Lección 84. La autoestima y nuestra posición correcta ante Dios.

a) Escrituras clave
Salmos 139:13-16
Romanos 9:20-21
Romanos 12:3
Efesios 2:10 1
Samuel 16:7

b) Introducción

La autoestima es una opinión favorable, loable, prometedora y apropiada de nosotros mismos. Podemos tener un concepto demasiado alto de nosotros (Romanos 12:3; Gálatas 6:3-4) o demasiado bajo (Efesios 2:10). Como discípulos de Jesús, somos especiales a los ojos de Dios. Dios, el creador del universo, vive en nosotros por su Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20). Somos hijos de Dios, coherederos con Jesús y compartimos con El en su gloria (Romanos 8:17). Hemos sido hechos vivos con Cristo (Efesios 2:5:) y nos ha sido dada plenitud en Cristo (Colosenses 2:10). En efecto, podemos hacerlo todo a través de El que nos fortalece (Filipenses 4:13) y hemos sido levantados con Cristo y sentados en lugares celestiales (Efesios 2:6). Necesitamos equilibrar la grandeza de quién somos en Cristo con una aceptación humilde de lo que Dios quiere que seamos y lo que El quiere que hagamos.
Dios nos hizo (Salmos 139:13-16)
Dios nos hizo y nos conoció incluso antes que naciéramos. El es lo suficiente grande como para poder con nuestros mayores problemas y sacarnos de ellos. Si somos bajos, altos, gordos, delgados, feos, guapos, inteligentes, menos inteligentes, introvertidos o extrovertidos, deberíamos aceptarnos, porque esta es la manera en que Dios nos creó y nos hizo. El sabe lo que es mejor y producirá lo mejor en nosotros si se lo permitimos. Esto significa cooperar con El. No deberíamos estar contentos con el pecado en nuestra vida, ni con los problemas de nuestra vieja concupiscencia, mas deberíamos estar contentos de cómo fuimos hechos. Nunca hubo ni nunca habrá otra persona tal como tú. Los dones que Dios te ha dado y te dará, la manera en que te hizo, e incluso las circunstancias en que te ha puesto, todo te capacitará para hacer y llevar a cabo un trabajo que nadie más podría hacer tan bien como tú. Tú eres la mejor persona para la tarea que Dios te ha llamado a hacer. Has sido hecho y estás siendo moldeado por Dios para esa misma cosa. Has sido hecho con un patrón que no se repetirá nunca (Romanos 9:20-21).
No deberíamos empuñar las armas contra la hechura de Dios. No deberíamos jamás, entonces, odiarnos ni tener ninguna amargura o resentimiento contra el Señor por habernos hecho de la manera que somos. Esto contristaría al Espíritu Santo de Dios en nosotros. Dios acepta toda la responsabilidad por nuestra creación, pero nuestro desarrollo y destino final depende de nuestra cooperación con El. ¡Es elección nuestra si dejamos que Dios lo haga o no!
Jesús cambió el nombre de Simón por Pedro o Cefas. Lo hizo porque “Pedro” significa “roca” y “Simón” significa “junco”. Un junco es movido con facilidad por todo viento, pero una roca es sólida y estable. Esto habría hecho que Pedro se viera diferente, haciéndole estable donde era inestable. Jesús sabía que Pedro había de llegar a ser un fundamento estable de Su iglesia. Pedro necesitaba verse como le veía Dios. Nosotros necesitamos hacer lo mismo. Dios ve lo que nosotros podemos llegar a ser en El por medio de Su amor y poder obrando en nosotros, y a través nuestro. Necesitamos vernos como Dios nos ve y no como nosotros nos vemos. El Señor no mira la apariencia exterior sino que mira al corazón (1 Samuel 16:7).
d) Consecuencias de una mala imagen de uno mismo
Nuestra autoestima es una de las cosas más importantes que poseemos. La autoestima influye en nuestra felicidad personal o en la falta de ella. Establece las fronteras de nuestros logros y limita nuestra realización. Si nos creemos poco en Cristo lograremos poco, pero si creemos positivamente, somos más capaces de alcanzar nuestro potencial en Cristo Jesús. Tenemos una mala imagen de nosotros mismos cuando no nos podemos escapar de las actitudes e ideas negativas que tenemos de nosotros mismos, Si vivimos con éstas, entonces tres cosas tienden a suceder:
1. Nos falta confianza en nosotros mismos.
2. Somos incapaces de descubrir nuestro propósito en la vida.
3. Recibimos un sentimiento de rechazo, fracaso e inseguridad.
La mayoría de las personas intentan esconder quiénes son realmente porque sufren de estas cosas. Se ponen una máscara y esperan que la gente no descubra la persona real que hay debajo. Algunas de las cosas que tales personas hacen para encubrir los problemas subyacentes, incluyen:
· Ser unos “bocones” para cubrir la falta de confianza en sí mismos.
· Andar con el grupo de moda “in” para cubrir su inseguridad.
· Sentirse inferiores, tímidos y reservados porque creen ser un fracaso.
Muchos de nuestros problemas sociales hoy día pueden surgir de una mala imagen de uno mismo; por ejemplo, alcoholismo, drogadicción, actividad criminal, rebelión, abuso del sexo, rotura matrimonial, vandalismo, violencia, etcétera.
Podemos engañar a otros, pero no podemos escondernos de Dios. El sabe quiénes somos, por tanto, no intentemos escondernos de El. Necesitamos entregar nuestras vidas en Sus manos y morir a nosotros mismos. Luego necesitamos vivir como El nos ve.
e) Las consecuencias de una buena imagen de uno mismo
Necesitamos experimentar el amor y poder de Dios. Necesitamos saber que somos aceptados por Dios quien lo creó todo. Necesitamos entender quién somos en nosotros mismos, y quién somos en Cristo y comenzar a vernos como Dios nos ve. Esto nos capacitará para tener confianza en nosotros mismos y en Dios; sentirnos seguros, sabernos aceptados, alcanzar el éxito y realización, etcétera,
Todos somos como niños en que aprendemos a ser aquello con lo que vivimos.

  • Si vivimos con crítica aprendemos a condenar.
  • Si vivimos con hostilidad aprendemos a luchar.
  • Si vivimos con ridículo aprendemos a ser tímidos.
  • Si vivimos con vergüenza aprendemos a sentirnos culpables.
  • Si vivimos con tolerancia aprendemos a ser pacientes.
  • Si vivimos con ánimo aprendemos a ser confiados.
  • Si vivimos con alabanza aprendemos a apreciar.
  • Si vivimos con imparcialidad aprendemos justicia.
  • Si vivimos con seguridad aprendemos a tener fe.
  • Si vivimos con aceptación aprendemos a gustarnos.
  • Si vivimos con aceptación y amistad aprendemos a encontrar amor en el mundo.

f) ¿Cuál es el camino de Dios?
La gente intenta toda clase de cosas para sentirse bien y ganar aceptación, dinero, trabajo, placer, estudios, deportes, excelencia, sexo, poder, belleza,, ropa elegante, lo oculto, etcétera. Algunas de estas cosas tienen valor, pero el valor es sólo temporal. Pueden dar algún sentimiento de satisfacción; pero al fin y al cabo son vacíos, sin sentido e incluso peligrosos.
Dios creó al hombre a su propia imagen para tener una relación con El. El hombre, sin embargo, no vivió en conformidad con lo que Dios quería, siguió su propio camino e hizo lo que le vino en gana. Esto resultó en separación de Dios. El hombre sintió vergüenza y temor porque había perdido la bendición de la presencia y el amor de Dios. El hombre pronto se dio cuenta de que había salido perdiendo. Fue creado para ser algo y hacer algo por Dios, y ahora estaba separado de El. Esto ha causado que el hombre tenga una crisis de imagen de sí mismo. El hombre ha intentado volver a ganar aquella imagen perdida, pero nunca ha comprendido plenamente cuál era el problema. Siempre parece que se queda corto, no importado que intente. Siempre parece haber un vacío o falta de propósito y realización.
Jesús el hijo de Dios, vino a la tierra porque lo sabía, vino para restaurar al hombre lo que había sido perdido y dejarnos tener una relación con Dios otra vez. Jesús entendió el problema y El mismo se convirtió en la respuesta de la humanidad (Juan 14:6). Sin embargo, nosotros nos tenemos que alejar de las cosas que no agradan a Dios (es decir el pecado) y aceptar a Jesús como nuestro Salvador y Señor, Dios entonces promete aceptamos de nuevo y permitimos experimentar Su vida, poder y amor. Incluso promete damos parte de Sí mismo, el Espíritu Santo, para capacitarnos para vivir la vida para la cual fuimos creados. Vivir en lo bueno de la respuesta de Dios llenará el vacío en nuestro interior. Necesitamos dejar que Dios tenga libre dominio en nuestra vida y desaprender muchas de las ideas que teníamos acerca de la vida antes de descubrir la verdadera respuesta. Esto tardará tiempo, pero si dejamos que Dios trabaje en nosotros, entonces seremos cambiados, para ser como El. Nos librará de la imagen distorsionada que tenemos de nosotros mismos y nos capacitará para vivir con dignidad y de modo que podamos realizar nuestro destino dado por Dios.
Porque somos hechura suya creados en Cristo Jesús, es para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
(Efesios 2:10)

