Dios quiere que Amemos a todos….

Dios quiere que Amemos a todos….

POR FAVOR: AMEMOS A TODAS LAS PERSONAS DEL MUNDO.

Cuando entendemos que Dios quiere que amemos a todos no nos queda salida que pedirle a Dios que lo/a llene de su amor.

Dios creó a todos, es para todos, ama a todos y murió por todos para pagar nuestra deuda de pecado, resucitó y quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Amemonos los unos a los otros porque el amor es de Dios, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.Pues hay sólo un Dios y sólo un Mediador que puede reconciliar a la humanidad con Dios, y es Cristo Jesús.


Él dio su vida para comprarles la libertad a todos. Éste es el mensaje que Dios le dio al mundo justo en el momento preciso.(1 Timoteo 2:4.6)


En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. (1 Juan 3:16)

Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. (1 Juan 3:23)

Muchas personas creen que ya son cristianos …

Muchas personas creen que ya son cristianos …

Muchas personas creen que YA son cristianos por haber nacido en un hogar que tiene una religión cristiana PERO CADA PERSONA DEBE EN UN MOMENTO DE SU VIDA TOMAR UNA DECISIÓN PERSONAL. ESTA DECISIÓN ES LA MÁS IMPORTANTE QUE PUEDA TOMAR YA QUE SE JUEGA SU DESTINO ETERNO.
HACERSE CRISTIANO no significa aceptar una filosofía o un juego de normas, o creer en una lista de principios abstractos;
Abrazar la fe cristiana significa permitir a Dios que entre y viva en nosotros. (Colosenses 1:27.)
Abrazar la fe cristiana significa arrepentirnos. (Hechos 2:38; 26:18.) Y eso, a su vez, significa querer ser diferentes, admitir que estamos en el mal camino y que queremos volver a la buena senda. Muchos vienen a Jesús,  porque saben que están en un callejón sin salida, camino a la destrucción. Si están dispuestos a cambiar, Jesús los acepta y atiende a sus necesidades.
Abrazar la fe cristiana significa convertirnos. (Hechos 3:19; Mateo 18:3.) Y para eso hay que darse vuelta y caminar en la dirección opuesta -la verdadera dirección- con Jesús.
Abrazar la fe cristiana significa ser perdonado. (Salmo 103:11-12.) Y eso significa ser despojados de nuestros pecados como si jamás hubieran existido y que no queden ni rastros de ellos. Mas aún, significa ser perdonados cada día, ¡vivir en estado de perdón! (1 Juan 1:9.)
Abrazar la fe cristiana es nacer de nuevo. (Juan 3:1-21; 1 Pedro 1:23.) Y aquí llegamos al centro del asunto. Un erudito y anciano dignatario fue a Jesús de noche buscando respuestas a sus interrogantes. Jesús le dijo:
Nicodemo, tienes que nacer de nuevo.
El anciano sacudió la cabeza. -¿Como es posible que un hombre ya grande vuelva a nacer? ¿Puede acaso entrar de nuevo en el vientre de su madre para volver a nacer?
Jesús le respondió: Nicodemo, no estoy hablando del nacimiento físico; eso ya sucedió. Tienes que nacer del Espíritu. (Del Espíritu Santo).
¿Qué quiso decir Jesús?
La Biblia nos enseña que Dios creó al hombre con la capacidad suficiente para conocerle y corresponderle. Pero desde el comienzo el hombre interrumpió esa relación y cuando lo hizo, murió espiritualmente y transmitió esa muerte espiritual a todos sus descendientes. Lo mas recóndito de nuestra personalidad toma el nombre de “espíritu” o pneuma en griego, y fue creado con el propósito principal de conocer a Dios. Los animales tienen cuerpo y alma, pero los hombres tienen cuerpo, alma y espíritu. (1 Tesalonicenses 5:23.) Cuando el hombre, en el comienzo, destruyo la relación con Dios -lo que llamamos la caída del hombre- murió esa parte recóndita, o quedó fuera de acción, y siempre desde entonces el hombre actuó a impulsos de su alma y de su cuerpo. (Génesis 2:17.) ¡No es de extrañar entonces que nos hayamos metido en semejante enredo!  El “alma”, psiquis en griego, es el componente psicológico, formado por nuestro intelecto o voluntad, y nuestras emociones. Esta parte de nuestra personalidad es maravillosa cuando esta bajo el control de Dios a través del Espíritu, pero es capaz de cosas terribles cuando esta descontrolada.
