra la importancia de la familia al usarla como símbolo de la relación entre Cristo y su iglesia. En Efesios 5:31-32 leemos: «Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá -1 a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas ‘yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia».
Veamos las normas divinas para vivir una santidad práctica en nuestras relaciones familiares. Anota los mandatos para cada miembro de la familia en los siguientes textos, examinándote a ti mismo con toda honestidad, y pidiendo a Dios que te ayude a corregir aquello en que estas fallando:
a. Deuteromio 6:5-9:     
b. Efesios 5:22-24:
c. Efesios 5:25-28:
d. Efesios 6:1-3:
En el matrimonio cristiano no hay lugar para machismos o feminismos, sino el reconocimiento de dos funciones diferentes y complemen­tarias. La  responsabilidad que Dios ha dado al hombre implica autoridad, pero autoridad en amor y respeto. No autoritarismo. Pedro añade en 1 Pedro 3:7:
«Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso mas frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo». ¿Caben los maltratos a la esposa?
e. Efesios 6:4; Colosenses 3:21:
f. Colosenses 3:19; 1 Pedro 3:7:
g. 1 Corintios 7:3-5:
h. 1 Timoteo 5:4:
e. 1 Timoteo 5:8:
Aunque los textos que hemos visto no son exhaustivos en cuanto a todas las relaciones posibles dentro de la familia, sí nos dan una idea bastante completa de cómo debe ser nuestro comportamiento dentro de ella.
El dicho popular dice: «La caridad comienza por casa». Todo lo que la Palabra de Dios nos enseña en cuanto a nuestro trato con los hermanos en Cristo, debe ser, con mayor razón, una realidad en nuestro trato con los miembros de nuestra familia.

C. SANTIDAD PRÁCTICA EN EL TRABAJO

El hijo de Dios está en el mundo aunque no pertenece a él, y el trabajo como medio de subsistencia es parte de la vida en el mundo. Jesús dijo: «Vosotros sois la sal de la tierra… la luz del mundo» (Mateo 5:13-14). La sal sirve para preservar de corrupción, así como para dar sabor. La luz ahuyenta las tinieblas.

Igualmente la vida del hijo de Dios debe ser tal, que combata la corrupción en el mundo, dé un sabor distinto a la vida de aquellos con quienes tiene relación, y ahuyente las tinieblas que imperan en el mundo, especialmente en el mundo del trabajo, sea éste profesional, comercial, o de cualquier otra índole, y aunque signifique no ser bien visto por los demás (Juan 15:18-19).
Resume en pocas palabras la enseñanza de la Palabra de Dios en cada uno de los pasajes siguientes:
a. Deuteronomio 24:14-15:
b. Proverbios 20:10:
d. Proverbios 28:6:
e. Efesios 4:28:
 f. Efesios 6:5-9:
g. 1 Tesalonicenses 4:11-12:
h. 2 Tesalonicenses 3:11-12:
Ante las presiones del mundo mercantilista en que vivimos, con sus normas éticas tan relativistas y rebajadas, es bueno recordar la amones­tación de Dios a Jeremías: «Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré como muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes» (Jeremías 15:19-20).

D. SANTIDAD EN TODAS LAS RELACIONES INTERPERSONALES

¿Recuerdas 1 Pedro 1:15?: «Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir». La santidad es el resultado de la obra regene­radora del Espíritu Santo en nosotros, más la respuesta de nuestro ser en obediencia a sus impulsos, por gratitud y amor ante su gran amor.

Es un principio de vida que debe reflejarse en todas nuestras relacio­nes interpersonales, y no solamente en la iglesia, la familia y el trabajo. Por ejemplo:
1. Debemos vivir una santidad práctica en nuestras relaciones con compañeros de estudios, maestros o alumnos. ¿Es correcto que un hijo de Dios «copie» en un examen? ¿O que le «sople» a un compañero?. ¿Que un maestro cristiano sea injusto?

2. Debemos vivir una santidad práctica en las relaciones con nuestros amigos, siendo leales para con ellos.

3. Los jóvenes deben vivir una santidad práctica en sus relaciones con el sexo opuesto, no buscando «aventuras» o «pasar el rato», sino con un profundo respeto a la santidad del sexo y del matrimonio, buscando la dirección de Dios y su aprobación por encima de los impulsos de las emociones. Dios dijo siglos atrás: «Engañoso es el corazón más que todas las cosas» y Pablo aconsejó a Timoteo: «Huye también de las pasiones juveniles» (2 Timoteo 2:22).
Todo esto es posible porque Dios te ha dado el poder por su Espíritu Santo. La oración, la meditación en la Palabra y el ejercicio de tu fe y voluntad te permitirán vivir en esa santidad práctica que tu espíritu anhela, y Dios anhela para ti.

Memoriza los siguientes versículos

«Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.»
Romanos 6:22
«Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.»
1, Pedro 1:15
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