B. NUESTRA POSICION CORRECTA ANTE DIOS
a) Escrituras clave

Romanos 6:1-23
Romanos 7:1-25
Romanos 8:1-39
Romanos 12:1-2
2 Corintios 5:17

b) Nuestro viejo yo fue crucificado con Cristo
Cuando nos convertimos en discípulos de Jesús, Dios ve a nuestro viejo yo como muerto. Dios llevó nuestro viejo yo y lo crucificó con Cristo Jesús (Romanos 6:6). Hemos muerto y ahora vivimos con Cristo. Somos nuevas criaturas, lo viejo ha pasado, lo nuevo ha llegado (2 Corintios 5:17). Nos hemos convertido en la justicia de Dios en Jesús (2 Corintios 5:21). Necesitamos considerarnos, por tanto, muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. (Romanos 6:11). Esta es la manera en que Dios quiere que nos veamos.
Muchas veces, incluso como cristianos nacidos de nuevo, nos vemos débiles e ineficaces contra nuestra concupiscencia pecaminosa. Esto es un concepto totalmente erróneo. Tenemos en nosotros el potencial de resistir el pecado y vivir una vida totalmente victoriosa en Cristo. Nuestro viejo yo, que no tenía ni el poder ni el potencial como para resistir el pecado, ha pasado y tenemos un nuevo yo, nacido del Espíritu de Dios, al cual, si se le permite reinar, nos capacitará para vencer toda tentación y por tanto todo pecado. Necesitamos vivir en lo bueno de esto (Colosenses 2:9-15; Colosenses 3:9-10).
Satanás intentará convencernos de que este no es el caso e intentará enredarnos en el pecado de nuevo e incluso puede tener éxito. El quiere que creamos que no tenemos nada de poder para dejar de pecar. Sin embargo, en Cristo sí tenemos el poder, no sólo para resistir el pecado, sino también para vencerlo. Si pecamos, todo lo que tenemos que hacer es confesarlo, darle la espalda y recibir el perdón de Dios, y entonces volveremos a nuestro lugar correcto sin pecado (1 Juan 1:9). Ya no somos esclavos del pecado. Estamos sin pecado en Cristo, a menos que permitamos que el pecado reine de nuevo en nuestra vida.
c) No dejes que el pecado te enrede
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
(Gálatas 5:1)
Cristo Jesús nos ha librado de nuestro yo pecaminoso, por tanto, no debemos dejar que ni Satanás ni el pecado nos enreden de nuevo. Esto necesita disciplina y un conocimiento de que, aunque el pecado es “pegajoso”, no puede adherirse permanentemente a nuestro nuevo yo en Cristo, a menos que persistamos en él (2 Pedro 2:19-22). En la Escritura somos continuamente animados a no alimentar nuestra vida con cosas impías. No hemos de involucrarnos en los caminos del mundo (1 Juan 2:15-17). Como Jesús, necesitamos estar en el mundo pero no ser del mundo. Necesitamos vivir una vida que agrade a Dios, y esto significa servirle siempre con 100% de nuestra vida (Hebreos 10:26-39). Para hacer esto necesitamos alimentarnos de las cosas de Dios y no de la basura que ofrece el mundo (Colosenses 2:20; 2 Timoteo 2:4; Filipenses 4:8). El pecado no tiene dominio en nosotros a menos que se lo permitamos (Efesios 4:22-24).

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino que transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta
(Romanos 12:1-2)
d) Nuestro espíritu debería gobernar
Necesitamos dejar que nuestro espíritu, que fue hecho vivo por el Espíritu Santo cuando nacimos de nuevo (Juan 3:5-6); 1 Pedro 1:23), reine en nuestra vida y experiencia. Nuestro espíritu debería gobernar sobre nuestra alma (es decir la mente, las emociones y la voluntad) y sobre nuestro cuerpo. Nuestro espíritu es habitado y controlado por el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo conoce la mente de Dios (1 Corintios 2:10-16). Si Jesús es en verdad Señor de nuestra vida entonces nuestro espíritu necesita gobernar en toda nuestra vida (Gálatas 5:13-26; Romanos 8:1-17). Así es como un discípulo de Jesús debería vivir. Este es el orden de Dios para las cosas.

Sin embargo, muchos cristianos han alzado el alma, o incluso el cuerpo, en ciertas áreas de su vida, para que rijan ellos en vez del espíritu. Si pecamos en cualquier área de nuestra vida, en realidad nuestra alma gobierna en aquella área. Necesitamos confesar esto y pedir a Dios que nos perdone, recibir su limpieza, y luego hacer que Jesús sea Señor sobre esa área de nuestra vida de nuevo. Así reintegramos nuestro espíritu, el cual está bajo el control del Espíritu Santo para gobernar en esa área.

e) Conclusión
Necesitamos morir a nosotros mismos diariamente y vivir como vivió Cristo Jesús (Lucas 9:23). Necesitamos considerarnos muertos al pecado. Ya no tenemos que obedecer nuestra vieja concupiscencia que no podía quitarse el pecado de encima, porque ahora somos nuevas criaturas en Cristo. Necesitamos vivir con nuestro espíritu en control sobre nuestra vida y no permitir que nuestra alma o cuerpo se levante y asuma el control. Esto significa que necesitamos alimentar y animar nuestro espíritu y evitar todo aquello que pudiera ayudar a nuestra alma o cuerpo a levantarse de nuevo, por tanto, a pecar.

Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne, porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
 (Romanos 8:12-14)
f) Preguntas y puntos de reflexión.
1. ¿Culpas a Dios por tu apariencia o por el lugar donde vives? ¿Deberías?
2. Jeremías vivió una vida muy difícil como profeta del Señor. ¿Crees que el conocimiento de que Dios le conocía antes que fuese formado en el vientre, y que le había apartado para ser profeta a las naciones antes de que naciera habría ayudado a Jeremías? (Jeremías 1:4-10) ¿Hay alguna lección que necesitamos aprender de este pasaje?
3. ¿Por qué ocurren los problemas sociales listados en la sección titulada: “Consecuencias de una mala imagen de uno mismo” debido a una mala imagen de uno mismo?
4. ¿Está Dios en control de tu vida como discípulo de Jesús o no? ¿Cómo entonces deberíamos vernos?
5. Hemos muerto a nuestro viejo yo como creyentes nacidos de nuevo. Mucha gente que recibe consejo no lo reconoce. ¿Cómo deberíamos aconsejar a la gente a la luz de esta verdad? Discútelo.
6. El bautismo en agua por inmersión total es una señal o declaración pública de que hemos muerto a nuestro viejo yo y ahora vivimos en la vida de resurrección de Cristo. ¿Vivimos en lo bueno de esto?
7. ¿Está tu espíritu en control de todas las áreas de tu vida? Si no es así; ¿qué vas a hacer acerca de ello?

g) Resumen y aplicación

1. Dios nos conocía antes que naciéramos y ha preparado una obra de antemano para que nosotros, como discípulos de Jesús, la hagamos.
2. Dios quiere que nos veamos como El nos ve.
3. Si cooperamos con Dios y le entregamos nuestra vida a El, seremos las mejores y mejor equipadas personas para hacer el trabajo que Dios quiere que hagamos.
4. La mayoría de los problemas en el mundo hoy día, provienen de la incapacidad del hombre de vivir como Dios le creó originalmente para que viviera.
5. Necesitamos vivir como si estuviéramos muertos a nuestro viejo yo pecaminoso y no como si todavía estuviéramos vivos para él.
6. Nuestro espíritu, que está controlado por el Espíritu Santo de Dios, debería estar en control de toda nuestra vida.
7. “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de El sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas, y haced sendas derechas para vuestros pies para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado”. (Hebreos 12:1-3; 12 y 13).

Lección 83. Guerra espiritual

a) Escrituras clave
Efesios 6:10-18
Apocalipsis 12:10-11
2 Corintios 4:4
Lucas 11:14-26
1 Pedro 5:8-9
Efesios 1:17-23
Santiago 4:7
Colosenses 2:15
b) Introducción
Cuando nacemos de nuevo cruzamos desde el reino de las tinieblas al Reino de Dios (o el Reino de la luz). Antes servíamos a Satanás (Juan 8:42-47), pero ahora deberíamos servir a Dios porque nos ha rescatado del dominio de Satanás (Colosenses 1:12-14). Satanás no está contento de que ya no le sirvamos. El intentará hacer todo lo posible para que caigamos y volvamos a un lugar bajo su dominio. Esta es una parte de nuestra guerra espiritual, en que necesitamos resistir en el poder de Dios los avances de Satanás y mantenemos en la victoria sobre el maligno, que Jesús nos ha ganado.
La otra cara de la guerra espiritual es que, como discípulos de Jesús, tenemos una comisión de Dios de hacer discípulos de todas las naciones. Los pueblos en el mundo están bajo el poder de Satanás (2 Corintios 4:4) y no pueden ver la verdad, y por tanto, para hacer discípulos para Dios, necesitamos traer el poder de Dios para salvación a la gente, y dejar que El libere a gente del reino de las tinieblas y les coloque en su Reino, es decir el Reino de Dios. No tenemos que derrotar a Satanás de nuevo. Jesús ha ganado una victoria total (Colosenses 2:15) y sólo necesitamos vivir en lo bueno de ella y hacer cumplir esta victoria. Esto hará que Dios nos pueda usar para ganar a otra gente en este mismo lugar de victoria.
c) ¿Cuál es el Reino al cual hemos sido llevados?
Es el Reino de Dios (o cielo) que es el poderoso reinado y dominio de Dios sobre toda vida. Jesús predicó el Reino como sus buenas nuevas (Marcos 1:15; Mateo 4:23) y los apóstoles hicieron lo mismo (Hechos 8:12). El Reino de Dios viene a nosotros con poder-para salvar, cambiar, sanar y librar de demonios (Mateo 4:23; Mateo 9:35; Mateo 12:28; Marcos 16:15-18). Ese poder es el Espíritu Santo que nos trae a los que estamos en el Reino: justicia, paz y gozo de Dios (Romanos 14:17; 1 Corintios 4:20).

d) ¿Cuál es el reino de las tinieblas?
La rebelión de Satanás y sus ángeles ha producido un reino erigido en oposición a Dios, al que intenta llevar a todo ser humano. Ha tenido cierta medida de éxito debido a que causó que el pecado entrara en el mundo. Como cristianos, nuestra lucha es contra las fuerzas malignas de las tinieblas (Efesios 6:12) y nuestro principal adversario es Satanás.
e) ¿Quién es Satanás?
Satanás es un ser real (Lucas 4:1-13) y no sólo quimera nuestra. Tiene su origen como el precioso ángel llamado Lucifer que fue echado del cielo debido a su orgullo (Isaías 14:11-15; Ezequiel 28:12-17). Se describe a Satanás de muchas maneras en la Biblia, incluidas:

  • Nuestro enemigo, el diablo (1 Pedro 5:8).
  • Tentador (1 Tesalonicenses 3:5).
  • Padre de mentiras (Juan 8:44).
  • Gobernante del reino del aire (Efesios 2:2).
  • El maligno (1 Juan 2:14). .
  • Acusador (Apocalipsis 12:10).
  • Asesino (Juan 8:44).
  • Serpiente (Génesis 3:1).
  • Angel de luz (2 Corintios 11:14).