He aquí el por qué la historia de la humanidad está plagada de odio, derramamiento de sangre, crueldad y confusión; los seres humanos están muertos espiritualmente: “muertos en vuestros delitos y pecados”, (Efesios 2:1) procurando vivir de acuerdo al alma pero fuera de todo contacto con Dios y, por lo tanto, perdidos. (Lucas 19:10.) La palabra “perdido” significa que no sabemos dónde estamos, a dónde vamos, o para qué  somos. Si no se corrige esta situación, naturalmente significa el infierno, significa que la persona se perderá eternamente, y morará en la oscuridad, en el miedo, en la rebelión, en el odio, separado de Dios para siempre; y no solamente eso, sino que será parte de la interminable destrucción del diablo y sus ángeles, porque allí no habrá “tierra de nadie”. Por lo tanto, la necesidad más urgente y apremiante es renacer, volver a la comunión con Dios; y eso, exactamente, es lo que Jesucristo nos ofrece. Por medio de Jesús, y por Jesús solamente -no hay otro camino- se manifiesta la vida de Dios que alienta su vida en nosotros. (Juan 10:10.)
Sin embargo, las iniquidades que cometimos cuando estábamos perdidos y fuera del contacto con Dios, levantaron un muro divisorio de pecado y de culpabilidad que hacían imposible recibir esta nueva vida. (Isaías 59:2.) Dios es amor pero también es justicia. No puede “dejar pasar por alto” lo que hacemos, de la misma manera que un padre amante no puede “dejar pasar por alto a su hijo” si sabe que es culpable de un delito. El padre tendría que insistir ante el muchacho para “que se entregue” a las autoridades. Pero si el joven estuviera realmente arrepentido, seria una buena ocasión para que el padre ofreciera pagar la multa, o cumplir una sentencia, o aun morir en su lugar, si tal cosa fuera posible. En ese caso se habría satisfecho tanto a la justicia como al amor.
Y esto es justamente lo que hizo Jesús. Satisfizo los requerimientos de la justicia al morir por nosotros. Jesús era Dios en carne humana, la encarnación de la segunda persona de la divinidad, el Dios Creador, por quien el Padre creó el universo. (Efesios 3:9; Hebreos 1:2.) El no tuvo ni pecado ni culpa. Cuando Jesús murió en la cruz, porque era Dios y porque era inocente, satisfizo totalmente la justicia en beneficio de todos los pecados que el hombre había cometido o que cometería en el futuro.
De esta manera resolvió Jesús el problema de nuestra culpabilidad que nos mantenía apartados de Dios, y cuando murió y resucitó quedó abierto el camino al Padre para enviar al Espíritu Santo, por medio de quien fué posible que la vida de Dios se hiciera presente y morara en nosotros. El único requisito que se nos exige a nosotros es que reconozcamos que hemos vivido en el error y pidamos perdón. Luego debemos pedirle a Jesús que venga y viva en nosotros y que sea nuestro Señor y Salvador. Por medio del Espíritu Santo, Jesús entra en nuestras vidas, nuestros pecados son borrados por su sangre derramada, y obtenemos una vida diferente. Y el Espíritu Santo se une a nuestro espíritu (1 Corintios 6:17) haciéndolo pasar de muerte a vida; “nace de nuevo” y se transforma en lo que Pablo llama una “nueva criatura”. (2 Corintios 5:17; Apocalipsis 21:4-5.)
Esa nueva vida creada por el Espíritu Santo en nosotros, es lo que Jesús llama “vida eterna”. Esto va mucho mas allá de un mero “seguir andando”; es la vida de Dios en nosotros, la clase de vida que nunca se acaba, que nunca se cansa, que nunca se aburre, que es siempre gozosa y lozana. (1 Juan 5:11.)
¡He aquí hago nuevas todas las cosas!” Y no una sola vez, sino continuadamente, dice Jesús. ¡Es el permanente renovador! Se nos ha prometido que andaremos en “novedad de vida” que es lo mismo que decir vida eterna: siempre bien, siempre renovándonos.
La palabra “eterno” significa literalmente “sempiterno”, que nunca envejece.
Isaías dice: “Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantaran las alas como águilas; correrán y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” (Isaías 40:31.).

¿Cómo aceptamos el perdón y recibimos esta nueva vida?
1. Dándonos cuenta que hemos estado extraviados, yendo en una dirección equivocada y que estamos ansiosos de andar en los caminos de Dios.
2. Admitiendo que estuvimos equivocados y pidiéndole al Padre que borre nuestras culpas y pecados, con la sangre de Jesús.
3. Pidiéndole a Jesucristo, el Unigénito Hijo de Dios, que entre en nuestras vidas y sea nuestro Salvador y Señor. (Apocalipsis 3:20.)
4. Creyendo que el ha venido en el instante en que lo pedimos. Agradecerle por salvarnos y darnos la nueva vida. (1 Juan 5:11-15.)