Actualmente, todo el sistema mundial está en sus garras (1 Juan 5:19). El es la fuente esencial de pecado, enfermedad y muerte. Tiene un reino de demonios (Mateo 12:24-28) que consiste en espíritus malignos (Lucas 11:24-26) o ángeles caídos (Mateo 25:41) que son inteligentes, activos, habitan en la tierra y en esferas celestiales sobrenaturales (Efesios 6:11-12). Recuerda, el diablo o Satanás no es igual que Dios, ni siquiera es eficaz contra Dios. No es omnisciente ni todopoderoso.
f) ¿Quién gobierna el mundo?
Desde que Adán y Eva se vendieron a Satanás, el gobierno de este mundo pertenece al diablo, aunque era la intención de Dios que el hombre gobernase (1 Juan 5:19). Dios creó al hombre a su propia imagen y le dio autoridad para reinar sobre la tierra y dominarla (Génesis 1:26-28; Salmo 8:3-8). El orden que Dios propone es:

Dios (el Padre, Hijo y Espíritu Santo)
Los creyentes
Los ángeles/Satanás y sus ángeles caídos
Los incrédulos
Los animales

Como creyentes, estamos ahora levantados con Cristo y Sentados con El (Efesios 2:6) y Dios ha puesto todas las cosas bajo los pies de Cristo (Efesios 1:20-22). Por lo tanto, nosotros como creyentes, no sólo tenemos autoridad sobre los animales y las plantas, mas en el nombre de Jesús tenemos autoridad sobre todas las obras del enemigo.
Jesús, cuando volvió a su Padre, victorioso sobre el diablo, pidió al Padre que diera su Espíritu Santo a todo el que creyere. Esto significa que ahora tenemos disponible el mismo poder que tenía Jesús, y en su nombre tenemos la misma autoridad. Satanás intentará rebelarse contra nosotros como creyentes, pero somos más que vencedores en Cristo (Romanos 8:37). No seremos derrotados por Satanás porque estamos en el lado victorioso.
g) ¿Cómo nos ataca el enemigo?
No deberíamos ser ignorantes de los esquemas malignos de Satanás (2 Corintios 2:11). Debemos estar conscientes de que el diablo está constantemente tratando de destruir cristianos (1 Pedro 5:8). Es listo y astuto en sus tácticas (Efesios 6:11; Génesis 3:1-6) e intentará cualquier cosa en cualquier momento para derrumbarnos. No es ningún caballero, en realidad, suele esperar hasta que estemos cansados y desanimados y tengamos la guardia baja antes de atacarnos (Mateo 4:2-3). El principal campo de batalla está en nuestra mente: acusa (Zacarías 3:1); engaña (2 Corintios 11:14); tienta (1 Tesalonicenses 3:5); miente (Juan 8:44); inspira malos pensamientos, confusión, dudas, temor, incredulidad, pereza, suficiencia, desesperación, desánimo, etcétera; atrae nuestros deseos carnales (Gálatas 5:17). Satanás también busca una entrada en la vida de la gente a través del estar envueltos en sectas, drogas, idolatría, brujería o cualquier otra práctica oculta. Satanás también usa sus ángeles caídos, llamados demonios, para molestar a la gente (Lucas 13:10-16).
h) Jesús venció a Satanás

  • Refrenándole con la Palabra de Dios (Mateo 4:4).
  • Librando a aquellos a quien había oprimido con enfermedad (Hechos 10:38).
  • Demostrando el poder superior del Espíritu Santo y el Reino de Dios (Mateo 12:28).
  • Derrotando totalmente a Satanás y todos sus ejércitos en la cruz (Colosenses 2:15; Hebreos 2:14).
  • Decidiendo el destino de Satanás una vez y para siempre (Mateo 25:41).

Jesús comparte su victoria con su pueblo, dándonos la autoridad para derrotar a Satanás en nuestra propia vida. La razón por la que el Hijo de Dios apareció fue para destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8).
i) Cómo vencemos a Satanás
1. Nuestra estrategia para la guerra

  • Reconocer sus actividades (2 Corintios 2:11).
  • Rechazar sus avances (Efesios 4:27).
  • Resistir sus ataques (Santiago 4:7; 1 Pedro 5:8-9).
  • Reconocer dónde está obrando Dios y hacer lo que Dios quiere que hagas en esa situación.
  • Jesús dijo que en su nombre sus discípulos echarían fuera demonios (Marcos 16:16-17) como parte de su obra para El.

2. Nuestra armadura para la defensa
La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado mientras confesamos todo pecado a Dios y recibimos perdón (1 Juan 1:7-9). Si vivimos en lo bueno de esta provisión de Dios, Satanás no podrá conseguir ningún asidero en nuestra vida (Efesios 4:27). Necesitamos saber dónde estamos en Dios.
La sangre de Jesús nos capacita para vivir en victoria sobre Satanás (Apocalipsis 12:11; Colosenses 2:15). También necesitamos vestimos de toda la armadura de Dios para poder mantenemos firmes, sea lo que sea lo que el enemigo nos lance (Efesios 6:10-18). Vestirse de esta armadura es como vestirse del Señor Jesús (Romanos 13:14). Entonces estaremos morando en Cristo y siguiendo cerca de El siempre. Jesús sabe por lo que pasamos porque, aunque es Dios, se hizo hombre y fue tentado en toda manera en que lo somos nosotros, pero sin pecar (Hebreos 4:15).
Cuando Satanás vino a El para tentarle, El pudo mantenerse firme y vencer. Lo hizo, no en su autoridad como Dios, sino como hombre en el poder del Espíritu Santo. Como discípulos de Jesús, tenemos este mismo poder a nuestra disposición (Filipenses 4:13; Hechos 10:38). La armadura de Dios está dividida en un número de artículos. Necesitamos repasar estos en nuestra mente para asegurarnos de que estamos viviendo como deberíamos en Cristo, en la victoria disponible a nosotros y por tanto no tener ningún punto en el que el enemigo pudiera venir y atacarnos con éxito.
– ¿Vivimos vestidos con el cinturón de la verdad? ¿Vivimos en la verdad y en la realidad de Dios? (Jesús es la verdad, morando en nosotros e inspirándonos para vivir una vida veraz -Juan 14:6).
-¿Nos hemos vestido con la coraza de justicia? ¿Vivimos rectos ante Dios como deberíamos? (Jesús es nuestra justicia que debería inspiramos a vivir rectos -2 Corintios 5:21).
-¿Están nuestros pies calzados con el apresto del evangelio de la paz? ¿Cumplimos la gran comisión de Jesús de ir y hacer discípulos por todas las naciones? (Jesús es el Príncipe de paz y es su evangelio el que llevamos -Isaías 9:6)
– ¿Hemos cogido el escudo de la fe? ¿Vivimos una vida de fe, confiando en Dios y conociendo nuestra victoria sobre el enemigo y nuestra vida carnal? (Jesús es el autor y consumador de nuestra fe -Hebreos 12:2).
– ¿Nos hemos vestido con el yelmo de la salvación? ¿Sabemos que somos nacidos de nuevo y somos hijos de Dios? (Jesús es el capitán y autor de nuestra salvación -Hebreos 2:10).
– ¿Hemos cogido la espada del Espíritu? ¿Conocemos la Palabra de Dios y lo que dice acerca de quién somos en Cristo? (Jesús es la Palabra viva y nos ha dado su Palabra para que sea un arma activa en nuestra boca -Hebreos 4:12; Juan 1:14).
¿Oramos en el Espíritu en toda ocasión? ¿Estamos abiertos a la guía y motivación del Espíritu Santo, y sabemos orar con eficacia? Jesús nos da acceso a nuestro Padre celestial y por consiguiente podemos presentarle las cosas en el nombre de Jesús; (Hebreos 4:16; Juan 14:13).
Recuerda que debemos ser autocontrolados y velar (1 Pedro 5:8) y debemos vivir una vida sometida a Dios (Santiago 4:7). Tampoco debemos dar a Satanás ninguna oportunidad de conseguir asidero en nuestra vida (Efesios 4:27).
3. Nuestras armas para el ataque.
Cuando Satanás tiene las garras en la vida de alguien, o viene contra nosotros como discípulos de Jesús, entonces tenemos la autoridad en Dios de no sólo defendemos sino de ponemos a la ofensiva contra Satanás.
Podemos usar:

  • El nombre de Jesús (Hechos 16:18; Filipenses 2:9-10).
  • La Palabra de Dios (1 Juan 2:14; Efesios 6:17).
  • El poder del Espíritu (Hechos 10:38).

4. Nuestra certeza de victoria
Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
(1 Corintios 15:57)
· Todo está puesto bajo los pies de Jesucristo porque gobierna sobre todo para Dios (Efesios 1:21-23) y nos da su autoridad como creyentes (Mateo 10:1; Romanos 16:20; Lucas 10:19; Mateo 28:18-20).
· Aquellos que son nacidos de Dios son guardados seguros (1 Juan 5:18; Romanos 8:37-39).
· El que está en nosotros (Cristo Jesús) es mayor que el que está en el mundo (Satanás) (1 Juan 4:4).
· Hay poder vencedor en la sangre de Jesús y en nuestro testimonio de El (Apocalipsis 12:11).
· Cuando resistimos al diablo, con una vida sometida a Dios, huirá de nosotros (Santiago 4:7).
Jesús prometió:
De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.
(Juan 14:12)
j) Cómo vivir una vida cristiana victoriosa
1. Conociendo y viviendo en nuestra autoridad y posición en Jesús. Hemos sido redimidos de la mano de Satanás. Estamos en la victoria total de Jesús (Apocalipsis 12:11).
2. Sé constantemente lleno del Espíritu Santo y camina en el Espíritu, no según los deseos de la carne (Efesios 5:18; Romanos 8:5; 1 Juan 2:15-17).
3. Mantente lejos de prácticas ocultas. Si ya te has metido en éstas entonces renuncia a ellas y pide a Dios que te perdone por cada cosa que has hecho que le haya deshonrado.
4. Mantén crucificada la naturaleza pecaminosa (Gálatas 2:20; Colosenses 2:11).
5. Lleva puesto un manto de alabanza (Isaías 61:3).
6. Ten comunión con otros cristianos con regularidad (Hebreos 10:25; 1 Juan 1:7).
7. Corta cualquier asociación con aquellos que te llevarían de nuevo a actividades pecaminosas u ocultas (2 Tesalonicenses 3:6; 1 Corintios 5:9; Efesios 5:11).
8. Resiste activamente a Satanás y todo lo que intente conseguir que hagas, es decir rechaza su influencia (Santiago 4:7; Colosenses 3:8).
9. Lleva puesta toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18).

k) Preguntas y puntos de reflexión
1. ¿Por qué no ve la verdad la gente del mundo? (2 Corintios 4:4).
2. Hay tres significados para la palabra “mundo” en las Escrituras. ¿Cuáles son? (Salmo 24:1; Juan 3:16; 1 Juan 5:19).
3. Si Cristo Jesús ganó una victoria tan completa, ¿por qué tantos cristianos parecen estar viviendo en derrota? 4. Si no hacemos nada para Dios, ¿crees que Satanás nos molestará?
5. ¿Has estado involucrado en alguna práctica oculta incluido horóscopo, ouija, tarot, sesiones de espiritismo, espiritualismo, adivinanza de fortuna, brujería, etc. o alguna de las sectas? Si es así, necesitas renunciar a ellas y pedir a Dios que te perdone por haber estado involucrado.
6. ¿Hay algún área de tu vida donde permites que Satanás tenga asidero?
7. ¿Has hecho la prueba para asegurarte de que tienes toda la armadura espiritual puesta? Recuerda que la armadura de la cual escribió Pablo era la armadura romana que no tenía protección para la espalda. Jamás necesitamos huir de Satanás. Necesitamos mantenernos firmes y hacerle frente.
8. ¿Vives como un hijo victorioso de Dios, venciendo a Satanás y todos sus esquemas malignos? Si no es así, ¿por qué no?
I) Resumen y aplicación
1. Jesús desarmó a Satanás y a todos sus seguidores e hizo un espectáculo público de ellos, triunfando sobre ellos por la cruz (Colosenses 2:15).
2. Jesús incluso quitó el poder de la muerte de Satanás y libró a todos los que durante su vida estaban sometidos en la esclavitud por su temor a la muerte (Hebreos 2:14-15; Apocalipsis 1:18).
3. Satanás es todavía, por el momento, el príncipe de este mundo (Juan 14:30) pero nosotros que estamos en Cristo Jesús tenemos autoridad sobre Satanás, porque Satanás está debajo de los pies de Jesús (Efesios 1:18-23) y nosotros estamos en Cristo (Colosenses 3:3).
4. El tiempo de Satanás es corto. Su destino está decidido (Mateo 25:41; Apocalipsis 12:9-12).
5. Nosotros, como discípulos de Jesús, necesitamos vivir como lo hizo Jesús, venciendo al enemigo y viviendo en victoria en todas las áreas de nuestra vida.

Lección 82 Alabanza y adoración

a) Escrituras clave
Juan 4:23-24
Hebreos 13:15
Salmo 100: 4
Efesios 5:19-20
Romanos 12:1
Colosenses 3:16-17
1 Pedro 2:9
b) Introducción

  • Las palabras “alabanza y adoración” cubren toda nuestra respuesta de amor y aprecio al Señor. Resumen nuestra razón de vivir (Isaías 43:21; Efesios 1:6, 12, 14).
  • Deberíamos agradecer a Dios por lo que nos ha dado.
  • Deberíamos alabar a Dios por lo que ha hecho por nosotros.
  • Deberíamos adorar a Dios por quien es para nosotros.

Necesitamos siempre tener un corazón agradecido a Dios que ha hecho tanto por nosotros (Salmo 100:4). De hecho, Pablo nos exhorta a regocijarnos en el Señor siempre (Filipenses 4:4). Dios nos ama, se preocupa por nosotros, y quiere que lo sepamos. Desde un corazón agradecido podemos darle gracias y adorarle en espíritu y en verdad.
c) ¿Qué es la alabanza?

  • Reconocer quién es Dios (Salmo 104:1-35; 1 Crónicas 29:10-13).
  • Reconocer a Dios, por todo lo que ha hecho por nosotros (Salmo 25:8-10; Isaías 25:1).
  • Ensalzar a Dios (Salmo 34:3; Salmo 99:5).
  • Honrar a Dios (Daniel 4:34-37).
  • Magnificar a Dios (Lucas 1:46; Hechos 10:46).
  • Maravillarse de Dios (2 Tesalonicenses 1:10).
  • Glorificar a Dios (Apocalipsis 15:4; Salmo 29:1).

¿Por qué deberíamos alabar a Dios?

  • Dios es entronado en la alabanza de su pueblo (Salmo 22:3).
  • Nada puede alabar a Dios como el hombre (Salmo 30:9; Salmo 115:17-18).
  • La alabanza levanta y se regocija en los grandes hechos de Dios tanto ahora como en el pasado (Salmo 40:5; Salmo 98:1; Éxodo 15:6).
  • La alabanza proclama la grandeza y majestad de Dios al mundo (Salmo 66:5-8).
  • La alabanza libera la bendición de Dios a nosotros (Salmo (67:5-7).
  • La alabanza libera el poder de Dios (Salmo 149:6-9; 2 Crónicas 20:12,22).
  • Dios creó al hombre para que le alabase (Isaías 43:21; Efesios 1:3-14).
  • Hemos sido instruidos para alabar a Dios (Efesios 5:18-20; Salmo 146:1; Salmo 100:4).
  • La alabanza es un sacrificio que agrada a Dios (Hebreos 13:15-16; Salmo 107:21-22; 2 Samuel 24:24); no necesariamente sólo nuestros labios sino todo nuestro ser (Romanos 12:1).
  • Dios es digno de recibir nuestra alabanza (Apocalipsis 5:9-14).

e) La alabanza es un arma
La alabanza puede ser un arma contra nuestro enemigo, Satanás, porque Satanás es alérgico a la alabanza. En la guerra espiritual, no seguimos alabando y cantando sólo por amor a ello, sino al contrario, deberíamos sentir, por el Espíritu Santo, la Palabra de Dios en la que reposa la unción de Dios (Salmo 56:4,10-11; 2 Crónicas 20:21-22). Deberíamos perseverar hasta que el poder de Dios se abra camino (Hechos 16:25). Esta clase de alabanza no es pronunciada sólo silenciosamente en nuestro corazón sino, más bien, ¡ha de ser oída!

f) Siete palabras hebreas para alabanza

1. Yadah: alcanzar la mano, reverenciar o adorar con las manos extendidas (Génesis 29:35; 2 Crónicas 7:6; Salmo 107:8).
2. Halal: ser claro, hacer un espectáculo, enorgullecerse y ser necio, entusiasmarse o celebrar (1 Crónicas 23:5, 30); 2 Crónicas 20:19,21; Salmo 69:30; Salmo 150:1-6).
3. Tehillah: (de “halal” laudación o himno de alabanza (Deuteronomio 10:21; 2 Crónicas 20:22; Salmo 100:4; Salmo 145:25) Dios es entronado en esta clase de alabanza (Salmo 22:3).
4. Barak: arrodillarse y, por implicación, bendecir a Dios como acto de adoración (Jueces 5:2).
5. Zamar: golpear con los dedos, tocar un instrumento acompañado por voces, por lo tanto celebrar en cántico música (Salmo 21:13; Salmo 57:7: Salmo 108:1).
6. Shabach: dirigirse o glorificar a Dios en un tono o grito alto (Salmo 63:3; Salmo 117:16; Salmo 145:4).
7. Towdah: una extensión de la mano en adoración; específicamente un coro de adoradores; una confesión a sacrificio de alabanza (Salmo 100:1; Jeremías 17:26; Jeremías 33:11).
g) ¿Qué es la adoración?
Adoración: Apreciara Dios porque El es digno (Apocalipsis 4:11; Apocalipsis 5:12). Las palabras hebreas “adoración” son “segad” y “shachah” y estas significan “inclinarse”. También llevan en su significado la idea una relación entre un perro y su amo, es decir, amor, adorador. La palabra griega principal traducida como “adoración” es “proskuneo” y significa “besar la mano; rendir homenaje o reverenciar”. La adoración bíblica ti entonces el significado implícito de la adoración desinteresada de un ser mayor.
Jesús derramó su sangre para darnos el privilegio de adorar al Padre (Hebreos 10:19-22). A través de Jesús, t creyente llega a ser un sacerdote de Dios, es decir, aquellos que presentan el pueblo de Dios, a Dios, y Dios al pueblo (Apocalipsis 1:6; 1 Pedro 2:9). Debemos poner a Dios primero en nuestra vida y la adoración es una expresión de esto. Cuando damos a Dios en esta manera El nos acerca a sí mismo y nos colma de bendiciones. Adorar a Dios no es sólo cantar canciones. En efecto, como discípulos de Jesús todo lo que hacemos, es decir, nuestro trabajo, actividades de ocio, estudio, vida familiar, etcétera) debería ser adoración a Dios. La verdadera adoración a Dios involucra dar el 100% de nuestra vida a El; estar totalmente dispuestos y totalmente obedientes a El. La adoración de Dios es un estilo de vida de traer gloria a Dios.

h) La adoración es lo que busca el Padre
Jesús dijo:
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren.
(Juan 4:23-24)
Nota que este pasaje enseña cinco puntos:
1. Adoramos al Padre
Como sus hijos e hijas redimidos, le amamos porque primero El nos amó (1 Juan 4:19).
2. Adoramos desde nuestro espíritu
Esto significa que debemos nacer de nuevo del Espíritu Santo si hemos de adorar a Dios aceptablemente. Nuestra adoración a Dios debería ser llevada e inspirada por el Espíritu Santo. Sólo El sabe adorar a Dios de una manera que sea agradable al Padre (1 Corintios 2:10-16; Juan 16:13-15).
3. Adoramos desde nuestro corazón
Adoramos en verdad; desde la realidad de una vida vivida en comunión con Dios el Padre, por Jesús Su Hijo. La palabra griega traducida como “verdad” es “aletheia” la cual también significa “realidad”. Necesitamos ofrecer nuestra más sincera adoración a Dios con nuestra boca (Mateo 15:8-9). Necesitamos expresar la melodía en nuestro corazón (Efesios 5:19) y el gozo que Jesús nos trae (Lucas 1:16-47).
4. Adoramos con nuestro entendimiento
Porque adoramos a un Dios que conocemos personalmente (Juan 4:22; Hechos 17:22-23; 1 Corintios 14:15).
5. Adoramos voluntariamente
No alabamos o adoramos a Dios por iniciativa, sino porque El lo desea.
La adoración es una prioridad en el cielo. Siempre que veamos una imagen de Dios en la Biblia, vemos la adoración en desarrollo (Isaías 6:1-5; Apocalipsis 4:6-1.1; Ezequiel 47:1-12). La adoración da lugar al dominio de Dios y la forma de adoración o liturgia (lo que hacemos) no es la cuestión. La cuestión es si la vida de Dios está en nuestra adoración.
i) ¿De qué maneras podemos ofrecer alabanza y adoración a Dios?