He aquí una sencilla oración que podemos elevar si decidimos recibir a Jesús:
“Querido Padre, creo que Jesucristo es tu Hijo Unigénito, que se hizo un ser humano, derramó su sangre y murió en la cruz para limpiar mi culpa y mi pecado que me separaban de ti. Creo que se levantó de entre los muertos, físicamente, para darme nueva vida. Señor Jesús, te invito a que entres en mi corazón. Te acepto como mi Salvador y Señor. Te confieso mis pecados y te pido que los borres. Creo que has venido, y vives en mí en este preciso instante.
¡Gracias, Jesús!”

Cuando decimos esta oración, podemos sentir o no que algo ha ocurrido. Nuestro “espíritu” que tome vida a través de Jesucristo, se esconde mas profundamente que nuestras emociones; de ahí que a veces se exterioriza una reacción emocional y otras veces no. Sea que sintamos o no sintamos algo de inmediato, descubriremos que somos distintos, porque Jesús cumplirá lo que ha prometido. Jesús nunca falta a su palabra. El dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (Mateo 24:35.)

Cómo NO suicidarse…Esta oración puede cambiar la historia de muchos.

Cómo NO suicidarse…Esta oración puede cambiar la historia de muchos.

Oro para que nadie más se suicide en este mundo, lo hacen porque no saben que un Dios de amor está tan cerca de ellos (a la distancia de una oración) proclamemos a los cuatro vientos que hay un Dios de amor que ES REAL Y NO UNA RELIGIÓN y EL cambia situaciones, sana corazones y restaura vida aquí y AHORA. Hagamos GUERRA a todo tipo de desánimo, depresión, y desesperación en las personas diciéndole que hay una SOLUCIÓN que se llama JESUCRISTO y no está en una cruz ahora, sino que está al lado de todos para hacer los cambios que necesita cada uno, si se lo pedimos.
He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
(Mateo 28:20)

Jesucristo hace milagros hoy.

Jesucristo hace milagros hoy.

Yo creo que Jesús hace milagros hoy, porque el resucito y sigue siendo el mismo de siempre, cuando estuvo en la tierra hizo miles de milagros, y sanó a todos los que iban a El. Hoy no está limitado a un cuerpo, no tenemos que ir a Galilea a buscarlo, ni abrirnos paso  entre la multitud para tocarlo, El ESTÁ AL LADO NUESTRO Y NOS COMUNICAMOS POR MEDIO DE LA ORACIÓN, No debemos pedirle “audiencia” y El sabe TODO de nosotros, aún cuántos cabellos tenemos o que es lo que está mal en nosotros. El es TODOPODEROSO y TODO AMOR, y basado en su amor para con nosotros..yo creo que podemos acercarnos a El y esperar respuestas a nuestras oraciones solamente si pensamos en su GRAN AMOR  para con cada uno. El es el que nos ama más que cualquiera de nuestros seres queridos, entonces espero milagros basado en su amor, El está al lado tuyo..entonces… habla y pídele su intervención divina en cualquiera que sea la situación o problema que tengas y verás que casi sin que te des cuenta algo sucede de una manera tan natural e imperceptible (muchas veces) que cambia tu situación,eso sucede por su intervención amorosa y se llama MILAGRO.

¡DIOS ES HERMOSO!

¡Dios es hermoso!
Por favor lea estas escrituras que están el la Biblia en la primera carta de San Juan.

Queridos… sigamos amándonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es un hijo de Dios y conoce a Dios.
Pero el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo, para que tengamos vida eterna por medio de él.
En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.
Queridos, ya que Dios nos amó tanto, sin duda nosotros también debemos amarnos unos a otros.
Nadie jamás ha visto a Dios; pero, si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor llega a la máxima expresión en nosotros.
Y Dios nos ha dado su Espíritu Santo como prueba de que vivimos en él y él en nosotros.
Además, hemos visto con nuestros propios ojos y ahora damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para que fuera el Salvador del mundo.
Todos los que confiesan que Jesús es el Hijo de Dios, Dios vive en ellos y ellos en Dios.
Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra confianza en su amor.
Dios es amor, y todos los que viven en amor viven en Dios y Dios vive en ellos.
….Por lo tanto, no tendremos temor en el día del juicio, sino que podremos estar ante Dios con confianza…
En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor.
Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios.
Nos le amamos a El porque El nos amó primero.
Y este es el testimonio que Dios ha dado: él nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo.
El que tiene al Hijo tiene la vida eterna; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida eterna.
Les he escrito estas cosas a ustedes, que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.
Los que obedecen los mandamientos de Dios permanecen en comunión con él, y él permanece en comunión con ellos.
Y sabemos que él vive en nosotros, porque el Espíritu Santo que nos dio vive en nosotros.

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