  • Con palabras (Salmo 9:1).
  • Con gritos (Salmo 95:1).
  • Con inclinación (Salmo 95:6)
  • Con cántico (Salmo 104:33; Salmo 33:1)
  • Con baile (esto es un símbolo de una verdad mayor, que toda nuestra vida, cuerpo, alma y espíritu, están dados al Señor en respuesta a Su amor) (Salmo 150:4; Salmo 149:3).
  • Con las manos alzadas, expresando dependencia en el Señor o victoria en el Señor (Salmo 134:2).
  • Con instrumentos; normalmente, aunque no siempre acompañado por cántico (Salmo 150:3-5; Salmo 98:4-6).
  • Con todo nuestro estilo de vida (Romanos 12:1; Filipenses 1:20, 1 Corintios 6:20; Efesios 5:20; 1 Tesalonicenses 5:16-18).
  • Cantar con el espíritu, nuestro lenguaje dado por Dios (1 Corintios 14:15).
  • Con salmos: palabras cantadas de la Biblia (especialmente los Salmos); himnos: composiciones que especialmente ensalzan a Jesús como Señor; canciones espirituales: canciones originales, o bien prepa­radas o inspiradas espontáneamente por el Espíritu Santo, que expresan nuestra experiencia del Señor (Efesios 5:19-20)

j) La imagen del tabernáculo de Moisés (Hebreos 8:5)
1. Como incrédulos estamos fuera del tabernáculo.
2. Entramos en el atrio exterior a la invitación de Dios al altar de los holocaustos (aquí nuestros pecados son perdonados) y luego seguimos a la fuente de bronce (donde somos lavados y limpiados).
3. Perdonados, lavados y limpios (cristianos nacidos de nuevo) podemos entrar en el Lugar Santo como sacerdotes de Dios. Vamos al altar del incienso (para ofrecer oraciones) y usamos el incienso mezclado por los sacerdotes. Podemos ir a la mesa para el pan de la proposición que ha sido preparado y cocido al horno por hombres (para leer y comer de la Palabra de Dios y la Cena del Señor). Podemos ver por el candelero de oro encendido que tiene aceite de oliva preparado y proporcionado por el hombre (para tener comunión y caminar en la luz de Dios.
4. Luego podemos pasar por el velo roto y entrar en el Lugar Santísimo donde todo es sobrenatural. Aquí está la presencia de Dios contenida arriba del Arca del Testimonio. El arca contiene las tablas de piedra con mandamientos de Dios en ellas (Dios habla Su ley y Palabra directamente a nosotros). Delante del arca están la bara de Aarón (Dios nos da su autoridad y su vida) y una jarra de maná (Dios nos da eternamente Su provisión sobrenatural escondida). En este lugar descansamos con Dios y nos sentamos a sus pies. Aquí El nos ministra y nosotros le adoramos. Porque somos sacerdotes de Dios en Jesús (1 Pedro 2:9), podemos acercarnos a Dios con libertad y confianza (Efesios 3:12; Hebreos 10:19- 22).
k) Preguntas y puntos de reflexión
1. ¿Agradeces a Dios por todo lo que hace por ti? ¿Deberías?
2. Deberíamos vivir un estilo de vida en que la alabanza y adoración son centrales como discípulo de Jesús?
3. ¿Sabías que Dios canta? (Sofonías 3:17).
4. ¿Cuándo bajó la gloria de Dios en el templo construido por Dios en Israel por Salomón? (2 Crónicas 5:11-14).
5. En qué maneras alabas y adoras al Señor?
6. ¿Hay alguna lección que aprender en el pasaje que describe a David cuando trae al Arca del Testimonio a Jerusalén y la reacción de Mical, la hija de Saúl? (2 Samuel 6:12-16,20-23).
7. Cuando adoras a Dios, ¿cantas canciones o le adoras en espíritu y en verdad?
8. ¿Hasta dónde has llegado con el Señor en tu alabanza y adoración? Considera esta pregunta a la luz de la imagen del tabernáculo de Moisés.
clip_image002

I) Resumen y aplicación
1. Ahora que eres un discípulo de Jesús tienes algo de qué regocijarte y algo de qué cantar.
2. Deberíamos alabara Dios en todo momento (Salmo 34:1; Salmo 145:2) y en toda circunstancia (Hebreos 13:15).
3. Nuestra alabanza y adoración debería ser una ofrenda a Dios que sale de un corazón recto (Salmo 119:7), y debería ser ofrecida con todo nuestro corazón (Salmo 138:1).
4. No ofrecemos alabanza y adoración para agradar a hombres sino para agradar a Dios.
5. Deberíamos adorar a Dios en espíritu y en verdad porque esta es la clase de adoradores que nuestro Padre celestial busca (Juan 4:23-24).

Oír la voz de Dios: Principios de guía divina

a) Escrituras clave
Romanos 12:1-2
Isaías 30:21
Proverbios 3:5-6
Isaías 55:6
Efesios 2:10
Efesios 1:3-5
Salmo 139:13-16

b) El descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida es esencial
– Dios tiene un plan para la vida de cada discípulo de Jesús (Efesios 2:10; Salmo 129:16; Jeremías 1:5).
– Dios el Padre nos ama y quiere sólo lo mejor para nosotros. Podemos vivir en lo bueno de esto, si vivimos según Su voluntad para nuestra vida (Deuteronomio 28:1-2; Romanos 8:28; 2 Pedro 1;3).
– Dios quiere revelarnos su voluntad, tanto como revelarse a sí mismo (Hebreos 11:6; Santiago 1:5). Dios quiere que nosotros escojamos ir por su camino (Proverbios 3:5-6; Salmo 32:8-9).
– Nuestra obediencia o desobediencia a la voluntad de Dios puede afectar a otras vidas tanto como a la nuestra (Josué 6:18; Josué 7:1-26).
– El oír la voz de Dios debería de ser una de las cosas más normales en la vida cotidiana como discípulo de Jesús.
c) Dios desea revelar su voluntad para nuestra vida y dejarla clara

– La Palabra de Dios ya nos ha sido dada- para la mayor parte de la guía que necesitamos como discípulos de Jesús.
– En algunas áreas de nuestra vida necesitamos guía específica y necesitamos buscar a Dios para ésta, por ejemplo, el llamamiento a ministerios, trabajo, pareja matrimonial (Lucas 11:9-10).
– Dios quiere guiamos específicamente (Salmo 25:12; Salmo 32:8).
– Dios quiere que vivamos como vivió Jesús. Hizo sólo lo que vio hacer a su Padre en el cielo (Juan 14:31). Necesitamos que Dios nos enseñe el camino hacia adelante.
– Dios nos escogió en El antes de la creación del mundo para ser santos y sin mancha a sus ojos. Podemos confiar en El con nuestra vida: Sabe lo que necesitamos y cómo deberíamos vivir (Efesios 1:3-5; Salmo 139:13-16).
d) Preparación práctica para discernir la voluntad de Dios
– Debemos hacer que Jesús sea nuestro Señor y estar genuinamente dispuestos a hacer su voluntad (Romanos 12:1-2; Mateo 6:33).
– Deberíamos responder como lo haría Dios en cada situación dada y ser obedientes a su voluntad (Salmos 25:10),
– Deberíamos ser humildes (Salmo 25:9).
– Deberíamos escuchar a Dios en oración (Proverbios 8:34) y encontraremos que la práctica da la perfección.
– Deberíamos confiar en –Dios (Proverbios 3:5-7).
– Deberíamos tener un corazón limpio (Salmo 66:18; 1 Juan 1:9); y el Espíritu Santo debería estar libre para convencernos de toda impiedad.
– Deberíamos seguir hacia la madurez: esto significa más de Dios y menos de nosotros, lo cual nos capacitará para oírle con más claridad.
– Deberíamos estar expectantes: Dios quiere hablamos, por tanto busca oírle.
– Deberíamos temer al Señor: esto significa odiar el mal y vivir a la manera de Dios (Proverbios 8:13; Proverbios 9:10). ¡Es más difícil hacer lo que odiamos!
– Deberíamos alabar y adorar a Dios: Dios habita en nuestra alabanza (Salmo 22:3) y entramos en sus atrios con alabanza (Salmo 100:4). Podemos acercamos a Dios en adoración y así situamos en un lugar donde se espera que Dios nos pueda hablar.
– El ayuno NO es necesario para oír la voz de Dios, pero puede ayudar. Es esencial sólo cuando Dios nos diga., que lo hagamos (Mateo 6:16).
– Deberíamos movemos en fe, es decir, saber lo que Dios quiere, obedecerlo y confiar en El para hacer lo que nosotros no podemos. Si Dios ha hablado, podemos “ir por ello”.
– Cuatro voces, en general, tienen acceso a tu mente en la vida, y para oír de Dios necesitas:
Silenciar la voz de otros, y no hablarán, por ejemplo, ¿qué pensará la gente?
Silenciar tu propia voz interior y clavarla en la cruz.
Silenciar la voz de Satanás en el nombre de Jesús, y no hablará.
Someterte a Dios y hacerle Señor, y El hablará.
e) Recuerda
La guía concierne al corazón aunque el conocimiento concierne a la cabeza.
La voluntad de Dios es como una autopista de varios carriles. Hay flexibilidad en su interior. Mientras lo sepas lo sigas eres libre de moverte por su interior. En los perímetros anchos de la voluntad de Dios, vendrá su g específica. Es imposible encontrar esta guía mientras te adhieres a tu propia voluntad.
f) Las maneras en que Dios habla
Existen muchas maneras en que Dios nos habla, pero ¡recuerda que Dios siempre elige la manera en que hablar!
– A través de la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16; Salmo 119:9-11, 105).
– A través de la voz interior, silencios y susurrante del Espíritu Santo (Hechos 13:2; Hechos 13:12; H 16:6-7; 1 Reyes 19:12; Isaías 30:19-21).
– A través del consejo de hombres y mujeres de Dios (Proverbios 12:15).
– Por la voz audible de Dios (Hechos 9:4-5).
– Por sueños (Mateo 1:20-21).
– Por visiones (son iguales que los sueños pero éstos ocurren estando uno despierto) (Hechos 10:9-18).
– Por ángeles (Lucas 1:26-38).
– Por los dones del Espíritu, por ejemplo, palabras de sabiduría, palabras de conocimiento, profecías, lenguas e interpretaciones (1 Corintios 12:4-1).
Recuerda que 1 Corintios 14:1-5 dice que la profecía es para fortalecimiento, exhortación, instrucción, consolación y edificación de la iglesia, pero nunca para la guía personal inicial. Una profecía puede confirmar lo que Dios ya te ha estado diciendo, pero si viene como una sorpresa total, ve con mucho cuidado, prueba los espíritus (1 Juan 4:1).
-Por circunstancias: dejar que las meras circunstancias dirijan nuestra vida es abrir la puerta a Satanás, pero sé sabio referente a tus circunstancias y espera que Dios te hable a través de ellas.
– Por los deseos de tu corazón (Salmo 37:4).
-Por la convicción o “presentimiento” interior. Esto es casi indefinible ¡pero lo sabrás cuando lo sientas!
– Por el Urim y Tumim. Esto era la versión del Antiguo Testamento de tirar la moneda. Sólo haz esto si Dios te dice que lo hagas (1 Samuel 14:41 Septuaginta).
g) Probar los espíritus
Debemos reconocer que Satanás intentará falsificar la voz de Dios. Esto es el porqué necesitamos probar la Palabra de Dios que hemos recibido, especialmente al principio de nuestra vida cristiana. La mejor manera para reconocer lo falso es llegar a estar familiarizado con lo genuino. Como un cajero de banco estudia lo real y conocerás lo falso (1 Corintios 14:29; 1 Juan 4:1).
h) El propósito del Padre es que oigamos su voz
El tiene muchas cosas que decirnos y cuanto más escuchemos, más detallado será lo que oigamos. Si nuestra vida está llena de basura impía y otras voces son oídas en nuestro hombre interior, entonces es improbable que podamos oír la voz de Dios con la misma claridad que cuando este no sea el caso.
Cuando empezamos a oír a Dios, nos habla acerca de asuntos mayores. Nos habla para salvación. Luego oímos la voz de Dios para decisiones grandes. Normalmente, esto es porque sabemos que no podemos afrontar éstas solos y por tanto hacemos sitio particular para la dirección de Dios en estos momentos. Con el tiempo llegamos a un lugar en que oímos de Dios todo el tiempo, para poder vivir una vida como la de Jesús, que hizo sólo lo que su Padre quería que hiciera.
El lugar más seguro y productivo para oír a Dios es a través del testimonio de la Escritura. Noventa por ciento de toda la dirección que jamás necesitaremos ya ha sido escrita en la Escritura. Necesitamos vivir con las Escrituras como pilar en nuestra vida. Sin embargo, incluso las Escrituras pueden acabar como doctrina muerta y legalismos a menos que apoyemos la Escritura en otro pilar: el pilar del Espíritu Santo que nos habla la Palabra de Dios para hoy. Necesitamos caminar con estas dos fuentes de la Palabra de Dios en equilibrio.
Adán fue creado para ser la autoridad delegada de Dios en la tierra. Cuando Adán hablaba era como si hablase Dios. Sin embargo, Adán escuchó a otra voz, y por tanto fue inmediatamente corrompido y perdió la habilidad de ser un canal puro para la Palabra de Dios. Jesús vino como el último o segundo Adán para restaurarnos, como discípulos de Jesús, nos da el potencial para ser la autoridad delegada de Dios de nuevo y, por tanto, ser canales de su Palabra (1 Corintios 15:22,45). Esto es para lo que la humanidad fue creada originalmente y por tanto sólo cumplimos nuestro potencial en Dios. Por consiguiente, debemos alimentarnos con la Palabra de Dios en sus dos formas y disciplinarnos para que no recibamos la palabra del diablo o de su sistema mundano, Esta es una batalla que se libra en nuestra alma. Para permitir que Dios y su Palabra ganen esta batalla, necesitamos estar abiertos para que El nos hable su Palabra a través del Espíritu Santo y luego obedecerla. Entonces estaremos viviendo en el poder de la Palabra de Dios que es, en realidad, vivir en Dios, porque Dios es la Palabra (Juan 1:1-2,14).
Cuando Dios habla, las cosas son creadas (Génesis 1). Cuando vivimos con la Palabra de Dios seremos liberados, porque la verdad nos liberará (Juan 8:31-32).
Necesitamos recibir la Palabra de Dios en nuestra vida con humildad y obedecerla porque trae libertad (Santiago 1:21-25).
Necesitamos recibir la Palabra de Dios porque trae fe (Romanos 10:17), y guía (Isaías 30:21). La Palabra de Dios no le volverá vacía, sino que llevará a cabo lo que El desea y alcanzará el propósito por el cual fue mandada (Isaías 55:8-11).
Cuanto más practiquemos escuchar a Dios en nuestra vida cotidiana tanto más hábiles llegaremos a ser en discernir su voz. Al tomar el tiempo de esperar ante el Padre, no sólo llegamos a conocer más de El, sino que llegamos a conocer más de nosotros. Llegamos a reconocer nuestros humores y sentimientos. Llegamos a leer las influencias de nuestro espíritu. Llegamos a conocer cómo reaccionamos o respondemos en el interior cuando oímos a Dios. Debido a esto, precisamente, es muy difícil para una persona describir a otra el porqué sabe que es el Señor hablándole. ¡Sólo reconoce las señales y sabe que lo sabe!
El hecho es, que cuanto más demos sitio a la voz del Padre en nuestra experiencia, será tanto más probable que conozcamos su voz; y cuanto más le buscamos para cada paso en nuestra vida, tanto más empezaremos a discernir su mano, incluso en los pasos minúsculos y aparentemente menos importantes que hemos de tomar.
Es una gran experiencia saber que Dios hablará en nuestro corazón y mente a través de toda situación si se lo permitimos.
Algunas personas buscan algo que no existe. Lo complican todo demasiado. Se imaginan que cuando hablamos de “oír la voz de Dios”, siempre debemos recibir una visión especial o una voz real hablando dentro de nosotros que sea muy clara e indudable. Raramente es así. La voz de Dios en nosotros viene a través de canales que en la mayor parte ya están construidos en nuestro sistema, por ejemplo, nuestra mente, y los procesos de pensamiento, impulsos de corazón, sentimientos de inquietud o de una profunda paz, presentimientos que recibimos en nuestro espíritu. Existen, por supuesto, momentos en que El se abre camino en una manera muy clara y sobrenatural, porque la situación lo exige, o porque es algo que no quiere que perdamos. Pero, normalmente, el Padre espera que cooperemos en esta comunicación de su Palabra. Es un ejercicio bidireccional. Somos personas hechas con el propósito de oír a Dios. Obedece la Palabra que lees y oyes, porque esta obediencia es el secreto de la cooperación con el Padre. Si no cooperamos con El al nivel de arreglarnos, no podremos cooperar con El en ningún otro nivel de revelación.
Es importante aprender que Dios tiene tiempos y circunstancias que nos incumbe analizar bien. Durante tales tiempos las cosas se mueven con mucho mayor rapidez y con mayor facilidad que en otros tiempos. Podemos perderlo si no aprendemos a leer nuestro espíritu.
Es dentro de nuestro espíritu que deberíamos recibir las certezas que da Dios: el conocimiento de la certeza de fe y la convicción interior de que algo está bien ante el Señor. No deberíamos, y no podemos, dar un paso en la esfera de la fe sin este testimonio del Espíritu.
i) Características que acompañan la Palabra del Señor
1. Es inmediata
Esto significa que la Palabra nos viene de una manera directa y personal y que es muy poderosa y llamativa. Es como un flechazo en un lugar seguro y en circunstancias muy difíciles de evitar o ignorar.
2. Es pertinente
Esto significa que tal palabra será muy pertinente a las situaciones que nos enfrentamos en nuestra vida. La Palabra de Dios normalmente está marcada por su aplicación y oportunidad.
3. Es eficaz
La Palabra de Dios siempre produce un efecto. Si la recibimos y la aplicamos, traerá fruto.
4. Es adecuada¡
La Palabra de Dios nunca está sola! No sólo es adecuada en el sentido de ser pertinente a la situación, sino también en el sentido de ser consistente con otros testimonios en nuestra vida. Siempre que creamos que oímos del Señor en una manera en particular, deberíamos buscar ratificación de la Palabra en otras áreas. No deberíamos hacer que las cosas se ajusten a la Palabra, porque esto es peligroso, sino al contrario, deberíamos encontrar que hay muchas cosas en que la Palabra se adecua. Puede ser el testimonio de otras clases de palabras, o el testimonio de otras circunstancias.
j) Lista práctica para comprobar la guía
– ¿Esta guía ensalza al Señor o a la persona que la ha dicho?
– ¿Dice la cosa correcta en el lugar correcto, momento, método, secuencia, gente, estructura, actitud, resultado, etcétera?
– ¿Es la guía recibida en armonía (o de acuerdo) con la Escritura, o la contradice?
– ¿Está la paz de Cristo reinando en mi corazón? (Filipenses 4:7; Isaías 26:3).
– ¿He obedecido la guía de Dios previa para mí?
– ¿Estoy dispuesto a ser desinteresado y poner a Dios primero en esta situación?
– ¿Qué dicen las Escrituras sobre lo que debería hacer en esta situación?
– ¿He orado y me he agarrado a Dios referente a mi situación?
– ¿Confirman mis líderes espirituales y el cuerpo de Cristo en general la guía recibida?
– ¿Estoy actuando por sentimientos o emociones temporales o momentáneas?
– ¿Estoy limitando a Dios con mi intelecto?
– ¿Tengo la expectación de que Dios me guiará?
– ¿Capacitan o impiden mis circunstancias la guía recibida?
k) Conclusión

Dios quiere sólo lo mejor para nosotros. No se equivoca nunca, y nunca tiene prisa. Hacer Su voluntad es tener una vida realizada y gozosa porque somos creados para hacer Su voluntad.
l) Preguntas y puntos de discusión
1. Antes de ser creyentes, Satanás estaba en control de nuestra vida. Nos manipulaba como marionetas. Cuando fuimos salvos, Dios cortó las cuerdas por las que Satanás nos controlaba. ¿Puso entonces Dios sus propias cuerdas en nosotros para controlamos, o necesitamos escoger ir por el camino de Dios? Discútelo.
2. ¿Por qué concierne la guía al corazón? (Colosenses 3:15).
3. Repasa la “lista práctica para comprobar” y decide si hay algún área que necesitas entregar a Dios.
4. Discute en el grupo las varias maneras en que Dios te ha hablado y cómo te ha guiado.
5. ¿Por qué debemos probar los espíritus?
6. ¿Por qué Dios no lo hace fácil y nos habla clara y directamente con una voz audible? Discútelo.
7. ¿Alimentas tu mente con tanto que no es de Dios, que encuentras difícil oír a Dios? Si es así, ¿qué puedes hacer al respecto?
m) Resumen y aplicación
1. Dios el Padre quiere que vivamos en su voluntad nuestras vidas.
2. Vivir en el plan de Dios para nuestra vida nos capacitará para vivir una vida realizada y gozosa. Dios nos ama y quiere sólo lo mejor para nosotros.
3. Necesitamos saber qué quiere Dios hablarnos y guiarnos.
4. Necesitamos oír la voz de Dios como parte de la vida cotidiana.
5. Necesitamos aprender a conocer la voz de Dios y su guía en toda situación. 6. Dios escoge la manera para hablarnos.
7. La Palabra de Dios nos traerá libertad, fe y guía.

Lección 74. Quebrantamiento y tener un corazón servicial

A. QUEBRANTAMIENTOa) Escrituras Clave
a) Escrituras Clave
1 Corintios 1:27-29
Santiago 4:10
Gálatas 2:20
2 Corintios 12:9-10
b) Dios no puede usar “algos”
Muchas veces estamos conscientes de cuánto se necesita cambiar si hemos de conocer el poder de Dios obrando dentro de nosotros hasta llegar al punto que El quiere. Satanás siempre está haciendo un llamamiento a aquel deseo intrínseco que todos tenemos de ser “algo”. Incluso en términos de nuestra vida cristiana ese impulso básico es una fuerza tan fuerte que muchas veces motiva nuestro mismo servicio para Dios. Queremos ser “algo” para Dios. Sin embargo, frecuentemente hay tanto de la carne mezclado con aquel deseo que el diablo puede explotar ese impulso íntimo. Incluso están tan mezclados y el equilibrio está tan cargado en favor de la carne, que la obra del Espíritu está casi anulada o disipada.
Esta es la tragedia de nuestra vida. Hay mucho potencial para Dios, pero le damos poco sitio para obrar. Mucha de nuestra vida cristiana realmente es la vida antigua vivida bajo el disfraz religioso o espiritual. ¡Qué cerrados somos a la realidad de Dios y su gloria y qué manchada está nuestra vida, por el autointerés y orgullo que dominan nuestra experiencia!
Esto no es lo que Dios desea que seamos. El problema es que Dios realmente no puede usar “algos”. Es en la vida de los que son descritos en la Escritura como ser “nada” que Dios ha escogido manifestar su poder y su gloria. La verdad es que necesitamos morir a nosotros mismos de una manera muy radical (1 Corintios 1:28). Necesitamos, no una muerte del espíritu, sino un profundo conocimiento interior de que si queremos ver y conocer el poder de Dios, entonces mucho de lo que previamente contábamos como valioso en nuestra vida necesitará desaparecer. Todos necesitamos llegar al punto de quebrantamiento y muerte donde sentimos que ya no nos queda nada. Sólo entonces podemos empezar a ser abiertos a la criatura nueva que Dios quiere hacer dentro, y a través, de nosotros. Hasta ese punto todavía hay demasiado de la vida antigua que impide a Dios obrar.
No es solamente de nuestras debilidades que Dios necesita ocuparse, sino de aquellas facetas de nuestra personalidad y experiencia que muchas veces consideramos nuestros puntos fuertes. Frecuentemente, son los lugares donde no sentimos la necesidad de una fuerte dependencia en Dios, y en que nos sentimos fuertes y seguros de nosotros mismos.
Los caminos de Dios son profundos y misteriosos y empiezan con la demolición y muerte de todo en nuestra vida y ambiciones que provienen de la carne. No hay duda de que el Nuevo Testamento tiene razón cuando identifica la carne como nuestro mayor enemigo y el problema más grande de Dios. Continuamente se tiene que ocupar de ella y vencerla. Aunque hemos de contarla muerta (Romanos 6:11), no hay duda de que en términos reales sigue activa, y si queremos conocer el poder de Dios dentro de nuestra vida, algo radical necesita cambiar dentro de nuestro yo carnal.
c) Sencillez de Espíritu
Necesita haber, en el corazón de las cosas, una sencillez nacida de Dios en términos de confianza de corazón y resolución. Nosotros tenemos la impresión de que Dios es mucho más complicado de lo que es. Con El lo negro es negro y lo blanco, blanco. Lo correcto es correcto y lo incorrecto, incorrecto. Porque El obra en honestidad e integridad completa dentro de su propia naturaleza, nunca se mezcla. Nosotros lo hacemos, porque somos exactamente lo opuesto. En vez de vivir en una claridad de espíritu, dejamos que las cosas y circunstancias dominen nuestro espíritu y destruyan aquella claridad y paz íntima, y que se transmiten a otra gente en maneras destructivas y carnales. Con mucha frecuencia, el diablo puede tomar nuestras mejores intenciones y deseos y pervertirlos para su propio fin. Lo que empieza como interés o amor honesto en Cristo, muchas veces trae como resultado un torcido nudo de emociones y dolor que arruina nuestra vida y ministerio, todo porque no dejamos que Dios tenga su voluntad continuamente en nuestra vida.
El oír con profundidad que no somos nada, y que Dios quiere que no seamos nada antes de poder hacer algo con nosotros o a través de nosotros podría parecer una cosa terriblemente negativa. En efecto, aplastaría nuestro espíritu y nos llevaría a un tremendo sentido de condenación. Eso es justamente lo que al diablo le encantaría hacer en nuestro corazón. Sin embargo, esto no es lo que el Padre quiere. Nuestro Padre celestial quiere que seamos fructíferos, pero para que esto ocurra necesitamos darnos cuenta de que no somos nada por nosotros mismos. Esto necesita llegar a ser la realidad de nuestra experiencia. Necesita ser sentido en el corazón y comprendido en la mente. En efecto, necesitamos ver que era la misma manera en que Jesús vivió y manifestó el poder de Dios. ¡El se hizo nada! (Filipenses 2:5-11).
d) Espíritu sin medida
Para Jesús el ser nada por sí mismo era un modo de vida. El quebrantamiento llegó a ser un modo de vida para El mucho antes de ver la cruz. Realmente era alguien, pero se hizo nada. Aquí estaba Jesús, el hombre sobre todo hombre, que conocía los caminos del poder de Dios en un sentido inmediato y personal. Trajo a vida los muertos más de una vez en su ministerio terrenal. Cuando tocaba a los hombres se ponían bien. Cuando hablaba, los demonios temblaban y huían. Podemos ver el secreto del poder de Dios en la experiencia de Jesús (Juan 3:34). Recibimos el Espíritu de Dios solamente por medida: el Padre tiene mucha voluntad de damos el Espíritu, pero las limitaciones de nuestro propio corazón determina la medida de la obra del Espíritu Santo en nosotros. Estamos tan llenos de basura y autointerés que no hay sitio para que el Espíritu obre en gran medida. Dolores, orgullo, egoísmo y rebelión impiden recibir el Espíritu Santo en nuestros corazones y que éste tenga un sitio para obrar en nosotros. La verdad es que no había elementos oscuros en el corazón de Jesús. Había sitio para que Dios el Padre derramara el Espíritu sin medida. En nuestra vida el espacio está muy a menudo lleno de desorden emocional, intelectual y espiritual.
e) Ungüento derramado
Necesitamos ser quebrantados. Sólo entonces puede Dios derramar sanidad en nuestra vida. Cuando María ungió los pies de Jesús (Juan 12:1-8) tuvo que quebrar la jarra antes que el ungüento pudiera salir. De modo similar, nosotros necesitamos ser quebrantados antes que el ungüento del Espíritu Santo pueda fluir de nosotros. A menos que lleguemos a ser nada, Dios no nos hará nunca algo.
f) Ningún asidero para Satanás
La razón por la cual Satanás nunca pudo derrotar a Jesús fue porque no había “nada” en El, es decir, no había ningún asidero para Satanás. El diablo quiere que vivamos con nuestros viejos “algos” para poder introducirse en nuestra vida y agarrarse de estas cosas.
La marca de Dios
Lee Génesis 32:22-32. Esta lucha costó a Jacob todo lo que era y tenía en términos mundanos, es decir, su nombre y su fuerza; pero a los ojos de Dios fue la causa de su éxito. Se encontró con Dios cara a cara pero vivió para contar la historia. Pero no era el mismo, porque llevaba la marca de Dios en el cuerpo. Había cojera en el nuevo Jacob (o Israel), pero su cojera era su fuerza. También necesitamos encontrarnos con Dios, ser tocados por su poder y cargados por la santidad de Dios. El saber que Dios ha mirado en nuestra vida y que su amor nos ha perdonado ese es el verdadero quebrantamiento. El quebrantamiento así no es debilidad. Es la mismísima fuente de fuerza en el espíritu. Después de tal encuentro las cosas nunca parecen otra vez iguales. Esto, en efecto, es la mayor fuente de poder en todo el mundo. No hay nada más fuerte que un hombre que ha sido tocado por Dios. No le falta nada por probar y nada más que temer. La vieja lucha ha desaparecido, el viejo fuego ha sido apagado, y la vieja agresividad ha sido macada. Dentro hay un vacío que sólo Dios puede llenar. No es el vacío de nada o de sin sentido, es el vacío de Dios. Externamente hay una debilidad que sólo Dios puede hacer fuerte, y lo hace si le entregamos nuestra vida totalmente. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. (Gálatas 2:20). Todo discípulo necesita vivir así si realmente ha de tener efecto para Dios.

B. TENER UN CORAZON SERVICIAL

a) Escrituras clave

Marcos 9:33-35
Juan 13:1-17
Marcos 10:35-45
Filipenses 2:5-11
Juan 12:24-26
b) ¿Qué es un siervo?
Un siervo es uno que no es su propio amo sino que tiene a otro por amo. Una persona sirve a aquello que ocupa la mayoría de su tiempo, o a aquello que tiene prioridad en su corazón, o a aquello en que gasta la mayoría de su dinero. Sea a quien sea o lo que sea que sirves, a ellos o a aquello eres un esclavo o siervo. Un siervo de Dios es uno que se ha destronado a sí mismo y todo lo demás en su vida o experiencia y ha entronado a Jesús y le ha hecho Señor de toda su vida. Esto significa que pone a Jesús primero en todo. Entonces se espera de nosotros, como discípulos de Jesús, que sirvamos sólo a Dios (1 Corintios 4:1). Esto significa que pondremos el Reino de Dios primero en nuestra vida (Mateo 6:33), y no serviremos las riquezas, el poder, las posesiones o cualquier otra cosa (Mateo 6:24).
c) Las marcas de un siervo de Dios
– Busca primero el Reino de Dios (Mateo 6:33).
– Es un siervo de todos (Mateo 20:26-28).
– Mira hacia su amo para recompensa (Mateo 25:21).
– Sirve a los demás y al hacerlo sirve al Señor Jesús (Mateo 25:31-40).

Lección 73. ¿Qué es el amor?

a) Escrituras clave
1 Corintios 13:1-13
1 Juan 3:1-24
Mateo 22:36-40
1 Pedro 4:8
Romanos 13:8-10

Efesios 3:17-19
b) ¿Qué es el amor?
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.
(1 Corintios 13:4-8)
La palabra usada más frecuentemente por “amor” en el Nuevo Testamento es “ágape”. Esta es una palabra característica del cristianismo porque expresa una idea poco conocida hasta que surgió el cristianismo. Es una palabra que expresa un amor que es de sacrificio, incondicional y desinteresado. Dios nos demostró lo que esta palabra significaba al mandar a su Hijo Jesús al mundo para sufrir y morir por nosotros que somos totalmente indignos. En esto hemos conocido el amor, en que El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
(1 Juan 3:16)
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo. (1 Juan 4:10)
(Véase también Efesios 2:4-5; Juan 3:16)
Además, Dios nos ayuda a amarle. “Ágape expresa el profundo y constante amor e interés de un ser perfecto hacia objetos totalmente indignos, produciendo y promoviendo en ellos un amor reverente hacia el Dador, y un amor práctico hacia aquellos que participan del mismo y un deseo de ayudar a otros a que busquen al Dador”. (A.E. Vine: Diccionario Expositivo). En otras palabras, Dios nos ama profundamente pese a nuestros sentimientos y también nos ayuda a amarle, a amar a otros cristianos y a amar a la gente del mundo para traerlos a El. El amar a Dios de esta manera significa vivir para agradarle poniéndole a El y sus deseos primero en nuestra vida. El amar a Dios verdaderamente con todo nuestro ser es el mayor de todos los mandamientos (Mateo 22:36-40; Deuteronomio 6:4-7).
c) ¿Cómo deberíamos demostrar nuestro amor a Dios?
1. Deberíamos estar agradecidos por quién es Dios. Dios el Padre es un Dios de amor, perdón, misericordia, fidelidad y justicia, etcétera.
2. Podemos dar gracias y gozarnos por todo lo que Dios ha hecho por nosotros. Ha hecho grandes cosas por nosotros que no necesitaba hacer, en especial al mandar a su Hijo Jesús y revelarse a nosotros. Ha hecho una manera para que nosotros viniéramos a ser parte de su Reino y de convertirnos de hecho en sus hijos (1 Juan 3:1).
3. Deberíamos desear conocer a Dios mejor, en especial mientras leemos y meditamos su Palabra y tenemos comunión con El en oración.
4. Podemos vivir una vida que agrade a Dios. Esta se muestra realmente cuando:
– Hacemos importante para nosotros lo que es importante para El (por ejemplo, crecer espiritualmente p ser como Jesús, demostrar amor el uno al otro y ayudar a llevar a cabo la comisión de Jesús, de hacer discípulos para El, de todas las naciones).
-Vivimos un estilo de vida que agrade a Dios antes que a nosotros o al mundo (1 Juan 2:15-17).
-Voluntariamente tomamos las cargas de Dios por el mundo, en especial en oración (Mateo 6:9-10).
-Voluntariamente hacemos sacrificios por Dios e incluso estamos dispuestos a entregarlo todo si nos pide (Marcos 12:41-44).
5. Deberíamos ser obedientes a la Palabra de Dios y sus mandamientos (Juan 14:15; Mateo 7:21-23; 1 Juan 5:2-3).
6. Podemos decirle a Dios que le amamos cuando oramos, hablamos, alabamos y cantamos.
7. Deberíamos amar a nuestros hermanos e incluso a nuestros enemigos. El amor ágape está resuelto a buscar lo mejor de los demás. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. (1 Juan 3:14)
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón.
¿ Cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en
verdad. (1 Juan 3:17-18)
 Amad a vuestros enemigos, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. (Mateo 5:44)
(Véase también Juan 13:34-35; Romanos 12:9-10; Gálatas 5:14; 1 Pedro 4:8)
d) El amor es importante
El amor es la cualidad más importante del Reino de Dios. El saberlo todo, mover montañas, dar todo lo que tenemos a los pobres, e incluso morir por nuestra fe no significa nada si no tenemos amor (1 Corintios 13:1-3). El conocimiento y los dones del Espíritu son importantes, pero al final todo será revelado y estas cosas no serán tan importantes. Entonces, si basamos toda nuestra vida y ministerio en estas cosas, acabaremos sin nada porque estas cosas perecerán y serán perdidas. Serán como los juguetes de los niños que son divertidos y necesarios cuando somos niños, pero inútiles cuando somos adultos. Necesitamos crecer en cosas más importantes, productivas y fructíferas, tales como la fe, la esperanza y el amor (con mayor importancia el amor). El amor es la gran arma del cristianismo, no la sanidad ni la profecía. El amor nunca deja de ser, pero todo lo demás perecerá. Puede que los dones del Espíritu sean el medio de expresar el amor de Dios, pero con mucha frecuencia nos fijamos en el don y olvidamos por qué fue dado. Los dones están allí para señalar a la gente hacia Jesús, y demostrarle el amor de Dios (1 Corintios 13:8-13). Los pasajes en la Biblia acerca de los dones del Espíritu Santo siempre están equilibrados con pasajes acerca del amor. Van mano a mano, porque el poder sin amor es peligroso. El poder sólo debería ser una manera de capacitar y expresar el amor. El amor es lo que cuenta. El amor para Dios y los demás debería ser la fuerza motivadora detrás de todo nuestro obrar para Dios.
e) El amor mantiene al cuerpo de Cristo unido
El amor de Dios es el cemento que mantiene unida a la iglesia, la cual es el cuerpo de Cristo. Necesitamos trabajar en esto por actos de consideración, ánimo y desinterés. No sólo necesitamos ir con cuidado con nuestras acciones sino también con nuestras reacciones a lo que otros hagan o digan. Este es el amor puesto a prueba. Recuerda que Dios es paciente con tus fallos y quiere que tengamos paciencia con los fallos de los demás. Puede que veas tus fallos insignificantes comparados con otros, ¡pero puede que ellos y Dios no lo vean de esa forma! (Mateo 7:1-5).
¿Dónde estaríamos sin un Dios perdonador? (Hebreos 9:27-28). Un espíritu perdonador es lo que debes tener en el corazón aun antes que la persona que te haya agraviado haya pedido disculpas. Nadie es perfecto excepto Jesús. Todos fallamos, en especial en el área de las relaciones. Busca lo bueno en la gente y no mires sus fallos: ten paciencia con aquellos que tienen debilidades (1 Timoteo 1:15-17). Cuando la comunión se rompe entre creyentes, tú eres responsable de actuar, incluso cuando la otra persona esté totalmente equivocada. Dios quiere que aquella gente sea restaurada a un lugar correcto con El, por lo tanto perdónales y gánales de nuevo (Efesios 4:32). “Soportándoos unos a otros” y “teniendo un espíritu perdonador” son conceptos sinónimos, es decir, iguales (Colosenses 3:13), pero no son reacciones automáticas que siguen a nuestra conversión en discípulos de Jesús. Estas acciones envuelven un acto deliberado de la voluntad. Necesitamos hacer una elección deliberada de mantener la unidad a pesar de lo que nos cueste a nosotros en el cuerpo de Cristo (la iglesia).
f) Los que aman al Señor tienen muchas bendiciones
Incluidas:
– Dios es fiel, guardando su pacto de amor a mil generaciones (Deuteronomio 7:9; Éxodo 20:6). El amor de Dios les seguirá (Salmo 23:6).
– Dios les guarda (Salmo 145:20).
– Dios les ama (Proverbios 8:17).
– En todas las cosas Dios obra para su bien cuando son llamados y están conformes a su propósito para sus vidas (Romanos 8:28).
-“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. (1 Corintios 2:9).
– Dios vive en ellos (1 Juan 4:16).
g) Cinco maneras en que recibimos el amor de Dios
1. Directamente de Dios, es decir, dejamos que Dios abra su amor en nuestra vida (1 Tesalonicenses 3:12; 2 Pedro 1:3).
2. Por conocer a Dios cada vez en mayor medida. Hacemos esto al pasar tiempo con El; orar, escuchar, buscar y adorar etcétera. (Juan 17:26; 1 Juan 4:8).
3. Por entender los mandamientos de Dios y luego obedecerlos (Juan 14:21). El poner a Dios en primer lugar, a otros en segundo, y a nosotros mismos por último, crea una armazón para que Dios obre su amor en nuestra vida.
4. Por entregar nuestra vida al Espíritu Santo para que pueda producir su fruto de amor en nosotros (Romanos 5:5; Gálatas 5:22).
5. Por hacer una elección consciente, de vestirse con amor y desechar todas las cosas que Dios no quiere. El amor está disponible para nosotros, podemos vestirnos con él o rechazarlo, obrar hacia él o ignorarlo (Colosenses 3:12-14; 2 Pedro 1:5-9). Persigue el amor junto a aquellos que claman al Señor con un corazón puro (2 Timoteo 2:22).
h) El amor es la meta
El apóstol Pablo tenía el amor como meta para su ministerio. En 1 Timoteo 1:3-7 Pablo nos muestra que necesitamos tres cosas para obrar el amor de Dios en nuestra vida. La razón de esto es que si estas tres cosas no están de acuerdo con lo que Dios quiere, lo que hacen es esbozar el amor de Dios y por consiguiente no podemos recibir el amor de de la manera que El pretende para nosotros, y la manera que necesitamos. Estas tres cosas son:
1. Un corazón puro: nuestro corazón necesita estar limpio y puro antes que Dios nos pueda dar de sí mí Para estar limpios necesitamos valernos de la obra de Jesús cuando derramó su sangre en la cruz. Esta sangre derramada nos capacita para recibir el perdón de Dios y su limpieza, si sencillamente confesamos nuestro pecado. También necesitamos perdonar a los demás, porque Dios quiere que nosotros a quien se nos perdonado mucho no tengamos rencor o deudas contra los demás. La pureza también habla de constan Necesitamos ser los mismos y reaccionar de la misma manera, no importa con quién estemos o cuál sea situación (1 Pedro 1:22; 2 Timoteo 2:22; Mateo 5:8).
2 Una buena conciencia: necesitamos estar en paz con nuestra conciencia, porque si está turbada, he cruzado una frontera incorporada en nosotros y hemos entrado en una situación de pecado. Nuestra conciencia es el timbre de alarma de Dios y cuando está perturbada nos sentimos incómodos con nosotros mismos y Dios. Necesitamos tener una conciencia limpia y esto nos habilita para entrar con audacia una vez más en presencia de Dios y libremente recibir el amor de Dios en nuestra vida (1 Timoteo 1:19; Hechos 24:16). Cuan pedimos a Dios que nos perdone por el pecado que ha hecho estallar nuestra conciencia, entonces la sangre Cristo limpiará nuestra conciencia y la hará limpia de nuevo (Hebreos 9:14).
3. Una fe sincera: hemos de vivir por fe. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6). Tendríamos q tener la fe por la cual mantenernos firmes y la fe para ir más allá de nuestros límites. Para hacer esto no podemos sencillamente confiar en nuestros propios recursos humanos. Necesitamos entrar en Dios y salir fuera de nosotros. Esto significa dar el control a Dios. ¡Es como darle a Dios no sólo el volante sino todo el coche! El, entonces, está libre para ir donde quiera y nosotros sólo le acompañamos. Así Dios puede obrar en nuestra vida el amor que es tan importante (Gálatas 5:6).
Preguntas y puntos de reflexión
1. ¿Aprecia Dios señales de nuestro amor por El? (Marcos 14:3-9).
2. Lee Lucas 10:25-37. ¿Qué deberíamos hacer para heredar la vida eterna?
¿Quién es nuestro prójimo?
 ¿Cómo deberíamos tratar a nuestro prójimo?
3. Lee 1 Juan 4:7-21.  ¿De dónde viene el amor?
¿Cómo es el amor consumado en nosotros?
¿Podemos confiar en el amor que Dios tiene por nosotros?
¿Por qué es el amor consumado en nosotros?
¿Hay miedo en el amor y por qué?
¿Podemos amar a Dios y odiar a nuestro hermano?
4. Piensa de qué  maneras podrías mejorar tus relaciones en la iglesia y en el mundo.
5. Dios sacrificó a su Hijo por nosotros. ¿Qué podemos darle y entregarle de buena gana?
6. ¿Por qué sigue el amor de Dios a los que son sus discípulos? (Salmo 23:6).
7. ¿Por qué debería ser el amor nuestra meta fundamental?
Translate »